viernes, mayo 02, 2008

La voz de los Jesuitas de Haití

La voz de los Jesuitas de Haití

Permalink 02.05.08 @ 09:50:32. Archivado en Las Américas, Ética, Religiones, Pro justitia et libertate

Nosotros, Jesuitas que estamos trabajando en Haití en diversos espacios, somos testigos del drama diario que viven millones de nuestros hermanas y hermanos haitianos. Como Yahvé en el desierto, nosotros vemos la miseria de nuestro pueblo y escuchamos sus gritos:

"Yo soy Yahvé, tu Dios. Yo vi la miseria y oí tu grito. Yo sé de tus angustias. La vida es lo que yo quiero para ti y no la muerte. ¿Pero quién va a libertarte? En el pasado, Moíses fue mi mensajero enviado para liberarlos y sacarlos de la esclavitud de Egipto. En mi Nombre, él los llevó a una tierra que mana leche y miel (Ex 3,7-12)".

La miseria de nuestro pueblo:

-. Millones de haitianos y haitianas que son víctimas de la subida vertiginosa y permanente de los precios de los productos de primera necesidad y que no satisfacen las necesidades más esenciales, en particular el alimento.

-. La disminución de la producción nacional en todos los sectores de la economía, que lleva al hambre y a la desnutrición total.

-. El empobrecimiento vergonzoso e intolerable de nuestras poblaciones urbanas y rurales.

-. El aumento de la inseguridad, especialmente el resurgimiento con fuerza del fenómeno del secuestro y la desesperanza de los jóvenes.

-. Nuestra nación está sumergida en la vergüenza y la desesperanza, con su soberanía arrodillada y la mayor parte de la población viviendo en condiciones inhumanas

La miseria de nuestro pueblo es igualmente:

-. La incapacidad total de la mayoría de nuestros gobernantes para enfrentar los problemas fundamentales de la sociedad

-. La ausencia total de una oposición política constructiva, que controle y estimule la acción gubernamental a beneficio de la nación

-. La aniquilación total de la función política del Parlamento, que ha procedido de manera deshonesta tal como los sobornos, la corrupción, etc.

-. La irresponsabilidad de la comunidad internacional, particularmente de los países llamados amigos de Haití, de las instituciones financieras internacionales (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo etc.), que no han cumplido su promesa a Haití, asistiendo cínicamente al descenso a los infiernos de la sociedad haitiana.

El pueblo haitiano es un pueblo valeroso, y siéndolo, esta vez ya no es capaz. Torturado por la miseria, grita. Su grito se convierte en llamada.

El grito del pueblo hoy:

-. Miles de jóvenes que ambulan en las calles para manifestar que ya no pueden más, exigiendo a los políticos que asuman su responsabilidad.

-. Millones de desempleados, torturados por el hambre, que gritan su rabia por las calles de Port-au-Prince y por las ciudades de provincia.

-. Padres y madres de familia que pasan varios días sin poder comer y que gritan su miseria en las manifestaciones de la calle, etc.

-. Niños demacrados de los barrios de chabolas y del campo, que gritan todos los días porque no encuentran nada que comer y no tienen futuro.

"¡Llama, grita, nunca bajes los brazos. Oh tu, pueblo valeroso! Te toca ayudarme para ayudarte. Contigo yo puedo hacer mucho. Sin ti no lo lograré. Tu necesitas de mi, yo lo sé. Yo soy tu Aliado irreemplazable, sin embargo, yo también tengo necesidad de ti, de tus gritos, de tu unidad, de tu experiencia de pueblo sufriente, de tu valer, Vamos a trabajar juntos. La victoria estará de nuestro lado, ya que luchamos por una causa justa. Tú conoces mi nombre: YO SOY EL DIOS DE LA VIDA Y NO DE LA MUERTE. Tú conoces mi Proyecto. Jesús de Nazaret lo expresó bien en el Cuarto Evangelio: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundantemente" (Jn 10,10).

Hemos sido interpelados fuertemente por esta situación intolerable e indignante, que amenaza a nuestro país de caer nuevamente en un drama; nos sentimos profundamente unidos a este pueblo que sufre y sinceramente nos solidarizamos con las víctimas. Es por ello, que en nombre de nuestra fe cristiana y de nuestro compromiso como religiosos jesuitas exhortamos con fuerza:

A los responsables políticos:

-. Al Presidente de la República a tomar rápidamente las decisiones políticas que se imponen, para restablecer la confianza y la paz; a comprometerse a una reforma a fondo de las instituciones públicas, poniendo definitivamente el país en el camino del desarrollo

-. A las personalidades del Estado (Primer Ministro, Ministros, Secretarios de estado y Directores generales, los Senadores, los Diputados, etc.) a corto plazo a elaborar y a llevar a cabo, en el tiempo más breve, un programa de emergencia (real y eficaz), para aliviar los sufrimientos de la población; y a largo plazo, utilizar los recursos intelectuales y la sabiduría tanto de nacionales como de extranjeros, con el fin de poner en obra un verdadero plan de desarrollo nacional.

-. A los partidos y a las organizaciones políticas, para que asuman su responsabilidad de crítica y control de la acción gubernamental, ayudando en la búsqueda de soluciones adaptadas al drama que vive nuestra sociedad, participando eficazmente en la reforma del Estado para sacar a nuestro país de la vergüenza y el estancamiento.

-. A los comerciantes, industriales, importadores, banqueros y otras fuerzas vivas de la nación a aportar su contribución, para disminuir el sufrimiento de nuestros conciudadanos y conciudadanas, con el fin de tomar consciencia de la necesidad de actuar conjuntamente para ayudar a Haití a levantarse.

-. A todos los componentes de la sociedad civil: religiosos/as, educadores, estudiantes, responsables y miembros de asociaciones, sindicalistas y obreros, artesanos, pequeños comerciantes, agricultores etc. a ponernos de pie, para buscar juntos las soluciones a los problemas de nuestro pueblo.

-. A la comunidad internacional, especialmente a los países llamados amigos de Haití, a las instituciones financieras internacionales etc. a respetar sus compromisos con Haití, teniendo en cuenta sus numerosas promesas de cooperación para ayudar efectivamente al país a salir del fango.

¡Oh pueblo haitiano! Continúa llamando, gritando y convocando a aquéllos que has escogido para servirte. Tu fuerza será la no violencia organizada y sostenida. La violencia nunca es eficaz. Tú me llamas. Sí, yo estaré contigo y en ti por el poder de mi Espíritu.

Por los jesuitas de Haití:

P. Pérard Monestime, sj,
P. Dérino de Sainfariste sj
P. Kawas François, sj,
P. André Charbonneau,sj
P. Molinero Lamothe, sj,
P. Claude Suffering, sj,
P. Ramiro Pampols, sj,
P. Kénel Sénatus, sj,
P. Gilles Beauchemin, sj,
P. Gontrand de Décoste sj
H. Mathurin de Charlot sj
Thomas Dabady, sj,
P. Godefroy de Midy, sj

Para enviar:

- A los medios de la capital y de las provincias (radio, periódicos, prensa electrónica)
- A las grandes agencias internacionales de prensa (AFP, Reuters etc.)
- A las ONGs y a las organizaciones de defensas de los derechos humanos
- A las agencias de la Iglesia católica (CEH, CHR etc.)
- A los medios dominicanos.
- A la CPAL ( ver las direcciones de la CPAL etc.)