Ejemplaridad francesa, 1/2
07.05.07 @ 23:08:00. Archivado en Europa, España, Sociogenética, Pro justitia et libertate
La ejemplar concurrencia masiva a las urnas de los franceses, en fuerte contraste con la dejadez de nuestros compatriotas españoles, en circunstancias análogas, es señal del fuerte deseo de cambio, según las primeras valoraciones políticas y sociológicas. El índice de un 83,97% de participación electoral, en la segunda vuelta de la elección presidencial, superó el ya notable 83,7% de la primera vuelta, celebrada el pasado 22 de abril. Se trata del índice más elevado en unas elecciones presidenciales desde 1988, que fue cuando François Mitterrand venció a Jacques Chirac con una participación del 84,06%. La casi totalidad del electorado nacional se movilizó, consciente de que el duelo entre el liberal Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal obligaba a elegir entre la tradición inmovilista reciente y la posibilidad de un cambio de fondo con dos opciones posibles: mayor respeto de la iniciativa y del trabajo privados, para el liberal; mayor intervención de la protección y del poder públicos, para la socialista.
"Que la alta tasa de participación haya sido superior aun a la de la primera vuelta electoral añade énfasis a las dimensiones de la victoria sarkoziana, y subraya al propio tiempo la sensibilidad y la madurez histórica del electorado galo para detectar, castigándola severamente, la demasía y la demagogia desplegadas, respectivamente, por Royal y la cohorte de las otras izquierdas que la han querido arropar en la segunda fase de la campaña.
Del mayor interés habrá también de ser el seguimiento de los efectos europeos de la derrota de las izquierdas en Francia, que plantearon las presidenciales sobre la premisa de la satanización del candidato de la derecha. Se ha tratado de una práctica ésta poco menos que calcada de la que aquí en España se sigue contra el Partido Popular." (José Javaloyes)
El deseo de cambio
Sarkozy ha basado su campaña en el cambio y, sobre todo, en la idea de la vuelta al trabajo. "Aquí hay una Francia que trabaja, que ha sufrido mucho, pero que no se le pasa por la cabeza dedicarse a quemar coches". Discurso crucial, pronunciado por Sarkozy en las Ardenas el 19 de diciembre de 2006.
El pograma de Sarkosy incluye, en su vertiente socio-económica, un llamamiento movilizador al centro de la política en favor de los sectores más débiles y desfavorecidos de la sociedad francesa, a la vez que extiende su mensaje al resto del mundo, para presentar a Francia como la nación que quiere liderar la defensa del medio ambiente, de los derechos humanos y de la paz.
"La elección clara de Nicolas Sarkozy a la presidencia de la República refleja un deseo de cambio, y viene de la mano de una auténtica revolución en la política francesa, cuyos efectos no se detienen en una bella jornada democrática. Estos comicios han vuelto a despertar el interés de los franceses por la política, con una participación récord tanto en la primera como en la segunda vuelta de ayer, especialmente entre los jóvenes, y un debate previo entre Royal y Sarkozy que decantó el resultado". (El País)
Nicolas Sarkozy: "El pueblo francés ha elegido romper con las ideas, los hábitos y los comportamientos del pasado... Voy a devolverles a los franceses el orgullo de Francia".
Sarkozy promete rescatar los valores clásicos del "trabajo, el mérito, la moral y la recompensa": "Voy a devolverles a los franceses el orgullo de Francia, voy a rehabilitar el trabajo, la autoridad y el mérito".
Europa
Nicolás Sarkozi representa la llegada al poder en París, como en Berlín, en Madrid, en Viena y en Londres, de una nueva generación de líderes que no tiene vivencias directas de la II Guerra Mundial ni de los orígenes de la construcción europea. La renovación de este liderazgo colectivo llegó en Alemania con Merkel, en España con Zapatero, en Austria con Gusenbauer, y próximamente lo hará en Londres con el escocés Gordon Brown, que sucederá a Blair por dos o tres años.
"Francia está de vuelta en Europa", si bien con un escarmentado espíritu proteccionista, tras el varapalo del referéndum constitucional. Sarkozy no está dispuesto a volver a presentar al voto de los franceses la Constitución europea, sino que aboga por un minitratado. Posiblemente sea ésa la única salida realista, que hace posible el defender al máximo los avances del texto original. "Una Europa fuerte requiere una Francia en forma, pero ésta necesita también una Unión Europea con capacidad de decisión e influencia".
Charles Grant, director del Center for European Reform de Londres, explica esta opción, relacionándola más que comparándola con la británica y la alemana: "Sarkozy no cree filosóficamente en el eje París-Berlín, pero sí cree en que los grandes países europeos sean los que construyan la Unión. Falta por ver si Brown se sube al carro... Si Brown no está dispuesto a asumir retoques en el Tratado Constitucional europeo, el Reino Unido se quedará atrás, aislado políticamente. Si no hace caso a los tabloides y dice que sí a Europa, entonces podremos asistir a una gran etapa de cooperación entre los tres grandes países... A Brown, Merkel y Sarkozy les une además una cierta visión similar de Europa, más pragmática que la que tuvieron predecesores suyos como Mitterrand, Kohl e incluso Blair. "Manejan una agenda económica más liberal y en teoría menos proteccionista. No tienen el compromiso emocional que sus mayores tuvieron con la Unión, pero saben que la UE es necesaria, que les hace falta".
Alemania, que preside este semestre la UE y que goza de buena salud, ha deseado la llegada al poder de Sarkozy, de la misma familia política que Merkel, y al que Berlín considera más capaz de acometer reformas económicas que a su antecesor Jacques Chirac. Ésta es al menos la opinión de Kurt Lauk, europarlamentario conservador alemán y presidente del consejo económico que asesora al Gobierno de Berlín: "Merkel tiene una relación mucho más labrada con Sarkozy que con Royal. Llevan meses trabajando entre bambalinas". Lauk opina igualmente que Merkel y Sarkozy pueden forjar un buen tándem político que inyecte energía a Europa.
La Comisión Europea, cuyo presidente es el conservador portugués José Manuel Durão Barroso, se siente más cómoda con un presidente liberal francés, que promete modernizar la economía francesa y recortar los tentáculos del Estado, que con una presidenta socialista, que hubiera intentado hacer justamente lo contrario. También prefiere a Sarkozy porque, a diferencia de Ségolène Royal, ha prometido que no someterá a referéndum el Tratado Constitucional, que se espera esté listo antes de 2009.
"Sarkozi parece sentir cierto desapego hacia la UE. En un principio se alejó de la idea de que el eje franco-alemán fuera tan esencial, aunque luego rectificó. Pero probablemente no vea en la UE más posibilidades para que Francia gane peso en el mundo. Por eso, entre otras razones, propugna una Unión Mediterránea, necesaria en sí, pero que le daría más juego a París, incluso integrando en ella a Turquía que el nuevo presidente francés no quiere ver entrar en la UE. Concretamente ha propuesto una gran iniciativa en torno al Mediterráneo entre Europa y África, y ha dicho que es el momento de encontrar para el Oriente Próximo un camino hacia la paz".
El Partido Popular Europeo (PPE) se congratuló ayer de la victoria del conservador Nicolas Sarkozy. El secretario general del PPE, Antonio López-Istúriz afirmó : "Nicolas Sarkozy será un excelente presidente para los ciudadanos franceses, pero además su labor beneficiará a todos los europeos y por tanto también a España... La Unión Europea necesita en estos momentos líderes que sean capaces de afrontar los verdaderos problemas de los ciudadanos y de proponer soluciones concretas y viables".
El mismo secretario general del Partido Popular Europeo se mostró convencido de que Nicolas Sarkozy "contribuirá en los próximos años a reforzar la unión política de los Veintisiete y a afrontar con éxito los desafíos que la Unión Europea tiene por delante".
España
España es un país del que el nuevo presidente francés se ha declarado desde siempre un gran amigo. Sarkozy, cuya madre procede de una familia hispano-judía de Salónica y cuya esposa es nieta de Albéniz, es un gran amante de España, que visita con frecuencia. "Como crucial ministro del Interior francés, se ha comportado con total apoyo y lealtad. España y Zapatero tienen en él a un aliado plenamente fiable". (El País).
"El nuevo presidente de Francia tiene una muy especial relación con dirigentes del PP como Aznar y Gallardón, y en no pocas ocasiones ha declarado su pasión y admiración por España, cosa que nunca hicieron Giscard, Mitterrand ni Chirac, sin olvidar que, a su paso por el Ministerio de Interior galo ha sido un decidido colaborador de España en la lucha contra el terrorismo de ETA (banda que habrá recibido como un jarro de agua fría la victoria del implacable Sarkozy)".
"La victoria de Sarkozy tiene, con toda lógica, su natural influencia en la política española por motivos de Historia y proximidad, pero también porque Zapatero se implicó personalmente en la campaña electoral de Royal —por cierto, anunciando su victoria, como anunció la de Schroeder frente a Merkel y la de Kerry sobre Bush—, y porque el PP ha pretendido identificarse plenamente con el liderazgo de Sarkozy, que en nada se parece a Rajoy. Como en casi nada —salvo en la economía liberal que ahora va a defender el presidente francés— se puede homologar el discurso político del PP, conservador, partitocrático, atlantista y confesional, con el de la UMP de Sarkozy".
"La elección de Sarkozy profundiza el aislamiento ideológico del presidente Zapatero en Europa. El eje franco-alemán se revitaliza con la confluencia de sensibilidades entre la canciller Angela Merkel y el nuevo presidente galo, mientras que la muy probable victoria conservadora en Gran Bretaña describe un panorama en el que al Gobierno español sólo le queda el consuelo, siempre inestable, de Romano Prodi en Italia, al frente de un gobierno proclive a estar en la cuerda floja y cuyo responsable sabe ya que si intentase emular alguno de los gestos legislativos de Zapatero, seguramente algunos de sus aliados le abandonarían".
La oposición socialista