miércoles, julio 04, 2007

El secreto cervantino de Fuerte.hoteles

El secreto cervantino de Fuerte.hoteles

Permalink 04.07.07 @ 12:25:40. Archivado en Hoteles cervantinos, Turismo cultural, Turismo lingüístico, Turismo universitario, Turismo convivencial

Hoy cumple cincuenta años Fuerte.hoteles, por ser el 50 aniversario del día en que se inauguró el hotel "El Fuerte" de Marbella, primera piedra del magnífico edificio que hoy conforma esta dinámica empresa turística andaluza, presente hoy aquende y allende del Mar Océano.

Mi manera de contribuir cordialmente a la celebración de este acontecimiento, particularmente importante para mi familia y para la formidable comunidad humana de sus numerosos colaboradores, es el revelar que el mayor secreto del éxito de Fuerte.hoteles es la filosofía cervantina de la hotelería y del turismo, que mi familia viene soñando y realizando progresivamente desde hace ya medio siglo y que yo expresaba en estas páginas como un ideal de enseñaza del español en un clima de simpatía familiar, el 15.03.06, bajo el título: Hoteles cervantinos e Institutos Cervantes

Para mí como para toda mi familia un hotel es una institución antropológica comparable a la familia, en cuanto que procura al ser humano un medio ambiente de simpatía, sin la cual ninguna persona puede disfrutar de su propia condición humana, al estar privada de la ayuda necesaria y solidaria de sus semejantes.

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Hoteles cervantinos e Institutos Cervantes
Permalink 15.03.06 @ 19:05:03. Archivado en Hoteles cervantinos, Turismo cultural

Mis mejores alumnos han sido siempre los enamorados que han venido a mis clases para aprender el español motivados por su amor o, en grado equivalente, los que han encontrado en mis clases a su pareja. Los casos más llamativos han sido los de alumnos que ignoraban ambos el uno la lengua del otro antes de conocerse y que, por amor, aprendían simultáneamente la lengua que hasta entonces les era ajena. Era como si dos imanes que se ignoraban por la distancia existente entre ellos, se acercaran de pronto y cada uno girara ciento ochenta grados para abrazarse al otro.

Sin duda ninguna nuestro organismo humano, espoleado por el amor, segrega hormonas que favorecen en nuestro cerebro la creación de sinapsis que tienen como resultado evidente la aparición, en nuestro comportamiento comunicativo, de una nueva gramática que articula pragmáticamente nuevos sonidos en nuestra voz con nuevos sentidos en nuestro entendimiento. El resultado es que el amor nos ayuda a adoptar como nuestra una lengua extranjera.

Esto que es verdad en grado sumo para las parejas unidas por el amor conyugal lo es también, por analogía, para las parejas y para los grupos unidos por el amor de la amistad. Me atrevería incluso a decir que al igual que sin un mínimo de amor es imposible la amistad, sin un mínimo de amistad es imposible el aprendizaje simpático de una lengua extranjera. Entiendo por aprendizaje simpático el aprendizaje que hará posible las relaciones simpáticas entre los seres humanos, esto es, las relaciones abiertas a los diferentes grados del amor. Una lengua aprendida sin simpatía estará siempre limitada al campo del espionaje o de la especulación comercial, es decir, a los dominios más expuestos a la antipatía, generadora de conflictos y de guerras.

Yo me digo que nuestros hoteles tendrían que tener en cuenta este proceso, haciendo todo lo que pudieran por favorecerlo, para ser fieles a la filosofía que debe fundamentar su existencia. Para mí un hotel es una institución antropológica comparable a la familia, en cuanto que procura al ser humano un medio ambiente de simpatía, sin la cual ninguna persona puede disfrutar de su propia condición humana, al estar privada de la ayuda necesaria y solidaria de sus semejantes.

En cierto sentido un hotel que preserva un medio ambiente de simpatía análogo al de una familia, es un medio más natural que una sala de clase para aprender una lengua y una cultura extranjeras, porque responde a la necesidad del estudiante que, una vez asentados sus conocimientos de base en la clase, desea sentirse totalmente integrado en su nueva comunidad cultural.

Aquí viene mi idea de los Hoteles cervantinos dentro de España, que podrían completar como centros de perfeccionamiento vital la misión formadora de base de los Institutos Cervantes en el extranjero. El Hotel cervantino, definido como un hotel que preserva un medio ambiente de simpatía análogo al de una familia, permitirá al estudiante adaptarse mejor a su nuevo medio de comunicación y existencia reales, viviendo lo más intensamente posible todas sus facetas.

Yo estoy convencido de que tanto los profesionales de la lengua española como los profesionales de otras disciplinas que necesitan dominar perfectamente nuestra lengua y nuestra cultura, prefieren albergarse, para pasar sus estancias de iniciación y perfeccionamiento en España, a menudo combinadas con las vacaciones profesionales con su familia, en una hotelería que comprenda su necesidad de sentirse totalmente integrados en nuestra lengua, en nuestra cultura y en nuestro modo de vida, para asimilarlas y saborearlas mejor, viviendo lo más intensamente posible su nuevo medio de comunicación y vida. Se encuentran en este caso los actuales y futuros diplomáticos, funcionarios internacionales, industriales y financieros multinacionales, profesores inter-universitarios, etc. Habría que pensar también en los numerosos eméritos de estas profesiones, deseosos de vivir su retiro en España perfectamente integrados en nuestra población.

Los Hoteles cervantinos prestarían una atención particular, en su promoción y en sus servicios especializados, a este tipo de clientela activa y deseosa de integración en la vida española, dándole una cierta prioridad en su política de reservas sobre clientelas pasivas y sin deseo de integrarse. Estoy seguro de que este tipo de estancias transformaría los hoteles en auténticas colmenas socioculturales, cuya animación beneficiaría tanto a los clientes como a los propios profesionales de la hostelería, a sus familias y al contexto humano general de cada hotel implicado.