domingo, noviembre 16, 2014

Universidades al servicio de la transformación social


 

El contexto histórico de la "Declaración Institucional de las Universidades jesuitas de España en el 25° aniversario del martirio de los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA)":
La memoria de los mártires de El Salvador, 25 años después
La Compañía de Jesús y sus obras en España celebrarán los próximos días multitud de actos para conmemorar el XXV aniversario de los mártires de la UCA: conferencias, coloquios, proyecciones, homenajes y eucaristías en diferentes lugares recordarán el testimonio de Ignacio Ellacuría y sus compañeros, y reivindicarán la actualidad de su legado.
Estos actos quieren ser un homenaje a los asesinados el 16 de noviembre de 1989 en San Salvador. Ese día se cumplen 25 años del asesinato en la Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador de seis jesuitas ―cinco de ellos españoles―, una trabajadora de la universidad y su hija.
Los jesuitas asesinados fueron Ignacio Ellacuría (Portugalete, 1930), Segundo Montes (Valladolid, 1933), Ignacio Martín-Baró (Valladolid, 1942), Amando López (Cubo de Bureba, Burgos, 1936), Juan Ramón Moreno (Vallatuerta, Navarra, 1933) y Joaquín López (Chalchuapa, El Salvador, 1918); las dos mujeres asesinadas fueron Julia Elba ―trabajadora de la universidad― y su hija Celina Ramos.
Ignacio Ellacuría, el más conocido entre ellos, filósofo y teólogo, fue rector de la universidad de los jesuitas en San Salvador desde 1979 hasta el momento de su muerte, a la edad de 59 años. Empeñado en buscar una solución negociada a la guerra civil, su compromiso y defensa de los débiles le hizo ser demasiado incómodo para el régimen militar que gobernaba El Salvador. El resto de jesuitas asesinados son también modelo de compromiso en ámbitos como la defensa de los derechos humanos, la atención a los refugiados, el acompañamiento de comunidades, o la educación entre los pobres.
Las víctimas de la UCA se convirtieron en símbolo de una multitud anónima de víctimas ―80.000 en El Salvador durante los años 80―, y ejemplo de una forma de ser Iglesia, comprometida con la paz y la justicia.
Tras el Concilio Vaticano II, bajo el liderazgo del Padre General, Pedro Arrupe, la Compañía de Jesús actualizó su misión afirmando que existe un vínculo inseparable entre la fe y la promoción de la justicia. Esto llevó a los jesuitas de todo el mundo a ponerse del lado de las víctimas y a denunciar las estructuras injustas que las generan.
Las muertes de la UCA confirmaron lo que la Congregación General 32 de la Compañía de Jesús había previsto lúcidamente: “No trabajaremos en la promoción de la justicia sin que paguemos un precio”.
Fuente: OMPRESS-SAN SALVADOR (11-11-14)
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Líneas maestras de la "Declaración Institucional de las Universidades jesuitas de España en el 25° aniversario del martirio de los jesuitas de la UCA"
La función de la universidad
La función de la universidad consiste en analizar la realidad histórica ―que incluye todos los niveles de lo real― y en contribuir a su transformación, de tal manera que la realidad constituya cada vez más un espacio de libertad y justicia para todos los seres humanos.
La manera de cumplir esta función
Como solía decir Ellacuría, esta aportación debe hacerse universitariamente, o sea, no cayendo en fáciles eslóganes, en planteamientos simplistas, o en derivas ideológicas; ni tampoco encerrándose en una torre de marfil supuestamente de alto nivel intelectual, sino poniendo el complejo aparato científico al servicio de verdaderos procesos de transformación histórica, una transformación que no podrá ser cosmética ni puntual, sino, por encima de todo, estructural, y que permita la construcción de sociedades más inclusivas y de mayor dignidad humana para todos.
Los saberes y virtudes a desarrollar en los futuros graduados de nuestras Universidades
Queremos que nuestros graduados sean capaces de analizar las raíces profundas de las injusticias estructurales que nos rodean, que tengan valor para comprometer su vida en la transformación de este mundo, que se sientan responsables del estado actual de la humanidad, que quieran ser agentes de cambio social, que contribuyan con su conocimiento a crear un sistema que sea respetuoso de la dignidad de la persona humana, de todas las personas, sin excepción, y respetuoso también de su hogar, que es la Tierra. Desde la perspectiva cristiana que nos anima institucionalmente, todo esto responde al designio de Dios, que quiere que todos sus hijos contribuyan a hacer realidad su reino de justicia y de paz.
Nuestra docencia y nuestra investigación al servicio de una humanidad que sufre de modos distintos en todos los continentes
Queremos reconocernos deudores de Ignacio Ellacuría y de sus cinco compañeros, y solidarios con aquel pueblo salvadoreño maltratado por la injusticia y por la guerra. Y así como la UCA hizo un trabajo extraordinario en favor de la transformación de la sociedad salvadoreña, sin duda todavía inconcluso, nosotros queremos hoy poner nuestra docencia y nuestra investigación al servicio de la sociedad, y al servicio de una humanidad que sufre de modos distintos en todos los continentes.
Propósito de hacerlo universitariamente
Queremos hacerlo, y lo haremos, como decía Ellacuría, universitariamente.
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Declaración Institucional en el 25° aniversario del martirio de los jesuitas de la UCA: 
Universidades al servicio de la transformación social
Las Universidades y Centros de Educación Superior de la Compañía de Jesús de España (UNIJES) queremos conmemorar el 25° aniversario del martirio de los jesuitas de la UCA (Universidad Centroamericana) de El Salvador como una interpelación a reflexionar sobre la función social de nuestros centros. El 16 de noviembre de 2014 se cumplen veinticinco años de aquella fatídica madrugada de 1989, en la que soldados del ejército salvadoreño irrumpieron en la residencia de nuestros compañeros jesuitas de la UCA, y mataron cruelmente a todos los que encontraron allí: Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín‐Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López. Tampoco queremos olvidar a las dos mujeres, madre e hija, que trabajaban en aquella casa, y que se refugiaron esa noche en ella, ante el toque de queda y la violencia de la guerra civil: Elba Ramos y Celina. Los soldados acabaron también con ellas porque no querían testigos, convirtiéndolas en símbolo del pueblo sufriente salvadoreño, de los más de 75.000 muertos que hubo en aquel país durante los diez años de guerra civil.
Estos seis jesuitas mártires, liderados por Ignacio Ellacuría, desde su profunda experiencia del Dios de Jesús y su compromiso con el pueblo, entendieron la universidad de un modo nuevo. La función de la universidad consiste en analizar la realidad histórica ―que incluye todos los niveles de lo real― y en contribuir a su transformación, de tal manera que la realidad constituya cada vez más un espacio de libertad y justicia para todos los seres humanos. Como solía decir Ellacuría, esta aportación debe hacerse universitariamente, o sea, no cayendo en fáciles eslóganes, en planteamientos simplistas, o en derivas ideológicas; ni tampoco encerrándose en una torre de marfil supuestamente de alto nivel intelectual, sino poniendo el complejo aparato científico al servicio de verdaderos procesos de transformación histórica, una transformación que no podrá ser cosmética ni puntual, sino, por encima de todo, estructural, y que permita la construcción de sociedades más inclusivas y de mayor dignidad humana para todos.
El ejemplo de los mártires de la UCA nos interpela a nosotros, inmersos en un sistema universitario español y europeo sumamente complejo y competitivo, en el que son muchas las universidades que tratan de hacerse sitio. La abundancia de titulaciones, de facultades, de acreditaciones de la calidad ―nacionales e internacionales―, la necesidad de obtener financiación para realizar la investigación científica y para ofrecer una docencia cuyo coste sea asumible por la sociedad; todo ello representa un exigente reto de mejora, y hace que las diferentes comunidades universitarias estén trabajando cada día con intensidad y creatividad. Sin duda, nosotros, en UNIJES, nos sentimos orgullosos de la cantidad de jóvenes que cada año escogen estudiar en nuestros centros porque reconocen en ellos una indiscutible calidad en la formación académica y en la preparación para su futuro profesional. Nuestros graduados con éxito profesional son numerosos, y nos congratulamos porque hemos logrado prepararlos para ser excelentes profesionales en nuestro mundo actual, que es tan complejo.
Pero esto no nos basta. Queremos más.
Queremos que nuestros graduados sean capaces de analizar las raíces profundas de las injusticias estructurales que nos rodean, que tengan valor para comprometer su vida en la transformación de este mundo, que se sientan responsables del estado actual de la humanidad, que quieran ser agentes de cambio social, que contribuyan con su conocimiento a crear un sistema que sea respetuoso de la dignidad de la persona humana, de todas las personas, sin excepción, y respetuoso también de su hogar, que es la Tierra. Desde la perspectiva cristiana que nos anima institucionalmente, todo esto responde al designio de Dios, que quiere que todos sus hijos contribuyan a hacer realidad su reino de justicia y de paz.
Hoy, los profesores, investigadores, trabajadores de administración y servicios, estudiantes y jesuitas de UNIJES, precisamente porque constatamos que nuestros resultados están muchas veces lejos de estos ideales, queremos reconocernos deudores de Ignacio Ellacuría y de sus cinco compañeros, y solidarios con aquel pueblo salvadoreño maltratado por la injusticia y por la guerra. Y así como la UCA hizo un trabajo extraordinario en favor de la transformación de la sociedad salvadoreña, sin duda todavía inconcluso, nosotros queremos hoy poner nuestra docencia y nuestra investigación al servicio de la sociedad, y al servicio de una humanidad que sufre de modos distintos en todos los continentes.
Queremos hacerlo, y lo haremos, como decía Ellacuría, universitariamente.

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Universités au service de la transformation sociale


 

Le contexte historique de la "Déclaration institutionnelle des Universités jésuites d'Espagne à l'occasion du 25ème anniversaire du martyre des jésuites de l'Université d'Amérique centrale (UCA)" :
La mémoire des martyrs du Salvador, 25 ans après.
La Compagnie de Jésus et ses œuvres organiseront les prochains jours de nombreuses célébrations pour commémorer le 25ème anniversaire des martyrs de la UCA : conférences, colloques, projections, hommages et eucharisties rappelleront, dans différents lieux, le témoignage d'Ignace Ellacuría et de ses compagnons, et revendiqueront l'actualité de leur héritage.
Ces cérémonies veulent être un hommage aux victimes assassinées le 16 novembre 1989 à San Salvador. Il y a aujourd'hui 25 ans que furent assassinés, à l'Université d'Amérique centrale (UCA) de San Salvador, six jésuites, dont cinq espagnols, une employée de l'université et sa fille.
Les jésuites assassinés étaient Ignacio Ellacuría (Portugalete, 1930), Segundo Montes (Valladolid, 1933), Ignacio Martín-Baró (Valladolid, 1942), Amando López (Cubo de Bureba, Burgos, 1936), Juan Ramón Moreno (Vallatuerta, Navarra, 1933) y Joaquín López (Chalchuapa, El Salvador, 1918); les deux femmes assassinées étaient Julia Elba, employée de l'université, y su hija Celina Ramos.
Ignacio Ellacuría, le plus connu d'entre eux, philosophe et théologien, a été recteur de l'université des jésuites à San Salvador depuis 1979 jusqu'au moment de sa mort, à l'âge de 59 ans. Déterminé dans la recherche d'une solution négociée à la guerre civile, son engagement et la défense des faibles l'avaient rendu trop dérangeant pour le régime militaire qui gouvernait le Salvador. Les autres jésuites assassinés étaient aussi des exemples d'engagement dans des domaines comme la défense des droits humains, l'attention aux réfugiés, l'accompagnement de communautés ou l'éducation des pauvres.
Les victimes de l'UCA sont devenues le symbole d'une multitude anonyme de victimes – 80.000 au Salvador pendant les années 80 – et l'exemple d'une façon d'être de l'Eglise, engagée dans la paix et la justice.
Après le Concile Vatican II, sous la conduite du Père général Pedro Arrupe, la Compagnie de Jésus actualisa sa mission en affirmant qu'il existe un lien indissoluble entre la foi et la promotion de la justice. Cela a conduit les jésuites du monde entier à se placer du côté des victimes et à dénoncer les structures injustes qui les génèrent.
Les décès de la UCA ont confirmé ce que la Congrégation générale 32 de la Compagnie de Jésus avait lucidement prévu : "Nous ne travaillerons pas à la promotion de la justice sans payer un prix".
Source : OMPRESS-SAN SALVADOR (11-11-14)
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Lignes directrices de la "Déclaration institutionnelle des Universités jésuites d'Espagne à l'occasion du 25ème anniversaire du martyre des jésuites de l'Université d'Amérique centrale (UCA)"
La fonction de l'université
La fonction de l'université consiste à analyser la réalité historique – qui inclut tous les niveaux du réel – et à contribuer à sa transformation, de telle sorte que la réalité constitue toujours plus un espace de liberté et de justice pour tous les êtres humains.
La manière d'accomplir cette mission
Comme le disait Ellacuría, cet apport doit se réaliser de façon universitaire, c'est-à-dire sans tomber dans des slogans faciles, des visions simplistes ou des dérives idéologiques; et sans s'enfermer dans une tour d'ivoire prétendument de haut niveau intellectuel; mais au contraire en plaçant le complexe appareil scientifique au service de véritables processus de transformation historique, une transformation qui ne pourra être ni cosmétique ni ponctuelle, mais plutôt, avant tout, structurelle, et qui permettra la construction de sociétés plus inclusives et de plus grande dignité humaine pour tous.
Les savoirs et vertus à développer chez les futurs diplômés de nos universités
Nous voulons que nos diplômés soient capables d'analyser les racines profondes des injustices structurelles qui nous entourent, qu'ils aient le courage d'engager leur vie dans la transformation de ce monde, qu'ils se sentent responsables de l'état actuel de l'humanité, qu'ils veuillent être des acteurs du changement social, qu'ils contribuent par leur connaissance à créer un système qui soit respectueux de la dignité de la personne humaine, de toutes les personnes sans exception, et respectueux aussi de leur foyer, la Terre. Dans la perspective chrétienne qui nous anime institutionnellement, tout cela répond au dessein de Dieu, qui veut que tous ses enfants contribuent à faire de son royaume de justice et de paix une réalité.
Notre enseignement et notre recherche au service d'une humanité qui souffre de façons différentes dans tous les continents
Nous voulons nous reconnaître débiteurs d'Ignacio Ellacuría et de ses cinq compagnons, et solidaires avec ce peuple du Salvador maltraité par l'injustice et par la guerre. Et tout comme l'UCA accomplit un travail extraordinaire en faveur de la transformation de la société du Salvador, sans doute non terminé, nous voulons aujourd'hui mettre notre enseignement et notre recherche au service de la société et au service d'une humanité qui souffre de façons différentes dans tous les continents.
Projet de le faire de manière universitaire
Nous voulons le faire, et nous le ferons, comme disait Ellacuría, de façon universitaire.
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Déclaration institutionnelle à l'occasion du 25ème anniversaire du martyre des jésuites de la UCA :
Universités au service de la transformation sociale
Nous, Universités et Centres d'Education supérieure de la Compagnie de Jésus d'Espagne (UNIJES), nous voulons commémorer le 25ème anniversaire du martyre des jésuites de l'UCA (Université d'Amérique centrale) du Salvador comme un appel à réfléchir à la fonction sociale de nos centres. Ce 16 novembre 2014, il y a 25 ans que s'est déroulé ce fatidique matin de 1989, pendant lequel des soldats de l'armée du Salvador firent irruption dans la résidence de nos compagnons jésuites de l'UCA et tuèrent cruellement tous ceux qu'ils trouvèrent : Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín‐Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López. Nous ne voulons pas non plus oublier les deux femmes, mère et fille, qui travaillaient dans cette maison, et qui s'y réfugièrent la veille, à cause du couvre-feu et de la violence de la guerre civile : Elba Ramos et Celina. Les soldats les tuèrent aussi parce qu'ils ne voulaient pas de témoins, et les transformèrent ainsi en symbole du peuple souffrant du Salvador, symbole des plus de 75.000 morts qu'il y eut dans ce pays durant les dix années de guerre civile.
Ces six jésuites martyrs, conduits par Ignacio Ellacuría, avec sa profonde expérience du Dieu de Jésus et son engagement avec le peuple, ont conçu l'université d'une façon nouvelle. La fonction de l'université consiste à analyser la réalité historique – qui inclut tous les niveaux du réel – et à contribuer à sa transformation, de telle sorte que la réalité constitue toujours plus un espace de liberté et de justice pour tous les êtres humains. Comme le disait Ellacuría, cet apport doit se réaliser de façon universitaire, c'est-à-dire sans tomber dans des slogans faciles, des visions simplistes ou des dérives idéologiques; et sans s'enfermer dans une tour d'ivoire prétendument de haut niveau intellectuel; mais au contraire en plaçant le complexe appareil scientifique au service de véritables processus de transformation historique, une transformation qui ne pourra être ni cosmétique ni ponctuelle, mais plutôt, avant tout, structurelle, et qui permettra la construction de sociétés plus inclusives et de plus grande dignité humaine pour tous.
L'exemple des martyrs de l'UCA nous interpelle, nous qui sommes immergés dans un système universitaire espagnol et européen extrêmement complexe et compétitif, au sein duquel de nombreuses universités tentent de se faire une place. L'abondance de titres, de facultés, d'accréditations de la qualité – nationales et internationales –, la nécessité d'obtenir des financements pour réaliser la recherche scientifique et pour offrir un enseignement dont le coût soit supportable par la société, tout cela représente un défi exigeant d'amélioration, et fait que les différentes communautés universitaires travaillent chaque jour avec intensité et créativité. Sans doute, nous-mêmes, dans UNIJES, nous sommes fiers du nombre de jeunes qui choisissent chaque année d'étudier dans nos centres parce qu'ils y reconnaissent une qualité indiscutable dans la formation académique et dans la préparation pour leur avenir professionnel. Nos diplômés qui atteignent une réussite professionnelle sont nombreux, et nous nous félicitons parce que nous avons réussi à les préparer pour être d'excellents professionnels dans notre monde actuel, qui est si complexe.
Mais cela ne suffit pas. Nous voulons plus.
Nous voulons que nos diplômés soient capables d'analyser les racines profondes des injustices structurelles qui nous entourent, qu'ils aient le courage d'engager leur vie dans la transformation de ce monde, qu'ils se sentent responsables de l'état actuel de l'humanité, qu'ils veuillent être des acteurs du changement social, qu'ils contribuent par leur connaissance à créer un système qui soit respectueux de la dignité de la personne humaine, de toutes les personnes sans exception, et respectueux aussi de leur foyer, la Terre. Dans la perspective chrétienne qui nous anime institutionnellement, tout cela répond au dessein de Dieu, qui veut que tous ses enfants contribuent à faire de son royaume de justice et de paix une réalité.
Aujourd'hui, professeurs, chercheurs, travailleurs de l'administration et des services, étudiants et jésuites de UNIJES, justement parce que nous constatons que nos résultats sont souvent loin de ces idéaux, nous voulons nous reconnaître débiteurs d'Ignacio Ellacuría et de ses cinq compagnons, et solidaires avec ce peuple du Salvador maltraité par l'injustice et par la guerre. Et tout comme l'UCA accomplit un travail extraordinaire en faveur de la transformation de la société du Salvador, sans doute non terminé, nous voulons aujourd'hui mettre notre enseignement et notre recherche au service de la société et au service d'une humanité qui souffre de façons différentes dans tous les continents.
Nous voulons le faire, et nous le ferons, comme disait Ellacuría, de façon universitaire.

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