sábado, diciembre 26, 2009

Arde la Amazonia, nuestra morada

Narrativas jesuitas: Arde la Amazonia, ñande rekoha (nuestra morada)
1. Introdución
Fernando López Pérez S.J., testigo de los hechos que se refieren en este relato de Minerva Vitti, es un joven jesuita, natural de Santa Cruz de la Palma. Marchó como voluntario a Paraguay, siendo universitario, para colaborar en un Proyecto de desarrollo. Allí decidió hacerse Jesuita.
Trabajó en Brasil, durante 4 años, con los niños de la Calle. Se ordenó sacerdote en un Basurero de Paraguay. Lleva varios años trabajando con un equipo itinerante, en la mision de la Amazonia de Brasil, por la defensa de los derechos de los indígenas. www.hombresnuevos.net
Amazonia: área de conflictos y de superación de fronteras
Fuente: Conferencia organizada en Salamanca por La Fundación Entreculturas el 28 de Febrero de 2007.

Fernando López Pérez S.J., miembro Jesuita del equipo itinerante entre las fronteras de Perú, Colombia y Brasil, defiende desde hace años la tesis de que La Amazonía, debido a su inmensidad y a su rica diversidad, sustituirá en el futuro a Oriente Medio como región geoestratégica fundamental a nivel mundial. Analiza cómo las potencias occidentales toman posiciones en el área y cómo Brasil está distribuyendo su poder militar desde el sur a la selva. Es testigo de las explotaciones ilegales, de la situación de los indígenas y de los problemas medioambientales.
Fernando explica su forma de actuar mediante grupos muy flexibles que atraviesan las fronteras por los ríos, tratando de superar la lógica de los estados preexistentes y cómo deben afrontar las amenazas de los poderes fácticos.
Fernando lleva varios años trabajando en el Amazonas dentro de estos grupos itinerantes, construyendo redes como herramienta más adecuada para proteger el Amazonas y nuestro futuro.
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2. Narrativas jesuitas: Arde la Amazonia, ñande rekoha (nuestra morada)
Una selva en agonía. Eso es la Amazonía brasileña. Su título “pulmón del planeta” de un momento a otro puede desaparecer. Ya no se puede beber de las aguas ni pescar. Hay veneno. Mamíferos, reptiles, aves. Todos están desapareciendo. Constantemente las riquezas que conforman la Amazonía están amenazadas por el narcotráfico, las mafias, la militarización de comunidades y las fronteras, la explotación de sus recursos naturales y la biopiratería, práctica realizada por empresas de países ricos para elaborar remedios medicinales y cosméticos. Presiones y ataques. Pueblos indígenas tratando de salvar su identidad. Muertes por un trozo de tierra. Ya la Amazonía no es tan verde.
Los ribereños y marginados urbanos también habitan esta zona que es una realidad trasnacional que abarca Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, Surinam y las guayanas Inglesa y Francesa, nueve de los trece países que integran Suramérica.
Desde 1998 el jesuita español Fernando López realiza su misión entre las aguas del río Amazonas y la espesura de la selva, forma parte del Equipo Itinerante. Este equipo está formado por veinte personas y quince instituciones. Y trabaja en dos núcleos: “Trinidad”, ubicado en Manaus; y “Tres fronteras”, cuya base se encuentra en un área donde se cruzan las tres fronteras: Tabatinga (Brasil), Leticia (Colombia) y Santa Rosa (Perú).
Los misioneros viven del mismo modo que las comunidades donde están los núcleos. Sus casas son palafitos. Los objetivos específicos del Equipo son: conocer la vida cotidiana de las personas, contribuir con asesorías específicas y formación de las comunidades, fortalecer y tejer redes solidarias con instituciones y organizaciones no gubernamentales de la zona, estudiar y profundizar temas de interés del pueblo y de la región; registrar, sistematizar, devolver, divulgar y teorizar las experiencias, praxis y memoria de las comunidades y del Equipo.
Según López, “las fronteras políticas, construidas a partir del siglo XV en América Latina y en la Amazonía, han partido muchos pueblos indígenas (…) Las diferentes políticas públicas de cada país en relación a los indígenas, no ayudan a integrar y fortalecer estos pueblos; sí a dividirlos y fragilizarlos, muchas veces hasta el punto del exterminio”.
En la Amazonía el valor de la tierra es fundamental para sus comunidades porque constituye el futuro. “Somos cuidadores del estado vital para que los hijos y los hijos de nuestros hijos puedan danzar en la tierra”; ésta es la lógica indígena.
Pero el sonido de las motosierras y los tractores poco a poco sustituye el purahei (canto) de los pájaros y reduce las tierras de los indígenas a pequeños islotes descubiertos. La Amazonía se está convirtiendo en sabana. Las vacas y los cultivos de caña tienen más importancia que la vida de estos aborígenes. El nuevo abono de la tierra: la sangre.
López relata que en septiembre, a pocos kilómetros de la frontera de Paraguay, en Mato Grosso do Sul, Brasil, “dos aldeas: guaraní Kaiowa, Laranjeira Ñande Ru (14 de septiembre de 2009) y Apyka’i (18 de septiembre de 2009) fueron quemadas, las mujeres golpeadas y un hombre guaraní herido de bala (…) El pueblo guaraní fue violentado y sometido a vivir en toldos de plástico negro, entre los alambres de las haciendas y el asfalto de las carreteras”.
López insiste en que es necesario buscar alternativas que resguarden estos recursos de la Amazonía, si no en poco tiempo nos quedaremos sin nada. Presiones y ataques. Muerte. Ya la selva brasilera no es tan verde. Y los indígenas se preguntan: “¿Será que Tupãna (Dios) se equivocó al crear nuestros pueblos de la Amazonía?”.
La selva como refugio
Las problemáticas de refugio, migración y desplazamiento también existen en la Amazonía. López explica que del lado colombiano la gente es empujada principalmente por el conflicto armado. En Leticia existen resguardos interétnicos, que son pequeños espacios de tierra que el gobierno cedió para que todos los pueblos indígenas que huyen del conflicto tengan un lugar de destino.
Del lado peruano, la gente emigra por la pobreza. “Gran cantidad de indígenas de la región andina son empujados para la frontera amazónica con un proyecto que el gobierno peruano llama Fronteras Vivas, que en el fondo es sacarse a los pobres de la sierra y la costa peruana y empujarlos para la Amazonía”, explica López. Estas migraciones generan problemas con las poblaciones brasileras, indígenas y riberindias, porque los peruanos llegan con una visión distinta, hay choques de culturas.
Otro tema muy vinculado a la triple frontera es el tráfico de personas, sobre todo para trasladar pasta base (cocaína) a Brasil. “Les ofrecen dinero, 2000 dólares, por pasar 20 kilos de pasta base”, comenta López. Al mismo tiempo estas personas son utilizadas como señuelos, ya que fácilmente son descubiertas y mientras las autoridades arman un revuelo por otros puntos de la frontera se pasan más toneladas de cocaína.
En el caso de la frontera con Venezuela, López explica que lo más común es el contrabando de gasolina. En la Guayana Inglesa las personas emigran principalmente por mejoras en cuanto a la salud y en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Esto es una aproximación a la Amazonía. Paraíso e infierno. Presente y futuro de toda la humanidad. Está en nosotros decidir si nos convertimos en cuidadores o depredadores de este espacio vital.
Minerva Vitti
Asistente de Comunicación e Incidencia
Servicio Jesuita a Refugiados Latinoamérica y el Caribe
comunicacion@sjrlac.org
* Servicio Jesuita a Refugiados América Latina e Caribe•
Fernando Franco SJ, Director Responsable
Uta Sievers, Redactora
Suguna Ramanathan, Redactora Asociada
Secretariado para la Justicia Social, Borgo S. Spirito 4, 00193 Roma, ITALIA
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