¡Jóvenes, no os hipotequéis!
13.12.06 @ 16:19:00. Archivado en España, Ética, Arquitectura y urbanismo
La necesidad de la vivienda digna es tan fundamental para vivir una vida personal propia, sobre todo si esta vida es compartida con una familia, que muchos jóvenes se hacen a la mar de las hipotecas como si este piélago de todos los peligros fuera de confiar. El resultado es que, a bordo de la frágil navecilla de su pobre peculio, corren el grave riesgo de hipotecarse a sí mismos, hipotecándose por un tiempo que fácilmente será más largo que el de su propia vida. Contra esta imprudencia les alerta con toda claridad el siguiente consejo de nuestro estimado amigo bloguero valenciano César Quevedo:
una regla de la prudencia dice que en la duda hay que abstenerse, y en este caso ni siquiera queda lugar a la duda. Hipotecarse en estas condiciones leoninas, nunca. Nunca, jamás. Antes es preferible dejar de trabajar, repoblar viejos pueblos abandonados, cualquier cosa menos convertirse en un esclavo de este capitalismo feroz e inhumano.
¡Jóvenes, no hipotequéis vuestras vidas!
por César Quevedo
10/12/2006 21:56
Aunque sea un escéptico en esto de dar consejos, no puedo evitar dar hoy el que se manifiesta explícitamente en el título del presente post.
Viene a cuento por lo que dice nuestro compañero bloguero–como a él le gusta decir- don Salvador García Bardón. Pues, según creo haber leído, ha pedido a los jóvenes que expresen sus dificultades para obtener vivienda. Y yo, que ya no soy joven y que tuve la inmensa fortuna de resolver ese problema durante la dictadura de Franco, me resulta muy doloroso pensar en el futuro que les espera a algunos jóvenes ingenuos que actualmente, en esta democrática sociedad, compran viviendas.
¿Cómo pueden ser tan “valientes”? ¿Tan claro tienen el futuro como para arriesgarse a contraer una deuda tan importante? Una buena parte de ellos sólo tiene su sueldo, ese sueldo de poco más de mil euros mensuales, unido al de una pareja que muy probablemente no será de por vida. Cuentan, eso sí, con un contrato laboral todavía más transitorio, que se podrá rescindir cuando el empresario quiera con una indemnización mínima, en el mejor de los casos. Por otra parte, la inmigración, que no se detiene, sino que aumenta, intensifica peligrosamente la competencia. ¿Saben que si dejan de pagar porque se queden sin trabajo durante más de tres meses, el banco puede exigir el pago del total de la deuda? Cierto que ahora hay seguros para este albur, que cada vez lo es menos; sin embargo, esos seguros lo único que hacen es prolongar la agonía si no se encuentra trabajo en un plazo determinado.
Además, puede ocurrir que en un futuro, si quieren trabajar, tengan que trasladarse a otra parte de España, o de Europa, y entonces: ¿para qué les servirá la vivienda? En tal caso la única y problemática solución es alquilarla (y alquilar otra en el nuevo lugar de residencia), y probablemente por un precio menor que lo que pagan cada mes al banco. A esta diferencia seguramente negativa habrá que añadir lo que tengan que pagar en su nuevo lugar de residencia.
Claro que quizás piensen en venderla por un precio mayor y hacer un gran negocio. Eso pueden hacerlo ahora todavía los que hace algunos años que compraron la vivienda, aunque el mercado cada vez se ve más remiso. Pero,¿ocurrirá luego igual? Yo no lo creo. El precio de la vivienda está en su límite por arriba. Es prácticamente imposible que suba mucho más. La burbuja se infla amenazadoramente. Los especuladores y los que compran para invertir, deben estar pensando ya en dirigirse a otro campo económico. Y si los especuladores e inversionistas comienzan a vender, es probable que el precio baje o, al menos, que no suba. A los compradores actuales les será difícil, si no imposible, vender en el futuro por un precio mayor.
Más aún: ¿piensan los actuales compradores de pisos que adquieren una deuda prácticamente de por vida? ¿Y que si el valor del piso fuera insuficiente para resarcirla, cosa muy probable, en caso de impago, les embargarían sus nóminas? Lean detenidamente la letra menuda antes de poner alegremente su firma.
Claro que, me dirán esos jóvenes: ¿y qué hacemos? Tampoco el mercado del alquiler es muy boyante. Pues bien, yo no tengo la respuesta, evidentemente. Pero una regla de la prudencia dice que en la duda hay que abstenerse, y en este caso ni siquiera queda lugar a la duda. Hipotecarse en estas condiciones leoninas, nunca. Nunca, jamás. Antes es preferible dejar de trabajar, repoblar viejos pueblos abandonados, cualquier cosa menos convertirse en un esclavo de este capitalismo feroz e inhumano.
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