sábado, marzo 03, 2007

El Yelmo de Mambrino en El Quijote, 1/2

El Yelmo de Mambrino en El Quijote, 1/2

Permalink 03.03.07 @ 13:15:15. Archivado en El Quijote

El tema del yelmo de Mambrino es introducido tras la aventura del vizcaíno: «hágole y confírmole de nuevo [el juramento] de hacer la vida que he dicho, hasta tanto que quite por fuerza otra celada tal y tan buena como ésta a algún caballero. Y no pienses, Sancho, que así a humo de pajas hago esto, que bien tengo a quién imitar en ello; que esto mesmo pasó, al pie de la letra, sobre el yelmo de Mambrino, que tan caro le costó a Sacripante.», I.10.22. Se supone 'encantado', como lo dice don Quijote al contemplarlo, porque tenía la virtud de hacer invulnerable al que lo llevase o ganase.

Imagen: Javier Serrano Pérez, El yelmo de Mambrino. Don Quijote de la Mancha, I. Ed. Ángel Basanta, Anaya, 1987, p. 344-345.

Gran formato.

yelm-: yelmo: 40: [yelmo de Mambrino: 17; yelmo de oro: 2]; ® almete, por yelmete, dimin. de yelmo

yelmo (doc. ±950, del germ. occidental helm, íd., tomado ya en préstamo por el latín vulgar) m. «Armadura de la cabeça.», Cov. 727.b.19. «Yelmo era la armadura completa de la cabeza, en francés heaulme, de donde se deriva. Almete era diminutivo de yelmo, y uno y otro venían a ser lo mismo que celada, la cual, si era de encaje o completa, entraba en la babera o parte inferior, que cubría la boca y la barba, y descansaba en los hombros. Morrión era la pieza superior del yelmo.», Clem. 1418.a.

|| yelmo de Mambrino: don Quijote introduce dos temas maravillosos en el capítulo I.10, temas que luego desarrollarán sus propias aventuras: El bálsamo de Fierabrás y el yelmo de Mambrino. Las propiedades del bálsamo se explican en otro lugar (® bálsamo de Fierabrás ).

Este yelmo de Mambrino no es invención de don Quijote, sino que es tópico de los poemas épico-burlescos italianos, (Clemencín, Rgz Marín) El yelmo se llama así porque lo llevaba el rey moro Mambrino cuando lo venció Reinaldos de Montalbán. Sin embargo, Ariosto cuenta que lo llevaba Reinaldos cuando entró en combate con el pagano Dardinel (¡no con Sacripante!) que en vano descargó un fiero golpe sobre él, mientras que Reinaldos mató al sarraceno, Orlando furioso, canto XVIII, 148-153.

Al evocar la pelea de Dardinel con Reinaldos del canto 2.° de Ariosto, don Quijote parece confundir a Dardinel con Sacripante, el enamorado de Angélica. En este relato las propiedades mágicas del yelmo no parecen comparables con las del bálsamo, ya que no le valió al rey Mambrino para escapar a la muerte, aunque se supone que tenía el poder de proteger la vida del que lo llevara. Parece que se trata más bien de un atributo que engrandece la figura y la fuerza del que lo gana y lo lleva como trofeo. El tratamiento burlesco que hace Cervantes del yelmo de Mambrino parece obedecer a esta interpretación. Aunque don Quijote lo supone 'encantado', nunca explica el por qué de su creencia, (Murillo).

Importancia de la aventura a episodios del Yelmo de Mambrino en la unidad compositiva del Quijote:

«La historia del yelmo de Mambrino, que a una mirada superficial parecería un simple episodio, gravita sobre toda la primera parte (lo cual hizo notar ya expresamente Don Vicente de los Ríos: Análisis, § 96). Al parecer de Don Quijote, a su ideal yelmo de caballero le falta desde el comienzo "la celada de encaje". Su deseo se satisface malamente después de dos pruebas con una "media celada" fabricada por él, pruebas que se abstiene de repetir sabiendo que el mínimo golpe la destruiría. Pero cuando en el combate con el Vizcaíno la ve deshecha, jura conquistar un yelmo. Cuando después del juramento no le va bien al caballero aventurero, Sancho le echa la culpa de no haber logrado cumplirlo. Don Quijote, pues, se ocupa febrilmente del problema de la conquista de un yelmo, y al ver bajo la lluvia (I, 21) un barbero que viene hacia él montado en un burro y con su bacía boca abajo en la cabeza, se imagina, en su delirio de conquistar un yelmo, que aquella bacía es el yelmo de Mambrino. Lo "conquista", lo entrega a Sancho para su custodia y se da gran trabajo en probar a Sancho que la bacía es un yelmo (I, 25). Cuando aparece el propietario del yelmo en la venta (I, 44) da comienzo una temerosa camorra en torno al baci-yelmo, hasta que el Cura, a hurtadillas de Don Quijote, compra la bacía al Barbero (I, 46) para que el loco pueda conservar un trofeo. En la segunda parte el yelmo sirve todavía muy bien muy bien para recipiente de los requesones comprados por Sancho, y cuando Don Quijote se lo encajó en la cabeza y los requesones se exprimieron le pareció que se le derritieron los sesos (II, 17).», Hartzfeld, 113-114.

|| yelmo de Malino: ® Malino

Enlace permanente Hacer comentario

Sintaxis correcta, 03/03/2007

Sintaxis correcta, 03/03/2007

Permalink 03.03.07 @ 09:17:20. Archivado en Semántica, Pragmática, Morfosintaxis

En estas notas estrictamente lingüísticas, llamaremos incorrecta la construcción sintáctica que dé lugar a una interpretación semántica incorrecta; mientras que llamaremos correcta la construcción sintáctica que dé lugar a la interpretación semántica correcta. Tanto en un caso como en el otro, al calificar la corrección, nos referimos a la construcción gramatical y no a la ética, limitándonos estrictamente al contexto tanto interno como externo del texto aducido.

Texto aducido: A. DÍEZ / J. LAFUENTE, El PP sale a la calle con miles de personas que animan a la "rebelión" contra el Gobierno. Los manifestantes tildaron a Zapatero de "fascista y terrorista" y exigieron que De Juana vuelva a la cárcel. El País, Madrid, 03/03/2007

Sintaxis incorrecta: “Las preguntas al presidente de la semana siguiente serán sobre este asunto y se presentará una moción que pida la revocación de la decisión del Gobierno.”

Semántica incorrecta: 'al presidente de la semana siguiente’

Sintaxis correcta: “Las preguntas de la semana siguiente al presidente serán sobre este asunto y se presentará una moción que pida la revocación de la decisión del Gobierno.”

Semántica correcta: ‘Las preguntas de la semana siguiente’

Enlace permanente Hacer comentario