martes, septiembre 19, 2006

Un malentendido gravísimo

Un malentendido gravísimo

Permalink 19.09.06 @ 15:18:00. Archivado en Universidades, Pro amicitia universale, Religiones

¿Un malentendido gravísimo en detrimento del Islam?

Observaciones de Jean-Marie Lustiger, antiguo arzobispo de París, recogidas por Henri Tincq y traducidas por S.G.B.

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¿Le inquieta el cariz tomado por la polémica después del discurso del Papa?

Estamos confrontados con un fenómeno mediático al límite del absurdo. Para los que no leyeron en su totalidad la “lección” que el Papa impartió en la Universidad de Ratisbona, este asunto es incomprensible. Y espantoso. Habrán bastado algunas palabras para que muchedumbres, que no tienen la menor idea de lo que se trata, se pongan a protestar gritando por la ofensa y desencadenen una pelea cuyos efectos no se sabe a quién aprovechan.

En cualquier caso, no aprovechan al Islam. No se respeta el Islam abajando, pisoteando a alguien que siempre se ha presentado como un honesto interlocutor y un amigo. El método es grosero y no creo que los musulmanes sinceros, si se informan, puedan suscribir a similar desencadenamiento de odio y violencia. Hay un malentendido gravísimo y este malentendido redunda, en primer lugar, en detrimento del Islam.

¿El Papa no cometió una torpeza citando un documento tan critico con el Islam?

Su pensamiento va al fondo de la cuestión crucial de la relación de Occidente con la religión, en particular con el Islam. El Occidente corre el riesgo de convertirse en completamente hermético a las religiones, si la “razón” secular sigue su propia deriva. Y, para el Islam, el efecto será, en Occidente, una actitud aún más reductora y más despiadada.
El cristianismo tiene la ventaja de arraigarse en la cultura occidental. Eso fue posible solamente gracias al encuentro de la razón griega y de la tradición bíblica. Y el Papa sugiere que, por esta mediación, el Islam podrá encontrar la puerta que le permitirá, a su vez, acceder a la razón crítica. Este camino sólo pertenece al Islam y queda claro que este discurso no tiene nada de ofensivo.

Algunos países musulmanes exigen que el Papa se disculpe...

Retarle a que se desdiga sobre un juicio que él no pronunció, es despreciar a un amigo. Los que exigen excusas no leyeron el discurso, o no lo comprendieron, o transforman en un reto político, lo más humillante posible, los términos de un debate que quería ser cortés. Si el juego consiste en desencadenar la venganza de las muchedumbres sobre palabras que no se comprenden, entonces las condiciones del diálogo con el Islam ya no se reúnen.

Sería muy inquietante si el debate se limitara solamente a palabras convencionales. Encuentro por fin degradante la actitud de los pescadores en ríos revueltos que, en los países occidentales, aprovechan de la circunstancia para abrumar al Papa, sin reflexionar sobre lo que está en juego en profundidad.

Artículo aparecido en francés en la edición de Le Monde del 19.09.06 14h14