La Unión Mediterránea
16.07.08 @ 16:15:15. Archivado en Europa, Universidades, Hispanobelgas, España, Sociogenética, Antropología, Convivencias europeas, Educación, Migraciones, Pro justitia et libertate, Francia
Adopto como prólogo de este estudio polifónico el epílogo de un artículo de "La voz de los marroquíes en el extranjero", seguido de algunas reflexiones mías, inspiradas por los datos de una extensa bibliografía, disponible en la Red bajo la entrada "La Unión Mediterránea", bibliografía que confirma las opciones adoptadas con ejemplar eficacia por la actual diplomacia francesa.
El cuerpo del estudio lo constituirá mi traducción del artículo Europa: el futuro pasa por el Mediterráneo, escrito por Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores y europeos.
Ofrezco al lector la ocasión de sacar sus propias conclusiones, ya que la única pretensión de mi estudio, en las circunstancias de crisis conyuntural global extremadamente grave que vivimos, es el que sirva de punto de partida para un diálogo geopolítico de una urgencia extrema.
Imagen: La bandera de la UE, junto a las de varios países miembros, en Bruselas. (Foto: EFE)
Prólogo bilingüe
Esp. Cuna de varias civilizaciones y de las tres grandes religiones monoteistas, el Mediterráneo es una tierra de visión, donde el hombre ocupa una posición central, no sólo como individuo sino también como elemento de grupo, que esto sea de la familia, de la tribu, de la región o de la nación.
El valor del ser humano y de su progreso es la clave de la comprensión. La esperanza está en la instauración de una política de complementariedad y de un sistema de comunicación a doble sentido, que favorecería la movilidad de los Hombres, de las ideas y bienes en la mejor de las tradiciones y dentro de los valores socioculturales mediterráneos.
Fr. Berceau de plusieurs civilisations et des trois grandes religions monothéistes, la méditerranée est une terre de vision où l'homme occupe une position centrale soit en tant qu'individu soit en tant qu'élément de groupe qu'il s'agisse de la famille, de la tribu, de la région ou de la nation.
La valeur de l'être humain et de son devenir est la clé de la compréhension. L'espoir est dans l'instauration d'une politique de complémentarité et d'un système de communication à double sens, qui favoriserait la mobilité des Hommes, des idées et des biens dans la meilleure des traditions et des valeurs socioculturelles méditerranéennes.
Fuente: Portail YAWatani.com, La voix des Marocains à l'étranger.
Reflexiones
El Mediterráneo está en el centro de toda la gran problemática de este principio de siglo. Desarrollo, migraciones, paz, diálogo de las civilizaciones, acceso al agua y a la energía, medio ambiente, cambio climático: es en el sur de Europa donde nuestro futuro se juega.
Es urgente reconciliar las dos orillas de este mar, unidas y rasgadas por mil sobresaltos de la historia, hoy enfrentadas a las mismas esperanzas y a los mismos peligros.
Cerca de quince años después del comienzo del proceso de Barcelona, en 1995, Europa aún no ha tomado conciencia de su orilla meridional.
Por la primera vez en la historia del Mediterráneo, una cuarentena de países de la Unión Europea y del Mediterráneo se han reunido el 13 de julio en París al más alto nivel, representados por sus Jefes de Estado o de Gobierno. Para quien conoce los resentimientos de estos pueblos “enmarañados”, este encuentro es ya un éxito histórico.
Nada se ha dado por terminado el 13 de julio por la noche, pero la UpM (‘Union pour la Méditerranée’) está ya lanzada en torno a tres principios: un impulso al más alto nivel, con cumbres cada dos años; una asociación, con un Secretariado y una Presidencia paritarios entre el norte y el sur; y una prioridad a los proyectos concretos, que estos sean ecológicos o educativos, que se dediquen a las empresas o a la seguridad, que contemplen el diálogo de las culturas o una mejor gestión de las migraciones. Ésta es seguramente la originalidad más fuerte de esta Unión: la prioridad concedida a la acción, a los proyectos, de los cuales cada uno podrá medir el efecto real.
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Europa: el futuro pasa por el Mediterráneo,
por Bernard Kouchner, ministro francés de Asuntos Exteriores y europeos
En política, las mayores ideas son a menudo las más simples; son las que encuentran eco en el alma del pueblo, en la historia, en el sueño compartido. La unión de Europa, el encuentro de las culturas y religiones, la construcción de un carácter internacional basado en la paz y el derecho, la solidaridad: cada una de estas utopías realizadas nació de un sueño antiguo.
El proyecto de Unión para el Mediterráneo puesto en marcha por el Presidente de la República inmediatamente después de su elección está incluido en la misma visión. La idea es evidente: reconciliar por fin las dos orillas de este mar, unidas y rasgadas por mil sobresaltos de la historia, hoy enfrentadas a las mismas esperanzas y a los mismos peligros. La idea es evidente y en ella reside su grandeza.
El Mediterráneo está en el centro de toda la gran problemática de este principio de siglo. Desarrollo, migraciones, paz, diálogo de las civilizaciones, acceso al agua y a la energía, medio ambiente, cambio climático: es en el sur de Europa donde nuestro futuro se juega.
La idea es evidente, pero costó trabajo hacerla comprender. A partir de 1995, el proceso lanzado en Barcelona establecía una primera respuesta. Sus acervos distan mucho de ser desdeñables, pero no respondía ya a las esperanzas y daba la impresión de haber sido confiscada por los Europeos. Cerca de quince años más tarde, Europa aún no ha tomado conciencia de su orilla meridional. Esta es la razón por la que, desde hace un año, multiplicamos las iniciativas para todos nuestros socios, al Norte como al Este y al Sur de este mar común.
Se movilizó toda la diplomacia francesa. Los obstáculos fueron legión. Fue necesario convencer a nuestros socios españoles e italianos de que Francia no hacía tabla rasa del Proceso de Barcelona, sino que deseaba al contrario reactivarlo; nos empeñamos en demostrarlo a partir de los primeros días, en Roma como en Portoroz, durante el encuentro de los diez Europeos del Mediterráneo. Convencer a Alemania de que este proyecto no estaba orientado contra Europa; el acuerdo de Hannover entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy reconoce una evidencia: el Sur necesita Europa como Francia. Convencer a Turquía de que esta ambición no se substituía al deseo de Ankara de adherirse un día a la Unión Europea. Convencer a los países del sur que no íbamos a imponer un modelo exclusivo, sino proponer una asociación equilibrada. Fue necesario recordar que la presencia de Israel era natural. Fue necesario por fin hacer compartir por todos un proyecto de paz; es lo que me esforcé en hacer día tras día y durante la reunión del Foro mediterráneo de Argel en junio. Las mayores ideas, porque son las más simples, son a menudo las más difíciles de hacer aceptar. Fue el mérito mayor de nuestra diplomacia.
Este año de concertación ha enriquecido el proyecto de Unión para el Mediterráneo con las sugerencias de cada uno. Hoy es más fuerte, está mejor compartido. Por la primera vez en la historia del Mediterráneo, una cuarentena de países de la Unión Europea y del Mediterráneo se reúnen el 13 de julio en París al más alto nivel, representados por sus Jefes de Estado o de Gobierno. Para quien conoce los resentimientos de estos pueblos “enmarañados”, este encuentro es ya un éxito histórico.
La historia se lanza de nuevo. Es vehiculada por la nueva y aún frágil esperanza de paz que se dibuja. El acuerdo de Doha sobre el Líbano, obtenido gracias a la mediación de Qatar y la Liga árabe, sobre la base del plan en tres puntos presentado por Francia, después de mis numerosas misiones en Beirut, constituye el mejor ejemplo. Sería necesario también citar la tregua de Gaza bajo los auspicios de Egipto, las negociaciones israelosirias, gracias a la mediación turca; o los intercambios humanitarios entre Israel y el Hezbollá. Es necesario que este impulso se continúe, que la vida diaria de los Palestinos cambie por fin - su desamparo no es ya soportable - y que la negociación lanzada en Annapolis entre Ehud Olmert y Abou Mazen consiga hacer callar el escepticismo creciente. La conferencia de París sobre el Estado palestino fue un éxito; pero el ensayo debe transformarse. Francia se propone aplicarse activamente en la cumbre y hacer de ello una de las prioridades de su Presidencia europea, dado que el proceso de paz está amenazado. La Unión Europea debe desempeñar sin complejos todo el papel que le corresponde en el Oriente Próximo. Esta cumbre quiere ser la cumbre de la paz entre todos los Mediterráneos.
La historia pedirá tiempo. No se terminará nada el 13 de julio por la noche. Pero la UpM (‘Union pour la Méditerranée’) estará ya lanzada en torno a tres principios: un impulso al más alto nivel, con cumbres cada dos años; una asociación, con un Secretariado y una Presidencia paritarios entre el norte y el sur; una prioridad a los proyectos concretos, que estos sean ecológicos o educativos, que se dediquen a las empresas o a la seguridad, que contemplen el diálogo de las culturas o una mejor gestión de las migraciones. Ésta es seguramente la originalidad más fuerte de esta Unión: la prioridad concedida a la acción, a los proyectos, de los cuales cada uno podrá medir el efecto real. Tengo confianza, porque ya se han realizado muy hermosas iniciativas privadas.
¿Qué ambición más noble que la de hacer del Mediterráneo uno de los mares más limpios del mundo? ¿Qué ambición más alta que la de reunirnos en torno a nuestra historia; compartir nuestras culturas, favoreciendo los intercambios de estudiantes en el marco de un Erasmus mediterráneo; multiplicar los intercambios de universitarios y científicos? ¿Qué mejor ambición que trabajar en un plan solar mediterráneo para mejorar el acceso a la energía de las poblaciones del Sur? ¿Que ayudar a las PYME del Norte y del Sur a invertir en el Mediterráneo y a crear empleos? ¿Que mutualizar mejor nuestros medios de protección civil ante las catástrofes naturales? ¿Que desarrollar autopistas marítimas para conectar mejor el Mediterráneo oriental y el occidental? Muchos otros proyectos son posibles y realizables.
Con ellos, con el conjunto de los Estados socios, con las organizaciones internacionales en cuestión, la Unión Europea y la Unión africana, en particular, y con la Asamblea parlamentaria euromediterránea, deberemos seguir innovando, encontrando ideas y financiaciones, inventando proyectos. Deberemos pensar con grandeza, asociar todas las buenas voluntades de los Países del Golfo hasta África. Deberemos sobre todo actuar sobre el terreno, al nivel más local, con proyectos adaptados a las necesidades de las poblaciones.
Estemos a la altura de esta ambición histórica, seamos generosos, solidarios, inventivos. Todos somos Mediterráneos de corazón y de paz.
Original francés de este artículo: Europe : l'avenir passe par la Méditerranée, par Bernard Kouchner - Le Monde.fr. LE MONDE | 10.07.08.