miércoles, junio 23, 2010

Beso nupcial de Victoria de Suecia con corona

La princesa heredera Victoria de Suecia, ciñendo la corona de una de sus antepasadas más ilustres, aunque desgraciada en amor por razones dinásticas, la emperatriz Josefina de Francia, estrecha con fuerza y besa emocionada la mano de su esposo, Daniel Westling. Apenas había terminado la ceremonia de su boda, celebrada en la catedral de San Nicolás de Estocolmo, tras ocho años de fiel e interminable noviazgo, precisamente interminable por razones dinásticas.

Fuente de la foto: El País, Gestos, 19-06-2010.

Victoria de Suecia declaró llena de emoción desde el balcón del palacio real de Estocolmo:
“Soy increíblemente feliz. Quiero dar las gracias al pueblo sueco por haberme dado a mi príncipe”.

Una vez llegados al balcón del palacio real, tras su recorrido en carroza por Estocolmo, la princesa Victoria y su marido, convertido ya en príncipe Daniel, saludaron a los centenares de suecos que se concentraron en los alrededores del palacio para felicitarles por su boda.
Victoria tomó la palabra, para expresar su alegría y agradecerles las felicitaciones por su matrimonio, riendo satisfecha al referirse con énfasis por la tan esperada primera vez a Daniel como su "esposo". Lo hizo jugando con los pronombres personales y posesivos como se juega con el agua compartiendo el placer de refrescarse juntos bajo un surtidor común:

"Queridos, queridos amigos: en primer lugar, quiero dar las gracias al pueblo sueco por haberme dado a mi Príncipe... Nosotros, mi esposo y yo... estoy increíblemente feliz y muy agradecida de que muchos queráis estar aquí y celebrar con nosotros. Es una enorme experiencia. Este día es, hasta ahora, el más importante en nuestras vidas, y contar con vuestro apoyo significa más para nosotros de lo que podáis imaginar. Es algo increíble. Hoy es un día que llevaremos en nuestros corazones por el resto de nuestras vidas. Gracias"

El simbolismo de la corona
La princesa ceñía, durante su boda y durante el recorrido del cortejo nupcial por Estocolmo, la corona de su antepasada la emperatriz Josefina, regalo de su marido el emperador Napoleón Bonaparte. No es una simple diadema, sino una robusta corona que ciñe bien la cabeza, porque Napoleón quiso que su mujer compartiera con él la gloria del coronamiento papal. Ella, por su parte, obtuvo que la presencia del Papa en París sirviera para formalizar ante la Iglesia su vida de pareja con el emperador.
¿Forma parte Victoria de esta saga imperial francesa, que tanto ha condicionado la historia europea?
En efecto, Victoria es varias veces heredera de estos ancestros imperiales franceses, entre los cuales destacan la primera pareja real de su dinastía, Juan Bautista con su esposa Désirée, y la abuela materna de Óscar, el rey de la segunda pareja, que era precisamente la emperatriz Josefina.
El patronímico de la actual familia real de Suecia es Bernadotte, por su primer ancestro francés, Juan Bautista Bernadotte, cuyo nombre dinástico como soberano de Suecia es Carlos XIV. Este primer rey francés de la nueva dinastía sueca fue adoptado por el rey Carlos XIII de Suecia, tras haber sido elegido por el Riksdag sueco. La nueva dinastía desciende también, desde su segunda generación, de la primera esposa de Napoleón, la emperatriz Josefina de Beauharnais, por su hijo Eugenio de Beauharnais, hijo adoptivo de Napoleón, que siempre lo trató como tal, y padre de la princesa Josefina de Beauharnais-Leuchtenberg. Esta princesa, nieta de la emperatriz Josefina, vínculo familiar que recuerdan su nombre y su primer apellido, se casó con Óscar Bernadotte, hijo y heredero de Juan Bautista Bernadotte con el nombre dinástico de Óscar I.
La sorprendente elección por el Riksdag sueco de este general de división, mariscal del imperio francés y príncipe de Pontecorvo, casado con Désirée Clary, la primera novia de Napoleón, gran amigo del por entonces emperador y cuñado de su hermano mayor, José Bonaparte, parece que se debió a que un sector influyente del ejército sueco, previendo futuras tensiones con Rusia, quería que el sucesor de la dinastía sueca, por entonces sin heredero ni crédito dinástico, fuera un soldado de conocido prestigio como lo era Bernadotte. Otro motivo que invocan los historiadores, para explicar esta adopción, es que Bernadotte era muy popular en Suecia, debido a la caballerosidad con la que había tratado a los prisioneros suecos durante la última guerra con Dinamarca.
El 21 de agosto de 1810, Juan Bernadotte fue elegido Príncipe de la Corona por el Riksdag. El 02 de noviembre del mismo año hizo su entrada solemne en Estocolmo, y el 05 de noviembre fue adoptado por el Rey Carlos XIII bajo el nombre de “Carlos Juan”.
A pesar de las reticencias de la corte y dinastía reinante de Holstein-Gottorp, cuyo penúltimo rey Gustavo IV Adolf había sido destronado y reemplazado por su tío Carlos XIII, el nuevo Príncipe francés fue pronto muy popular, convirtiéndose en el hombre más poderoso de Suecia, no precisamente por su empleo de la fuerza militar -que también cuando fue necesario, incluso contra Napoleón-, sino por su enérgico apoyo a una política de paz: desarrolla la instrucción pública, la agricultura, la industria y el comercio. Su política de « reformas conservadoras » le permite el ponerse al servicio de sus súbditos. En el mismo sentido, durante su reinado se abre, en 1832, el Canal Göta que comunica el Océano con el mar Báltico. Su divisa como rey sería: « L'amour de mon peuple est ma récompense », una divisa que parece haber inspirado a Victoria su agradecimiento al pueblo sueco por haberle dado el príncipe de su elección.
No es de extrañar que la nueva dinastía sueca, de origen francés, se haya distinguido desde entonces por su decidido apoyo a la paz mundial, uno de cuyos símbolos más conocidos y apreciados actualmente es el Premio Nobel de la Paz, que los reyes de esta dinastía Bernadotte entregan cada año solemnemente en Estocolmo a los laureados por su Real Academia Sueca.

22.06.10 @ 23:58:19. Archivado en Europa, Sociogenética, Antropología conyugal, Geopolítica