Bloguear para testimoniar, no para bromear
16.08.07 @ 13:45:45. Archivado en Escritura bloguera, Europa, España, Sociogenética, Ética, Educación, Pro justitia et libertate
"Bloguear no es bromear. Quien bloguea no bromea. No es bueno bromear si se quiere bloguear".
La cantilena de estas frases sinónimas, reunidas por mí en copla deontológica, resuena en mi memoria con la armonía fresca de un manantial, de cuya agua bebemos en la alta montaña.
Concretamente me veo con la boca pegada al pecho materno de un manantial generoso, un poco más abajo del puerto de Roncesvalles.
Tanto me sedujo el placer que me produjo la primera vez que mamé a este pecho, que varios años después volví a él con el deseo de revivir el mismo placer. Y así fue, lo reencontré.
Ahora que de pasada lo recuerdo, la sinestesia del placer de revivir lo vivido me habita, hasta el punto de comenzar a sentirlo como por si por la tercera vez estuviera mamando de aquél pecho el agua cristalina que me dio su vida gratuita.
El 12.05.06, dirigiéndome a una madre, que comparte su trabajo materno con su trabajo de educadora, escribía yo el siguiente posteo, bajo el título "Bloguear para testimoniar":
Estimada y querida Alicia: Te repito aquí lo que ya te he escrito en tu propio blog.
Tú tienes el mérito de haber comprendido que bloguear debe ser ante todo testimoniar.
Nunca se te ha ocurrido ni jugar ni bromear con este formidable instrumento de conciencia que son los blogs, como lo hacen irresponsablemente muchos de los inconscientes que degradan este medio.
Tanto en Andalucía, que es tu mayor preocupación, como en España y en Europa te agradecemos todo lo que haces en favor de la democracia social auténtica, que echamos de menos.
Tu testimonio es irremplazable, porque tú sí que conoces, por haberlos vivido en primera persona, compartiéndolos cada vez que ha sido necesario, los sufrimientos de quienes viven en la pobreza, que en el mundo como en Europa, en España como en Andalucía siguen siendo mayoría.
Tú sabes que el voto de pobreza es necesario, entendido como una actitud sincera de desprendimiento, para garantizar la pureza de una entrega leal al servicio del Bien Común, que es la única herencia de los pobres.
Quien no hace esta promesa firme, al entrar en religión o en política, demuestra que pretende ocuparse del Bien Común tergiversando, sin saber lo que es vivir la pobreza como la viven los pobres, es decir: compartiéndola.
Quien no comparte la pobreza, es evidente que no sabe lo que es esperar en una cola para pagar la luz o el agua cortadas; tampoco sabe lo que es la vergüenza de pedir dinero prestado, para pagar los colegios; ignora lo que es no tener vivienda y vivir en riesgo de tener que salir cualquier día de la que tiene alquilada; no tiene ni idea del dolor que produce el tener que decir no a cosas cuasi necesarias de los hijos; etc.