jueves, febrero 22, 2007

Marbella tira de la alarma democrática

Marbella tira de la alarma democrática

Permalink 22.02.07 @ 15:40:07. Archivado en Escritura bloguera, España, Sociogenética, Pro amicitia universale

Aparentemente estamos asistiendo a un proceso degenerativo de nuestra democracia, digno de toda nuestra atención. La actual democracia participativa española no sólo funciona ya sin participantes, sino que la clase política proclama triunfos electorales, sin querer percatarse de lo anómalo que es hacerlo sin contar con nuestra opinión de votantes.

En esta caída en picado de la participación ciudadana, un caso particularmente digno no sólo de atención preventiva sino de la mayor asistencia sanitaria en cuidados intensivos, es el de Marbella, ciudad mártir de la política corrupta, que supuestamente espera su redención de las elecciones municipales del mayo próximo. El índice de abstención ha sido: 73,09 %; el de participación: 26,91%; el de los nóes: 7,42%. No creo que estos valores, los más alarmantemente significativos de toda España, permitan prever que Marbella pueda ser redimida por su consulta electoral del mayo próximo, si entre tanto no se la somete a los cuidados intensivos previstos para casos de vida o muerte. Aquí se trata pura y simplemente de la supervivencia de la democracia.

Vinculado como estoy a esta ciudad desde hace ya casi medio siglo, ofrezco aquí a sus electores algunas reflexiones que pueden ayudarles a ver claro el tipo de coalición de intereses comunales que tienen que formar, para sacar a Marbella del callejón sin salida en que la han metido los irresponsables políticos que la han desgobernado, desde hace ya demasiados años. Pienso en primer lugar a mis familiares y amigos, tanto marbellíes como marbelleros, que en su trabajo profesional han sabido mantenerse fieles al Bien Común de todos sus conciudadanos, a pesar de las circunstancias adversas por las que la ciudad ha pasado.

La culpa de la abstención

Porque no me gusta inventar, traigo de nuevo a colación un testimonio de Germán Yanke, con el cual cerraba mi hipertexto de anteayer sobre el abstencionismo actual de nuestra democracia, que no convendría confundir, como lo hacen algunos, con una caprichosa abstencionitis :

Cuando se oye decir al PSOE (verbigracia, su secretario de Organización, José Blanco) que lo ocurrido el domingo en Andalucía es, más o menos, una fiesta de la democracia y que la baja participación se debe sólo a una cuestión psicológica, el efecto de la seguridad del resultado, uno no puede menos que preguntarse si de verdad se lo cree, si hay una enfermedad política caracterizada tanto por el alejamiento de la realidad como por una pasmosa ausencia de autocrítica.

Cuando se sabe que el PP (verbigracia, su presidente Mariano Rajoy) dice a los dirigentes del partido que el apoyo que ha dado este formación era “lo mejor para España y el partido” y se oye a continuación al mismo PP (verbigracia, su secretario general Ángel Acebes) que la elevadísima abstención es prueba del fracaso de Zapatero en su empeño por reformar los Estatutos, uno no puede menos que preguntarse si las enfermedades políticas son numerosas y variadas, aunque casi todas cortadas por el mismo patrón.

Porque si hemos de forjarnos una opinión con este tipo de declaraciones, habrá que concluir que el PSOE se ha distanciado de la realidad y el PP lo ha hecho de dos realidades: de la general y de la de su propio partido.

Confieso que el texto es duro, pero tiene el mérito, como testimonio de testigo imparcial, de no ser sospechoso de partidismo.

En el párrafo que sigue puntualizaré en qué medida una parte del electorado comparte con ciertos políticos las responsabilidades que han dado lugar a la abstención. Es mi manera de evitar generalizaciones abusivas, que podrían desvirtuar tanto mi diagnóstico del problema como el tratamiento que propongo.

La abstención como mensaje a la clase política

A mi manera de entender sociogenéticamente los hechos, la abstención es el resultado de múltiples experiencias de desencuentro entre los ciudadanos y la clase política. Los culpables de la abstención son principalmente los políticos; no todos, sino los que han transformado su mandato en un simple visado de entrada en una nomenklatura de privilegiados, atenta a sus propios intereses de clase, incluídos los más egoístas, y totalmente sorda a las necesidades reales y extremadamente urgentes de sus electores. La abstención ha sido la manera que han tenido los electores, tras muchos años de aguante, de hacer comprender a sus mandatarios que su actitud política ni es ni puede ser aceptable.

Por desgracia este tipo de políticos corruptos ha encontrado entre los votantes gente dispuesta a entrar en su juego. Es el caso de quienes les han ayudado con su voto a tomar el poder y con sus sobornos a mantenerse en él. Sería poco realista e injusto el olvidar esta enorme resposabilidad de parte del electorado en casos como el de Marbella.

Es normal que a partir de ahora los electores no contaminados intenten organizarse, constituyendo coaliciones de intereses comunales, con presencia o en ausencia de sus políticos, en todos los casos sin cerrar los ojos, para de alguna manera poder reconstruir personalmente la democracia, que algunos mandatarios indignos, apoyados por electores sin escrúpulos, están destruyendo.

Las elecciones municipales se perfilan ya en el horizonte como algo muy cercano. No es la hora de dormirse; tampoco es la hora de exagerar, cometiendo generalizaciones que pueden ser injustas. Es la hora de descubrir en el seno de nuestras municipalidades quiénes son los ciudadanos justos, políticos o no, pero en todo caso competentes e íntegros, a quienes podemos confiar la promoción y la gestión del Bien Común, que como tal nos pertenece solidariamente a todos.

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