viernes, enero 22, 2010

Ya en 2008, los jesuitas haitianos denunciaban la vida cara


Haití/Vida cara/Protesta: Los jesuitas fuertemente interpelados
sábado 12 de abril de 2008
Posición de los sacerdotes jesuitas en Haití
Documento sometido a AlterPresse el 10 de abril de 2008
Nosotros, jesuitas que trabajamos en Haití en distintos ámbitos, somos testigos del drama diario que viven millones de nuestros hermanos y hermanas haitianos. Como Yahvé en el desierto, vemos la miseria de nuestro pueblo y oímos sus gritos: “Soy Yahvé, tu Dios. He visto tu miseria y oído tu grito. Conozco tus angustias. Lo que quiero para ti es la vida, y no la muerte. ¿Pero a quién enviar para liberarte? Anteriormente, Moisés fue mi mensajero, para liberar a mi pueblo y sacarlo de la esclavitud de Egipto. En mi Nombre, lo había conducido a una tierra donde fluye la leche y la miel ”. (Ex 3,7-12)
La miseria de nuestro pueblo hoy son:
Estos millones de Haitianos y de Haitianas que son víctimas de la subida vertiginosa e incesante de los precios de los productos de primera necesidad, y que son incapaces de satisfacer sus necesidades más esenciales, incluso la comida.
La reducción de la producción nacional en todos los sectores de la economía, reducción que conduce al hambre y a la indigencia más total
El empobrecimiento vergonzante e insoportable de nuestras poblaciones urbanas y rurales
La subida de la inseguridad, especialmente la violenta reaparición del fenómeno del secuestro y de la desesperación de los jóvenes
Nuestra nación, que está hundida en la vergüenza y la desesperación, con su soberanía pisoteada y la mayor parte de su población viviendo en condiciones inhumanas
La miseria de nuestro pueblo hoy son también:
La incapacidad total de la mayoría de nuestros gobernantes a encarar los problemas fundamentales de la sociedad
La ausencia total de una oposición política constructiva, susceptible de controlar y estimular la acción gubernamental en beneficio de la nación.
La aniquilación total de la función política del Parlamento, por medio de métodos malhonestos como los sobornos, la corrupción, etc.
La irresponsabilidad de la comunidad internacional, en particular de los países que se proclaman amigos de Haití, instituciones financieras internacionales (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, etc), que no mantuvieron sus promesas a Haití, asistiendo cínicamente a la caída en el abismo de la sociedad haitiana.
El pueblo haitiano, pueblo valiente como el que más, esta vez ya no puede más. Torturado por la miseria, grita. Su grito se convierte en llamada.
El grito del pueblo hoy son:
Estos millares de jóvenes que inundan las calles, para decir que ya no pueden más y que exigen a los responsables políticos que asuman su responsabilidad
Estos millones de parados, torturados por el hambre, que gritan su cólera a través de las calles de Port-au-Prince y las ciudades de provincias.
Estos padres y madres de familia que pasan varios días sin poder alimentarse y que están gritando su miseria en las manifestaciones callejeras, etc.
Estos niños descarnados de los barrios de chabolas y del campo, que gritan cada día porque no encuentran nada que comer y que están sin futuro.
¡Llama, grita, no bajes nunca los brazos, oh tú, pueblo, ánimo! Te toca a ti ayudarme a ayudarte. Contigo puedo hacer mucho. Sin ti no triunfaré. Me necesitas, lo sé. Soy tu Aliado irreemplazable. Pero yo también te necesito a ti, tus gritos, tu unidad, tu experiencia de pueblo enfermo, tu valor. Vamos, trabajemos juntos. La victoria será nuestra, ya que luchamos por una causa justa. Conoces mi nombre: SOY DIOS DE LA VIDA Y NO DE LA MUERTE. Conoces mi Proyecto. Jesús de Nazareth lo expresó bien en el Cuarto Evangelio: “Yo he venido para que viváis y estéis llenos de vida” (Jn 10,10)
Nos interpela brutalmente esta situación intolerable e indignante que amenaza con hundir nuestro país en nuevos dramas; nos sentimos profundamente unidos a este pueblo enfermo y sinceramente solidarios de los que son las mayores víctimas. Ésta es la razón por la que, en nombre de nuestra fe cristiana y de nuestro compromiso como religiosos jesuitas, exhortamos con fuerza a:
Los responsables políticos:
Que el Presidente de la República tome rápidamente las decisiones políticas que se imponen, para restablecer la confianza y la paz; que inicie una reforma en profundidad de las instituciones públicas, para poner por fin el país en la vía del desarrollo
Que los Altos responsables del Estado (Primer Ministro, Ministros, Secretarios de Estado y Directores Generales, los Senadores, los Diputados etc) elaboren a corto plazo y apliquen cuanto antes un programa urgente (real y eficaz) que reduzca los sufrimientos de la población; a largo plazo, que utilicen los recursos intelectuales y los conocimientos técnicos, tanto nacionales como extranjeros, con el fin de elaborar y aplicar un verdadero plan de desarrollo nacional.
Que los partidos y las organizaciones políticas asuman su responsabilidad de crítica y de control de la acciòn gubernamental; que ayuden en la búsqueda de soluciones adaptadas al drama que vive nuestra sociedad; que participen efectivamente en la reforma del Estado, para sacar por fin a nuestro país de la vergüenza y del marasmo.
Que los comerciantes, los industriales, los importadores, los banqueros y otras fuerzas vivas de la nación aporten su contribución a la reducción de los sufrimientos de nuestros conciudadanos y conciudadanas; que tomen conciencia de la necesidad de trabajar juntos, para ayudar a Haití a ponerse de pie.
Que todos los componentes de la sociedad civil: cuadros religiosos, educadores, estudiantes, responsables y miembros de asociaciones, sindicalistas y obreros, artesanos, pequeños comerciantes, agricultores, etc., nos pongamos de pie, para buscar juntos las soluciones a los problemas de nuestro pueblo.
Que la comunidad internacional, en particular los países que se proclaman amigos de Haití, que las instituciones financieras internacionales, etc., respeten sus compromisos con Haití, en particular, sus numerosas promesas de cooperación, y que ayuden efectivamente al país a salir de este cenagal.
¡O Pueblo haitiano! Sigue llamando, gritando y convocando a aquéllos y aquéllas que habías elegido para servirte. Tu fuerza será la no violencia organizada y apoyada. La violencia no es nunca eficaz. "Tú me llamas. Sí, estaré contigo y dentro de ti por la potencia de mi Espíritu".
En nombre de los jesuitas de Haití :
P. Pérard Monestime, sj
P. Derino Sainfariste sj
P. Kawas François, sj
P. André Charbonneau,sj
P. Miller Lamothe, sj
P. Claude Souffrant, sj
P. Ramiro Pampols, sj
P. Kénel Sénatus, sj
P. Gilles Beauchemin, sj
P. Gontrand Décoste sj
Hermanos: Mathurin Charlot sj
Thomas Dabady, sj
P. Godefroy Midy sj

Original del texto en francés: Haiti/Vie chère/Protestation : Les Jésuites fortement interpellés
Publié par Alterpresse: Réseau alternatif haitien d'information du Groupe Médialternatif
Traducción al español de Salvador García Bardón

-oOo- 

Archivado en Europa, Las Américas, Amistad Europea Universitaria, España, Sociogenética, Ética, Religiones, Pro justitia et libertate, Geopolítica