Un partero de seis años
19.03.08 @ 23:58:21. Archivado en Antropología, Educación, Ciencias biomédicas
El niño gallego Jose Meiriño Gómez atendió a su madre en el parto adelantado de su hermanita, que se produjo en su domicilio de O Carballiño, seis días antes de salir de cuentas la mamá, por fecha de última regla.
La nueva hermanita de Jose, que él ha ayudado a traer al mundo como si fuera un partero experimentado, se llama Lucía, es morena y alegre. El despertador biológico de la pequeña comenzó a sonar la hora de su nacimiento antes del tiempo previsto por la propia madre con la ayuda del ginecólogo, pero su llegada al mundo fue "resplandeciente" como su nombre, gracias a la ayuda de su hermano.
Ofrecemos dos versiones sinópticas y complementarias de este hecho extraordinario, que tuvo lugar el pasado 28 de febrero.
-oOo-
Matrona a los 6 años, para ayudar a nacer a su hermana.
Autor: C. Paradela
La Voz de Galicia
Fecha de publicación: 18/3/2008
Jose Meiriño Gómez, 6 años, residencia habitual en el concello ourensano de O Carballiño y protagonista singular de una historia que merece ser contada, ya que ejerció de matrona particular de su madre en el alumbramiento de su hermana Lucía hace 19 días.
Los expertos aseguran que las matronas desempeñan un papel fundamental a lo largo del embarazo y sobre todo en el momento del parto, como un gran apoyo para la madre, a la vez que un importante complemento del trabajo del ginecólogo.
Jose Meiriño Gómez, a pesar de su corta edad, cumplió la tarea a la perfección, restando importancia a su intervención en el nacimiento de la pequeña de la casa y sentenciando con rotundidad que «está chupao». Tanto, que solo pensó: «La voy a sacar y ya está»; aunque reconoce haberse puesto un poco «nervioso» cuando descubrió que su madre había roto aguas y había sangre en el baño. ¡Y es que todo fue muy rápido!
El pasado 28 de febrero, seis días antes de salir de cuentas, Gloria Gómez Colmenero notó un dolor de lumbares que le impidió dormir desde las cinco de la mañana, aunque lo achacó, según recuerda, más que a los dolores previos al parto, al esfuerzo realizado en la mudanza de casa en la que estaban metidos aquellos días. Por ello dejó ir tranquilo a su marido, Javier, a su trabajo en Ourense, pensando que aún no era el día de que su hija pequeña naciese.
Los dolores se incrementaron, pero más como una molestia que como unas contracciones habituales, y los fue aguantando hasta las 8.30 horas, momento en que su hijo se despertó; ella lo vistió para ir al colegio y le dio el desayuno. Entonces se dio cuenta de que la niña llegaba y avisó a su marido, que le pidió que llamase a una sobrina, para que la llevase a la residencia. No le dio tiempo. Ni siquiera a ducharse, ya que antes de entrar en la bañera rompió aguas y notó la cabeza de la pequeña asomando. Gloria intentó mantener la calma, temerosa de la reacción de Jose, que, sin embargo, al enterarse de que venía su hermana, le dijo simplemente: «Si quiere nacer, déjala que nazca, mamá».
Y así fue. A su madre le dio tiempo de llamar al 061, que llegó inmediatamente y mantuvo el contacto telefónico con Gloria para hacerle algunas recomendaciones, como que atase el cordón umbilical; lo hizo con una pinza de la ropa. Cuando llegaron, Jose los tranquilizó, ya que el trabajo ya estaba hecho. ¡Y bien hecho!
-oOo-oOo-oOo-
«Vi la cabeza de mi hermana y la ayudé a nacer, está chupado»
por Ana MARTÍNEZ. SANTIAGO,
ABC, Miércoles, 19 de marzo de 2008.
Se llama Lucía, es gallega, morena, alegre, y tiene solamente 21 días. Su reloj biológico comenzó a correr el pasado 28 de febrero, y su llegada fue, como su nombre, resplandeciente. José Meiriño Gómez, su hermano, de seis años, ejerció en el alumbramiento de improvisada matrona y bordó su magistral interpretación.
«A mí me pareció que estaba chupado», cuenta con ese brillo infantil en sus chispeantes ojos. María Gloria G. Colmenero, la madre, empezó a notar fuertes dolores en las lumbares seis días antes de salir de cuentas. Le pasó por la noche, pero encontró el motivo de su indisposición en la mudanza que estaba realizando con su marido durante aquellos días.
No pensó que fuese a ponerse de parto, y por eso dejó que Javier, su pareja, se fuera a trabajar como cualquier jornada normal a Orense. Su malestar fue creciendo, pero aun así ella en ningún momento sintió que se tratase de las habituales contracciones en su estado.
Fue a las ocho y media de la mañana cuando, tras vestir a su pequeño para ir al colegio y darle el desayuno, se dio cuenta de que la criatura llegaba. Avisó entonces a su compañero sentimental, que le dijo que llamase a una sobrina, para que la acompañase al centro médico, pero ya no le dio tiempo. Rompió aguas y notó la cabeza del bebé asomando.
El niño, al percatarse de lo que acontecía, tranquilizó a su progenitora. «Tenía que ayudarla un poquito, porque si no ella no aguantaba, me sorprendió verla en el baño sujetándose el vientre, me di cuenta de lo que pasaba y le dije que quitase las manos y que la dejase nacer, porque vi en el baño que ya estaba saliendo», comenta el crío con tono candoroso, emocionado por su heroicidad.
«Yo le pedí que metiese las manos por debajo muy suavemente y que tirase de la niña hacia fuera», cuenta la parturienta, que reconoce que estuvo «muy tranquila, porque él reaccionó también de forma muy sosegada», aclara. Únicamente consiguió telefonear al 061, servicio con el que mantuvo contacto telefónico. Fiel a las recomendaciones del equipo que la atendió, ató el cordón umbilical con una pinza de la ropa que le acercó José.
«Ya está todo hecho»
Cuando los profesionales llegaron a la vivienda de esta familia, residente en el barrio de O Carballiño, la «comadrona» los tranquilizó y les informó de que ya todo estaba hecho, y que había salido bien. Así fue, ya que la recién nacida fue trasladada al hospital en perfecto estado de salud. Cuando la ambulancia llegó al domicilio, por tanto, simplemente pudo atestiguar que había sido un parto perfecto. «Todo sucedió tan rápido, que a día de hoy ni me lo creo», explicó a Efe la madre de los dos menores.
Hoy los cuatro sonríen felices en su casa, después de una hazaña que no olvidarán jamás. Y que la historia del benjamín que actuó de eficiente partera no sólo es digna de ser contada, sino de permanecer en el recuerdo.