lunes, marzo 04, 2013

Alberto Luna, provincial SJ, Paraguay: "Muchas gracias, Benedicto"



 

Alberto Luna Pastore es provincial de la Compañía de Jesús en Paraguay desde el 15 de febrero de 2011.
Alberto era precedentemente director del Centro de Comunicaciones de los Jesuitas del Paraguay, secretario del Provincial y coordinador de la Pastoral Juvenil.
Como superior provincial está al frente de los 70 jesuitas que forman parte de la Provincia del Paraguay, es el responsable de estas comunidades religiosas y de las obras que están a cargo de la Compañía de Jesús en el país.
Breve trayectoria:
Nace el 12 de octubre de 1960 en Caazapá, hace sus estudios primarios en Villarrica, donde vive con su familia entre 1967 y 1975; culmina su bachillerato en Asunción en 1978.
Entra en la Compañía de Jesús en 1979, en Paraguarí. Estudia filosofía en Asunción y teología en Belo Horizonte, Brasil.
Se ordena de sacerdote en 1990, en San Ignacio, Misiones.
Obtiene la licenciatura en Medios de comunicación en la Universidad Católica en 1996.
Trabaja en la pastoral juvenil y con jóvenes jesuitas (1997 – 1998), Maestro de novicios (1999 – 2005) en Paraguarí, regresa a Asunción como secretario del Provincial y encargado de comunicaciones, al mismo tiempo que acompaña a jesuitas en formación.
Alberto Luna es también poeta y cantautor. (1)
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El Padre Alberto Luna insta a los cristianos a comprometerse con la realidad paraguaya.
"Fiel a los principios de la Compañia de Jesús, el Pa'i Alberto Luna Sj defiende a los pobres, a los indígenas y a los olvidados" (Pati González · Dr. Luis Alberto de Herrea)
"El poeta y sacerdote Alberto Luna es el ejemplo de un hombre comprometido con los desposeidos del Paraguay. Grande Paí!" (Ricardo de la Vega)
Homilía del 1°de enero DE 2013
"Debemos como cristianos preguntarnos con responsabilidad y seriedad qué significa que nuestro patrimonio de fe deba ser comprendido de manera nueva en las actuales condiciones históricas del Paraguay, mirando a la cara de la gente del pueblo.
Ojala pudiéramos mirar a la cara de todos nuestros hermanos, ojala pudiéramos mirar a la cara de los familiares de los 11 campesinos y los 6 policías asesinados en Curuguaty, ojala pudiéramos mirar a los campesinos todavía presos por este triste y oscuro caso, ojalá pudiéramos mirar a la cara de los indígenas expulsados de sus tierras recientemente en criminales operaciones de desalojo, ojalá pudiéramos mirar a la gente que está siendo amenazada de salir de sus casas ante el avance de la Costanera
¿Qué debemos decirles en nombre de Dios? ¿Cuál ha de ser esa palabra, ese “testimonio coherente” que nos dice el Papa, que haga resonar en ellos una esperanza cierta, un motivo de alegría, una certeza de que ellos no son olvidados de Dios, como lo son muchas veces de los hombres?
En el contexto de desesperanza y creciente descreimiento ante una clase política que mayoritariamente ha defraudado y usurpado la soberanía del pueblo, mucha gente se resigna a que sea posible cambiar a nuestro país. A las puertas de las elecciones generales, ante la incapacidad de articular propuestas nuevas para el futuro, muchos piensan que ni vale la pena participar, que volveremos a lo de siempre, que no queda más que pescar alguna ventaja que nos pueda tocar de rebote. Nos preguntamos cuál ha de ser aquella buena noticia que de verdad sea motivo de alegría para todo el pueblo.
Mientras vemos que se malvenden las tierras del estado, con indígenas adentro, vemos al gobierno firmando a espaldas del pueblo acuerdos que lesionan la soberanía y comprometen el futuro de la nación, nos preguntamos cuál ha de ser el anuncio que con gestos, palabras y acciones sea capaz de movilizar a la gente, hacerle salir a la calle con fe en que el Paraguay que Dios quiere es posible y que juntos debemos buscarlo.
Nos preguntamos si hay formas de hacer un esfuerzo para caminar juntos con los intelectuales cristianos, con la gente de buena voluntad, los empresarios con visión social, que deseen ver realizado el proyecto de un nuevo Paraguay para “incidir en la transformación de las estructuras de la sociedad mediante la investigación social, la educación y la comunicación con las instancias sociales y políticas donde se toman decisiones para el cambio”.
Fuente: HOMILÍA DEL PADRE ALBERTO LUNA, SJ – 1°DE ENERO DE 2013
Iglesia de Cristo Rey – Asunción.
Mensajes de la homilía prohibida de Caacupé
El 8 de diciembre de 2011, el Padre Alberto Luna, provincial de los jesuitas, durante su homilía de Caacupé, cuestionó la legitimidad del gobierno actual de Paraguay, instando al mismo tiempo a los cristianos a comprometerse con la realidad.
Defensa del indígena pobre
El jesuita manifestó “¿qué estará sintiendo la defensora del indígena pobre, la Virgen de Caacupé, cuando un grupo de indígenas fueron expulsados de sus casas por orden de un juez? Se le habrá caído el corazón por el suelo al ver lo que pasa en nuestro país. También se le habrá caído el corazón por el suelo, al ver campesinos pobres que no tienen tierra, o que tienen muy poco, situados cerca de los grandes latifundios. Otros tienen que dejar sus tierras porque son intoxicados por venenos. Ellos tienen que ir a rebuscarse en las ciudades, pasando a vivir en los bañados, derritiéndose en casitas. Luego, tienen que volver a salir de estos lugares. En estos momentos está la construcción de la costanera, que se toma como un factor de progreso; sin embargo, otra vez, va a expulsar a mucha gente para ir a vivir en otro lugar”, lamentó.
La pobreza como raíz de la violencia
En otro momento, el P. Luna manifestó que actualmente se habla mucho del tema de la inseguridad, el robo y el asesinato, sin considerar que los mismos están relacionados con la situación de pobreza en que está sumido el país. “La raíz de la violencia está en la pobreza, el abandono, la falta de vivienda, escuela, la enfermedad, la falta de comida, la vestimenta. No habrá paz si no nos levantamos contra la pobreza”.
¿Qué pasó en Curuguaty?
Siguiendo con la lista de situaciones problemáticas, habló también del tema Curuguaty. “A la Virgen se le habrá caído también el corazón por el suelo, por lo que pasó en Curuguaty en junio de este año. Una tierra del Estado paraguayo de la que alguien se apropió. Aquí hermanos paraguayos se enfrentaron. Hasta ahora no se aclaró qué pasó allí. No se sabe si es que campesinos mataron a policías o, policías mataron a campesinos. O, si aparecieron francotiradores con armas pesadas. Esta situación descompone y separa a las familias paraguayas”.
Políticos se pusieron de acuerdo para echar al gobierno legítimo
Para el P. Luna, el juicio político fue producto de un acuerdo entre los partidos políticos para destituir a un gobierno legítimo y así colocar a otro pero sin legitimidad social. “Luego, vino el juicio político que nos dividió más todavía. Dirigente y partidos políticos e pusieron de acuerdo para echar al gobierno legítimo y poner a otro que el pueblo no eligió. Nosotros lo católicos nos encontramos divididos ante el juicio político. Se descompuso la democracia”.
El papel del cristiano en la coyuntura actual
El sacerdote instó a los cristianos a buscar la verdad y no adherirse a un sistema que carece de legitimidad, como es el gobierno de Franco. “Los católicos estamos llamados al compromiso con nuestro pueblo, en la búsqueda de la verdad. No debemos temer a la verdad. Más allá de las alianzas o vínculos con grupos o sectores políticos, económicos, debemos buscar la justicia, el diálogo maduro y honesto. Más allá de las posturas personales, la Iglesia debe buscar la verdad y la justicia.
◊ Si el cristiano va a tomar partido, lo debe hacer por el pobre. La política es una herramienta que necesitamos y además se debe usar bien. La democracia es buena y tenemos que promocionar en nuestro país. La soberanía es del pueblo , no del gobierno”, afirmó. ◊ (2)
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MUCHAS GRACIAS, BENEDICTO, por Alberto Luna SJ, provincial de los jesuitas de Paraguay
Muchas gracias por enseñarnos con el ejemplo de tu humilde y sincera renuncia que otra Iglesia es posible, que se pueden cambiar prácticas milenarias que ya no tienen sentido hoy. Gracias por tu testimonio de libertad, por no dejarte doblegar por el peso de una tradición de siglos, por no dejarte recortar por una ley que te habilitaba a seguir indefinidamente, gracias por ser libre ante lo que podrían decir los demás, por ser libre de ambiciones de poder o de gloria personal.
Gracias por ser fiel a tu conciencia y por enseñarnos con el ejemplo que, en última instancia, toda persona debe tomar sus decisiones fundamentales guiándose por lo que en su interior juzga sincera y honestamente como lo mejor, sin dejarse condicionar por el miedo ni por presiones externas de tradiciones ni leyes, y que esto es ser fiel a Dios y a la verdad más honda de la persona humana.
Muchas gracias por mostrarnos que por encima de la autoridad y sus fueros, aunque sean los de un Papa, está el derecho de los cristianos a ser bien atendidos por sus pastores. Gracias por anteponer tu preocupación por la calidad del cuidado pastoral del pueblo cristiano a las prerrogativas de mantenimiento del poder personal o corporativo en la Iglesia, gracias por confirmarnos que, para un cristiano, la autoridad siempre se debe ejercer en función del servicio a los demás.
Gracias por abrir esta pequeña brecha en el muro de las pesadas tradiciones eclesiales y por sacudir nuestros modos de vida tan estáticos e inamovibles. Gracias por abrir una rendija para dejar pasar este viento fresco del Espíritu dentro de la Iglesia. Gracias por tu ejemplo que esperamos animará a muchos otros a dejarse conducir con libertad y coraje por el Espíritu del Señor, para que éste “renueve la faz de la tierra”.
Gracias por dejar confiadamente a la Iglesia en manos de su Sumo Pastor, nuestro Señor Jesucristo, que la conduce y guía. Gracias por honrar el “Año de la fe” al hacer con tu renuncia un gran acto de fe en la Iglesia, en los demás más que en tus propias fuerzas, gracias por confiar en el relevo, en los que vienen detrás.
Muchas gracias Benedicto por descender del trono y ponerte más cerca de nosotros, por bajar voluntariamente al lado de los pequeños, por estar desde ahora como un cristiano de a pie, como un “simple peregrino” al lado de muchos otros en la Iglesia.
Muchas gracias por tu sincera entrega como “un humilde trabajador de la viña del Señor” al servicio de la Iglesia católica en todos estos años. Gracias por entregarte con sencillez y energía a servir a la Iglesia con las cualidades y límites de tu persona.
Gracias por tus esfuerzos para mantener la unidad de la Iglesia en medio de corrientes internas tan dispares y contradictorias; gracias por reconocer, asumir y buscar sanación de los pecados que amenazan hundir la barca de la Iglesia.
Muchas gracias, en fin, en nombre de mis compañeros jesuitas, por el gran respaldo que has dado a la Compañía de Jesús, por habernos confirmado en nuestras opciones fundamentales y por habernos animado a seguir “sirviendo al Señor y a la Iglesia” en las fronteras de la lucha por la fe y la justicia, la inculturación del mensaje cristiano y el diálogo inter religioso.
Aguyjevete mante karai guasu, karai Papa Benedicto, ovaletereíma eguata va’ekue ore ndive ko’a peve, Ñandejára ta nde rovasa jo’a jo’a ha Tupãsy ta neñongatu imánto guýpe.
Pa’i Alberto Luna, SJ.
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Otras Fuentes: