sábado, abril 25, 2009

Confidencias de un bloguero

Confidencias de un bloguero

Colegas y Amigos de las tres redes sociales en las que ingresé recientemente, me piden que repita para ellos la confesión general sobre mi ingreso, experiencia y perseverancia en el mundo bloguero, confesión que publiqué al terminar el año Cervantino que los hispanohablantes celebramos en 2005, con ocasión del cuarto centenario de la publicación de "El Quijote".

Comprendiendo que, en la perspectiva de la Sociogenética lovaniense de mi colega y entrañable amigo Albert d'Haenens, esta confesión puede ser interesante para más de un profesor universitario, que todavía se pregunta si debe o no debe adoptar este nuevo tipo de escritura, eminentemente interactiva y multimediática, me limito a reproducir tal cual el mismo documento que puse en la red hace ya más de cuatro años.

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Durante todo el año 2005, consagrado a celebrar El Quijote, he alimentado en España un blog, cuyo primer objetivo ha sido el hacer ver a mis compañeros blogueros la actualidad de esta obra, cuya originalidad más destacada es la interactividad.

Yo escribía hace unos días en este blog, con ocasión de la visita simbólica de don Quijote al ‘Nacimiento’ de Europa, en la plaza mayor de Bruselas:

«En cierta manera don Quijote nos preparó la entrada en la Europa solidaria actual, no poniendo una pica en Flandes, sino saludando amistosamente con mano franca y abierta, a la manera del entrañable Cervantes.

Esto es muy importante tanto para mí, como gran amigo de Cervantes, autor del Quijote, como para todos vosotros, a quienes he intentado explicar, durante todo este año quijotesco 2005, que la suprema genialidad de Cervantes, en cuanto creador del Quijote, es el habernos invitado a todos a ser autores de nuestra propia escritura, participando creativamente en la suya, a título de ensayo de la nuestra propia de cada uno.

Si yo he participado quijotescamente en esta aventura de bloguero, y pienso seguir participando, es porque la considero como una de las mejores posibilidades que el ser humano haya tenido en la historia de escribir leyendo y de leer escribiendo la aventura de su propia vida, inseparable de la aventura arriesgada y diaria del vivir de todos sus hermanos humanos.» http://www.quediario.com/blogs/705/

En mi blog belga “El Quijote de Bruselas” me cabe el honor de recordar a mis compatriotas hispano-belgas que en 1607 se hizo en Bruselas la mejor edición del Quijote recién nacido, incluso mejor que la princeps, pues esta primera edición, que tuvo lugar en Madrid en 1605, estaba lejos de ser perfecta. Así que el año que viene podríamos celebrar aquí, en Bruselas, donde yo vivo, capital ahora de la Unión Europea y entonces de los Países Bajos, nuestro propio cuarto centenario de este trabajo crítico, como el año pasado celebramos en todos los países de lengua española un justo centenario popular. Entonces, a comienzos del segundo siglo de oro de la literatura española, como ahora, al comienzo de la literatura global bloguera, el Quijote fue y es una obra cuyo vitalismo interactivo revoluciona la literatura, transformándola en lugar privilegiado de la libertad de conciencia y de expresión.

Mi gran entusiasmo por Cervantes lo he heredado de mi padre, que me enseñó a escribir saboreando ‘El Quijote’, al tiempo que me hacía ver la justeza, la belleza y la admirable generosidad de la escritura cervantina. El secreto de su eficacia, tanto en la forma como en el fondo, es el respeto tan profundo y la compasión tan sincera de Cervantes por todo ser humano y muy en particular por los débiles, entre los cuales él privilegió a las mujeres, a cuya liberación contribuyó como nadie en su época.

Probablemente por esta razón, la lectura del Quijote, repetida múltiples veces, me ha incitado a escribir durante toda mi vida, levantando los ojos hacia los seres humanos que conviven conmigo y muy en particular hacia las mujeres, cuya liberación ha sido una de las mayores preocupaciones de mi labor intelectual. Fruto de esta escritura son los miles de páginas que me he decidido a reunir, como eco fiel del generoso humanismo cervantino, en un Taller cervantino del “Quijote”, que contiene mi lectura crítica de los textos originales de 1605 y 1615, acompañada de un Diccionario enciclopédico que justifica punto por punto esta lectura.

Atraído por los valores antropológicos de la mujer y disconforme con el machismo, me hubiera gustado comenzar mi carrera científica defendiendo una tesis de filosofía sobre 'Antropología conyugal'. Sin embargo, no queriendo aceptar las limitaciones ideológicas que se me imponían en la facultad lovaniense de la época, poco dispuesta en los años sesenta a escuchar los argumentos del feminismo, de la psicosomática y de la fenomenología modernas, orienté mi investigación hacia la metodología y la historia de la Ética, haciendo mi tesis doctoral en Filosofía sobre la 'Contribución de la semántica lingüística al quehacer filosófico' y limitando las aplicaciones a textos latinos del siglo XIII. Con mi tesis parisina de Lingüística, tanto estructural como transformacional, profundicé en el mismo tema, haciendo ver que la semántica lingüística, al igual que la ética, era metodológicamente inseparable de la sintaxis y de la pragmática.

Incansable militante por los derechos humanos, fui profesor de Ética, con veinticuatro años, en un centro superior de filosofía. La imposibilidad de adaptarme al sistema sociopolítico de la época, me hizo salir de España, tras un año de enseñanza.

Europeísta convencido, animo desde 1961-62 la “Amistad europea universitaria para la amistad mundial”: http://users.skynet.be/AEU/ Este movimiento nació en el “Foyer des nations” (‘Hogar de las naciones’) de la universidad de Lovaina como una vacuna para protegernos de la xenofobia, que en aquél entonces era muy fuerte en Bélgica, debido a la mala coexistencia entre valones y flamencos, al fin desastroso de la colonización Belgo-congolesa y al recuerdo, por entonces todavía muy vivo, de la segunda guerra mundial. También sirvió para prepararnos a trabajar fraternalmente en misiones internacionales, superando los chovinismos de nuestras diferentes nacionalidades. Este movimiento ha tenido el mérito de no haberse transformado nunca en una organización burocrática. Forma parte de él cualquier persona que vive su condición de universitario como un compromiso deontológico activo de su profesión con los valores universales de la humanidad.

Mis grandes ilusiones son la paz, la justicia, la familia, la educación, el bienestar compartido, la investigación científica, etc. Mi ilusión por la investigación científica brotó en mí cuando a los doce años contraje la pasión por la electrónica y tuve la suerte de disfrutar de una excelente enseñanza por correspondencia, en la cual se hermanaban la teoría con la práctica, de manera que no sólo podía comprender los montajes que hacía, sino que podía mejorarlos con mis conocimientos teóricos. Cuando unos años después se me confió un curso de complementos científicos para futuros estudiantes de filosofía, no dudé en darles como materia la electrónica, obteniendo que cada uno de ellos realizara su propia radio y se entusiasmara por la investigación en su doble faceta teórica y práctica.

Considero la escritura como el mejor medio de alimentar y de compartir mis ilusiones; creo que con ella contribuyo a la creación que da sentido a mi propia vida y a la vida de mis semejantes.

Si me intereso por la informatización de los diccionarios enciclopédicos, es porque creo que este tipo de herramientas hermanará todos nuestros saberes lingüísticos, al servicio de la comunicación y de la escritura. Mediante ellos nos será posible introducirnos en cualquier diálogo, beneficiando de todas las informaciones necesarias para hablar con pertinencia. En cierta manera este tipo de diccionarios será la ayuda más completa para mantener vivo nuestro humanismo, recordándonos lo que ya sabíamos por nuestra formación humanista y enseñándonos lo que todavía no sabemos.

Llevo treinta y cinco años casado y sigo enamorado de la misma mujer, lo cual no impide que disfrute de excelentes amistades femeninas, que me ayudan a ver el lado menos agresivo y más amable de la compleja y dura sociedad machista en que todavía vivimos. Tengo una hija investigadora en ingeniería mecánica y electrónica y un hijo historiador, especialista en historia del cine.

Me siento estrechamente ligado, además de a mi pequeña familia hispano-belga y a mi mucho más numerosa familia española, a mi gran familia jesuítica, cuya hermandad, generosidad y coraje sigo experimentando y disfrutando. Mi propia salud, sometida a ruda prueba por las complicadas circunstancias de la historia española que me tocó vivir como joven profesor de Ética, me hizo comprender, hace ahora más de cuarenta y cuatro años, que mi vida y mi combate en favor de los derechos de la mujer y de una antropología conyugal debían discurrir “extra muros” de las casas de la Compañía y fuera de España. Mi deseo era intentar realizarlas en el seno de una familia de naturaleza conyugal y parental, compartiéndolas con una mujer dispuesta a hacerme beneficiar de sus valores femeninos, sin que mi condición de “ex” pesara demasiado contra mi proyecto, lo cual era prácticamente imposible por aquél entonces en España.

No todo resultó como lo había previsto, porque si bien es verdad que encontré la mujer con la que he podido compartir mi proyecto vital, debo confesar que mi condición de “ex” ha pesado mucho, tanto sobre el trabajo universitario que se me ha confiado en la universidad católica como sobre el que no se me ha confiado. En efecto, a pesar de mis dos brillantes doctorados, que me preparaban tanto para la Semántica como para la Ética, debí renunciar a la enseñaza oficial de la Ética, reservada preferentemente, en aquél entonces, a profesores eclesiásticos, para ocuparme, durante treinta y ocho años, a título principal y en solitario, de la enseñanza intensiva del español para todos los públicos y, a título subsidiario, de la semántica para los lingüistas.

Entre tanto he tenido que deplorar la grave ausencia persistente de una antropología conyugal seria en la producción de mis colegas filósofos. La prueba de esta carencia filosófica es fácil de hacer hoy en día con la ayuda de Internet : si se lanza una búsqueda con las palabras ‘antropología conyugal’, el único título que se encuentra es: Reflexión sobre los datos sexológicos de la psicosomática y de la fenomenología modernas, ensayo de antropología conyugal, Salvador García-Bardon, Université Catholique de Louvain, Institut Superieur de Philosophie, 1963, Ciclostilato, 352 f.; 26,5 cm. Es bastante sintomático de la perfecta lealtad de mis hermanos jesuitas para conmigo, el que esta información aparezca en el fichero público de la biblioteca de su Pontificia Università Gregoriana de Roma. Estoy seguro de que con ellos no hubiera tenido que renunciar a mi proyecto de 'Antropología conyugal' de 1963, que me vi obligado a reemplazar, para obtener mi doctorado en filosofía, por una tesis histórica sobre el lenguaje de la Ética del siglo XIII, bajo el título: Contribution de la linguistique scientifique à la démarche philosophique.

Hoy me consuela el constatar que la Congregación para la doctrina de la fe considera que los datos fundamentales de la antropología bíblica son conyugales. Es decir, que los teólogos han logrado ver y hacer lo que los filósofos de las escuelas católicas de estricta observancia no han logrado ni hacer ni ver.

He aquí la prueba, que transcribo literalmente, sintiéndola como si fuera mía, de un documento publicado el año pasado por el Papa actual, bajo el título: “Sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo”:

«II. LOS DATOS FUNDAMENTALES DE LA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

5. Una primera serie de textos bíblicos a examinar está constituida por los primeros tres capítulos del Génesis. Ellos nos colocan «en el contexto de aquel ‘‘principio'' bíblico según el cual la verdad revelada sobre el hombre como ‘‘imagen y semejanza de Dios'' constituye la base inmutable de toda la antropología cristiana».(4)

En el primer texto (Gn 1,1-2,4), se describe la potencia creadora de la Palabra de Dios, que obra realizando distinciones en el caos primigenio. Aparecen así la luz y las tinieblas, el mar y la tierra firme, el día y la noche, las hierbas y los árboles, los peces y los pájaros, todos «según su especie». Surge un mundo ordenado a partir de diferencias, que, por otro lado, son otras tantas promesas de relaciones. He aquí, pues, bosquejado el cuadro general en el que se coloca la creación de la humanidad. «Y dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra... Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, hombre y mujer los creó» (Gn 1,26-27). La humanidad es descrita aquí como articulada, desde su primer origen, en la relación de lo masculino con lo femenino. Es esta humanidad sexuada la que se declara explícitamente «imagen de Dios».

6. La segunda narración de la creación (Gn 2,4-25) confirma de modo inequívoco la importancia de la diferencia sexual. Una vez plasmado por Dios y situado en el jardín del que recibe la gestión, aquel que es designado —todavía de manera genérica— como Adán experimenta una soledad, que la presencia de los animales no logra llenar. Necesita una ayuda que le sea adecuada. El término designa aquí no un papel de subalterno sino una ayuda vital. (5) El objetivo es, en efecto, permitir que la vida de Adán no se convierta en un enfrentarse estéril, y al cabo mortal, solamente consigo mismo. Es necesario que entre en relación con otro ser que se halle a su nivel. Solamente la mujer, creada de su misma «carne» y envuelta por su mismo misterio, ofrece a la vida del hombre un porvenir. Esto se verifica a nivel ontológico, en el sentido de que la creación de la mujer por parte de Dios caracteriza a la humanidad como realidad relacional. En este encuentro emerge también la palabra que por primera vez abre la boca del hombre, en una expresión de maravilla: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Gn 2,23).

En referencia a este texto genesíaco, el Santo Padre ha escrito: «La mujer es otro ‘‘yo'' en la humanidad común. Desde el principio aparecen [el hombre y la mujer] como ‘‘unidad de los dos'', y esto significa la superación de la soledad original, en la que el hombre no encontraba ‘‘una ayuda que fuese semejante a él'' (Gn 2,20). ¿Se trata aquí solamente de la ‘‘ayuda'' en orden a la acción, a ‘‘someter la tierra'' (cf Gn 1,28)? Ciertamente se trata de la compañera de la vida con la que el hombre se puede unir, como esposa, llegando a ser con ella ‘‘una sola carne'' y abandonando por esto a ‘‘su padre y a su madre” (cf Gn 2,24)». (6)

La diferencia vital está orientada a la comunión, y es vivida serenamente tal como expresa el tema de la desnudez: «Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro» (Gn 2, 25).

De este modo, el cuerpo humano, marcado por el sello de la masculinidad o la femineidad, «desde ‘‘el principio” tiene un carácter nupcial, lo que quiere decir que es capaz de expresar el amor con que el hombre-persona se hace don, verificando así el profundo sentido del propio ser y del propio existir». (7) Comentando estos versículos del Génesis, el Santo Padre continúa: «En esta peculiaridad suya, el cuerpo es la expresión del espíritu y está llamado, en el misterio mismo de la creación, a existir en la comunión de las personas ‘‘a imagen de Dios”. (8) »

He publicado numerosos trabajos científicos y literarios, por la mayor parte difundidos desde hace muchos años en los medios universitarios en edición electrónica, entre los cuales cabe destacar la reciente edición en PDF y en HTM de “El Quijote para citarlo”. Esta edición electrónica, preparada al abrigo de los ideales humanistas de la AEU, representa una nueva lectura crítica de los textos cervantinos, dotada de un sistema simple, preciso y rápido de referencias textuales. Se trata de la realización concreta de la edición de los Textos originales de 1605 y 1615 del Taller cervantino del “Quijote”, a la cual me he venido refiriendo en mis blogs conmemorativos durante todo el año cervantino 2005. La mayor originalidad de este taller consiste en haber reunido en un Diccionario enciclopédico la justificación precisa de todos los detalles de mi lectura crítica. El PDF lo puede obtener gratuitamente, desde el 29 de diciembre 2005 hasta el 28 de febrero 2006, como regalo de fin del año cervantino 2005, pulsando en la dirección electrónica:

http://users.skynet.be/AEU/QuijoteParaCitarlo.pdf

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(4) Juan Pablo II, Carta Apost. Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988), 6: AAS 80 (1988), 1662; cf S. Ireneo, Adversus haereses, V, 6, 1; V, 16, 2-3: SC 153, 72-81; 216-221; S. Gregorio de Nisa, De hominis opificio, 16: PG 44, 180; In Canticum homilia, 2: PG 44, 805-808; S. Agustín, Enarratio in Psalmum, 4, 8: CCL 38, 17.

(5) La palabra hebrea ezer, traducida como ayuda, indica el auxilio que sólo una persona presta a otra persona. El término no tiene ninguna connotación de inferioridad o instrumentalización. De hecho también Dios es, a veces, llamado ezer respecto al hombre (cf Esd 18,4; Sal 9-10,35).

(6) Juan Pablo II, Carta Apost. Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988), 6: AAS 80 (1988), 1664.

(7) Juan Pablo II, Catequesis El hombre-persona se hace don en la libertad del amor (16 de enero de 1980), 1: Enseñanzas III, 1 (1980), 148.

(8) Juan Pablo II, Catequesis La concupiscencia del cuerpo deforma las relaciones hombre-mujer (26 de julio de 1980), 1: Enseñanzas III, 2 (1980), 288.

http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/otros/HombreMujer.htm