jueves, mayo 24, 2007

Inventar otra Marbella, más bella, 1/2

Inventar otra Marbella, más bella, 1/2

Permalink 23.05.07 @ 00:57:00. Archivado en España, Sociogenética, Ética

Lo peor que puede pasarle a alguien es inventarse un pasado de inocencia falso, pretendiendo que a partir de él puede costruirse un futuro de virtud verdadero. Indefectiblemente, por una regla sociogenética elemental, el futuro construido sobre este tipo de invención será tan falso y tan culpable como su pasado.

Las religiones escenifican esta regla sociogenética mediante el mitema que denominan del « pecado original ». En el caso de las creencias de origen judaico, como son las hebreas, las cristianas y las musulmanas, el pecado original de la pareja originaria explica todos los otros pecados, tanto de esta misma pareja como de todos sus descendientes.

La única solución que cabe a quien nace con la herencia de un pecado original es reconocerla y, para superarla, ponerse entre las manos de quien puede redimirlo, ayudándole a liquidar esta deuda del pasado y ofreciéndole la posibilidad de construir un nuevo futuro, que no sea la repetición del error del pasado, sino una verdad nueva: la verdad del arrepentido redimido.

He aquí, evocado siguiendo los pasos de Moncho Alpuente y Maruja Torres, el relato del pecado original de Marbella, ciudad que fue considerada, desde los comienzos del turismo en los años cincuenta, como el lugar paridisíaco por excelencia de la Costa del Sol, lo cual le brindó la ocasión de convertirse en el lugar privilegiado del mitema que nos ocupa aquí.

La Costa del Sol comenzó su andadura turística


“como coto privado y protegido de especímenes políticos en retirada, cementerio de elefantes, cubil de hienas que habían perdido los dientes en las luchas intestinas del franquismo feroz y se consolaban con el oro de millas de arena blanca. José Antonio Girón de Velasco, ex ministro falangista, demagogo y golpista en la sombra, era el rey de aquel parque jurásico en cuya fauna medraban príncipes arruinados y reciclados en promotores turísticos e inmobiliarios, aristócratas golferas, playboys a la baja, truhanes retirados, actrices jubiladas y jeques árabes dispensadores de opíparas propinas. Un caldo de cultivo cuyos ricos aromas resultarían irresistibles para los grandes depredadores, dispuestos a enriquecerse a toda costa, en todas las playas y calas de la comarca.”

“Al León de Fuengirola le sucedería como rey de la selva el Monstruo de Marbella que llegó precedido de una siniestra fama de enterrador tras la catástrofe de Los Ángeles de San Rafael.

Jesús Gil y Gil, antes de desembarcar en Marbella, había pasado una breve temporada a la sombra como responsable del hundimiento de un edificio en el que perdieron la vida más de cincuenta personas. Indultado por especialísima gracia del Generalísimo, el desalmado promotor resurgió de las cenizas de sus víctimas y reconstruyó su vida y su obra sobre dos firmes pilares, la política y la empresa, tanto monta, monta tanto y aquí te pillo, aquí te mato. Entre sus inversiones se contaría pronto el Atlético de Madrid, una poderosa tribuna publicitaria y tapadera excelente.

Jesús Gil hizo todo lo posible por convertirse en Berlusconi pero le perdieron sus modales y su torpe aliño indumentario; además, el "Atleti" no es el Milan, Roma no es Marbella y no es lo mismo tener en propiedad canales de televisión y periódicos que figurar en ellos como invitado permanente, productor de escándalos y repartidor de exabruptos. Gil usó y abusó de los medios de comunicación que, a cambio de titulares ostentóreos, le celebraban en portada sus groseras ocurrencias. Lo de ostentóreo fue una ingeniosidad que se le escapó sin querer al monstruo, un neologismo, mezcla de ostentoso y estentóreo, que serviría para definirle.

La olla podrida destapada recientemente en Marbella tiene muchos cocineros, pero sería injusto no mencionar a los compañeros de oficio que adobaron y removieron el guisote durante tanto tiempo, incluso después de la muerte de Gil, con las danzas y malandanzas del nuevo edil consorte de la famosa tonadillera por cortijos y juzgados. El periodismo de investigación de alcobas y braguetas, nunca se ocupó del señor Roca, muñidor en las tinieblas de todas las tramas, tan discreto en su vida pública como ostentóreo en la privada. De haber sabido que entre su ingente y solapado patrimonio contaba el señor Roca con un tigre de Bengala, vivo, y con un museo particular de animales muertos, auténtica galería de los horrores cinegéticos, los paparazzi de los coglioni le hubieran hincado el diente mucho antes al escurridizo señor de los ladrillos y las recalificaciones.”

Moncho ALPUENTE
Los tigres de la Costa del Sol
12/04/2006


“-Siendo Marbella lo que es, ¿no es normal que haya terminado así?

La pregunta, tan retórica como cínica, la formula en voz alta un comerciante establecido en Marbella pero de origen extranjero, alguien lo bastante cercano y, sin embargo, ajeno, como para ejercer de observador relativamente imparcial y permitirse opinar.

-Ahora andan todos tristes y deprimidos -añade. Y añoran el pasado. Aquí estaban contentos con Gil y Gil, y hasta con Julián Muñoz. Se sentían protegidos. Luego todo fue de mal en peor.

Juicios demoledores que el habitante medio de esta tierra mítica jamás se atreverá a explicitar ante un forastero, menos aún si se trata de un periodista. Nosotros hemos contribuido a divulgar sus males; pertenecemos al grupo de los otros, a quienes culpabilizan de su actual postración, empezando por los políticos que ellos mismos eligieron y jalearon. Sobre todo -y ésta es la parte peor: la negación-, ningún ciudadano osará reconocer ni siquiera en su fuero interno esas verdades del barquero que ponen en entredicho su propia inocencia."

Maruja TORRES
Como una hija guapa después de la caída
13/05/2007

Con ocasión de las elecciones del 27 de mayo, ¿No habría que inventar otra Marbella, más bella?