miércoles, abril 27, 2011

El Primado de Bélgica pide paciencia

 

Toda traducción es difícil, si el traductor se empeña en ser fiel a las intenciones del Autor del texto traducido, sin hacer violencia ni al sentido ni a la forma de ninguna de las dos lenguas en presencia.
En el caso del texto que presentamos aquí, se añaden a la dificultad habitual de toda traducción, la presencia en el mismo texto a traducir de tres niveles textuales: el del brillante periodista Christian Laporte, a mi entender el mejor comentarista del catolicismo belga; el del propio Primado de Bélgica entrevistado, el arzobispo André-Joseph Léonard, con su idiolecto ideológico propio, marcadamente alejado del lenguaje común de la mayoría de los católicos belgas, sobre todo de los flamencos; y el de una cultura general "belgohablante" difícilmente transferible al español sin la ayuda de un buen diccionario enciclopédico, rico en locuciones idiomáticas, por el momento inexistente.
A estos tres niveles textuales hay que añadir el mecanismo de embrague pragmático que haga comprender al lector de la traducción todos los presupuestos del texto, que son innumerables, y todas sus referencias, tanto intradiegéticas como extradiegéticas.
Confío en que las soluciones propuestas sean las más adecuadas, para que el Lector hispanohablante pueda interpretar lo mejor posible, sin traicionarlas,las intenciones de Christian Laporte y las del arzobispo André-Joseph Léonard.
Como es corriente en la mejor práctica de la traducción de los traductores hermeneutas actuales, he encarnado en el texto final el máximo de información posible, incluida la retórica y poética, evitando las notas y limitándome a completar la información pragmática mediante explicitaciones entre llaves tipográficas.
Ni que decir tiene que una dificultad añadida de comprensión es la crisis excepcional que atraviesa desde hace muchos años el catolicismo belga, por lo menos desde la expulsión de los francohablantes de Lovaina.
Esta crisis de fondo, nunca superada por el conjunto del país, a pesar de las apariencias puramente nominalistas, se ha visto trágicamente exacerbada, hace ahora un año, por la revelación de los crímenes de pederastia cometidos por uno de sus obispos, seguida por las revelaciones de centenares de otros casos del mismo tipo de crímenes, cometidos por sacerdotes y religiosos en el ejercicio de sus responsabilidades religiosas.
La punta visible de este iceberg del abuso flagrante de poder, limitado a primera vista de miope al plano sexual, no nos permite deontológicamente el dejar de advertir que la “Comisión Abusos” y la justicia deben escrutar la masa enorme, por descubrir, del abuso sistemático del poder administrativo, en el que necesariamente han incurrido quienes han empleado los poderes de la Iglesia en su beneficio propio y en el de su clientela, en detrimento de innumerables víctimas.
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Mons. Léonard: “¡Aún un poco de paciencia!
por Christian Laporte.
El original francés de este texto fue publicado en "La Libre Belgique" el 26/04/2011
El arzobispo decepciona al mundo político, a las víctimas y a los cristianos. Interpelado por “la Libre {Belgique}”, mantiene contra viento y marea el rumbo de la Iglesia.
Si no hubiera habido la entrevista concedida a la RTBF, (registrada el pasado miércoles) en su palacio arzobispal en Malinas, y algunas reacciones “en caliente”, después de la misa del día de Pascuas en la catedral Saints-Michel-et-Gudule, para otros medios audiovisuales de comunicación, parece evidente que Mons. André-Joseph Léonard no habría vuelto de nuevo el domingo a hablar sobre la increíble entrevista de Roger Vangheluwe {ex obispo de Brujas} y tampoco hubiera dicho ni pío de las consecuencias prácticas que hay que sacar de la comisión Lalieux.
Como cabe leerlo en otro lugar, en su homilía tan esperada por la opinión pública, él se limitó a recordar que había mencionado estas cuestiones en las oficios de la Semana santa. Como “la Libre” lo precisaba ya el sábado, de hecho el arzobispo había invitado a sus sacerdotes a renovar su promesa {de celibato} haciendo a la vez penitencia por sus colegas descarriados. Al mismo tiempo, rezó igualmente en diferentes ocasiones por las víctimas, pero estos mensajes, sin ninguna duda sinceros, iban dirigidos solamente a los fieles presentes.
Consecuentemente no tiene nada de extraño el que las reacciones que siguieron a su vuelta sobre la escena de la información estuvieran marcadas con el sello de la decepción e incluso de la cólera.
Comenzando por la reacción de la Presidenta de la comisión {Abusos} de la Cámara, Karine Lalieux (PS), que habló de una intervención mediática “chocante y escandalosa”.
La diputada ha anunciado que la próxima semana reuniría de nuevo a su comisión, para examinar el seguimiento de sus conclusiones. Para la Sra. Lalieux, “es chocante el constatar que las víctimas siguen estando completamente ausentes del discurso de Mgr Léonard. Él alega que todo se ha dicho ya, ignorando las llamadas al reconocimiento, por el jefe de la Iglesia, de una responsabilidad moral de la institución”, indicó, enfadada, la diputada.
Por eso Karine Lalieux ha invitado la institución a que reaccione cuanto antes. “Entiendo que reflexionen sobre la instauración del tribunal arbitral, pero ya hace un año que se espera, desde la aparición del informe Adriaenssens. El Parlamento y la sociedad no esperarán más meses”, y si el asunto no avanza bastante rápidamente, “habrá que prever otras sanciones, por ejemplo: financieras”, advirtió.
Mgr Léonard, interpelado el domingo por la tarde por “La Libre”, dice que no comprende el que se acuse a la Iglesia de no actuar aún más.
“Este reproche no es exacto. A lo largo de la Semana santa, mencionamos el drama de la pederastia y era normal que, a pesar de todo, en este día de Pascuas, habláramos más que nada del acontecimiento mayor para la humanidad que fue la Resurrección de Cristo. Como usted lo escribió, uno de los gestos fuertes fue el hecho de pedir que durante la renovación de la promesa {del celibato} de los sacerdotes hicieran acto de penitencia por sus colegas.”
Mgr Léonard refuta también la acusación recurrente de falta de simpatía por las víctimas: “También ahí, tanto en el comunicado común de los obispos como en las distintas celebraciones, se ha expresado con el respeto que conviene.”
El arzobispo dice igualmente “haber querido romper la imagen de que solamente el arzobispo puede hablar de la Iglesia. Los dos obispos de referencia, Mons. Harpigny y Mons. Bonny, ya tomaron la palabra frecuentemente. Nos situamos en esta colegialidad”.
Con respecto al silencio de la Iglesia sobre el informe de la comisión Lalieux, Mons. Léonard reacciona, igualmente sorprendido: “Los dos obispos antes citados trabajan sobre este expediente de una manera que me inspira respeto. Asistidos por distintos especialistas de diferentes disciplinas, preparan la señal necesaria, destinada a las víctimas y a la sociedad. El mundo político no debe dejarse llevar por la impaciencia: el expediente es demasiado delicado para reaccionar a la ligera. Recordaré también que el informe sólo ha sido votado por la Cámara el 7 de abril, cuyos Comisarios, pienso yo, han tomado también cierto tiempo para concertarse. Sólo hace de esto poco más de dos semanas. Lo cual es poco comparado con {el tiempo que han empleado} quienes desde hace meses y meses deben reinstalar un nuevo Gobierno para nuestro país”.
Mons. Léonard rechaza por lo tanto todas las acusaciones de bloqueo: la Iglesia reaccionará según la expresión bien conocida del rey Balduino con respecto al Congo belga, “sin retrasos desastrosos, y sin precipitación inconsiderada”.
Por fin, mal que le pese a sus adversarios, André-Joseph Léonard no ve el futuro de manera necesariamente negativa para la Iglesia: “Se puede hacer un paralelo con lo que acabamos de vivir {durante la Semana santa}: hay la prueba de la Cruz y luego la Resurrección. Mi primer año a la cabeza del arzobispado se ha caracterizado a la vez por momentos terriblemente exigentes y por cosas muy bonitas. No olvidaré el fervor que acompañó mi instalación; me alegro también del fervor manifestado durante la ordenación de mis tres {obispos} auxiliares y la demostración de que los Belgas {tanto flamencos como valones y bruselenses} pueden y quieren aún hacer muchas cosas juntos. Luego, mis visitas a los decanatos fueron muy positivas también. Diré que la crisis puede a largo plazo resultar beneficiosa, porque desemboca en una purificación e incluso en una removilización, ya que los colegas me confirman que las asambleas no sólo están más concurridas, sino que también son más entusiastas”.
El arzobispo concluye la entrevista con una llamada, para que todos los cristianos belgas se encuentren el próximo fin de semana asociándose a la Iglesia universal en la memoria de Juan-Pablo II, que este 1 de mayo será beatificado en Roma.
Texto original en francés
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27.04.11 | 09:00. Archivado en Semántica, Pragmática, Morfosintaxis, Poética, Hispanobelgas, España, Sociogenética, Periodismo, Epistemología, Religiones, Pro justitia et libertate, Bélgica