jueves, febrero 07, 2008

Las mujeres en El Quijote y ahora

Las mujeres en El Quijote y ahora

Permalink 06.02.08 @ 23:55:55. Archivado en Las Américas, Universidades, El Quijote, Sociogenética, Antropología conyugal, Pro justitia et libertate

Bruselas como Madrid es con frecuencia escenario de encuentros o congresos, donde mujeres venidas de los cuatro puntos cardinales nos recuerdan a los hombres la injusticia del machismo y la obligatoriedad de tratarlas no sólo sin violencia, sino como nuestras iguales en dignidad y en derecho. A Bruselas le ha cabido de nuevo este honor hace muy pocos días. He aquí mi modesta contribución como cervantista a esta lucha por la dignidad femenina. Se trata de un artículo sacado del Diccionario enciclopédico de mi Taller cervantino del Quijote, artículo que publiqué, en una circunstancia análoga, el 08.06.05.

¿Era Cervantes misógino o filógino?

Cabe concluir de un estudio detenido de las mujeres en el Quijote, que si es innegable la filoginia quijotesca, mucho más innegable e incluso sistemática es la denuncia por el Autor del Quijote de la misoginia ambiente. Disculpándonos por el anacronismo léxico, podemos afirmar que Miguel de Cervantes, particularmente en el Quijote, es uno de los más distinguidos valedores del feminismo occidental actual.

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En el Quijote encontramos una serie de personajes femeninos caracterizados por su voluntad de rebelarse contra las limitaciones de las convenciones sociales y por el deseo de mostrar y desarrollar su propia individualidad: Dorotea, Marcela, Claudia Jerónima, Ana Félix.

En esto sigue el camino trazado por Joanot Martorell en su Tirante el Blanco. Así, por ejemplo, la infanta de Sicilia declara a Tirante, a propósito del príncipe Felipe, su pretendiente francés:

«Por amor de mí, no me digáys tal razón, que para mi plazer querría hombre que fuese entendido y discreto, e antes sufriría que no fuese de estado y linaje que no que fuese grossero y escaso… Mas no penséys que soy muger que creo de ligero, antes si ha de ser algo, he de meter las manos hasta los codos para sintir y saber su plática, su estado y condición si será tal que pueda dar consuelo a mi ánima en este mundo… —Si yo hallo alguna falta de grosería y escaseza en Felipe, nunca jamás le tomaré por marido; y de aquí adelante no quiero pensar en otra cosa sino cómo sabré la verdad… Si yo tomo por marido a Felipe y no me sale tal qual yo deseo, abré de ser omecida de mi persona, porque de fuerça haré cosas de desesperación; y assí me paresce que vale más estar sola que mal acompañada.», cap. C, ed. de Martín de Riquer, 1990, pp. 222, 223, 257 y 261.

En cambio, la época del Quijote. no sólo era resueltamente antifeminista sino que invocaba razones científicas para serlo, como lo prueba, en el Examen de ingenios para las ciencias del doctor Huarte de San Juan de 1574, la parte consagrada a las diligencias que los padres han de hacer al engendrar, para que salgan varones y no hembras:

«Los padres que quisiesen gozar de hijos sabios y que tengan habilidad para letras han de procurar que nazcan varones; porque las hembras, por razón de la frialdad y humidad de su sexo, no pueden alcanzar ingenio profundo. Sólo vemos que hablan con alguna apariencia de habilidad en materias livianas y fáciles, con términos comunes y muy estudiados; pero, metidas en letras, no pueden aprender más que un poco latín, y esto por ser obra de la memoria. De la cual rudeza no tienen ellas la culpa; sino que la frialdad y humidad que las hizo hembras, esas mesmas calidades hemos probado atrás que contradicen al ingenio y habilidad.», Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias, p. 627-628.

¿Era don Quijote filógino o misógino? Ciertamente no era misógino, pero parece que era un filógino pesimista, puesto que pensaba que la mujer buena era muy difícil de encontrar. Ésta es al menos la impresión que tenemos, cuando intentando reconfortar a Basilio, con ocasión de su problemática boda con Quiteria, tras las suspendidas bodas de Camacho, le recuerda que un sabio opinaba que

«no había en todo el mundo sino una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y así viviría contento.», II.22.4.

La relativa filoginia quijotesca contrasta vivamente con la absoluta misoginia ambiente, muy bien representada por diferentes personajes de su historia (tema de la misoginia ambiente). Así, por ejemplo, Sancho Panza quiere a las mujeres obedientes a sus maridos; don Fernando las hace objeto de fuerza y falsas promesas; el curioso impertinente las somete a pruebas, porque duda de su virtud; el pastor Eugenio las considera a todas de condición desasosegada como las cabras, simplemente por ser hembras; el Duque, hablando con Sancho Panza, pone en relación la cortesía debida a una mujer con el talle que tiene (presupuesto: ser corteses con las hermosas y descorteses con las feas):

«veremos el talle de la Condesa y por él tantearemos la cortesía que se le debe», II.37.15; etc.

Traicionado en su amor por Leandra, el Cabrero Eugenio no sólo desbarra a propósito de las mujeres, sino de todas las hembras, cuya condición estima desasosegada:

«Mas ¿qué puede ser sino que sois hembra, y no podéis estar sosegada; que mal haya vuestra condición y la de todas aquellas a quien imitáis?… », I.50.11.

Este punto de vista coincide con el de la opinión pública:

«los que conocían su discreción y mucho entendimiento (de Leandra) no atribuyeron a ignorancia su pecado, sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que por la mayor parte suele ser desatinada y mal compuesta.», I.51.3.

El punto de vista de Eugenio resume la misoginia ambiente:

«Yo sigo otro camino más fácil y, a mi parecer, el más acertado, que es decir mal de la ligereza de las mujeres, de su inconstancia, de su doble trato, de sus promesas muertas, de su fe rompida, y finalmente, del poco discurso que tienen en saber colocar sus pensamientos e intenciones, y esta fue la ocasión, señores, de las palabras y razones que dije a esta cabra cuando aquí llegué, que por ser hembra la tengo en poco, aunque es la mejor de todo mi apero.», I.51.3

En la Novela del curioso impertinente asistimos a una acumulación de pruebas impertinentes de la mujer por el hombre:

«Porque yo tengo para mí, ¡oh amigo!, que no es una mujer más buena que cuanto es, o no es, solicitada, y que aquella sola es fuerte que no se dobla a las promesas, a las dádivas, a las lágrimas y a las continuas oportunidades de los solícitos amantes», I.33.9.

«Conténtate, Anselmo, y no quieras hacer más pruebas de las hechas, y pues a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes», I.34.7.

Un poco antes encontramos el mismo tipo de actitud en la historia de Cardenio (tema de la misoginia ambiente):

«Conocióme Luscinda luego, y conocíla yo; mas no como debía ella conocerme y yo conocerla. Pero, ¿quién hay en el mundo que se pueda alabar que ha penetrado y sabido el confuso pensamiento y condición mudable de una mujer?», I.27.28.

Uno de los testimonios más conmovedores de la parcialidad social frente a las mujeres es el que nos aporta Claudia Jerónima, acusando a su propia naturaleza de mujer del drama que vive. El testimonio es conmovedor, porque por su boca habla una sociedad que le ha enseñado a menospreciarse en cuanto mujer (tema de la misoginia ambiente):

«Viome, requebróme, escuchéle, enamoréme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer, por retirada que esté y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecución y efecto sus atropellados deseos.», II.60.24.

Cabe concluir que si es innegable la filoginia quijotesca mucho más innegable e incluso sistemática es la denuncia por el Autor del Quijote de la misoginia ambiente. Disculpándonos por el anacronismo léxico, podemos afirmar que Miguel de Cervantes, particularmente en el Quijote, es uno de los más distinguidos valedores del feminismo occidental actual. La intensidad de esta actitud explica la presencia de la Novela del curioso impertinente como lectura en común de los personajes más significativos de la primera parte. No se olvide que el tema de la lectura, que da lugar a la inserción de esta novela como objeto de lectura por los personajes en la venta, es uno de los temas mayores del Quijote.

Podemos añadir que la Novela del Curioso impertinente es para nosotros, como lo hemos probado ampliamente en otro lugar, la historia de la relación de un antiquijote con las mujeres; la impertinencia estriba en creer que las mujeres deben ser sometidas a pruebas, para que aparezca la verdad de su virtud (tema de la misoginia ambiente vs filoginia quijotesca). La impertinencia de Anselmo, el Curioso impertinente, consiste en querer someter a prueba la virtud de Camila, su mujer, como si el valor de esta virtud no consistiera en ella misma, en su verdad de conciencia, sino en la experiencia que hacen de ella los otros, en su apariencia:

«el deseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa, es tan buena y tan perfeta como yo pienso, y no puedo enterarme en esta verdad, si no es probándola de manera que la prueba manifieste los quilates de su bondad, como el fuego muestra los del oro.», I.33.9.

Curiosidad impertinente que su amigo Lotario rechaza al preguntarle una y otra vez: «¿qué mejores títulos piensas darle después que los que ahora tiene, o qué será más después de lo que es ahora?… si es tan buena como crees, impertinente cosa será hacer experiencia de la mesma verdad», I.33.14;

y más adelante: «¿para qué quieres poner esta verdad en duda?», I.33.16.

Citas del Quijote: Salvador GARCIA BARDON, El Quijote para citarlo

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Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005.