martes, noviembre 07, 2006

Europeos desdentados

Europeos desdentados

Permalink 07.11.06 @ 18:45:00. Archivado en Europa, Ética

¡No solamente los ancianos!

Entre un 10 y un 15% de la población está completamente desdentada en Bélgica y un 39% tiene una prótesis dental total o parcial.

Aunque este tipo de problemas es más frecuente en los ancianos, algunos estudios consideran que en la población con una edad de 45 a 54 años, un 12% no tienen ya ningún diente natural, 9% tienen dificultades para masticar y casi una persona sobre dos tiene una prótesis dental (1). Además se estima en un 9% el número de personas que renuncian a la adquisición de una prótesis dental y en un 26% el número de personas que renuncian más generalmente a los cuidados dentales (2).

Si esta es la situación en Bélgica, país clasificado como uno de los más afortunados de Europa en el plano de la asistencia sanitaria, ¿cuál debe de ser la situación en el resto de los países de la Unión Europea?

Mientras que en Bélgica se ha limitado el número de candidatos a la licenciatura en dentistería en las Universidades, para frenar el exceso de la oferta profesional, en otros países hay una falta alarmante de dentistas.

Ahora bien, si a pesar del exceso de dentistas hay tantos belgas total o parcialmente desdentados, esto indica que el problema de la dentistería no es solamente económico, sino dentológico y ético. Dentológico, para la profesión, que no goza precisamente de buena fama, sobre todo en el tema de las prótesis dentales, y ético para el común de los mortales, que constata diariamente que los dentistas no sólo les arrancan los dientes y los euros, sino también el pelo.

Si esto les sucede a los belgas, les dejo imaginar a ustedes qué les sucede al resto de los europeos.

Siento decirles que, si no tomamos cartas en el asunto, dentro de poco todos los europeos, al sonreír, bastante acomplejados, mostraremos al resto del mundo que, muy a pesar nuestro, estamos desdentados.

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Los excluidos de las prótesis dentales
Entrevista: Joëlle Delvaux; adaptación y traducción: Salvador García Bardón.

En Bélgica, un 39% de la población tiene una prótesis dental parcial o total. Pero los criterios para beneficiarse de un reembolso por el seguro de enfermedad excluyen a muchísimas personas, que deben entonces o bien gastar centenares de euros para pagar su prótesis dental o simplemente renunciar. Una situación que denuncia el servicio social de la “Mutualidad cristiana”, que hace un llamamiento para que la política de prevención no olvide los cuidados indispensables.

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Encuentro con Sarga Jacquinet, responsable del servicio social en la ANMC (Alliance Nationale des Mutualités Chrétiennes ‘Alianza Nacional de las Mutualidades Cristianas’).

Foto: Es bastante frecuente en Bélgica que las personas
deban gastar entre 800 y 1200 euros
por una prótesis dental
.

En Marcha: Los servicios sociales de las mutualidades están en primera línea, para detectar e indicar las dificultades recurrentes encontradas por los pacientes (3). El acceso a las prótesis dentales parece un problema especialmente agudo para toda una serie de personas. ¿Qué constatan sobre el terreno?

Sarga Jacquinet: Concretamente, un número considerable de personas, especialmente en los medios sociales desfavorecidos, no entran en las condiciones de edad y de derogaciones para poder beneficiarse de un reembolso de su prótesis dental por el seguro de enfermedad. Por otra parte, los pacientes se enfrentan con elecciones complejas e inseguras ante las técnicas y materiales que les son propuestos por los expertos, a precios extremadamente variables, mientras que el reembolso por el seguro obligatorio es global. Esta dificultad es agravada por el hecho de que ¡cerca del 50% de los dentistas no están concertados oficialmente!

Según los expedientes que hemos visto, ¡no es raro que las personas deban gastar entre 800 y 1200 euros por una prótesis dental! Para las familias o las personas con ingresos limitados, esta suma es obviamente demasiado pesada a asumir, tanto más que hacen frente al mismo tiempo a otros gastos que no pueden evitar o prorrogar (pensión alimenticia, reembolso de deudas, otros gastos médicos, etc.). En muchas situaciones, la persona (parcialmente) desdentada se obliga finalmente a renunciar a su prótesis dental. Ahora bien, las prótesis dentales contribuyen a restablecer la fisonomía, la elocución, la masticación y más globalmente, pero no menos significativamente, el bienestar de la persona, su aprecio de sí misma, y por consiguiente, sus oportunidades de integración socio-profesional.

EM.: El reembolso de las prótesis dentales por el seguro de enfermedad ¿no es pues adecuado? ¿Por qué?

SJ: En materia de prótesis dentales parciales o totales, la intervención del seguro de enfermedad sólo está prevista para los mayores de 50 años o más. Algunas derogaciones a este límite de edad están previstas en un cierto número de situaciones sanitarias, dignas de interés y bajo algunas condiciones.

Es necesario reconocer que el reciente descenso del límite de edad para las prótesis dentales totales (de 60 a 50 años) ya ha permitido solucionar un número bastante importante de situaciones preocupantes. Pero el examen más preciso de las derogaciones previstas al criterio de edad, permite entrever que este criterio cede claramente la prioridad a las razones puramente médicas en el origen de la pérdida o de la extracción de los dientes: enfermedades colorectales, quimioterapia, intervenciones deterioradoras del sistema digestivo, desventaja persistente que vuelve imposible conservar una higiene oral correcta, ausencia congénita o hereditaria de múltiples dientes, etc.

Esta lista restrictiva permite muy probablemente evitar un aumento demasiado sensible del presupuesto consagrado a los cuidados dentales y demuestra la preocupación del legislador por concientizar al paciente sobre su responsabilidad personal. Pero esta evidencia plantea sin embargo un problema, y merece un debate social, ético y político. En efecto, es la primera vez que se condiciona el reembolso de la asistencia sanitaria al comportamiento adecuado del paciente. En este caso, ¡éste no será reembolsado por su prótesis dental si se juzga responsable de la pérdida anticipada de sus dientes!

EM.: Esta responsabilización es efectivamente desafiante. Es como si se quisiera castigar o penalizar a las personas que no pudieron beneficiarse de las campañas de prevención. Se sabe con todo que el capital dental está muy desigualmente repartido, tanto por razones hereditarias como por razones sociales.

SJ: Es absolutamente verdad. ¡Responsibilizar al paciente con relación a su capital dental es en sí una buena cosa! ¡Más vale prevenir que curar! Pero la prevención es, por esencia, una estrategia sanitaria encaminada a reducir a largo plazo los costes para el paciente y para la colectividad. La prioridad a la prevención no puede sin embargo conducir a los “menos- afortunados”, en el plano dental, a verse rechazar cuidados considerados hoy como indispensables. Esta conclusión es tanto más evidente cuanto que las campañas de prevención no afectan necesariamente al público al que deberían concernir prioritariamente. Sabemos que incluso cuando la gratuidad está asegurada, la persona vacila demasiado tiempo, ¡tal es la fuerza del recelo que considera el mundo de la odontología como poco transparente y con fama de muy costoso! Los precios no están anunciados y abordar un debate sobre el precio es aún un tabú para muchos pacientes. Sin contar que, para familias víctimas de dificultades múltiples, deber negociar un precio es difícil y las remite a una representación negativa de ellas mismas que nos resulta difícil comprender.

EM.: Ofrecer la gratuidad (reembolso al 100% de la tarifa acordada oficialmente) de los cuidados dentales para todos los niños menores de 12 años es, a pesar de todo, una buena medida preventiva.

SJ: Sí, pero este nuevo derecho, sin acompañamiento y sensibilización de las poblaciones con riesgo, no bastará probablemente para responsibilizar a cada niño, con la ayuda de sus padres, para que preserve su capital dental el mayor tiempo posible; tan persistente es la convicción de que el dentista duele mucho y cuesta caro, idea de autoprotección que está ampliamente extendida, especialmente en estas poblaciones.

Respecto a situaciones socioeconómicas precarias, incluso la gratuidad de los cuidados no aparece ya como incentiva, tanto ha cedido progresivamente el paso el reflejo preventivo, en cualquier ámbito que sea, a la urgencia de lo diario.

¿Cómo, por lo tanto, acompañar eficazmente este nuevo derecho? ¿Cómo difundir una información accesible y específica? Estos son retos importantes si no se quiere que la prevención conduzca a una política de salud elitista, reforzando el capital-salud de los ricos con buena salud y excluyendo a los enfermos pobres.

Se podría, por ejemplo, enviar un correo personalizado a todos los niños que no se han beneficiado al menos de una visita al dentista durante el año anterior. Esta medida podría por otra parte ampliarse a todos los adolescentes y adultos, por lo que se refiere al examen anual oral preventivo.

EM.: Volvamos de nuevo a la cuestión de la responsabilidad del paciente en la pérdida de sus dientes. Cuando se observa de más cerca la lista de las condiciones médicas para beneficiarse del reembolso de una prótesis dental antes de los 50 años, se ve que algunas enfermedades como el alcoholismo y la toxicomanía no se mencionan.

SJ: Efectivamente. Todo funciona como si algunas patologías disculparan al enfermo y otras no. Sentimos que, sobre este terreno, el discurso de responsabilización es un discurso sobre todo culpabilizador. Así pues, el alcoholismo y la toxicomanía aparecen hoy como enfermedades donde la responsabilidad del paciente se comprometería aún más que en otras. ¿Se está tan seguro de esto? Y en caso afirmativo, ¿es suficiente esta razón para excluir a estas personas de una restauración de su auto-aprecio, cuya función es indispensable en el marco de la revalorización social?

EM: ¿Qué proponen concretamente?

SJ: En primerísimo lugar, abogamos para que se amplíe el campo de las derogaciones a todas las patologías que pueden conducir a un deterioro precoz de la dentición. En otras palabras, ¿la prioridad no debe ser también el responder a las situaciones donde la ausencia de dientes, cualquiera que sea el motivo, se revele desventajosa para la persona, en el marco de su bienestar personal y de su plena participación social?

Se deberían también evaluar aún más los costes ocultos de la ausencia de dentición sana (dificultad de alimentación, riesgo de infecciones, dificultad en el mercado del empleo, aislamiento social, depresión, etc.) en comparación con las ventajas y los costes de una política menos económica y más orientada a largo plazo.

Por otro lado, deben aportarse soluciones a los enfermos que los dentistas denominan en su jerga propia los pacientes del “cuarto grado”, que son aquellos cuyo estado dental es de tal grvedad, que la ausencia de cuidados y soluciones duraderos puede conducir a patologías mucho más graves (agujeros óseos en la mandíbula, infecciones que pueden provocar complicaciones cardíacas, renales, etc.). Estos enfermos - ¿más responsables que otros?- y que la sociedad sigue ignorando y excluyendo, incluidos los cuidados de primera necesidad, reclaman toda nuestro atención y requieren nuestra solidaridad.

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Notas

(1) Investigación de la salud mediante entrevistas, Bélgica 2004 - Instituto Científico de la Salud Pública.

(2) Barómetro social 2000: “accesibilidad y aplazamiento de la asistencia sanitaria” - Unión nacional de mutualidades socialistas.

(3) Los servicios sociales regionales del MC han creado un grupo de trabajo que tiene por objetivo la recopilación, el análisis y el seguimiento de las señales de alarma, es decir, de las dificultades recurrentes encontradas por los usuarios de servicios sociales. Desde el mes de abril de 2003, la comisión se aplicó al tratamiento de las dificultades financieras de acceso a las prótesis dentales e identificó en este marco a 39 personas en gran dificultad.