miércoles, abril 01, 2009

Los exiliados de 'El infierno vasco' 2/2

Los exiliados de 'El infierno vasco' 2/2

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"Hemos hecho una película que supongo que la mayoría de ustedes saben de qué va, de las personas que se tuvieron que marchar de esta tierra. Y un libro...

más de 700 ertzainas viven fuera de la Comunidad Autónoma del País Vasco, cuya seguridad tiene encomendada el cuerpo al que pertenecen. Son el 10% de los efectivos y eso debería hacer avergonzarse al partido que sostiene el Gobierno.

Que el cuerpo de seguridad resida fuera por razones de seguridad, me hace sentir el mismo desconcierto que Woody Allen en ‘Coge el dinero y corre’ cuando su psiquiatra le llama llorando a las tres de la mañana. No es sólo que el psicoanalista nos pida sopitas, es que, como dijo Martin Luther King: “Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX no nos parecerá lo más escandaloso las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”. Parece que en el XXI será lo mismo. Si yo me dirigiera a cualquier persona de este país y le preguntara cuántos profesores de la UPV viven amenazados, contestaría, y ya he realizado la prueba, que 50 o 100.

Así empieza el testimonio del profesor Aurelio Arteta, que abre el libro. Según el rector de entonces, 10. El problema no es que haya muchos amenazados, sino que sean pocos. Apenas 10 han recibido algún tipo de atención particular por parte de ETA. Lo que prima en la UPV, como en el resto de la sociedad vasca, es el silencio, el consentimiento, el pasar por el aro… Ése es el problema".

Imagen: Un niño charla con dos ertzainas junto a una fotografía del etarra fallecido Pelopintxo, durante la concentración realizada en Amorebieta.
EFE , | 13/08/2007

Alfonso Galletero:

Como no tengo tantas tablas en esto de los bolos, me escribo siempre el texto, que es la mejor manera de improvisar. Lo he llamado ‘Consideraciones sobre el infierno’. No es que nuestra película haya provocado reacciones desmedidas. Los que compartían las tesis se han contentado con asentir y felicitarnos y darnos las gracias, y los otros nos han ignorado, que es lo que habitualmente hacen y no lo hacen mal. Entre estos últimos, esa voz con talento que es Efrén Vázquez, que dice que deberían ponerse trabas en Euskadi a quien no hable euskera. Y tiene talento porque hace esta afirmación tras reconocer que él no lo domina. No soy irónico: sabe que apellidándose Vázquez y no hablando euskera, lo mejor es defenderlo a ultranza para seguir perteneciendo a la tribu y que algún día pueda fundar la escuela vasca de motociclismo, con su gran cantera vasca. Es evidente que el amigo Efrén no sabe o no quiere saber nada del infierno, que vive en el paraíso. No sabe nada de Emilio Gutiérrez. Perdonen el inciso.

Aunque el contenido de la película no suscitó grandes reacciones, sí lo hizo el título. “Igual os habéis pasado un poco con lo del infierno”, nos dijeron algunos amigos, aunque si es por provocar… La elección del título no fue producto de la improvisación ni de la provocación, aunque no habría estado mal que provocara un poco más. Al buscar título se me ocurrió uno muy redondo, perdonen la inmodestia: ‘Amarga patria’. No es malo, pero después de haber escuchado todos los testimonios, la calificación antepuesta y explicativa tenía dos fallos. Que era demasiado poético y que era injusto porque ponía el acento de la causa de la amargura en la patria y eso nos hacía admitir la tesis que sobre la patria tiene los nacionalistas. Muchos de nuestros entrevistados también usaban el concepto de patria y en su explicación del término, patria iba unida a amigos, infancia, recuerdos. Lo dice F. G. de manera clara cuando decide volver de ese pueblo en que se ha expatriado voluntariamente: “Volví porque mis células sólo se encuentran a gusto en los paisajes de mi infancia”. No es la patria así entendida la que los llevó a la amargura y por eso acabamos desechando el título.

Otro posible, irónico, era de Xavier Arzalluz. En cierta entrevista sale a relucir el tema de los cientos y miles de vascos que se han tenido que ir de su tierra por motivos políticos y él, siempre tan generoso y tan caritativo, opinó que ancha es Castilla. No me digan que no es genial el título, que no trasmite empatía, solidaridad, amor al prójimo. Pero el problema era traducirlo a otros idiomas. A otras realidades nacionales, que diría Santiago. Sería muy cansino andar todo el día explicando el título. Y nos encontramos con nuestro querido Daniel Múgica, a través de una entrevista de hace unos años para ‘Voces en libertad’. Decía: “Lo único que yo deseo es poder vivir como vive un nacionalista y que ningún nacionalista tenga que vivir como vivo yo”. Oyéndolo, mi mente viajó a mi antigua juventud, a los años del bachillerato, cuando me daba religión don Jesús Ellacuría en el Instituto de Getxo. A don Jesús, hermano del desgraciadamente asesinado jesuita Ignacio Ellacuría, estábamos intentando volverle loco con el tema del infierno: que si las calderas, que si la eternidad, la simbología cristiana. Y cansado de nuestras estupideces nos dijo que el infierno no era lo que nos habían contado. Que el infierno era la ausencia de Dios y aquí nos quedamos todos callados. Como comprobó que entonces no parecía asustarnos mucho, nos dijo que era semejante al que siente alguien que vive muy mal cuando los demás viven muy bien. Recordando eso se produjo la conexión porque de ese infierno van el libro y la película, ése en el que viven muchos, como el chico de Lazkao, mientras que otros creen vivir en el cielo.

Y aquí acaba mi escrito. Pero no quiero acabar sin decir que el amigo Arteta y un servidor andamos desde hace tiempo tras otra historia de lo que llamamos la cosa vasca. Tenemos cosas ya muy meditadas pero no quiero que echemos en saco roto el concepto de simbología. Aquí en el País Vasco nos han gustado mucho desde siempre los símbolos como forma de interpretar la realidad; algunos son clásicos: el tal García que iba en bici con el lehendakari, símbolo de integración; o el de la partida de cartas más reciente. Qué puedo decir. Yo tengo el mío particular: el de la mesa. Hace unos años me visitaron una pareja de amigos valencianos. Tenían ilusión por venir a Euskadi. Les habían dicho que aquí se comía mucho mejor que en Chirivella, donde ellos viven. Cuando hablaban conmigo, yo les ponía la cosa muy malita…, ya saben cómo somos los militantes de la cosa vasca. No me hacían mucho caso y yo no quería insistir para que no pareciera que no quería que vinieran. Total, que vinieron. Era Navidad. Les llevé a mi casa, en Urduliz, y los de la ‘kale borrika’ tienen allí por costumbre poner una mesa de restaurante con su mantel a cuadros, estilo sidrería, los platos, la botella de vino llena; sobre la mesa, las fotos de los etarras del pueblo encarcelados…, las criaturas. A los que somos de allí no nos impacta y no tenemos huevos para cortar aquello, no vaya a ser que nos llamen crispadores. Pasamos por delante de la mesa y mi amigo me pregunta: ¿Y esa mesa no la roba nadie? ¿Y quién lo iba a hacer?, le respondo. Joder, en Chirivella esto dura tres minutos. Le miro y le digo si se acercaría a robarla. No me contestó. La miró, me miró, y en ese momento me di cuenta de que lo había entendido todo. Que todo lo que no fui capaz de meter en su mollera dándole largas explicaciones, lo había logrado una imagen. Iñaki, majo, igual eso es lo que tenemos que lograr: una imagen contundente para romper con este infierno. ¿Qué te parece una maza?

Les dejo con el líder.

Iñaki Arteta:

Hemos hecho una película que supongo que la mayoría de ustedes saben de qué va, de las personas que se tuvieron que marchar de esta tierra. Y un libro. Y se preguntarán por qué ambas cosas, si no se vende ninguna. No son best-sellers. En la película contamos las historias que requieren ritmo, la contemplación de los rostros, es lo que tiene la imagen. Gente que ha sufrido. Es un acercamiento al sufrimiento, a sentir la injusticia en propia carne y a través de ese matiz del rostro acortar la distancia moral que tenemos con las víctimas. El libro puede dar más detalles. Además, incluimos entrevistas que por cuestión de metraje no pudieron aparecer en la película. Nos adentramos en los pequeños detalles que nos ayudan a dibujar mejor el panorama vital de la gente. Contamos sus aventuras, cómo tienen que cambiar el ritmo de su vida, por el impulso totalitario. Todas estas historias son muy distintas y tiene algo de común. Son personas corrientes que querían hacer su vida con su familia, progresar en el trabajo, participar en una vida social tranquila. Pero en un momento dado se han visto en la encrucijada de tomar una decisión que en ninguno de los casos es acertada. Viven con la sensación de no haber acertado, de que deberían haberse quedado y no abandonar, seguir luchando por un entorno más libre. Es la decisión con la que uno nunca se siente a gusto. Eso nos provoca interés y es lo que intentamos transmitir. Qué hay tras cada historia para que decidan cambiar el rumbo de su vida. No son personas aventureras, vinculadas a la mafia ni a una actividad ilegal que se vean perseguidas por ello. Casi sobra que diga que son inocentes. Pero ni siquiera han participado en nada que se merezca amenaza.

Si nos abstraemos de que todos los que estamos aquí conocemos y empalizamos con historias parecidas, si nos abstraemos de que vivimos en este país tan extraño, podríamos darnos cuenta de que esto es bastante anormal en este siglo en una sociedad democrática. Pensamos que más allá de nuestro pequeño círculo y nuestro pequeño país habrá personas interesadas en acercarse a estas historias y que consigan aprender algo más de lo que ocurre aquí y del comportamiento humano. Hablamos de alguien que cogió anteayer una maza como reacción a un ataque violento y en estos años no se han conocido casos iguales. Las personas que hemos entrevistado han tomado la decisión valiente de enfrentarse a la presión y un buen día decidieron marcharse de manera tranquila y serena, a sitios donde no han intentado formar ningún grupo parapolicial, que han optado por creer en la democracia y en la justicia a pesar de lo que sufrieron.

La película y el libro complementan otras cosas que hemos hecho y tratan de no dejar ningún formato en el que puedan ser contadas estas historias para que queden como se merecen en la memoria de todos. Dentro de unos años no se podrá decir que no existió mientras haya documentos de quienes nos hemos empeñado en contar esta realidad. Esta es nuestra maza; nuestra maza es el libro, la película, las mazas son los libros, los artículos de quienes escribimos aquí, el arte de Agustín, y sobre todo debe ser la voz de cada uno de nosotros. Tenemos la oportunidad de utilizar esa maza que es la voz, nuestro intento de ganar espacios de libertad. Cada uno debe utilizar esa maza en su círculo para que el espacio en el que vivimos sea cada vez más libre pase lo que pase a nuestro alrededor, pase lo que pase en las elecciones.

Coloquio

Público: Ante este agobio y esta presión nacionalista, ustedes que han estudiado la realidad social de nuestro pequeño país, ¿qué es lo que pasa para que no haya una reacción ciudadana normal cuando se le oye a Ibarretxe que está en peligro el autogobierno si ganan los otros, cuando resulta que los otros, los constitucionalistas, nosotros, hemos logrado el autogobierno, la Constitución? ¿Qué pasa si gracias a Dios la mayoría de la gente no es etarra? ¿El Athletic vale para todo? ¿Cómo pueden este individuo y su partido estar 30 años, con todas sus chapuzas, seguir ahí?

Javier Elorrieta: Es una acumulación de cosas. Haber pensado, los partidos nacionales, que dando un plus al nacionalismo vasco institucional se iba a solucionar. Podía haber sido razonable pero ya no. No son parte de la solución, sino del problema. El chiste de que peligra el autogobierno no deja de ser simpático, porque conseguir con su índice de representación nacional un poder casi omnímodo parece un tanto paradójico. Tanto que la única vez que en el País Vasco, sin un soporte historicista que permita argumentar el derecho de autodeterminación, la única vez que hay unidad territorial como comunidad autónoma, el que más se beneficia de ello lo cuestiona. En plan chistoso, Ibarretxe es un autogolpista. Nadie cuestiona más el marco a lo que debe el poder, eso contado por ahí es muy chistoso. Pero en torno a ello hay una violencia, un terrorismo que ha ido ganando miedo. No lo combaten, sólo lo condenan. Es la estrategia del nacionalismo. La prueba está en una policía políticamente paralizada. Lo denuncia Gil Robles en el informe de la ONU. La impunidad ha ido tomando cuerpo y no hay mayor enemigo para la libertad que la impunidad, la no aplicación de la ley. Esa es una parte de la respuesta.

Público: ¿Cómo se siente uno al escribir este tipo de libros?

Alfonso Galletero: Es mi hijo. Uno se siente bien, es duro pero se siente bien cuando tiene la esperanza de que con los años sus hijos puedan leerlos y sentirse orgullosos de que su padre lo hiciera. Sobre todo por eso.

Público: No soy Basurko y no me pagan un barco; no soy Efrén y no me pagan una moto. La bici con la que salgo en la película me la pagué yo. Gracias, es un honor tener a Agustín a Ibarrola y a gente muy capaz. No sale en el libro el final de una historia que quiero terminar de contar aquí. El compañero al que le tiraron los cócteles en Lejona se acabó ahorcando. Ahorcando. No es broma. Enrique, me alegro de verte.

Alfonso, Iñaki, una pregunta que nunca os he hecho directamente. Como creadores, sois conscientes que este libro no estará en la feria del libro de Bilbao ni de Durango. ¿Cómo vivís la castración intelectual a la que se somete a todo aquel que no entra por el aro?

Alfonso Galletero: Quisiera hacer una aclaración. En este caso, nosotros más que creadores somos escribidores, es una frustración reconocer que la realidad me proporciona mejores historias de las que soy capaz de imaginar, y mira que le echo imaginación. Cuando presentamos ‘Olvidados’, Santiago nos dijo “qué historias más buenas os han dado”. Es así. Lo de creador os lo dejo a Agustín y a ti.

En esto pasa como en Cataluña con los autores catalanes: como no somos escritores en lengua propia… Pero es curioso, porque grandes escritores que han tenido éxito en vasco donde le sacan provechito es en castellano. Atxaga, Elorriaga. Al final siempre tiramos de que podemos vender en Madrid.

Gonzalo Sichar: A veces se nos dice que nos quejamos como estrategia de ventas. Pero el libro ‘Extranjeros en su país’, que habla de la limpieza lingüística en Cataluña y está escrito por un diputado de Ciudadanos, fue boicoteado en las librerías de Cataluña, nadie lo llevó a San Jordi para firmar libros, y cuando consulté para ver en qué librerías se podía conseguir, sólo había una en Barcelona, y no quería que la nombraran porque si lo hacíamos retiraba el libro. Y eso que en Cataluña no hay demasiada violencia, aunque está habiendo una batasunalización de la izquierda independentista. Al presidente de Ciudadanos le mandaron una bala en un sobre. Aquí me llevé una alegría muy grande ayer cuando me llamaron, vi que era un 94, pensé que sería Iñaki, y era de una librería de San Sebastián para pedir el libro de Nieves Baglietto. Me chocó tanto que le dije que presentábamos hoy éste y la semana que viene sacábamos El ombligo del mundo’. Los pedirá. Al menos sabemos que existen otras dos en Bilbao, pero como no les he pedido permiso para decir su nombre, prefiero no nombrarlas, porque a saber quién puede haber aquí…, que no les conozco. El boicot a los libros existe y el mundo de la cultura está totalmente manipulado por el nacionalismo vasco. Ustedes lo saben mejor que yo. No me atrevo a pedirle al distribuidor que mueva en las ferias de Durango o de Bilbao porque me va a decir que estoy loco. Me ha extrañado que me acompañe mañana de librerías con estos tres títulos…

Arteta: Este país es un país castrado intelectualmente. Se ha permitido el lujo de ignorar a Agustín, a Juaristi, a Azurmendi, a Savater, parece que no son de aquí. No tienen presencia en lo público, en lo que pagamos todos. Ha podido expulsar a los mejores, a los que podían expresar mejor lo que estaba ocurriendo y con más calidad intelectual. Nuestros trabajos son un homenaje continuo a las víctimas, a los que sufren, a los perseguidos, y también a todos los que nos han sensibilizado y nos han enseñado la verdad de lo que ocurre aquí. En esa castración estamos nosotros probablemente, pero con orgullo, en el mejor sitio que puede estar alguien que quiere dejar una huella intelectual, jugándose lo que sea por decir de la mejor de las maneras algo parecido a la verdad.

Público: Se ha dicho con relación al suceso del chico indignado, ciego de indignación al punto de olvidar su seguridad personal, lo ha dicho hasta Santiago González, que no le parece bien. Que hay que confiar en la justicia. Pero para confiar en la justicia actual… Ese chico a la indignación le ha echado valor. Aquí hay mucha gente valiente. Toda esta primera fila, desde Pilar hasta Vidal de Nicolás, Ibarrola, éstos unen la declaración abierta de su tendencia crítica al nacionalismo vergonzante su notoriedad, lo cual aumenta el peligro en que se meten. Hacen un balance del tipo ‘antes de pie que de rodillas’. Y saben que es un riesgo. Los de la mesa ya es de sobresaliente, porque encima de tener una notoriedad estáis todo el día cogiendo de las solapas a ver si despertamos. ¿Por qué se le critica a ese chico que no ha confiado en la Justicia? No hay quien confíe. Suponemos un escenario en que 200 o 300 como él se conjuran para que haya un día D hora H; y a una señal hacen lo que él. Como una gran ruleta rusa con balas muy repartidas. Seguramente 300 tíos significarían un cambio, sería una rebelión cívica…
(–O una guerra civil.)
Yo estoy dispuesto a considerar ese escenario. Yo sería de los 300.

Santiago González: Vamos a ver si precisamos un poquito. Respondo por alusiones. De la comprensión de su estado de cabreo, a considerarlo modelo de imitación hay un trecho. El sentido común y el realismo no deberían franquearlos. Como ejemplo pongo que hace unos diez años un grupo de HB se concentró ante la casa del presidente de PP en Portugalete, Iturgaiz. Soportó el acoso durante una hora, los carteles de torturador, carcelero y fascista. Al día siguiente puso denuncia y dio a conocer el hecho. Y salió Egibar, portavoz del PNV, para decir que otros –por ellos– en situaciones como ésa habían salido a la calle a dar la cara. La posición de Iturgaiz tenía para mí un par de peldaños más de civilización, porque salir a la calle a embraguetarse y a romperse la cara con quien te señala la casa es el primer escalón de una carrera que puede conducir a cosas como el GAL. Por mucho que yo comprenda toda indignación humana, y comprendo muchas, no me suscitan admiración ni ganas de imitación. Si esos 300 se juntaran tendríamos, efectivamente, una venganza con los canallas que hacen eso, pero no un embrión de una mejor convivencia democrática. Eso sin duda. Sería algo perverso. No expreso confianza ilimitada en la justicia: la ‘herriko taberna’ debería estar cerrada desde hace seis años, como instrumento de financiación de la banda terrorista. El estado de la justicia es mejorable, pero los ciudadanos debemos exigirle que funcione. Conozco el proceso de paz al detalle; pero no establezco la relación causal que me lleve a pensar que un señor que ha agarrado una maza merezca mi admiración; mi comprensión, sí, como todo aquel que está sufriendo una injusticia. La ley debe organizar la sociedad, desincentivar la venganza. Lo grande de la democracia es que es perfectamente compatible con la cobardía, no hace falta ser un héroe para merecerla, y yo reivindico mi derecho a ser cobarde, aunque sólo sea porque yo arremangado y dispuesto a darme bofetadas con alguien pierdo mucho, no me acabo de encontrar. El deber de los ciudadanos es exigirle a la democracia que nos proteja, pero no tomar vías alternativas.

Editores, 10/3/2009

Los exiliados de 'El infierno vasco' 1/2

Los exiliados de 'El infierno vasco' 1/2

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"Los 34 protagonistas {del filme y libro El Infierno Vasco} sienten su casa marcada por los terroristas y sus cómplices, ese espeso manto de complicidades tácitas tejidas alrededor de ellos. Ver la casa propia vulnerable y frágil, sentir a la familia expuesta, ha sido el motor del éxodo para una cantidad imprecisa de vascos (alrededor de 200.000). Son muchos y ejercen todos los oficios imaginables, hasta curas, quién lo iba a decir...

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Presentación del libro 'El infierno vasco' Transcripción de las intervenciones durante la presentación del libro 'El infierno vasco', de Iñaki Arteta y Alfonso Galletero, el día 26 de febrero de 2009 en Bilbao, en un acto organizado por la Fundación para la Libertad.

Javier Elorrieta, presentador:

Presentamos un libro, ‘El infierno vasco’, que recoge los testimonios a nivel escrito del documental de Iñaki Arteta del mismo nombre. La crítica de la Sociedad de Autores cinematográficos lo ha considerado el más interesante del último año. Es absolutamente recomendable tanto la película como el libro, entre otras cosas porque el documental es un contundente diagnóstico de la realidad vasca.

No hay un protagonista pero el que podría estar es muy reciente, de ayer, de hoy, es Emilio Gutiérrez. Hay en un blog, zapateriasrimadas, un poema tremendo y una cascada argumental, matizando con mayor o menor acuerdo con el autor, Santiago González, en la txalupa de largos. Dos blogs que les recomiendo no sólo por lo que escriben sus responsables, sino por las entradas ingeniosas y espléndidas desde el punto de vista argumental. No he querido opinar sobre lo que ha hecho este chico. Sólo quiero decirles que no ha sido una venganza ni un ojo por ojo, nada parecido. Ha sido una rabia pequeñita en tiempo y resultado, que me dio una infinita tristeza, porque él cuando le detenían ni se quejaba, sólo mascullaba. La policía, a través de los autos judiciales, debería tener cerrados los locales de acción de Batasuna, que están permanentemente abiertos. Han estado acosando a través de carteles. Los policías se ponen el verduguillo y se tapan la cara para detener a este pobre hombre que sólo mascullaba. Sólo se lo han quitado una vez: cuando mataron a Miguel Ángel Blanco. Entonces estuvo en el otro lado porque hubo una auténtica rebelión social. Y ahora otra vez es igual. Creíamos que podrían quitarse el verduguillo para siempre. Entonces alguien, un ertzaina, dijo que eran una policía de mentira en un país virtual. Otra vez el verduguillo, otra vez con la cara tapada la policía, mientras el pobre muchacho se ha tenido que marchar. Ingresará sin duda en el infierno vasco.

Gonzalo Sichar, editor:

Gracias por venir a esta presentación y gracias a la Fundación por el apoyo que nos ha dado. Se presenta el libro en una semana muy movidita por esto que ha comentado Javier. Para mí fue una sorpresa, porque creía que las herriko tabernas estaban cerradas desde aquel ataque a la estructura financiera de la organización terrorista. Es una sorpresa negativa. Quiero felicitar a Iñaki y Alfonso y a los entrevistados por ser valientes ante las cámaras y en el papel, donde parece que se fija más todo lo que dicen. Cuando vi el documental, me encantó y pensaba que había que volver a escuchar algunos testimonios, que eran para releerlos. Tenía que estar en un libro porque muchos no saben lo que pasa; aquí, porque se quiere ignorar, y en Madrid pasa lo mismo. Les leo a mis alumnos en las clases de Antropología y les pregunto a quién creen que pertenecen. Ahí les explico qué es un judío para un nazi y un negro para un estadounidense de Alabama. Ninguno dice que son miembros de ETA o del PNV; dicen Franco, Falange…; alguno, que será un nacionalista, sin determinar. Os las leo para que veáis qué lejos se ve el problema vasco en España. Son un par de frases que hemos publicado en ‘El ombligo del mundo’… Esperemos que no sean estos libros tan boicoteados como ‘Extranjeros en su país’ en Cataluña. Ya hay dos librerías que nos han llamado para tener el lote completo, incluidas las memorias de Nieves Baglietto.

“Nadie fuera de los miembros de la nación podrá ser ciudadano del Estado. Nadie fuera de aquellos por cuyas venas circule nuestra sangre sea cual fuese su credo religioso podrá ser miembros de la nación”. Dicho aquí parece un trozo del ‘plan Ibarretxe’, pero es del ‘Mein Kamp’ de Hitler. Otro decía: “Los extranjeros podrán establecerse en Vizcaya bajo la tutela de sus respectivos cónsules pero no naturalizarse en la misma. Respecto de los españoles, las Juntas Generales acordarán si deben ser expulsados”. Es de Sabino Arana. Y otras frases que los alumnos de Madrid atribuían a Falange o el PP, cuando les decías que no…, era chistoso. La gente del PP aquí está sufriendo la violencia de quienes se apoyan en estas frases. Una de ellas: “Contentémonos con admitir que nosotros somos lo mismo que otros pueblos europeos, la gran familia de las razas blancas, tal es el seguro indicador de nuestra europeidad”. Es pensamiento nacional revolucionario, skin, bases autónomas. Y lo decía Joan Miranda, que escribía en una revista dirigida por un francés colaborador de la república de Vichy, un ideólogo de ETA. Un miembro de ETA hablaba de que la mezcla de elementos negríticos con su raza derivaba en algo que no era ni negro ni blanco. “Les aterra oír que a los maestros de fuera se les debe despachar de los pueblos a pedradas, ah, la gente amiga de la paz es la más digna del odio de los patriotas”. Ésta la dijo el fundador del partido que lleva treinta años gobernando en esta tierra.

Por lo tanto, me parece de una valentía tremenda publicar este libro por parte de los autores y más si cabe por los testigos que salen en el documental y en el libro, que salen sus caras. ‘El infierno vasco’ se presenta a unas jornadas de las elecciones que podrían acabar con este régimen de treinta años que llevan padeciendo ustedes. Espero que su lectura les ayude a reflexionar para ese día.

Santiago González:

La casa de un inglés es su castillo, dice un proverbio inglés que no pueden hacer suyo los protagonistas de este libro de Iñaki Arteta y Alfonso Galletero. Los 34 protagonistas sienten su casa marcada por los terroristas y sus cómplices, ese espeso manto de complicidades tácitas tejidas alrededor de ellos. Ver la casa propia vulnerable y frágil, sentir a la familia expuesta, ha sido el motor del éxodo para una cantidad imprecisa de vascos (alrededor de 200.000). Son muchos y ejercen todos los oficios imaginables, hasta curas, quién lo iba a decir. Algunos están hoy aquí: Agustín Ibarrola, Javi Elorrieta, Paco González Legarreta, Teo Santos… ‘Sabemos dónde vives’ es una amenaza sólo superable por el hecho de que los asesinos hayan hecho averiguaciones sobre la familia. ETA les ha hecho saber que tenía copias de la llave de su casa. En el caso del socialista Rodolfo Ares, se las encontraron a Susper; y en el del concejal de Andoain Vela, se las mandaron en un sobre.

A veces hay daños colaterales: son las casas de quienes viven al lado de los objetivos de los terroristas, un batzoki, una casa del pueblo, un cuartel, un juzgado, un medio de comunicación…, como antes concesionarios de coches franceses o empresas. Cuántas veces hemos visto a la gente desalojada de sus casas ennegrecidas por cócteles molotov o golpeadas por la onda expansiva de un coche bomba. Esta semana hemos conocido otro caso: el de Emilio Gutiérrez, un ex concejal socialista, que vio cómo el artefacto que arrasó la casa del pueblo de Lazkao hizo lo propio con un piso en el que acababa de invertir sus ahorros, su trabajo y el de su padre, donde pensaba vivir con su novia. Tras la concentración de protesta al día siguiente se dirigió a la ‘herriko taberna’ con una maza… Y está ya fuera de su pueblo. Es poco probable que pueda volver a vivir en él, instalarse en esa casa, volver a su trabajo de la CAF en Beasain. Desde las últimas elecciones sindicales los 23 delegados sindicales de esa empresa quedan así: LAB, 10; ELA, 9; ESK, 3, CC OO, 1. No necesitan más datos.

Una gota de ira en un océano de miedo, era el titular de El País. Y está muy bien definido porque es la primera vez que alguien harto y ofendido sustituye el miedo por la cólera y la dirige contra quien sabe cómplice del terrorista. Las ‘herrikos tabernas’ estaban afectadas por una orden de cierre emitida por Garzón, que ahora no debe tener tiempo para vigilar su cumplimiento.

Pero de ahí a convertirlo en héroe hay un trecho que el sentido común y el respeto al Estado de derecho no deberían traspasar de ninguna manera. Bautizar como justiciero de Lazkao a alguien que sólo ha expresado su indignación es un disparate. Debo confesar que soy un gran partidario de la gestión pública frente a la privada. Cuando la retribución al autor de una fechoría es cedida por la víctima a la organización social, la venganza se estiliza y ennoblece, es justicia, la expresión de la venganza en las sociedades civilizadas. En democracia los ciudadanos ofendidos ceden sus ansias de venganza a la sociedad que les garantiza, defiende, castiga a quienes les lesiona.

Hay otra razón de orden práctico para no considerar a Emilio Gutiérrez un héroe: no podemos medirnos en términos violentos con los terroristas, saldríamos perdiendo. Pero no nos hace falta. No lo necesitamos como no debiera haberlo necesitado él. Tenemos quien debe hacerlo en nuestro nombre, el Gobierno, los poderes públicos, y tendríamos que ser exigentes en esta materia. ¿Cuánto tiempo mantendrán su entusiasmo voluntarista quienes hoy jalean a Gutiérrez? ¿Bastará su espontaneidad para darle una vivienda digna y segura en otro lugar, un puesto de trabajo en entorno más seguro? También en esto soy partidario de lo público. Son responsabilidades que competen al ministro de Interior, no a particulares. Emilio ha dado un paso que tendrá repercusiones graves para él. ETA intentará hacérselo pagar. Quiere ser una versión totalitaria del Estado al que combaten y reivindican, como decía Weber, el monopolio de la violencia. El arrebato de Emilio ha debido de parecerles una provocación intolerable. No es el momento de darle más protagonismo del que él quiera, ni de ser sus portavoces ni interpretar sus acciones más allá de lo que son. Todavía no sabemos si Emilio accedería a figurar en este libro o no y eso es importante. Porque los testimonios han sido aportados de forma voluntaria.

La lectura me ha conmocionado. He podido conocer al detalle biografías de amigos, fragmentos de otras. Nombre a nombre me van golpeando y descubro varias cosas. Cómo ETA nos ha ido dejando en cuadro afectivamente al cabo de los años y cómo nos ha privado de algunas de manera definitiva, irreversible.

He leído con atención el testimonio de mi amigo Teo Santos, de profesión ertzaina. Cuando lo conocí, se me declaró orteguiano, de Ortega y Gasset, y eso me ayudó a darme cuenta de cómo nos dejamos arrastrar por los estereotipos y prejuicios. La última de las inquietudes que yo le atribuiría entonces a un ertzaina o a un guardia civil, tanto da, sería de carácter intelectual. Pero esto es sólo una curiosidad. Lo más notable del asunto son las cifras: más de 700 ertzainas viven fuera de la Comunidad Autónoma del País Vasco, cuya seguridad tiene encomendada el cuerpo al que pertenecen. Son el 10% de los efectivos y eso debería hacer avergonzarse al partido que sostiene el Gobierno. Que el cuerpo de seguridad resida fuera por razones de seguridad, me hacer sentir el mismo desconcierto que Woody Allen en ‘Coge el dinero y corre’ cuando su psiquiatra le llama llorando a las tres de la mañana. No es sólo que el psicoanalista nos pida sopitas, es que, como dijo Martin Luther King: “Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX no nos parecerá lo más escandaloso las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”. Parece que en el XXI será lo mismo. Si yo me dirigiera a cualquier persona de este país y le preguntara cuántos profesores de la UPV viven amenazados, contestaría, y ya he realizado la prueba, que 50 o 100. Así empieza el testimonio del profesor Aurelio Arteta, que abre el libro. Según el rector de entonces, 10. El problema no es que haya muchos amenazados, sino que sean pocos. Apenas 10 han recibido algún tipo de atención particular por parte de ETA. Lo que prima en la UPV, como en el resto de la sociedad vasca, es el silencio, el consentimiento, el pasar por el aro… Ése es el problema.

Hay un poema que se cita mucho y según el significado erróneo del verbo citar, repetir palabras de otro: “Primero vinieron a por los comunistas, y no dije nada porque yo no era comunista. Luego se llevaron a los judíos, y no dije nada porque yo no lo era… Ahora vienen por mí y ya es demasiado tarde”. No son de Brecht, como se cree, sino de un pastor luterano, Martin Niemüller. Héroe de la primera Guerra Mundial, fue huésped de Dachau y Sachsenhausen. Cuando en uno de estos campos un cura se escandalizó y le preguntó qué había hecho para estar allí dentro, él respondió que mejor se preguntara qué hacía él para no estar allí dentro.

Este libro está lleno de testimonios conmovedores, reflexiones pertinentes de experiencias concretas y análisis de su vida. No pierdan la ocasión de leerlo porque luego se sentirán un poco mejores y sobre todo no pierdan la ocasión de comprarlo, porque para eso lo han escrito los autores.