jueves, agosto 10, 2006

Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (1/5)

Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (1/5)

Permalink 10.08.06 @ 20:20:00. Archivado en Sociogenética, Pro justitia et libertate

No hay nada más degradante que el espectáculo que ofrecen los herederos de una persona, apostados a la puerta de su casa o del hospital, esperando que expire, para heredar. Algunos llevan su indignidad hasta el grado de exagerar la gravedad del percance sanitario del testador, para que la herencia se acelere.

Por desgracia estamos asistiendo por el momento a ambos grados de indignidad humana a propósito de la herencia política y ética de Fidel Castro, sin recordar o sin querer saber que el testador testó en el 2000, que lo hizo a petición del mayor defensor a escala mundial de la Cultura de Paz y que probablemente no tenga nada que añadir a lo que declaró en aquel entonces. Todo nos induce a pensar que Fidel Castro respondió a la invitación de Federico Mayor Zaragoza plenamente consciente de su edad y del interés que el mundo entero prestaría a sus declaraciones, tomándolas como testamentarias.

Mi propósito aquí no es el justificar la vida y milagros de San Fidel Castro como lo están haciendo algunos de sus más fervientes admiradores, con ocasión de su 80 aniversario. Comprendo y respeto su fervor. Conviene señalar que el propio Fidel Castro ha intentado con humor disminuir el énfasis de los que le parecen hiperbólicos.

Tampoco es mi propósito el condenar los pecados, argucias, o errores políticos de Fidel Castro, como lo vienen haciendo desde hace muchos años otros estrategas o incluso aventureros de la política, que desearían reemplazarle en el poder. No hay político ni ser humano cualquiera, por santo que parezca, que no sea condenable, en mayor o en menor grado, por sus pecados, argucias, o errores. Quien se crea sin pecado que tire la primera piedra. No es correcto condenar sin juzgar. Tampoco es correcto juzgar sin oír la defensa del acusado con la misma atención que las imputaciones del acusador.

Ninguna de estas dos tareas de justificar o condenar me parece digna de un filósofo, que prefiere ceder el puesto a la crítica histórica, no para justificar o condenar, sino para comprender la acción política de Fidel Castro. Es muy posible que esta crítica histórica descubra que la actitud defensiva de Fidel Castro de un cabo al otro de su vida política, cuyo síntoma más evidente es su atuendo militar, sea debida al acoso permanente que su pequeño país ha sufrido de parte de los EE.UU. Simplemente deseo que se conozca sin tergiversaciones el contenido real de la herencia política y ética de Fidel Castro. La mejor manera de hacerlo es dando a conocer de la manera más exacta posible su testamento del 2000.

El texto que publicamos aquí es el resultado del trabajo editorial que hizo el propio Fidel Castro, en junio 2000, para completar su "Entrevista con Federico Mayor Zaragoza" de enero de 2000 con las respuestas al cuestionario complementario que Federico Mayor Zaragoza le sometió posteriormente.

La entrevista tuvo lugar el 28 de enero de 2000, poco días antes de que Federico Mayor Zaragoza nos honrara con su presencia en la Universidad católica de Lovaina, para animar nuestro coloquio universitario sobre “la coopération entre l'Union européenne et l'Amérique latine dans la perspective de l'année de la culture de paix”.

Tras haber constatado que algunos periódicos extranjeros publicaban retazos de su entrevista con Federico Mayor Zaragoza sacados de su contexto e incluso adulterados mediante interpretaciones tendenciosas, Fidel Castro tuvo la buena idea de publicar el texto completo de sus respuestas en Granma, revista oficial del gobierno cubano, en junio 2000, tras haber comunicado su intención de hacerlo “a su respetado y distinguido amigo, el ex director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza”.

Este documento, concienzudamente trabajado por Fidel Castro, plenamente consciente de su importancia histórica, tiene el mérito de haber puesto entre las manos de quienquiera desee leerlo la versión que hace el propio Fidel Castro tanto de su acción política, cuya coloración revolucionaria, tanto al nivel cubano como al nivel mundial es innegable, como de sus opciones éticas, tomando como testigo de su propia verdad al promotor principal de la Cultura de Paz.

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Título de Analítica.com

Fidel Castro

“Entrevista con Federico Mayor Zaragoza”

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22 de Junio de 2000

Cuba no negocia ni vende su Revolución,
que ha costado la sangre y el sacrificio
de muchos de sus hijos (I)

Introducción de Granma para el lector

A principios de este mes de junio, una revista francesa publicó en forma de síntesis notas tomadas por el señor Federico Mayor Zaragoza, quien fuera hasta hace poco Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), sobre una conversación sostenida el día 28 de enero del presente año con el Presidente Fidel Castro, en ocasión de su visita a Cuba con motivo del segundo Encuentro Internacional de Economistas, efectuado en La Habana entre el 24 y el 28 de ese mes.

Días antes del primero de junio, Federico Mayor había enviado copia de dicha síntesis, así como un amplio cuestionario para una entrevista sobre temas similares que deseaba publicar en otro medio de divulgación. Pero lo que ocurrió es que, aun antes de la publicación de la mencionada síntesis, algunos despachos cablegráficos divulgaron con determinadas frases fuera de contexto e interpretaciones erróneas, las notas entregadas por él.

Poco después, la publicación precipitada e incompleta de aquella síntesis, sujeta a interpretaciones erróneas, en pleno mes de junio, cuando nuestro país estaba envuelto como lo está todavía en una intensa actividad, asociada a la lucha contra el criminal secuestro del niño cubano Elián González, obligó al compañero Fidel a buscar el tiempo mínimo indispensable para responder con toda precisión, una por una, las 33 preguntas enviadas por Federico Mayor, material que le fue remitido de inmediato hace 10 días.

Este expresó su idea de utilizar la entrevista completa en un libro que publicará a finales de este año. Tomando en cuenta que muchas de las cuestiones abordadas en las preguntas y, por tanto, también en las respuestas, están relacionadas con temas de actualidad, y no tendrían particular interés dentro de algunos meses, el compañero Fidel decidió publicar en Granma el texto completo de sus respuestas, lo cual comunicó previamente a su respetado y distinguido amigo, el ex director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza.

A continuación, las preguntas y las respuestas

Federico Mayor. Con China, Viet Nam y Corea del Norte, Cuba es considerada como el último bastión del socialismo. Pero, diez años después de la caída del muro de Berlín, ¿la palabra «socialismo» acaso tiene sentido todavía?

Fidel Castro. Hoy estoy más convencido que nunca de que tiene gran sentido.

Lo que ocurrió hace 10 años fue la destrucción ingenua e inconsciente de un gran proceso social e histórico que debió ser perfeccionado, pero nunca destruido. Eso no lo habían podido realizar las hordas de Hitler ni siquiera matando a más de veinte millones de soviéticos y arrasando la mitad del país. El mundo quedó bajo la égida de una única superpotencia que, en la lucha contra el fascismo, no aportó ni siquiera el 5 por ciento de los sacrificios que hicieron los soviéticos.

En Cuba tenemos un país unido y un Partido que guía pero no postula ni elige. Los vecinos, reunidos en asambleas abiertas, proponen, postulan y eligen a los delegados de 14.686 circunscripciones, que son la base de nuestro sistema electoral. Ellos constituyen las asambleas de sus respectivos municipios y postulan a los candidatos a las asambleas provinciales y nacional, máximos órganos de poder del Estado en esos niveles, los cuales deben ser electos en votación secreta por más del 50 por ciento de los votos válidos en sus correspondientes jurisdicciones.

Sin ser obligatorio, en esas elecciones participan más del 95 por ciento de los electores. Muchos en el mundo no se han tomado ni siquiera la molestia de informarse sobre esa realidad.

En Estados Unidos, que habla tanto de pluripartidismo, existen dos partidos tan exactamente iguales en métodos, objetivos y propósitos, que en la práctica han llegado a crear el más completo sistema monopartidista que existe en el mundo. En ese «democrático país», el 50 por ciento de los ciudadanos no vota, y suele ganar con sólo un 25 por ciento de los electores el equipo que más fondos recaude. Toda la política se reduce a querellas, vanidades y ambiciones personales o de grupos de intereses dentro del modelo económico y social establecido. No existe alternativa alguna de cambio de sistema. En los pequeños países anglófonos del Caribe, apenas surgidos a la independencia, funciona un sistema de carácter parlamentario más eficiente, y mientras el equipo gobernante mantenga el consenso conserva el poder. Es mucho más estable que el régimen presidencialista impuesto al resto de América Latina copiando el modelo de Estados Unidos. En casi dos siglos no ha cambiado nada.

Bajo el capitalismo, incluidos los países más industrializados, gobiernan en la realidad las grandes empresas nacionales e internacionales. Ellas deciden la inversión y el desarrollo. Son responsables de la producción material, los servicios económicos esenciales y gran parte de los servicios sociales. El Estado simplemente cobra impuestos, los distribuye y los gasta. En muchos de ellos el gobierno entero puede irse de vacaciones sin que nadie se entere.

El sistema capitalista desarrollado, que derivó más tarde en el moderno imperialismo, ha impuesto finalmente un orden neoliberal y globalizado que es sencillamente insostenible. Ha creado un mundo de especulación, de formación ficticia de riquezas y valores que no tienen nada que ver con la producción real, y fortunas personales fabulosas, algunas de las cuales superan el Producto Interno Bruto de decenas de países pobres. Sería innecesario añadir el saqueo y despilfarro de los recursos naturales del mundo y la vida miserable de miles de millones de personas. Nada promete a la humanidad y para nada sirve como no sea su autodestrucción y destruir tal vez con él las condiciones naturales que sirven de sostén a la vida del hombre en el planeta.

No ha llegado el fin de la historia como algunos eufóricos ilusos imaginaron. Ahora es realmente cuando quizás comience.