martes, enero 15, 2008

35 Congregación General de los jesuitas

35 Congregación General de los jesuitas

Permalink 14.01.08 @ 16:50:11. Archivado en Universidades, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

Primeras impresiones sobre la Congregación General
por Fernando Franco SJ

La larga fila de concelebrantes de la misa de apertura de la Congregación, en la Iglesia del Gesù el 7 de enero, se abre camino desde la pequeña plaza externa, para entrar en el magnífico esplendor barroco de la iglesia.

Hay unos pocos peatones que miran con asombro la procesión. En esta mirada sorprendida, veo una extraña combinación de escepticismo sobre la capacidad de la religión y de personas religiosas a abordar problemas que tiene la gente común, y un deseo inexpresado de recibir de nosotros un mensaje de esperanza, consuelo e inspiración capaz de disipar temores crecientes, y angustias profundas.

En un mundo donde las polarizaciones han formado unas brechas que es imposible llenar, donde la acusación está en el orden del día, donde los mensajes apocalípticos se reparten en cada momento, parece que estamos llamados a construir un espacio de sincero diálogo, para construir puentes entre culturas e ideologías.

Una vez sentados, y mirando los rostros de los miembros de la Congregación, lo que más llama la atención es la diversidad. La pluralidad de culturas, lenguas, experiencias apostólicas es lo que caracteriza a los 226 miembros de esta Congregación. Al mismo tiempo, el color blanco de las vestimentas litúrgicas que llevábamos nos servía de común seña de identidad. Las vestimentas blancas no eran solamente una señal externa de nuestra comunalidad, sino que además mostraban el común vínculo interior de nuestra fe y de nuestro compromiso religioso. ¿Pluralidad y comunalidad? Sin embargo, esta tensión creativa entre diversidad y unidad puede ser una fuente de inspiración si escuchamos al Espíritu.

Antes de la ceremonia, mientras nos poníamos las vestimentas, la sacristía rebosaba calor y sentido de compañerismo. Para muchos era la primera vez que se encontraban con viejos amigos. Era saborear, por primera vez en esta ocasión, el estar en medio de compañeros y amigos en el Señor. Y se notaba una alegría sencilla. Alguien dijo que en este momento de su historia, la Compañía ha llegado a esta Congregación más madura y más unida que en el pasado. Parece que internamente estamos lejos de las tensiones del pasado. Sin embargo los desafíos están presentes fuera, y algunos de ellos son realmente amenazantes.

El momento al final de la Misa ante la tumba de San Ignacio quedará grabado por muchos años en mi memoria. El Padre Peter-Hans Kolvenbach leyó, en nuestro nombre y en el de toda la Compañía, una ofrenda de nuestro ser, de nuestra mente y de nuestra voluntad al servicio del Señor. Sus palabras fueron una conmovedora expresión de lo que han sido sus últimos 25 años.

Al empezar la labor de esta Congregación, la lámpara ante la tumba de San Ignacio y en todas las iglesias jesuitas seguirá ardiendo. Nos recordará a todos nuestra responsabilidad ante el Señor y ante todos nuestros compañeros.

Galería de fotos de la misa de apertura

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Ambientándonos

La Congregación ha completado su primera semana. Como muy hábilmente dijo uno de los miembros: "hemos calentado el motor... y ahora estamos listos para la semana que viene, que es crucial". Uno de los objetivos de esta primera semana ha sido proporcionar un espacio para que los miembros de la Congregación pudieran conocerse mejor. Después de los dos primeros días, durante los cuales las reuniones se organizaron a nivel de Asistencia, es decir, regionalmente, todos los miembros se encontraron en 21 grupos lingüísticos, cada uno compuesto por diez miembros. La Comisión encargada de este proceso asignó cada participante a un grupo en el que se habla una lengua diferente a la de su región (una verdadera prueba para algunos de nosotros) para asegurar que ciertos grupos no fueran demasiado numerosos y poco manejables.

La lista final da una idea de la distribución de las capacidades lingüísticas: 3 grupos de francés, 2 de italiano, 6 de español y 10 de inglés. Hace dos días, alguien ha confeccionado una lista de las madre-lenguas más habladas. El español es la lengua más hablada, y no es de extrañar. Lo que sí ha sorprendido a muchos es que el Malayalam, el Konkani y el Tamil, tres lenguas de la India, están entre las siete primeras.

Ya que la Comisión sobre el estado de la Compañía ha trabajado duro, para preparar el informe sobre las luces y las sombras de la Compañía, las reuniones regionales y lingüísticas han alcanzado el objetivo esperado: facilitar la comunicación entre los miembros y familiarizarnos, muchos de nosotros, con algunos de los temas principales que la Congregación abordará después de la elección. Hay una serena sensación de optimismo y confianza en el Señor que nos ha llamado a todos nosotros. La discusión preliminar sobre algunos asuntos importantes ha tenido lugar en un clima distendido y sencillo.

Esta segunda semana es, con toda probabilidad, la más crucial para el futuro de la Compañía. Tras haber discutido la renuncia presentada por el Padre Peter-Hans Kolvenbach, los miembros de la Congregación entrarán en cuatro días de silencio y oración antes de la elección que está programada para el sábado 19 de enero. La oración irá acompañada por el ayuno. ¡Hubo unos alegres comentarios cuando se informó a la Congregación de que durante los cuatro días de silencio y oración, se iban a servir sólo bocadillos por la tarde!

Durante estos días, pedimos a nuestros lectores y lectoras una oración especial. ¡Gracias!

Fernando Franco SJ, Director Responsable
Uta Sievers, Redactora
Suguna Ramanathan, Redactora Asociada
Secretariado para la Justicia Social, C.P. 6139, 00195 Roma Prati, ITALIA
+39 06689 77380 (fax

Renuncia del general de los jesuitas

Renuncia del general de los jesuitas

Permalink 15.01.08 @ 15:50:39. Archivado en Universidades, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

En la sesión plenaria del 14 de enero, la Congregación sometió a votación la renuncia del Padre General. El moderador, Padre Valentín Menéndez, invitó a los electores a formular preguntas que los cuatros Asistentes ad Providentiam se encargarían de responder, acerca de las razones aducidas por el Padre General. A continuación se abrió un espacio de oración seguido por el voto secreto manifestado en forma escrita. Reanudada la sesión, con la presencia del Padre Kolvenbach que se había ausentado durante la votación, el Padre Valentín Menéndez le comunicó el resultado de la votación que dejaba claro que la Congregación aceptaba respetuosamente las razones que había invocado y le dirigió las siguientes palabras:

En este momento en el que la Congregación General 35 ha aceptado la propuesta de renuncia presentada por Usted, es justo que la misma Congregación aquí reunida, en nombre de toda la Compañía, explicite el agradecimiento y reconocimiento que siente hacia su persona y hacia el relevante servicio que el Señor ha querido que preste a la Iglesia y a la Compañía.
En primer lugar queremos decirle que nos sentimos edificados del ejemplo de libertad de espíritu con la que Usted ha interpuesto su renuncia, enmarcándose así en el espíritu del Evangelio y de los Ejercicios, tan distinto de la dinámica de este mundo de aferrarse y luchar por los puestos de poder y de prestigio. Nuestro carisma y legislación no son buenos solo porque propongan bellos ideales, sino sobre todo porque hay personas que saben encarnarlos y vivirlos.

Le estamos particularmente agradecidos por la forma con la que ha sabido conducir a la Compañía después del difícil momento de la intervención Pontificia del año 1981. En estos años ha sabido Usted llevar adelante la nave de la Compañía con serenidad, sabiendo guardar al mismo tiempo fidelidad a la Iglesia y fidelidad al modo de proceder de la Compañía, expresado en sus Constituciones y en sus últimas Congregaciones Generales. Las palabras que hemos escuchado en la homilía del Cardenal Rodé, dichas en nombre de la Iglesia, expresan claramente la estima que la Santa Sede tiene de su persona y de la forma de conducir todos estos años a la Compañía.

Apreciamos también el carisma de unidad que ha representado su persona y su forma de gobierno para una Compañía cada vez más plural y multicultural. En esta diversidad de culturas, maneras de sentir y de pensar, situaciones históricas tan diferentes, y dentro de la libertad de espíritu con la que están acostumbrados a proceder los jesuitas, ha sabido Usted mantener la unión del cuerpo de la Compañía con la atención respetuosa a todos, con su enseñanza llena de sabiduría y equilibrio, con su presencia animadora en todas las provincias.

La confianza que ha mostrado en su manera de gobernar tanto a sus colaboradores en la curia como a todos los provinciales, ha creado un clima de fraternidad y colaboración que expresa muy bien el ideal de ser todos compañeros de Jesús, y que ha revertido en todo el cuerpo de la Compañía.

Que Nuestro Creador y Señor le recompense por este fiel servicio prestado a lo largo de casi un cuarto de siglo. Le pedimos también que le siga bendiciendo en el sitio y trabajo que Él le encomiende para su mayor gloria.

En nombre de toda la CG35 y de toda la Compañía le decimos de corazón: muchas gracias, P. Kolvenbach. Estamos orgullosos de Usted y del servicio que ha prestado en estos difíciles pero apasionantes años que el Señor ha querido concedernos.

Las últimas palabras del Padre Menéndez fueron recibidas con un largo y caluroso aplauso que todos los Delegados, puestos en pie, tributaron al Padre Kolvenbach.

A continuación el Padre Kolvenbach tomó la palabra y con una muestra final de su invencible humorismo agradeció a los Delegados el modo tan elegante que habéis escogido para destituirme. Entre risas y plausos, continuó más seriamente:

Queridos Padres y Hermanos, Hoy la Congregación General ha tenido a bien aceptar mi renuncia como Superior General de la Compañía de Jesús. Al final de estos casi 25 años de servicio, quiero en primer lugar dar gracias al Señor, que -para decirlo con palabras de San Ignacio- me ha sido verdaderamente "propicio en Roma", guiando una Compañía de la que Él ha querido servirse para su mayor gloria. Estoy también muy agradecido por el privilegio de haber podido encontrar y acompañar a tantos amigos en el Señor, que en tan diversas vocaciones se han revelado siempre auténticos servidores de la Misión de Cristo. Deseo que ningún jesuita se sienta excluido de este profundo reconocimiento. Sin embargo quiero recordar particularmente a aquellos que en la curia general me han ayudado, todos los días y durante años, a llevar adelante la responsabilidad de la Compañía, juntamente con todos los Superiores Mayores dispersos por todo el mundo.

Ya he podido expresar mi sentida acción de gracias al Santo Padre por sus orientaciones apostólicas, que han permito a la Compañía continuar su misión "bajo el signo de la Cruz y bajo el Vicario de Cristo en la tierra". Tenemos que estar muy reconocidos al Señor porque no obstante la desconcertante diversidad de personas y de culturas, de aspiraciones y de obras, la unión de los espíritus y de los corazones no nos ha faltado nunca, y, a pesar de la fragilidad creciente, la Compañía tiene la capacidad de dialogar apostólicamente con los desafíos del mundo moderno para anunciarle la única Buena Noticia. En vísperas de la elección de mi sucesor y de tantas decisiones que la Congregación General tendrá que tomar, me uno a la oración con la que San Ignacio terminaba sus cartas: "quiera el Señor, por su infinita y soberana bondad, dignarse concedernos su gracia perfecta, para que sintamos siempre su santísima voluntad y enteramente la cumplamos".

Y este fue el colofón de 24 años y cuatro meses velando día y noche por la Compañía, ajeno a cualquier otro interés.