sábado, marzo 10, 2007

Zapatero en su laberinto

Zapatero en su laberinto

Permalink 10.03.07 @ 18:56:00. Archivado en Europa, España, Sociogenética, Pro justitia et libertate

"Los terroristas matan y el Gobierno se rinde, que es exactamente lo que ha pasado. Tales hechos requieren vaselina sentimental. Soy humano, dice el terrorista. Nosotros también, apostilla el Gobierno. Y, si cuela, cuela. La inhumanidad y el salvajismo, para los que no se enternezcan. No está mal como retórica... Hace tiempo que el nieto del capitán Lozano se extravió en el laberinto sin puertas de una paranoia vindicativa, y lo peor es que los terroristas lo han adivinado." (Jon Juaristi)

Imagen: Laberinto para recorrer

El laberinto del Minotauro es el más antiguo y el más famoso. Las víctimas del sacrificio caminaban por los pasadizos hasta encontrarse con el monstruo que casi era un hombre y casi era un toro. En algunas catedrales medievales hay laberintos trazados con mosaicos sobre el piso; el peregrino podía recorrerlos lentamente, como un ejercicio espiritual. Siglos después se levantaron laberintos con arbustos y flores en los jardines de los palacios, para que príncipes y cortesanos se divirtieran al sol. (Ivan Skvarca)

Laberinto
Por Jon JUARISTI

QUE los terroristas pordioseen los buenos sentimientos de la buena gente está en el guión de toda banda que se precie de serlo. Lo insólito es que lo haga un gobierno por boca de su ministro de Interior. De ahí que no anduvieran totalmente descaminados quienes el jueves llamaban terrorista al Presidente. Porque los terroristas primero ponen la bomba y después sueltan el moco. Es lo suyo. Obviamente, ni Rodríguez ni Rubalcaba han puesto bombas, que sepamos, pero han asumido, en su rendición, el gimoteo de De Juana, y por eso la afición etarra les aplaude con las orejas. Del terrorismo, el Gobierno se ha reservado la fase compungida y plañidera. Les va.

O sea, el aspecto mariconcete del oficio, por así decirlo. Cómo mola, qué nobleza de espíritu la nuestra. No somos como ellos. Hombre, pues qué quiere usted que le diga. En la mitad, por lo menos, igualitos. Baroja decía que al que vende drogas en pequeñas cantidades se le llama farmacéutico y al que las expide al por mayor, droguero. De Juana es un droguero de la muerte, como el Chino. Pero el Chino se suicidó: he ahí la sutil diferencia. De Juana nunca tuvo la intención de llegar a extremos tan patéticos. Ayunaba porque estaba deprimido. No porque quisiera suicidarse. Los terroristas se suicidan por fanatismo religioso o por remordimientos, y De Juana no sufre de lo uno ni de lo otro. ¿Su huelga de hambre? Una forma espectacular de hacer pucheritos en el Times.

Los etarras son así: primero matan y luego se ponen líricos. El Gobierno se rinde y después se derrite en efusiones humanitarias. La cosa, en ambos casos, es que no la tomen con uno. La primera parte de la operación sería repugnante si no se contara con el lenitivo lacrimógeno. Los terroristas matan y el Gobierno se rinde, que es exactamente lo que ha pasado. Tales hechos requieren vaselina sentimental. Soy humano, dice el terrorista. Nosotros también, apostilla el Gobierno. Y, si cuela, cuela. La inhumanidad y el salvajismo, para los que no se enternezcan. No está mal como retórica. Se sitúa un grado por encima de la de quienes defienden la decisión de Rubalcaba alegando que el deceso de De Juana habría desatado la violencia en el País Vasco. Pero a estos hay que reconocerles un elemental realismo: intuyen acertadamente que el Gobierno sería incapaz de enfrentarse a una insurrección abertzale.

La hipótesis del acuerdo secreto entre Rodríguez y ETA parece, a la vista de los acontecimientos, bastante más que razonable. Ahora bien, la raíz del desastre es más profunda. Los socialistas usan la legalidad para deslegitimar al Estado porque lo perciben como una monstruosidad franquista, toda vez que garantiza la supervivencia política de la derecha. De ahí que la sola idea de que se les muera De Juana les resulte insoportable, pues se verían a sí mismos como una reedición de Franco firmando sentencias de muerte. Todo pertenece al mismo cuadro delirante que sitúa a Rodríguez en el papel mesiánico del verdadero artífice de la paz (es decir, un Franco al revés, un Franco de izquierdas). Atrapado en la red del deseo mimético, trata de exorcizar la mínima sospecha de identidad con su rival imaginario arrojando la sombra del dictador sobre la derecha democrática y marcando sus radicales diferencias con la misma, lo que le acerca inevitablemente a ETA y le aleja en idéntica medida de las víctimas del terrorismo. A estas alturas, está claro que el delirio del Presidente no tiene salida, porque Rodríguez pelea con un muerto para desposeerle del objeto mítico -la Paz- cuya posesión le atribuye y que él desea con ansias infinitas. Hace tiempo que el nieto del capitán Lozano se extravió en el laberinto sin puertas de una paranoia vindicativa, y lo peor es que los terroristas lo han adivinado. Porque nada hay más parecido al delirio de Rodríguez que el de tres hermanos etarras presos, los Gallastegui, que heredaron de su abuelo, el precursor histórico de ETA, otro deseo asimismo insaciable.

viernes, marzo 09, 2007

¡No ceder más al chantaje!

¡No ceder más al chantaje!

Permalink 09.03.07 @ 10:45:23. Archivado en Europa, España, Ética, Pro justitia et libertate

Dada la gravedad de la situación, repetimos aquí lo que escribimos anoche bajo el título: "Ni legal, ni humanitaria, ..."

Ayer por la mañana, en el senado, Zapatero reconoció cínicamente que había cedido al chantaje de ETA. Para él lo políticamente incorrecto no era esta cesión al chantaje de los terroristas, sino que el PP se lo reprochara, cuando, según él, su cesión al chantaje de ETA repetía las cesiones de gobiernos precedentes.

Aplauso de los suyos y protesta merecida de la oposición, que esperamos plantee sin más dilaciones la cuestión de confianza.

Si Zapatero hubiera dimitido el 30 de diciembre como era su obligación, no estaríamos donde estamos ahora todos, hundidos en el barrizal de las mentiras hasta las rodillas, por no decir hasta la coronilla.

Es insostenible, por no decir grotesco afirmar que "...el modelo de ejecución (cumplimiento de la prisión en el hospital y posteriormente en su domicilio bajo vigilancia telemática) ...no constituye ningún beneficio penitenciario" para el etarra Iñaki de Juana.

El sacrificio de todos los inocentes que han perdido la vida o buena parte de ella por obra de los terroristas etarras, porque el Estado no quiso ceder al chantaje de los criminales, sería un sacrificio vano e inútil, si la solución humanitaria debe prevalecer en el caso del suicidio voluntario de Iñaki de Juana.

La decisión favorable a De Juana es la más ominosa prueba de debilidad del Estado, es decir, todo lo contrario a la fimeza.

El Gobierno, con tal de que De Juana no se muriera de hambre no ha tenido inconveniente en que los demás nos muramos de asco (Hermann Tertsch).

Una vez cometido este error, sería de agradecer que, para ahorrarnos la instalación en la náusea, nos sirvieran el resto del menú con mayor presteza (Ignacio Wert). Porque los españoles "nos merecemos un Gobierno que no nos mienta".

Esto es lo que nos hace comprender un artículo de José Ignacio Wert (1), publicado esta mañana en El País, es decir, en el medio de comunicación más adicto a las tesis del PSOE.

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Ni legal, ni humanitaria, ni firme, ni inteligente
por JOSÉ IGNACIO WERT
, El País, 08/03/2007

La decisión del Gobierno de trasladar a su casa a De Juana Chaos, el sanguinario etarra que ha mantenido una dudosa e intermitente huelga de hambre para conseguir lo que el Gobierno le ha otorgado, ha sido presentada por Rubalcaba como una decisión "legal", "humanitaria", "firme" e "inteligente". En mi opinión no es ninguna de las cuatro cosas.

No es legal. Con el debido respeto, el auto del Juez de Vigilancia Penitenciaria, es, literalmente, patético, en el sentido de fundado exclusivamente en el pathos particular del señor De Castro, tan respetable como discutible, y no en el logos de la subsunción de la norma jurídica en el caso concreto, ni mucho menos en el ethos de la situación. Tanto desde el punto de vista jurídico, como desde el lógico, la afirmación de que "...el modelo de ejecución (cumplimiento de la prisión en el hospital y posteriormente en su domicilio bajo vigilancia telemática) ...no constituye ningún beneficio penitenciario" es insostenible, por no decir que resulta grotesca. Si cumplir una condena en casa es igual (puesto que no es un beneficio) que hacerlo en prisión, cerremos las cárceles y nos ahorraremos un dinero en manutención y vigilancia, ya que no creo que, dada esa posibilidad, ningún penado optara por continuar en la cárcel. Y si la causa para otorgar ese no-beneficio es el estado de salud de De Juana, en ese caso, está en las manos de todos los reclusos del país conseguir el mismo tratamiento, puesto que en sus manos está autoinfligirse el deterioro de ese estado. El artificio jurídico en que se sustenta la supuesta legalidad de la medida acordada pasa forzosamente por considerar que la situación de De Juana es la de un enfermo. Como no lo es (enfermo, según el DRAE, es "quien padece enfermedad", y por eso existe el sinónimo paciente, no quien es agente del atentado contra su salud) el argumento se viene abajo.

Menos aún es humanitaria. Rubalcaba (y el juez De Castro) sostienen que la grandeza del Estado de derecho es ser humanitario aun con quien, en apariencia, no lo merece. Ésos no son los términos del debate. El Estado no tiene por qué valorar más la vida de De Juana de lo que él mismo la valora. Sobre todo, si en el fiel de la balanza de esa solución "humanitaria" se encuentran cuestiones tales como el sentido de la justicia, la dignidad del Estado o la memoria de las víctimas. Llevado a su extremo, el argumento conduce a resultados aberrantes: si la solución humanitaria debe prevalecer, el sacrificio de todos los inocentes que han perdido la vida (Miguel Ángel Blanco) o buena parte de ella (José Antonio Ortega Lara) porque el Estado no quiso ceder al chantaje de los criminales es un sacrificio vano e inútil.

Tampoco es una decisión firme. Es, en rigor, todo lo contrario: la más ominosa prueba de debilidad del Estado. No parece necesario detenerse mucho en el argumento: los propios dirigentes de Batasuna y sus bases, acogiendo al héroe triunfador en la muga, nos eximen de ello. Pierde el Estado (es decir, todos nosotros) y ganan ellos.

Pero, lo peor, es que tampoco es inteligente. Ni siquiera a la luz de las presuntas motivaciones ocultas de esta decisión: facilitar el proceso. Dada la secuencia de los acontecimientos, nos encontramos ahora con que la primera medida del Gobierno tras el atentado de Barajas es enviar a De Juana a su casa. Ahora Batasuna lo agradecerá con algún gesto distinto de esos que le gustan a Zapatero y hasta es posible que ETA también tenga a bien ser "generosa" con nosotros, garantizándonos que no habrá más bombas mientras dure el alto el fuego. Da lo mismo. El discurso de que no hay contrapartidas políticas ya no se lo cree nadie. Y encima, el primer beneficiado ha sido el terrorista en que de forma más descarnada se ejemplifica la contumacia criminal, la total ausencia de arrepentimiento y la más repugnante crueldad hacia las víctimas.

Como le escuché a Hermann Tertsch una vez, el Gobierno, con tal de que De Juana no se muriera de hambre no ha tenido inconveniente en que los demás nos muramos de asco. Pero detrás de todo esto hay una simulación de descomunales proporciones. Al Gobierno, a ETA, a Batasuna les importa la vida de De Juana lo mismo que a mí, un bledo. Lo que les importa es cómo salen del proceso, y cómo rentabilizan esa salida. Este primer escarceo se salda con una clara victoria del lado oscuro. Por eso no es inteligente. Parafraseando a Talleyrand, también esta excarcelación es "peor que un crimen, es un error". Una vez cometido, sería de agradecer que, para ahorrarnos la instalación en la náusea, nos sirvieran el resto del menú con mayor presteza. Porque, y en esto sí estoy de acuerdo con Rubalcaba, los españoles -como los suecos o los bielorrusos, por otra parte- "nos merecemos un Gobierno que no nos mienta".

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(1) Licenciado en Derecho y diplomado en Sociología Política, José Ignacio Wert Ortega ha ocupado distintos puestos en la Administración, entre los que destaca el de director del Gabinete Técnico del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y asesor del Gabinete del presidente del Gobierno. Ha sido profesor de Teoría de la Comunicación en la facultad de Ciencias de la Información, de Sociología Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid; vocal del consejo de administración de RTVE en 1980, concejal del Ayuntamiento de Madrid (1983-86) y diputado a Cortes de la circunscripción de A Coruña, desde 1986 a 1987, cargo al que renunció para dar el paso al sector privado. En 1987 asumió la presidencia de Demoscopia; entre 1992 y 1994 fue también consejero delegado de la compañía comercializadora de publicidad del Grupo Prisa GDM y, desde 1994, es presidente de Sofres. El 13-02-2003 fue nombrado Director de relaciones corporativas del BBVA.

José Ignacio Wert Ortega was General Director and Chairman of Demoscopia and Chairman of the Board of SOFRES A.M before becoming Vice President of Corporate Affairs for Grupo BVA, a major banking group in Spain. He set up Inspire Consultores in 2005 and was ESOMAR President from 2005 to 2006.

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martes, marzo 06, 2007

Gabo, amigo fiel de Fidel, 1/2

Gabo, amigo fiel de Fidel, 1/2

Permalink 06.03.07 @ 18:57:00. Archivado en Las Américas, Poética

Gabriel García Márquez, universal y cariñosamente conocido como Gabo (1), escribió su artículo "El Fidel Castro que yo conozco", para celebrar el ochenta aniversario de su amigo Fidel. Granma internacional lo publicó en La Habana el 4 de Agosto de 2006.

Si tiene la curiosidad de verificar en Internet, mediante el buscador Google, cuántas copias recogen hoy mismo este artículo de Gabo, obtendrá en 0,13 segundos 17.800 resultados. Esta realidad editorial masiva es ya un argumento suficiente para probarle el interés que se siente en todo el mundo por la fiel amistad de Gabo por Fidel.

Me ha parecido que una hermosa manera de celebrar el ochenta aniversario del propio Gabo, era el descubrir en el seno de su elogio al "Fidel Castro que él conoce", la crónica de un futuro anunciado para Cuba, cuidadosamente incrustada en el texto como un diamante, cuya luz, con ser diminuta, no deja de ser pura y brillante. Se la presento aquí como prueba de que la amistad de Gabo por Fidel no ha nacido ni vivido a costa del pueblo cubano, sino en su favor. Afirmar lo contrario, como lo hacen torpemente algunos, es acusar a Gabo de haber traicionado su innegable vocación de abogado de todos y de cada uno de los inocentes de nuestro tiempo, ignorando que su escritura es la implacable crónica de la muerte anunciada de cada uno de estos inocentes, representado por el Justo por antonomasia, víctima de la cobardía de su propio pueblo.

"Su visión de América Latina en el porvenir, es la misma de Bolívar y Martí, una comunidad integral y autónoma, capaz de mover el destino del mundo."

"Jamás ha rehusado contestar ninguna pregunta, por provocadora que sea, ni ha perdido nunca la paciencia. Sobre los que le escamotean la verdad por no causarle más preocupaciones de las que tiene: El lo sabe. A un funcionario que lo hizo le dijo: Me ocultan verdades por no inquietarme, pero cuando por fin las descubra me moriré por la impresión de enfrentarme a tantas verdades que han dejado de decirme. Las más graves, sin embargo, son las verdades que se le ocultan para encubrir deficiencias, pues al lado de los enormes logros que sustentan la Revolución los logros políticos, científicos, deportivos, culturales, hay una incompetencia burocrática colosal que afecta a casi todos los órdenes de la vida diaria, y en especial a la felicidad doméstica."

"Cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la franqueza cruda de los afectos reales. Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Este es el Fidel Castro que creo conocer: Un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal."

"Sueña con que sus científicos encuentren la medicina final contra el cáncer y ha creado una política exterior de potencia mundial, en una isla 84 veces más pequeña que su enemigo principal. Tiene la convicción de que el logro mayor del ser humano es la buena formación de su conciencia y que los estímulos morales, más que los materiales, son capaces de cambiar el mundo y empujar la historia."

El Fidel Castro que yo conozco
POR GABRIEL GARCIA MARQUEZ

Gabriel García Márquez en la red

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(1) Gabriel José de la Concordia García Márquez periodista, editor y escritor colombiano (*Aracataca (Magdalena), 1927, y no 1928 como se creyó durante mucho tiempo); conocido universalmente como Gabo. También ha incursionado en el cine, principalmente como guionista. Wikipedia.

Gabo es la forma hipocorística sincopada de Gabito, a su vez síncopa del diminutivo Gabrielito o de Gabrielito Joselito

"Los Años Extraviados es un testimonio más de la influencia apabullante que Gabriel García Márquez ha ejercido en tantas generaciones de escritores, incluida la llamada “Generación sin nombre”, a la que pertenecen algunos de los poetas colombianos nacidos en los años cuarenta, entre ellos José Luis Díaz-Granados. No obstante, en el libro, esa influencia no se muestra en el lenguaje ni el estilo, muy alejado del realismo mágico de Gabo, sino en la presencia permanente y cariñosa, tanto en la obra, como en la vida del autor, de Gabito García, un joven escritor y periodista, sobrino de la tía Dilia, recién llegado de Europa, casado con la bella Mercedes, quien acaba de publicar La Hojarasca, luego sigue con El Coronel no tiene quien le Escriba y se desaparece del entorno de Faustino para preparar Los Funerales de la Mamá Grande, Gabito García, ese primo al que José Luis tanto admira y quien influyó en él hasta el punto de que, cuando lo conoció, abandonó el bachillerato para dedicarse a la literatura. Y con éxito, pues la obra de Díaz-Granados no solo es buena sino que le ha merecido reconocimientos internacionales: fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 1986 con su novela Las puertas del infierno y en el 2004 ganó en Chile la medalla “Centenario Pablo Neruda.” Patricia Lara Salive, La bohemia bogotana de los años 60, eskpe.com.

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Gabriel García Márquez en la red

lunes, marzo 05, 2007

Conjeturar no es aconsejar

Conjeturar no es aconsejar

Permalink 05.03.07 @ 17:10:20. Archivado en Semántica, Pragmática, Morfosintaxis, Periodismo

Pablo Sebastián titulaba esta mañana en ABC: "Rajoy debe de pasar el Rubicón hacia la moción de censura". La sintaxis de esta frase expresa la 'conjetura'. Sin embargo, al leer el cuerpo del artículo, comprendemos inmediatamente que su Autor no ha tenido la intención de expresar una 'conjetura', sino más bien un 'consejo', que es la manera educada y repetuosa de recordarle a un adulto una 'obligación'. La correcta morfosintaxis del título que corresponde a la semántica y a la pragmática de esta intención es: "Rajoy debe pasar el Rubicón hacia la moción de censura".

El resultado de esta transformación es fatal para el sentido que el escritor ha deseado dar a su enunciado, ya que su lector lo interpretará con la fuerza no vinculante de la ‘conjetura’ cuando el escritor pretendía imprimirle la fuerza vinculante de la ‘obligación’. Con lo cual se interpreta solamente como una 'sugerencia' lo que es un 'consejo' o una 'obligación moral' formulada educadamente.

Como este solecismo (1) es muy corriente en el lenguaje periodístico, me ha parecido útil reproducir un artículo mío de hace un poco más de un año, que apareció aquí bajo el título: "Conjeturar vs. Obligar"

Con mucha frecuencia se confunde en la prensa la expresión de la ‘conjetura’ con la expresión de la ‘obligación’. En ambas expresiones se emplea el verbo deber, pero en el caso de la ‘conjetura’ el verbo deber cumple el oficio de auxiliar dentro de la perífrasis deber de. Si privamos esta perífrasis de la preposición de, la expresión de ‘conjetura’ se transforma en expresión de ‘obligación’.

Cuando un médico dice a su paciente: Usted debe comer menos, lo dice para imponerle la obligación dietética de que coma menos que lo que suele hacer. Si, por el contrario, le dice: Usted debe de comer menos, lo que hace es conjeturar, por los síntomas que descubre en su paciente, por ejemplo, por su peso, que le parece que come menos que antes.

El resultado de esta transformación es con frecuencia fatal para el sentido que el locutor ha deseado dar a su enunciado, ya que su interlocutor lo interpretará con la fuerza vinculante de la ‘obligación’, cuando el locutor se mantenía en la fuerza no vinculante de la ‘conjetura’. Con lo cual se interpreta como imposición lo que es solamente una sugerencia.

Entendemos por ‘conjetura’ el ‘juicio que se forma de las cosas o acaecimientos por indicios y observaciones’, DRAE. Entendemos por ‘obligación’ el ‘vínculo que sujeta a hacer o abstenerse de hacer algo, establecido por precepto de ley, por voluntario otorgamiento o por derivación recta de ciertos actos.’, DRAE.

Para expresar la ‘conjetura’ disponemos en castellano de la perífrasis deber de. En esta perífrasis el verbo transitivo deber funciona como auxiliar, añadiendo una nota de inseguridad o probabilidad al verbo principal. Si decimos: Debe de hacer frío, queremos dar a entender: ‘no estoy seguro de lo que digo, pero tengo la impresión de que hace frío’. Si decimos: Debieron de salir a pelear, queremos dar a entender: ‘no estoy seguro de lo que digo, pero tengo la impresión de que salieron a pelear’.

En las frases que siguen, el autor ha querido expresar la conjetura, pero de hecho, al olvidar o suprimir la preposición de, lo que ha expresado es la obligación:

«Alguien debe saber sobre el terrorismo etarra lo que los demás ignoramos. Alguien debe tener unas claves decisivas que, en su día, explicarán los comentarios del jefe del Gobierno respecto al hipotético final de la violencia.»

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(1) solecismo (Del lat. soloecismus, y este del gr. soloikismós).

1. m. Gram. Falta de sintaxis; error cometido contra las normas de algún idioma.

DRAE.

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domingo, marzo 04, 2007

El Yelmo de Mambrino en El Quijote, 2/2

El Yelmo de Mambrino en El Quijote, 2/2

Permalink 04.03.07 @ 18:55:55. Archivado en El Quijote

Don Quijote, habiendo descubierto a lo lejos un hombre a caballo, que traía en la cabeza una cosa que relumbraba como si fuera de oro, pregunta a Sancho: «Dime, ¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro?», I.31.7. ® yelmo de Mambrino

Imagen: Javier Serrano Pérez, El yelmo de Mambrino. Don Quijote de la Mancha, I. Ed. Ángel Basanta, Anaya, 1987, p. 344-345.

Gran formato.

|| yelmo de oro: por analogía paródica con el yelmo dorado de Amadís: «El Rey dixo a don Galaor: —¿Por ventura sería aquel del yelmo dorado vuestro hermano Amadís?, que según lo que él hizo, no podía ser otorgado a otro sino a él.», AdG, p. 1051.

Nótese la semejanza de esta aventura con la anécdota que cuenta Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: «Vueltos a embarcar, siguiendo la costa adelante, desde a dos días vimos un pueblo junto a tierra, que se dice el Aguayaluco, y andaban muchos indios de aquel pueblo por la costa con unas rodelas hechas de conchas de tortugas, que relumbraban con el sol que daba en ellas, y algunos de nuestros soldados porfiaban que eran de oro bajo, y los indios que las traían iban haciendo pernetas, como burlando de los navíos, como ellos estaban en salvo, por los arenales y costa adelante; y pusimos a este pueblo por nombre La Rambla, y así está en las cartas de marear.», BDdelC, c. XII, p.31.

||…yelmo…|| encantado yelmo: El tema del yelmo de Mambrino es introducido tras la aventura del vizcaíno: «hágole y confírmole de nuevo [el juramento] de hacer la vida que he dicho, hasta tanto que quite por fuerza otra celada tal y tan buena como ésta a algún caballero. Y no pienses, Sancho, que así a humo de pajas hago esto, que bien tengo a quién imitar en ello; que esto mesmo pasó, al pie de la letra, sobre el yelmo de Mambrino, que tan caro le costó a Sacripante.», I.10.22. Se supone 'encantado', como lo dice don Quijote al contemplarlo, porque tenía la virtud de hacer invulnerable al que lo llevase o ganase: «—¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encantado yelmo, por algún estraño acidente debió de venir a manos de quien no supo conocer ni estimar su valor, y, sin saber lo que hacía, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad para aprovecharse del precio, y de la otra mitad hizo ésta, que parece bacía de barbero, como tú dices», I.21.22.

«La ganancia del yelmo de Mambrino es una batalla victoriosa, que compensa a DQ con creces por la media celada perdida. El yelmo de Mambrino es consustancial a la literatura orlandiana: en Boiardo, Orlando innamorato, I, IV, Reinaldos de Montalbán mata al rey moro Mambrino y gana su yelmo encantado; en Ariosto, Orlando furioso, XVIII, el yelmo encantado había sido conquistado del rey moro Mambrino por Dardinel de Almonte (no Sacripante, como creyó recordar DQ), y lo gana Reinaldos de Montalbán al quitar la vida a Dardinel. En su subconsciente DQ actúa como el paladín carolingio. Se puede ver que el yelmo de Mambrino tiene credenciales caballerescas irreprochables, lo que hace tanto más disparatada la identificación de una bacía de barbero con tan mentado yelmo por parte de DQ. Sancho, ajeno a toda cultura literaria, recibe la orden de su amo de alzar el yelmo del suelo (donde lo dejó su dueño al huir), así lo hace y comenta: «Por Dios que la bacía es buena» (I.21). Este conato de duda ontológica, manejado con sabia maestría, aviva y da unidad narrativa adicional a una veintena de capítulos (I, 21-44)… La dinámica narrativa de este capítulo hace que la imaginación del lector tenga que saltar hacia atrás (I.10) y hacia delante (I.44), y estas volteretas imaginativas son las que imprimen una unidad orgánica al relato. Desde luego que la distensión máxima se alcanza al pensar en el puente imaginativo que une I.21 con II. 45..», Juan Bautista de Avalle-Arce, en Rico 1998 b, p. 60. ® Mambrino

|| ¿Qué va de yelmo a batanes?: '¿Qué tiene que ver yelmo con batanes?' • Don Quijote se enfada con Sancho en el epílogo de la aventura de los batanes: «¡Válate el diablo por hombre! —replicó don Quijote—. ¿Qué va de yelmo a batanes?», I.21.5. ® Dios

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Sintaxis correcta, 04/03/2007

Sintaxis correcta, 04/03/2007

Permalink 04.03.07 @ 09:30:00. Archivado en Amistad Europea Universitaria, Semántica, Pragmática, Morfosintaxis

Hemos tenido la tentación de poner como título de esta segunda nota lingüística de ayer: El etarra en el Comité Federal del PSOE. No lo hemos hecho, porque preferimo tratar los problemas éticos en artículos diferentes.

En estas notas estrictamente lingüísticas, llamaremos incorrecta la construcción sintáctica que dé lugar a una interpretación semántica incorrecta; mientras que llamaremos correcta la construcción sintáctica que dé lugar a la interpretación semántica correcta. Tanto en un caso como en el otro, al calificar la corrección, nos referimos a la construcción gramatical y no a la ética, limitándonos estrictamente al contexto tanto interno como externo del texto aducido.

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Texto aducido: Zapatero: "Nuestra valor y responsabilidad ha salvado a De Juana, no nuestro miedo o debilidad"
El presidente justifica la decisión de atenuar la prisión del etarra en el Comité Federal del PSOE." El País, Madrid, 03/03/2007

Sintaxis incorrecta: “El presidente justifica la decisión de atenuar la prisión del etarra en el Comité Federal del PSOE.”

Semántica incorrecta: 'atenuar la prisión del etarra en el Comité Federal del PSOE'

Sintaxis correcta: “El presidente justifica en el Comité Federal del PSOE la decisión de atenuar la prisión del etarra."

Semántica correcta: ‘El presidente justifica en el Comité Federal del PSOE la decisión'

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