jueves, septiembre 30, 2010

Contra la explotación sexual

Hace  tres días, el 23 de Septiembre, fue el Día Internacional Contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas. Fue el momento indicado para leer y comentar, en el portal Atrio, el artículo que el teólogo José Ignacio González Faus había publicado unos días antes en La Vanguardia.
En este artículo se nos recuerda que más del 90% de las mujeres que ejercen la prostitución en España, lo hacen a la fuerza. La mitad de esta multitud de "infelices forzadas" son auténticas esclavas, traídas desde sus países con engaños, literalmente secuestradas, sin documentación y obligadas, además, a pagar una supuesta deuda contraída por el pasaje a España. Otras acabaron prostituidas por culpa del paro, o por la necesidad de enviar dinero a la familia en Nigeria, Colombia u otros países pobres.
La jornada “laboral” de estas " infelices forzadas del sexo" es extenuante, además de estar expuestas a contraer el SIDA por puro capricho o comodidad del que paga y a mil humillaciones de clientes que, en el fondo, las tratan odiosamente porque se odian a sí mismos.
El Autor hace una petición casi desesperada, para que todos los diarios dejen de publicar anuncios de prostitución, camuflados bajo eufemismos de encuentros, contactos y demás.
El artículo acaba con una cita del Evangelio según San Mateo, ante la que José Ignacio González Faus se queda sin palabra:
Al despedirnos comentamos que hubo un “líder religioso” al que ambos intentamos seguir, que merecería el mayor aplauso y la mayor admiración aunque fuera sólo por haber dicho simplemente: “las prostitutas irán al Reino de los cielos delante de todos vosotros” (Mt 21,31).
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Contra la explotación sexual
José Ignacio González Faus,
23-Septiembre-2010
Llevo diez años colaborando en este diario. Pensé varias veces en un artículo como el de hoy; pero temía que no lo publicaran o me agradecieran los servicios prestados. Y he aquí que ahora comienza el tema a romper el cascarón de silencio en el que estaba encerrado…
El próximo 23 de septiembre se celebra el día contra la trata de seres humanos. Con este motivo me dirijo hoy a toda la prensa escrita que, a la hora de escribir sus editoriales, nunca deja de proclamar altos criterios éticos (aunque suele tolerar las críticas aún menos que la santa madre iglesia). Quisiera hacer una petición casi desesperada, para que todos los diarios dejen de publicar anuncios de prostitución, camuflados bajo eufemismos de encuentros, contactos y demás.
La trata de mujeres constituye una de las esclavitudes más ominosas de nuestro tiempo. La prostituta de hoy ya no es la Manon Lescaut del s. XVIII; ni siquiera la Sonia de Dostoyevski del XIX. Según testimonio de Iñaki Gabilondo, en un telediario de la 4, más del 90% de las mujeres que ejercen la prostitución en nuestro país, lo hacen a la fuerza. La mitad son auténticas esclavas, traídas desde fuera con engaños, secuestradas, sin documentación y obligadas, además, a pagar una supuesta deuda contraída por el pasaje a España. Otras acabaron así por culpa del paro, o por la necesidad de enviar dinero a la familia en Nigeria o Colombia. Su jornada “laboral” es extenuante, expuesta a mil humillaciones de clientes que, en el fondo, se odian a sí mismos, y a contraer el SIDA por puro capricho o comodidad del que paga. Debajo del dibujo que insinúa unos pechos o una sonrisa laten verdaderos torrentes de lágrimas; y más al fondo se mueven unas mafias tan crueles y poderosas como las del narcotráfico. Podemos defender la libertad sexual, pero contribuir a una esclavitud sexual en nombre de la libertad sexual es pura hipocresía. Y publicar anuncios que dicen: “quince jóvenes deliciosas, precios anticrisis” degrada la dignidad de la mujer y de quien publique ese anuncio.
Sin embargo, tanto el mundo de la progresía como el de la moralidad antigua tienden un pudoroso velo sobre este drama. Hacemos campañas extemporáneas contra un burka absurdo pero muy minoritario, y no movemos un dedo para evitar que tengan que quitarse la ropa infinidad de pobres criaturas que no son propiedad de un marido machista y celoso sino de una mafia tiránica y avarienta. Damos horrorizados cifras de violencia de género, pero callamos sobre esta otra violencia igualmente sexista. Dedicamos páginas y páginas al mundial de fútbol: si le duele tal o cual músculo a alguno de nuestros ídolos a punto para el próximo partido; pero ni una palabra sobre el transporte obligado de mujeres a Sudáfrica para relajar a jugadores millonarios e hinchas locos, extenuados por el esfuerzo. Por suerte, la ministra de igualdad parece que está ¡por fin! ocupándose del tema; con mucho retraso pero más vale tarde que nunca. Y hablo de retraso porque éste es un problema mucho más urgente que el aborto (que a ella le parecía “ya superado”); y más urgente que dedicar, en plena crisis económica, varios miles de euros a un estudio sobre la estimulación sexual femenina (¿o es que lo hizo pensando entretener a las mujeres que habrán de gastar menos durante la crisis?)…
Quede claro que no estoy hablando en general de legalizar o no la prostitución. Ese es otro tema más amplio. Ahora se trata sólo de una parte de él que es un auténtico terrorismo interesadamente oculto. No sé calcular cuántas pérdidas supondría para los diarios renunciar a estos anuncios: me dicen que más de las que sospecho. Pues estoy dispuesto a renunciar a la modesta contribución que percibo por mis artículos, si ello puede aliviarles algo… También sé que suprimir esos anuncios no solucionaría el problema de la trata de mujeres, pero creo que aumentaría nuestra dignidad. Y si no, me atrevo a preguntar a cualquier director o accionista de un periódico qué haría si uno de esos anuncios fuese de su propia hija.
Hace poco me vi con una muchacha admirable de un instituto secular que se dedica, entre otras cosas, a ayudar a estas mujeres. Me contó que había venido hasta muy cerca del lugar donde estábamos citados, acompañada por una chica de su barrio que iba a hacer la calle. “Tú vas a ver a un amigo y yo voy a hacer de puta”, le dijo al separarse. Y al contármelo se le asomaba una lágrima a los ojos, a pesar de tanto y tanto como lleva visto. Al despedirnos comentamos que hubo un “líder religioso” al que ambos intentamos seguir, que merecería el mayor aplauso y la mayor admiración aunque fuera sólo por haber dicho simplemente: “las prostitutas irán al Reino de los cielos delante de todos vosotros” (Mt 21,31).
Y termino con esa frase: porque añadir algo sería estropearla.
Fuente: Atrio
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José Ignacio González Faus
(Valencia, 1935) Teólogo español. Jesuita (1950) y sacerdote (1963); desde 1968 es profesor en la facultad de teología de Barcelona. Conocedor de Latinoamérica, defiende la aspiración popular a la libertad y a la justicia. Entre sus obras, cabe mencionar La humanidad nueva. Ensayo de cristología (1974); Acceso a Jesús (1979); Clamor del Reino (1982); El proyecto hermano (1989); AL TERCER DIA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS (2003); COMPRENDER A KAROL WOJTYLA (2005); EL ROSTRO HUMANO DE DIOS: DE LA REVOLUCION DE JESUS A LA DIVINIDAD DE JESUS (2007); ETTY HILLESUM: UNA VIDA QUE INTERPELA (2008)
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26.09.10 @ 23:58:05. Archivado en Europa, Las Américas, España, Antropología conyugal, Ética, Educación, Migraciones, Pro justitia et libertate, África, Asia, Oceanía, Bélgica

jueves, septiembre 02, 2010

Colaborando con el apostolado carcelario jesuita

 

Dar la vida por los marginados no es un "sacrificio". Ésta es la explicación que da Vilaiwan Phokthavi de su Colaboración con el apostolado carcelario jesuita
Fecha de la publicación en inglés: el 17 de febrero de 2010
BANGKOK (UCAN) - La nueva jefa del ministerio Jesuita para los presos extranjeros en Tailandia, dice que 20 años de dedicación a los inmigrantes extranjeros y refugiados han sido una alegría y no un tiempo perdido.
Vilaiwan Phokthavi, de 57 años, podía haber seguido una carrera lucrativa como contable con la Autoridad de Generación de Electricidad de Tailandia, después de graduarse en la prestigiosa Universidad de Chulalongkorn, pero decidió unirse al Servicio Jesuita para los Refugiados (JRS).
"Muchas personas se preguntan por qué he sacrificado tanto por ayudar a estas personas. Pero para mí no es un sacrificio. Es una alegría el seguir los pasos de Jesús, que es el deber de todo cristiano ", dijo la mujer laica.
La decisión que le cambió la vida fue en junio de 1989.
"Cuando el sacerdote jesuita que se ocupaba de las cuentas del JRS murió, el P. Mark Raper, por entonces director del JRS, me pidió que lo reemplazara", dijo.
Vilaiwan aceptó la oferta, aunque el sueldo y las prestaciones no eran ni mucho menos tan buenos como a los que ella estaba acostumbrada.
"La vida tiene que tener más sentido. Tengo que seguir los pasos de Jesús y vivir para los demás ", sonrió. "Mi padre estaba muy enojado porque se preocupaba por mi futuro", añadió.
El trabajo iba a tomar un giro diferente cuando el padre Raper le pidió que ayudara a liberar a un pescador camboyano arrestado por la policía tailandesa cerca de la frontera. La hermana de este hombre, que vivía en Australia, había pedido ayuda al JRS.
"Lo encontramos y le ayudamos a regresar a Camboya. Yo estaba muy emocionada y profundamente orgullosa. Mi vida valía la pena ".
La experiencia fue la chispa que le impulsó a consagrarse a la misión de trabajar con los refugiados y los migrantes.
Poco después, ella ayudó a liberar a cinco inmigrantes de Myanmar arrestados por entrada ilegal.
"Le expliqué a la policía por qué tuvieron que huir a Tailandia, lo mala que era la situación en su país. Finalmente la policía los liberó. No estaba segura de si la policía sintió simpatía por ellos, o si simplemente estaba harta por mi inrsistencia."
Durante 20 años, Vilaiwan combinó su trabajo de campo con su papel en la contabilidad, modernizando el sistema contable del JRS, hasta el punto de convertirse en un consultor de finanzas para el JRS Internacional.
Según decía ella, todo este trabajo le dio una profunda comprensión de los problemas de los refugiados y de los migrantes
Vilaiwan planeaba retirarse el año pasado, pero se le pidió que dirigiera el ministerio de la prisión extranjera. El ex jefe, el padre Olivier Morin, de 69 años, tuvo que retirarse por problemas de salud.
Vilaiwan lo reemplazó en julio de 2009 y describe su nuevo tarea como "un trabajo realmente difícil".
Dirige un equipo de siete Myanmareses y trabajadores tailandeses, que visitan a 1.900 presos extranjeros en 10 cárceles alrededor de Bangkok y en las provincias. El equipo es un salvavidas para los reclusos, la mayoría procedentes de la vecina Camboya, Laos y Myanmar, así como del sur de Asia y África, que no tienen nadie que les visite o les proporcione los bienes esenciales.
El trabajo implica la coordinación con el Departamento de Correcciones de Tailandia, la compra de las necesidades de los presos, el recaudar fondos para mantener el ministerio y el ser un canal de comunicación entre los presos y sus familiares.
"Dios me ha llamado para hacer este trabajo. Mi vida es valiosa y significativa. Mucha gente me dice que soy una persona buena que ha sacrificado mucho. Sin embargo, opté por seguir a Jesucristo de una manera que es buena para mí. No es una opción de sacrificio. "

Imagen: Vilaiwan Phokthavi preparing items to take to the prisoners.
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Narrativas jesuitas: Vilaiwan Phokthavi: mi primera visita en el apostolado carcelario – Fundación de los jesuitas, Tailandia
Recuerdo mi primera visita, con el Padre Olivier, al hospital de la cárcel Klong Prem en abril de 2009, es decir dos meses antes de que yo iniciara el apostolado carcelario a tiempo completo, en junio de ese año. Nos acercamos a cada preso enfermo y le dimos algo de comer y artículos de tocador. Me dije a mi mismo que no nos deteníamos lo suficiente con cada preso, y me pregunté cómo hacerlo mejor.
Entonces vi a un hombre muy enfermo, con el estomago hinchado como un globo a punto de estallar y me alejé corriendo de su cama, como si no le hubiera visto. Me fui corriendo hacia otro enfermo, que no me parecía estar tan mal.
Al detenerme al lado de otro enfermo, vi al Padre Olivier de pie al lado del preso que estaba muy mal, tomándole la mano con mucha amabilidad. Me llamó para que me acercara al enfermo. Dudé unos instantes, pero al final... no tuve más remedio que ir. Me di cuenta de que el Padre Olivier quería que yo estuviera allí con ellos dos. Empecé a mirar atenta y lentamente a ese hombre que yacía en la cama, y traté de hacerlo con los ojos de mi corazón. Le vi llorar. En ese momento me di cuenta de lo importante que era para mí estar allí. El Padre Olivier, el preso enfermo y yo somos uno en el amor de Dios y El también estaba allí.
El P. Olivier se fue al lado de otro enfermo, yo me quedé un poco más al lado de ese hombre. Le miré y me di cuenta que le quería. En silencio pedí su perdón por haberle temido. Y ahora no me parecía tan horrible al mirarle, por el contrario, vi en él a un 'gran' hombre.
Ahora que el P. Olivier se ha retirado, los superiores me han encomendado la misión de visitar la cárcel. La experiencia que acabo de contar la tuve justo al comienzo de esta misión. Es una llamada exigente: “No temas, Yo estoy contigo”... “VEN Y SIGUEME”... Esto me confirma que podré, que puedo llevar a cabo esta misión con toda confianza.
NOTA : Klong Prem es el hospital que se encuentra dentro de una gran prisión en Bangkok. Voy allí cada quince días, y visito a los enfermos repartidos en cuatro plantas, en cada planta con cuatro o cinco habitaciones. El número de enfermos puede variar de 80 a 150.
Sra. Vilaiwan Phokthavi (2009 – presente)
P.Olivier Morin SJ (1991 – 2009)
Prison Ministry – Jesuit Foundation Thailand
Xavier Hall, 43 Phaholyothin Road,
Bangkok 10400, THAILAND
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Giving one’s life for people in the margins is not ‘sacrifice’
Published Date: February 17, 2010
BANGKOK (UCAN) – The new head of the Jesuit ministry for foreign prisoners in Thailand, says 20 years of devotion to foreign migrants and refugees have been a joy and not been wasted.
Vilaiwan Phokthavi, 57, could have followed a lucrative career as an accountant with the Electricity Generating Authority of Thailand after graduating from the prestigious Chulalongkorn University, but decided instead to join the Jesuit Refugee Service (JRS).
“Many people wonder why I sacrificed so much to help these people. But for me it is not a sacrifice. It is a joy to follow in the footsteps of Jesus, which is the duty of every Christian,” the laywoman said.
The decision which changed her life came in June 1989.
“When the Jesuit priest who looked after JRS accounts died, Father Mark Raper, the then JRS director, asked me to replace him,” she said.
Vilaiwan accepted the offer, even though the salary and benefits were nowhere near as good as she was used to.
“Life has to have more meaning. I have to follow in the footsteps of Jesus and live for others,” she smiled. “My father was very angry because he was worried about my future,” she added.
The job was to take a different turn when Father Raper asked her to help free a Cambodian fisherman arrested by Thai police near the border. The man’s sister, who was living in Australia, had asked the JRS for help.
“We found him and helped him get back to Cambodia. I was so excited and deeply proud. My life had value.”
The experience was the spark that set her off on her mission to work with refugees and migrants.
Soon afterward, she helped free five Myanmar migrants arrested for illegal entry.
“I explained to the police why they had to flee to Thailand, how bad the situation in their country was. Finally the police released them. I was not sure whether the police had sympathy for them or were just annoyed by my persistence.”
For 20 years, Vilaiwan combined field work with her accountancy role, revamping JRS accounting system, and became a finance consultant for JRS International.
All this work gave her a deep understanding of the problems faced by refugees and migrants, she said.
Vilaiwan was planning to retire last year but was asked to head the foreign prison ministry. Former head, Father Olivier Morin, 69, had to retire due to poor health.
Vilaiwan replaced him in July 2009 and describes her new job as “really challenging work”.
She heads a team of seven Myanmar and Thai workers who visit 1,900 foreign prisoners in 10 prisons around Bangkok and in the provinces. The team is a lifeline for inmates, mostly from neighboring Cambodia, Laos and Myanmar, as well as South Asia and Africa, who have no one to visit them or provide them with essential goods.
The work involves coordinating with Thailand’s Department of Corrections, buying necessities for prisoners, raising funds to keep the ministry going and being a channel between prisoners and their relatives.
“God has called me to do this work. My life is worthwhile and meaningful. Many people told me I’m a good person who has sacrificed a lot. However, I chose to follow Jesus Christ in a way that is good for me. It’s not sacrifice.”
Ucanews
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Fernando Franco SJ, Director Responsable
Uta Sievers, Redactora
Suguna Ramanathan, Redactora Asociada
Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, Borgo S. Spirito 4, 00193 Roma, Italia
+39 06689 77380 (fax)