Litotes y eufemismos favorecen los terrorismos 2/2
23.09.08 @ 11:55:55. Archivado en Semántica, Pragmática, España, Sociogenética, Ética, Educación, Pro justitia et libertate
El PNV no puede seguir repitiendo sin darnos asco que la violencia que nos impone ETA, en España y en Europa, procede de un conflicto político en el País Vasco.
Según este principio, mi país de adopción, Bélgica, tendría que estar hundido habitualmente en la ciénaga de la violencia, puesto que sus instituciones democráticas viven a diario el sicodrama de los conflictos políticos.
Lo mismo habría que decir de la mayor parte de los países democráticos, tanto europeos como extraeuropeos. No conozco ninguno de ellos, digno del calificativo de democrático, donde la violencia sea la solución de sus conflictos políticos. En todos ellos el sico-drama verbal ha reemplazado la tragedia del drama mortal.
A pesar de ello, como lo ha recordado esta mañana el Presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, este principio erróneo de "la hipoteca terrorista" preside la mayor parte de los juicios socio-genéticos de los nacionalistas vascos, a la hora de imaginar un futuro político.
Tal es el caso del estrambótio referéndum de Ibarretxe, ese presidente autonómico que pilota su autonomía con maneras de extraterrestre. A él como a todos los peneuvistas que siguen ciegamente la senda equivocada de Arzalluz, inventor de la utilidad de la hipoteca terrorista, que consiste en recoger del suelo los frutos del árbol que zarandea ETA, les conviene aprender que dondequiera existe un conflicto político, por grave que sea, la única manera de resolverlo es mediante los procedimientos democráticos, que garantizan en todo momento el respeto de los derechos humanos y legales, con la exclusión absoluta de toda violencia y de toda ilegalidad, que falsificarían "ipso facto" la negociación.
Una vez más, la Amistad Europea Universitaria y yo mismo en su nombre, deploramos y condenamos con firmeza la muerte, la heridas y el espanto de inocentes provocados por ETA.
Nos asociamos al dolor, a la indignación y a la condena por nuestros conciudadanos cántabros de la insensata violencia que han sufrido sobre su suelo hospitalario ellos mismos, sus familiares, sus amigos, sus prestigiosas Universides, sus bienes y su tierra generosa, refugio de n vascos inocentes perseguidos por ETA,; lugar de trabajo, de hospitalidad, de paz y de descanso para innumerables personas de buena voluntad, entre las cuales figuraba con su familia Luis Conde de la Cruz, la víctima mortal de este último crimen de ETA.
En guisa de ofrenda, reproduzco aquí en su honor, un artículo que publiqué hace más de dos años, en una triste circunstancia muy parecida a la presente (1).
Bruselas, 22/10/08.
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Litotes y eufemismos favorecen los terrorismos
«El senador Hiranm Johnson se equivocaba en 1917 cuando observó que en la guerra la primera baja es la verdad. En la guerra, la primera baja es el lenguaje. Y con el lenguaje se va la verdad. La guerra corrompe el lenguaje.
El doble discurso de la guerra se nutre, como escribió Orwell refiriéndose a este tipo de discurso "de eufemismos y de una total y neblinosa vaguedad". Es, fundamentalmente, el lenguaje de la insinceridad, en el que hay un vacío entre los objetivos declarados por el hablante y sus verdaderas intenciones. Es el lenguaje como instrumento para esconder e impedir el pensamiento, no para expresar o ampliar el pensamiento. Tal lenguaje silencia el diálogo y bloquea la comunicación.
El doble discurso de la guerra es un ejemplo de cómo el pensamiento corrompe el lenguaje y el lenguaje corrompe el pensamiento. Este tipo de lenguaje sólo es necesario, como escribió Orwell, si "uno quiere nombrar las cosas sin suscitar imágenes mentales de ellas".», William Lutz, introducción al número 17 (1991) de la revista Quarterly Review of Doublespeak.
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Nuevo escenario, nuevo lenguaje (¡sin eufemismos!)
Por JAVIER URQUIZU, CRISTINA CUESTA Y CRISTIAN MATÍAS, que escriben en representación del Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) (*)
EN este (relativamente) nuevo escenario que esperamos dé paso a un tiempo nuevo, desde Covite queremos aportar nuestro grano de arena para que esos nuevos tiempos sean, de verdad, mejores para todos... En este sentido, creemos que es fundamental llamar a las cosas por su nombre. Los eufemismos confunden y distorsionan la verdad, y sin la verdad, no vamos a ningún sitio... bueno. Desde la autoridad moral que nos da el saber muy bien de lo que hablamos (porque lo hemos vivido en toda su crudeza) y el haber llevado una trayectoria cívica intachable respetando siempre el Estado de Derecho, como víctimas del terrorismo queremos, de cara al bien común, hacer algunas aportaciones para un nuevo lenguaje claro y sin eufemismos:
No se dice «lucha armada»... Se dice «asesinatos de gente inocente e indefensa».
No se dice «conflicto entre vascos»... Se dice «cobarde exterminio de quien nos estorba».
No se dice «ekintza» [acción]... Se dice «asesinato fríamente calculado».
No se dice «kale borroka» [lucha callejera]... Se dice «vandalismo intolerable que pretende aterrorizar».
No se dice «normalización política»... Se dice «dejar de cometer aberraciones».
No se dice «radicales», pues ser radical es ir a la raíz de las cosas y por tanto algo eficaz, bueno y deseable... Se dice «neonazis».
No se dice «impuesto revolucionario»... Se dice «chantaje mafioso».
No se dice, o se piensa o se siente con complacencia y contemporizando, «son gudaris equivocados que simplemente hacen cosas feas que molestan estéticamente»... Se dice, y se piensa y se siente con indignación y determinación, que «son asesinos» o «terroristas».
No se dice «algo habrá hecho» [¡qué miseria y cobardía moral!]... Se dice «¡es indignante! Nadie tiene derecho a disponer de la vida ajena».
No se dice «nadie quiere más que nosotros a esta tierra» [¿cómo se atreven?]... Se dice «cualquier persona normal ama de un modo natural a su tierra (de nacimiento o de acogida, ¿qué más da?)».
No se dice «refugiado»... Se dice «delincuente huido».
No se dice «involuntariamente ausentes»... Se dice «cobardemente asesinados», siempre cobardemente, siempre por la espalda, siempre sin dar una oportunidad a la víctima.
No se dice «mesa de partidos extraparlamentaria»... Se dice «chanchullo para sacar ventajas inadmisibles».
No se dice «todos tendremos que ceder en algo» [¿es que estamos hablando de dos hermanitos a los que su madre regaña por alguna travesura infantil? ¿O acaso de vecinos de una comunidad que discuten sobre el color del que van a pintar la fachada de su edificio?]... Se dice «quien ha cometido horribles crímenes tendrá que responder por ellos ante la justicia».
No se emplean palabras bonitas como «paz», «generosidad», etcétera, de un modo genérico, hueco y demagógico. Las palabras se deben decir con un contenido concreto ajustado a una realidad concreta. Sólo ahí tienen su pleno y auténtico sentido.
No se dice alegremente «nosotros siempre hemos estado con las víctimas». A muchos podría crecerles la nariz más que a Pinocho. Como es natural, nosotros sabemos mejor que nadie quién ha estado a nuestro lado y quién no. Y lo diremos, para vergüenza de muchos, para que todos aprendan y nadie pase por lo que nosotros hemos tenido que pasar; para que no se repitan comportamientos innobles e indignos de quienes, teniendo que haber dado ejemplo a la hora de estar a nuestro lado, liderando la lucha moral y política contra la barbarie, han estado muy lejos de nosotros (ignorándonos) e incluso, a menudo, «contra» nosotros. Unas veces tomando medidas innecesariamente humillantes, crueles y ofensivas que nos han generado un dolor añadido; y otras, precisamente, dejando de tomar medidas eficaces y acordes con un elemental sentido de la decencia. Desde pequeños nos enseñaron que se ha de decir siempre la verdad.
La verdad es a veces, sí, muy dura, pero imprescindible para, asumiéndola, aprender y mejorar. Es tan dura que hay quienes no la soportan. En ese sentido, el infierno existe y para algunos es simplemente un espejo en el que ver reflejada su propia miseria y falta de humanidad. No soportándolo, intentan distorsionar o maquillar la Historia con la mentira, con la negación de la realidad o con eufemismos (especialmente peligrosos y dañinos por la confusión que generan), que son los que han motivado este artículo. En lo que a las Víctimas del Terrorismo se refiere, no serán otros los que escriban nuestra historia falseándola. No lo permitiremos, por nuestro bien y por el de todos.
(*) Javier Urquizu es hijo de José María Urquizu Goyogana, asesinado por ETA; Cristina Cuesta es hija de Enrique Cuesta Jiménez, asesinado por ETA; y Cristian Matías es nieto de Manuel Albizu Idiáquez, asesinado por ETA. Escriben en representación del Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite)
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(1) Litotes y eufemismos favorecen los terrorismos, 28.04.06 @ 15:54:09. Archivado en Semántica, Ética, Pro justitia et libertate.