lunes, agosto 03, 2009

Con jesuitas en el Congo y en Burundi

Con jesuitas en el Congo y en Burundi

Alberto Martín Aristín trabaja para el Servicio Jesuita a los Refugiados (SJR) y es el responsable de la financiación de los proyectos de la zona de Grandes Lagos, que abarca Rwanda, Burundi y el antiguo Congo Belga, denominado luego Zaire y ahora República Democrática del Congo. El trabajo comprende una parte de gestión, en la oficina central en Bujumbura, Burundi, y una parte de formación de los trabajadores de los proyectos, diseminados estos por todo el territorio antedicho.

Narrativas jesuitas: textos de Alberto Martín Aristín, Entreculturas, España

1. En el Congo

A veces vives cosas que te hacen sentir profundamente agradecido a nuestros hermanos y hermanas y a la forma en que Dios hace un mundo mejor a través de ellos.

La vida en el Congo no es fácil. El SJR tiene un proyecto de salud en la zona de Wanie-Rukula cerca de Kisangani. Yo me encontraba de paso visitando cómo avanzaban las construcciones de los centros de salud, charlando con el equipo, gozando con la gente local. El día tocaba a su fin, ya habíamos visitado los centros de salud previstos y volvíamos para casa. Al llegar a un cruce del camino la directora del proyecto nos preguntó si queríamos desviarnos para ver una última instalación, acabada hacía unos meses y que se encontraba ya en funcionamiento, a lo que respondimos encantados.

Al llegar todo parecía normal, visitamos las dependencias, saludamos al personal, hasta que en un momento dado una de las enfermeras se dirigió a la directora susurrándole algo al oído. Parecía que acababa de llegar un niño muy grave y no sabían qué hacer con él. El pequeño tenía malaria en fase terminal. Casi no podía respirar, su corazoncito latía taquicardicamente y estaba al borde del coma. Si hubiera llegado sólo unas horas antes al centro le habrían administrado la medicación y se habría recuperado sin problemas, pero vivían lejos y se habían retrasado, por llevarle al curandero para que le administrara la magia que le haría curarse.

La única solución en ese momento es una transfusión, pero el banco de sangre más cercano se encontraba en el hospital de Kisangani a unos 20 Kilómetros de allí. El viaje de vuelta lo hicimos con la madre y el niño, mirándonos unos a otros y con el alma encogida por no saber si llegaría vivo. En esos momentos el tiempo se hace eterno y el coche va terriblemente despacio. Al llegar al hospital nos dicen que el sistema de frío no funciona y que no tienen sangre. Maldición; les pedimos una bolsa de transfusión pensando en que alguno de nosotros pueda donar. Nos dicen que no hay, que se terminaron el día anterior. La desesperación nos invade, piensas que en Europa, esto jamás se permitiría. Finalmente alguien aparece con una bolsa. Es de un paciente que no la llegó a utilizar porque había fallecido esa mañana. Otra vez esperanza, pero ahora es el médico quien se niega a dejarnos donar, porque pretende hacer un análisis al niño para saber su grupo. En la situación en la que está, o se le hace inmediatamente una transfusión o el niño se muere. No hay tiempo para análisis. La directora del proyecto alega que es donante universal y logra convencer al médico para donar su sangre al niño.

Era la primera vez que me encontraba en una situación parecida. Los responsables del proyecto nos cuentan que viven esto cada día. La falta de educación, la falta de medios, hacen que la vida y la muerte dancen juntos un macabro baile. ¿La casualidad? ¿El destino? ¿Dios? Si no nos hubiéramos desviado con el coche, si no hubiera aparecido la bolsa de transfusión, si nuestra amiga no hubiera sido donante universal… supimos que el niño se recuperó y salió del hospital.

Estar en el SJR no es un trabajo. Implica dejarte la salud, la vida y hasta la sangre si hace falta, pero es allí donde ves las semillas de esperanza y donde encuentras gente capaz de dejarse la piel, convencida hasta el extremo de que otro mundo es posible y de que el reino llega.

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2. En Burundi

Cuando empiezas este tipo de textos nunca sabes qué contar. Me preguntan cómo estoy, qué me he encontrado por aquí... Cómo responder a esto de forma franca, objetiva, evitando sentimentalismos lacrimógenos. Cómo plasmar una riada de emociones; sobre todo las primeras, justo antes de que te empieces a integrar en el día a día y todo te comience a parecer "normal".

Tres pinceladas para compartir: dos sobre el país y una sobre mí. Lo primero que llama la atención cuando llegas a Burundi es que las carreteras están atestadas de gente andando de un lado para otro. Únicamente los muy ricos y las ONG tienen coches. Hace poco atravesé el país de este a oeste por la carretera principal y sólo nos cruzamos con seis o siete vehículos, 3 de los cuales eran del ACNUR repatriando refugiados de los campos de Tanzania. No hay ningún movimiento, no hay actividad económica, sólo actividad de subsistencia.

La segunda impresión es de profunda esperanza. A Africa le llaman "Le continent sans future". No estoy de acuerdo, después de muchos años de guerra y posterior alto el fuego: en Burundi llevan ya más de tres meses sin toque de queda e incluso dos meses después del alto el fuego la Educación Primaria se declaró obligatoria y gratuita. Los países vecinos empiezan poco a poco a levantar la cabeza y cuando hablas con la gente percibes el optimismo que se respira. Es cierto que la región es aún muy inestable y que faltan años para que la democracia se consolide, pero mi impresión es que éste es el buen camino.

Y sobre mí, sólo decir que estoy ahora donde llevaba mucho tiempo soñando y que trabajar con el SJR (Servicio Jesuita a los Refugiados) acompañando, sirviendo y defendiendo, hace que cada noche me pueda acostar en paz escuchando el lindo sonido... del grupo electrógeno, porque muchas noches no hay corriente.

Alberto Martín, Entreculturas, España
a.martin@entreculturas.org
www.entreculturas.org

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La Red Jesuita Africana contra el SIDA (AJAN) tiene ahora un portal en español http://jesuitaids.net/esp con artículos, poemas y noticias sobre el SIDA en África sub-sahariana y sobre la labor de AJAN. El sitio internet de AJAN publica material en inglés, francés, portugués y, de vez en cuando, en suahilí.

Fernando Franco SJ, Director Responsable
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