País de albañiles y camareros
07.01.07 @ 13:15:00. Archivado en España, Sociogenética
Un buen título de artículo debe ser lo más corto posible: mejor una palabra que dos; mejor dos que tres, etc.
La cortedad del título debe incitar a leer el resto del artículo. Si no es el caso, no es el título de un buen artículo, sino un eslogan, que en general no será bueno si aparece como título de un artículo. Por su naturaleza el eslogan está destinado a funcionar sin mayor contexto verbal que el suyo propio, es decir el de sus palabras, cuya eficacia se basa en la memoria enciclopédica de sus destinatarios.
Con frecuencia los buenos títulos resultan de la abreviación de títulos más largos.
El título más largo, que he abreviado para encabezar este artículo, es: "País de especuladores, albañiles y camareros". La palabra suprimida, que reaparece ahora, apunta a la explicación causal de que nuestro país se haya convertido estos últimos años en un país de albañiles y camareros. Esta explicación causal queda más clara, para quien necesita más palabras para comprender lo que muchos han comprendido ya, diciendo que si nuestro país se ha convertido estos últimos años en un país de albañiles y camareros es porque así lo han querido los especuladores.
El sociogenetista postula que la aparición de los especuladores precede a la de los albañiles y camareros, lo cual hace que considere su acción especulativa como causa tanto de la monocultura de la construcción como de la monocultura del turismo, que es su hermana gemela.
Detengámonos un momento en este parentesco entre la monocultura de la construcción y la monocultura del turismo. La prueba más manifiesta de que ambas son engendros de la misma madre es que las dos han aparecido con la marca genética de la especulación: el boom español de la construcción es esencialmente especulativo como lo es el boom del turismo. Ambos han dado la espalda a las necesidades vitales del ciudadano de a pie del país, en vivienda y hospitalidad funcional, y se han dedicado a los caprichos de los ciudadanos del lujo, cuyas necesidades artificiales se acomodan perfectamente en el ámbito de la especulación, puesto que al ser ellos mismos especuladores disponen de un dinero fácil, siempre dispuesto a volver a especular.
¿A qué época remonta la presencia de los especuladores en nuestro país?
La presencia masiva de especuladores remonta a la época de la "cultura del pelotazo". Digo bien la presencia masiva, porque antes de la época de la "cultura del pelotazo" había especuladores notorios, cuyas figuras emergían como casos relativamente aislados, que no cundían porque estaban estigmatizados por la opinión pública. La época de la "cultura del pelotazo" coincidió y fue posible con la degeneración del socialismo en oportunismo y clientelismo, que se ha dado en llamar "el peor felipismo", cuya característica principal es el amoralismo político, social y económico, bajo la apariencia de socialismo. "El peor felipismo" dio lugar a la aparición de un fenómeno de imitación y concurrencia, cuyos efectos totalmente desbocados sufrimos todavía, en su fase de metátesis cancerígena generalizada.
He aquí la sociogénesis de este fenómeno, tal como la explica Heraldo.es, en sus páginas especiales consagradas al socialismo:
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Los oscuros "manejos" del poder
El Gobierno socialista permaneció en el poder durante catorce años en los que, a pesar de presentar un gran programa electoral y desarrollar con acierto el Estado del Bienestar, también cayó en el lado más oscuro del poder: la corrupción política, que se haría patente a partir de 1990. La prensa aireó todos estos episodios de corrupción, provocando auténticos terremotos políticos.
La "guerra sucia" de los GAL
En su lucha por terminar con el terrorismo, el PSOE agotó las vías democráticas y acabó combatiéndolo desde el lado antidemocrático. Se creó un ministerio paralelo en la sombra con el permiso y la subvención del Gobierno: desde octubre de 1983 hasta julio de 1987, un total de 30 personas relacionadas con la banda terrorista ETA murieron asesinadas. Era la "guerra sucia" de los GAL. Las más altas instancias del Ministerio del Interior estaban implicadas: el ministro Barrionuevo, el secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, el coronel de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, el secretario de los socialistas vascos, García Damborenea, los policías Amedo y Domínguez…
La "cultura del pelotazo"
El entonces ministro de Economía Carlos Solchaga apuntó a España como el país europeo en el que antes y más fácilmente podía hacerse dinero mediante la especulación. Efectivamente, esta posibilidad creó la llamada "cultura del pelotazo". Era la España de la "beautiful people" o "gente guapa": un círculo social con dinero e influencia que no dudó en aprovechar su poder para el lucro personal.
Los escándalos más sonados afectaron a los altos cargos del país. El director de la Guardia Civil, Luis Roldán, el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, el hermano del vicepresidente del Gobierno, Juan Guerra, el ministro de Sanidad, Julián García Valverde, y una larga lista, no dudaron en enriquecerse gracias a sus altas cotas de poder con todo tipo de actividades ilícitas. Incluso el PSOE acabó en los tribunales por crear una red ilegal de empresas para la financiación de su propio partido (Caso Filesa), cuya economía pasaba por una grave crisis tras los gastos de la campaña de 1986.
Como resultado de los escándalos, el Gobierno perdió la iniciativa política. Se empeñó en no reconocer sus errores, lo que creó un clima que entrevió por primera vez la posibilidad de desalojar al PSOE del poder central.