jueves, mayo 17, 2012
Un mensaje de confianza para Francia y para Europa
En el día en que es investido con el cargo más alto del Estado, François Hollande dirige a los Franceses un mensaje de confianza. En virtud de la solidaridad europea, presente en la intención explícita de su autor, este mensaje tiene también como destinatarios a todos los Ciudadanos Europeos.
La primera condición de la confianza recuperada es la unidad de la Nación.
La confianza es indisociable de la ejemplaridad.
La confianza está en la esencia de la democracia.
La confianza se basa en la justicia.
Pero la justicia, está también en la distribución del esfuerzo indispensable. No puede haber sacrificios para los unos, cada vez más numerosos, y privilegios para los otros, sin cesar menos numerosos.
la República debe conceder la confianza a la juventud. Yo le devolveré el lugar que debe ser el suyo. Es el fundamento de mi compromiso por la escuela de la República, ya que su misión es vital para la cohesión de nuestro país, para el éxito de nuestra economía y para la promoción de cada persona.
"Señoras, Señores, en este día, muchos pueblos - y en primer lugar en Europa - nos esperan y nos observan. Europa necesita proyectos, necesita solidaridad, necesita crecimiento para superar la crisis que la afecta. A nuestros socios, les propondré un nuevo pacto que combinará la reducción necesaria de las deudas públicas con el indispensable estímulo de la economía."
"Francia es una Nación comprometida con el mundo. Por su historia, por su cultura, por sus valores de humanismo, de universalidad, de libertad, ocupa un lugar singular en el mundo. La Declaración de los derechos humanos y del ciudadano dio la vuelta al mundo. Debemos ser, y yo el primero, sus depositarios. Y situarnos junto a todas las fuerzas democráticas del mundo que se recomiendan de estos principios.
Francia respetará a todos los pueblos, será por todas partes fiel a la vocación que es la nuestra: defender la libertad de los pueblos, el honor de los oprimidos y la dignidad de las mujeres."
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Foto por EFE: Encuentro del presidente francés, François Hollande, con la canciller alemana, Angela Merkel. Horas después de su investidura, el nuevo presidente francés se reunió en Berlín con la canciller alemana. Siguiendo una costumbre de la presidencia francesa, ha sido su primer viaje al extranjero tras la toma de posesión del cargo
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Traducción del discurso completo pronunciado por François Hollande durante su investidura como Presidente de la República Francesa, el 15.05.2012.
Señores Presidentes, Señoras y Señores,
En este día en que soy investido con el cargo más alto del Estado, dirijo a los Franceses un mensaje de confianza. Somos un gran país que, en su historia, siempre ha sabido enfrentar las pruebas y afrontar los retos que se le presentaban. Cada vez lo ha logrado, permaneciendo fiel a sí mismo, siempre en la elevación y la apertura, nunca en la bajeza y el disimulo.
Tal es el mandato que recibí del pueblo francés el 6 de mayo: enderezar a Francia en la justicia, abrir una nueva vía de esperanza en Europa, contribuir tanto a la paz en el mundo como a la conservación del planeta.
Mido hoy mismo el peso de las dificultades a las que se enfrenta nuestro país: una deuda masiva, un crecimiento escaso, un elevado desempleo, una competitividad deteriorada y una Europa a quien le cuesta mucho salir de la crisis. Pero lo afirmo aquí: no hay fatalidad, cuando nos anima una voluntad común, que nos fijamos una dirección clara, y que movilizamos plenamente las fuerzas y las bazas de Francia.
Estas fuerzas y bazas son considerables: la productividad de nuestros trabajadores, la excelencia de nuestros investigadores, el dinamismo de nuestros empresarios, el trabajo de nuestros agricultores, la calidad de nuestro servicio público, la proyeccción internacional de nuestra cultura y de nuestra lengua. Sin olvidar la vitalidad de nuestra demografía y la paciencia de nuestra juventud.
La primera condición de la confianza recuperada es la unidad de la Nación. Nuestras diferencias no deben convertirse en divisiones, ni nuestras diversidades en discordias. El país necesita apaciguamiento, reconciliación, reunión. Es el papel del Presidente de la República el contribuir a hacer vivir juntos a todos los Franceses -sin distinción de origen, de recorrido, de lugar, de residencia-, en torno a los mismos valores, los de la República. Tal es mi imperioso deber.
Cualquiera que sea nuestra edad, cualesquiera que sean nuestras convicciones, dondequiera que vivamos, en el Hexágono o en los territorios de ultramar, en nuestras ciudades, en nuestros barrios, en nuestros territorios rurales, todos somos Francia. Una Francia no sublevada contra otra, sino una Francia reunida en una misma comunidad de destino.
Y yo reafirmaré en todas las circunstancias nuestros principios intangibles de laicidad, al igual que lucharé contra el racismo, contra el antisemitismo y contra todas las discriminaciones.
La confianza es indisociable de la ejemplaridad. Como Presidente de la República, asumiré plenamente las responsabilidades excepcionales de esta alta misión. Fijaré las prioridades pero no decidiré de todo, para todo y por todas partes.
De acuerdo con la Constitución, el Gobierno determinará y conducirá la política de la Nación. Se respetará al Parlamento en sus derechos. La justicia dispondrá de todas las garantías de su independencia. El poder en la cumbre del Estado se ejercerá con dignidad pero también con simplicidad, con una gran ambición para nuestro país y con una escrupulosa sobriedad en nuestro comportamiento.
El Estado será imparcial, porque es la propiedad de todos los Franceses y, consiguientemente, no pertenece a los que recibieron sus cargos por un tiempo limitado. Las normas de los nombramientos de los responsables públicos serán reenforzadas. Y la honradez, la competencia y el servicio del interés general serán los únicos criterios que determinen mis elecciones para nombrar a los grandes servidores del Estado.
Francia tiene la suerte de disponer de una función pública de gran calidad. Quiero expresarle mi reconocimiento y la esperanza que pongo en ella y en cada uno de sus agentes.
La confianza está en la esencia de la democracia. Creo en la democracia local, y me propongo revivificarla por un nuevo acto de descentralización susceptible de dar nuevas libertades para el desarrollo de nuestros territorios.
Creo en la democracia social y se abrirán nuevos espacios de negociación para los interlocutores sociales, que respetaré: tanto a los representantes de los sindicatos de asalariados, como a las organizaciones profesionales. Creo en la democracia ciudadana, la de las asociaciones y la de los compromisos cívicos que ella moviliza. Sostendré a los voluntarios en su dedicación abnegada por la República.
La confianza se basa en la justicia. En las elecciones. En la concepción misma de la creación de riqueza. Es hora de restablecer la producción antes que la especulación, la inversión con futuro antes que la satisfacción del presente, el empleo duradero antes que el beneficio inmediato. Es hora de emprender la transición energética y ecológica. Es hora de abrir una nueva frontera para el desarrollo tecnológico y para la innovación.
Pero la justicia, está también en la distribución del esfuerzo indispensable. No puede haber sacrificios para los unos, cada vez más numerosos, y privilegios para los otros, sin cesar menos numerosos. Será el sentido de las reformas que el Gobierno conducirá, con la preocupación de recompensar el trabajo, el mérito, la iniciativa, y de desalentar los ingresos y las remuneraciones exorbitantes. La justicia, será el único criterio sobre el cual se tomará cada decisión pública, en nombre de la República.
Por fin, la República debe conceder la confianza a la juventud. Yo le devolveré el lugar que debe ser el suyo. Es el fundamento de mi compromiso por la escuela de la República, ya que su misión es vital para la cohesión de nuestro país, para el éxito de nuestra economía y para la promoción de cada persona. Es la voluntad que me anima para renovar la formación profesional, para acompañar a los jóvenes hacia el empleo y luchar contra todas las precariedades. Será también la hermosa idea del servicio cívico que me propongo reactivar.
Señoras, Señores, en este día, muchos pueblos - y en primer lugar en Europa - nos esperan y nos observan. Europa necesita proyectos, necesita solidaridad, necesita crecimiento para superar la crisis que la afecta. A nuestros socios, les propondré un nuevo pacto que combinará la reducción necesaria de las deudas públicas con el indispensable estímulo de la economía.
Y les recordaré la necesidad para nuestro continente de proteger, en un mundo tan inestable, no solamente sus valores sino también sus intereses en nombre del principio de reciprocidad de nuestros intercambios comerciales.
Francia es una Nación comprometida con el mundo. Por su historia, por su cultura, por sus valores de humanismo, de universalidad, de libertad, ocupa un lugar singular en el mundo. La Declaración de los derechos humanos y del ciudadano dio la vuelta al mundo. Debemos ser, y yo el primero, sus depositarios. Y situarnos junto a todas las fuerzas democráticas del mundo que se recomiendan de estos principios.
Francia respetará a todos los pueblos, será por todas partes fiel a la vocación que es la nuestra: defender la libertad de los pueblos, el honor de los oprimidos y la dignidad de las mujeres.
En este momento, y soy consciente de su solemnidad, cuando estoy siendo encargado de presidir el destino de nuestro país y representarlo en el mundo, en este momento saludo a mis antecesores. Todos los que antes que yo tuvieron la responsabilidad de pilotar la República.
Charles de Gaulle, que puso su prestigio al servicio de la grandeza y de la soberanía de Francia. Georges Pompidou, que hizo del imperativo industrial una apuesta a nivel nacional. Valery Giscard de Estaing que reactivó la modernización de la sociedad francesa. François Mitterrand, por quien tengo un pensamiento muy particular hoy mismo, que hizo tanto para hacer avanzar las libertades y el progreso social. Jacques Chirac que se señaló por su compromiso en pro de los valores de la República. Nicolas Sarkozy, a quien expreso mis mejores deseos para la nueva vida que se abre ante él.
Señoras, Señores, quiero servir una gran causa: la reunificación, la recuperación, la superación, y abrigo la esperanza de servirle de hilo conductor.
¡Viva la República, y viva Francia!
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Texto original en francés: Hollande : "Je ne déciderai pas de tout, pour tout et partout"
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16.05.12 | 16:10. Archivado en Europa, Sociogenética, Pro justitia et libertate, Francia, Geopolítica, Elecciones
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