lunes, diciembre 24, 2007

Paz a los hombres de buena voluntad

Paz a los hombres de buena voluntad

Permalink 24.12.07 @ 14:18:28. Archivado en Las Américas, Pragmática, Pro pace, Ética, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

"Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

El Gloria invoca la paz en la tierra, no para todos los hombres, sino tan sólo para aquellos que cumplen una condición que depende de ellos, no de Dios.

Esta condición consiste, según la interpretación de la palabra griega eudokía por la Vulgata o por otras traducciones, bien en tener y mostrar buena voluntad los hombres, bien en el comportarse de modo que Dios tenga buena opinión sobre ellos. En ambos casos los hombres han de poner de su parte.

La paz no es algo que Dios regala a unos hombres negándosela a otros, lo cual sería incompatible con su amor paterno, sino que disfrutan de ella, quienes colaboran con Él, para obtenerla con su prójimo. En otras palabras: la paz se restablece entre los hombres, cuando ponen de su parte los medios necesarios para hacerla posible como relación de libertades respetuosas del Bien Común, cuya existencia es vital para los bienes privados de todos y de cada uno y cuyo conocimiento y respeto obtienen con la ayuda de Dios, presente en sus conciencias y en su buena voluntad.

La paz fracasa si los hombres no ponen de su parte los medios necesarios para hacerla posible entre ellos como relación de libertades respetuosas del Bien común, apagando la luz de sus conciencias u optando por la mala voluntad, destructora tanto de los bienes privados como del Bien Común, que los hace posibles, razonables y justos.

"Se interprete como se interprete el lexema griego eudokía, el texto bíblico no ofrece la menor duda de que en el canto de los ángeles, la paz se proclama no para aquellos que Dios determine (¡mal andaríamos que Dios decidiese a espaldas del hombre, quién ha de tener paz, y quién no la ha de tener, según que Dios le ame o no le ame); el gloria invoca la paz en la tierra, no para todos los hombres, es evidente, sino tan sólo para aquellos que cumplen una condición que depende de ellos, no de Dios: y es el mostrar o tener buena voluntad, según la traducción de la Vulgata, o el comportarse de modo que Dios tenga buena opinión sobre ellos. Pero poniendo el hombre de su parte, no regalándoselo Dios a unos sí y a otros no, para más inri". Mariano Arnal, Buena voluntad, LÉXICO DE RELIGIÓN.

-oOo-

Paz a los hombres de buena voluntad
por
Alberto Masferrer
(1)

A vosotros, los que amasáis riquezas fabricando el demoníaco brebaje, paz.

A vosotros, los que lucráis y gozáis de la vida comerciando con el diabólico veneno, paz.

A vosotros, los que ganáis míseramente el pan de cada día revendiendo el funesto licor que torna al hombre en fiera, paz.

A ti, hombre de Estado o financista, que haces un río de oro de lo que es sangre y embrutecimiento y ruina, paz.

A todos vosotros que hacéis el mal por ignorancia o inconsciencia y hasta creyendo que hacéis bien, paz.

Pasemos una esponja sobre el ayer, y que nadie os cuente la sangre vertida, ni las prisiones desastrosas, ni los hogares desechos, ni los niños abandonados, ni las madres desamparadas, ni las tranquilas heredades vendidas para el vicio, ni la salud perdida, ni el alma caída en tinieblas, ni el fracaso total de las vidas, a que llevó el tóxico fatal que vosotros vertísteis en la copa insaciable del lucro…

No sabíais …no pensábais…no fuísteis culpables, Paz a vosotros.

Mas ahora, sabéis. Ahora vuestros ojos se abrieron y se iluminó vuestra conciencia. Ahora, si fijáis la vista en la copa en que espumea el aguardiente, veréis cómo se vuelve roja o negra : roja de sangre, negra de miseria y de ruina. Ahora ya sabéis que cada moneda que echáis en vuestras arcas como precio de la fatal bebida, es la suerte de un pobre labriego que irá a presidio; de uno que irá al sepulcro; de un niño que caerá en la orfandad; de una esposa que verá día a día consumirse el esfuerzo de su compañero, en el estanco o en la cárcel. Ahora comprendéis que eso es trocar en placer y en lucro, el dolor y el hambre.

Paz a vosotros. Que se olvide el ayer, y aún el hoy. Ahora todavía, y por algún tiempo, tendréis que seguir explotando el dinero maldito. La cantinera, el estanquero, el importador, el destilador, y hasta el contrabandista lleno de zozobra, todos habéis caído en las redes de la necesidad, o del hábito, o de la codicia. Y toda red aprisiona y entraba.

Todavía, durante un año, dos años, tres años, os dominará el pasado, y tendréis que fabricar y que vender y revender veneno. Pero lo haréis ya con dolor. Los haréis con el deseo de no hacerlo más. Lo haréis con el anhelo de cambiar vuestro negocio triste, vuestro trabajo lúgubre, por otro que sea claro, y fecundo y vivificante. Pasarán apenas tres años, y ya ninguno de vosotros sufrirá la esclavitud del dinero maldito. Tú , el gran hacendado, que ahora siembras caña para el alambique, la sembrarás para el azúcar o el pasto; si es posible, y mejor aún, sembrarás el maíz, el trigo, el frijol , el plátano, el arroz; cosas que son salud, que son vida, que son alegría. Sin duda que no seréis así tan ricos, pero sí mas felices.

Tú, el comerciante en grande, que importas toneladas de tóxico, invertirás tu dinero en traer herramientas para labrar la tierra, en géneros de buena clase para vestirnos; en buena harina para cocer buen pan; en vino puro y generoso, que conforte a los débiles y a los enfermos.

Tú, la cantinera, y tú, el estanquero, que pasáis los días y las noches aspirando el vaho nauseante de la ebriedad, y oyendo los gritos bestiales de los ebrios, buscaréis un oficio honesto, limpio, benéfico; haréis pan, haréis vestidos; guardaréis los ganados; cultivaréis el suelo; forjaréis el hierro, labraréis la madera, cuidaréis de los niños; iréis de pueblo en pueblo, llevando las mil cosas gratas y necesarias del vivir.

Y tú, contrabandista, tú que vives en la zozobra, expuesto a que te descubran y te aprisionen, y te despojen de tu angustiado haber; tú que pasas las noches en los barrancos, bajo la llovizna o los insectos: tú que eres tan atrevido y valeroso; tú que eres tan hombre, ahora que ya sabes que el aguardiente es ruina, dolor y sangre, arrojarás los cacharros de la destilación, y vendrás con nosotros al trabajo sereno y ostensible, y más que nosotros gozarás del fruto de tu esfuerzo, porque más que nadie tienes energía y valor.

Sí, paz a vosotros que andábais ciegos y como ciegos hicisteis. Ahora, ya con los ojos limpios y la conciencia esclarecida, buscaréis cada uno el camino de la liberación, y todos, hoy algunos, mañana los demás, todos celebraréis un día, un día que está próximo, la vuelta a la faena limpia, bienhechora y cordial.

¡ Apresurad el día, hermanos!, ¡anhelad día y noche su advenimiento y llegaréis antes de lo que pensáis!

Entre tanto, paz a vosotros.

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(1) Vicente Alberto Masferrer Mónico, fue un maestro, filósofo, periodista, ensayista, poeta y político salvadoreño nacido el 24 de julio de 1868 en Alegría (antes Tecapa), Usulután y fallecido en el exilio el 8 de septiembre de 1932 en Tegucigalpa, Honduras. Escritor que marca con sus letras toda una época de la literatura salvadoreña a través de la definición de su pensamiento inclinado a la defensa de los más desposeídos y de denuncia social. Wikipedia.