Precedente histórico de la preocupante situación actual: Llamada del Arzobispo Cheenath a la reconciliación total en Kandhamal a través de la justicia; su profunda preocupación ante la lentitud de la reconstrucción y de la rehabilitación; cínico despiste de las autoridades en la restauración de la dignidad humana de los sobrevivientes de la violencia anti-cristiana de 2008.
Archbishop Cheenath’s call for full reconciliation in Kandhamal through justice; deep concern at slow pace of reconstruction and rehabilitation; Cynical authorities diverting issues from restoring human dignity of the 2008 anti-Christian violence survivors.-oOo-oOo-oOo-
Strong Christian Call for Reconciliation and Justice in Kandhamal, India
Los sacerdotes y las religiosas en Kandhamal son hijos de su tierra.
John Dayal, All India Christian Council
Narrativas jesuitas
Kandhamal es un lugar estupendo. Una foresta tropical, con montes cercanos y valles profundos, un clima que en invierno se parece mucho al clima de los Alpes, pero sin nieve.
La topografía de este altiplano en medio de la provincia india de Orissa puede haber salvado las vidas de miles y miles de cristianos cuando el 25 de agosto de 2008, 300 pueblos fueron atacados y la gente huyó horrorizada con en la retina de sus ojos escenas de asesinatos, incendios premeditados y violaciones.
En el ápice de la violencia, 54.000 hombres, mujeres y niños se escondieron en estos bosques llenos de árboles patriarcales, y donde abundan todavía osos y grandes animales, donde es posible oír en la noche a los elefantes salvajes. Entre estas 54.000 familias había también los parientes de unos 40 sacerdotes católicos, las familias de unas 25 religiosas, y unos 25 sacerdotes que se escondían y esperaban el momento en que la policía iba a volver para restablecer el orden. Para algunos de ellos, la policía llegó demasiado tarde. Casi cien personas murieron allí, entre ellas tres pastores protestantes y un sacerdote católico, el padre Bernard Digal, herido de gravedad y que murió poco después. Una religiosa, la hermana M, como la he llamado, fue una de las mujeres violadas.
Sin embargo, esta brutal tragedia puso de manifiesto la gran cercanía de los sacerdotes del lugar a su gente. Al contrario de lo que ocurre en muchas otras partes de la India, donde a lo mejor el párroco llega de muy lejos, pertenece a otro grupo étnico y habla otra lengua, los sacerdotes y las religiosas en Kandhamal son hijos de su tierra. Los pueblos que fueron incendiados eran los pueblos donde habían nacido, las iglesias que fueron atacadas y destruidas eran las iglesias donde habían sido bautizados/as y donde los sacerdotes habían celebrado su primera misa.
Hay algo importante que hay que decir sobre los sacerdotes y las religiosas de Kandhamal, sean Dalits (los así llamados 'intocables') o Tribales (los indígenas de la India). Algunos de ellos, como por ejemplo los padres Vijay Naik y Vijay Pradhan, el primero un Dalit y el segundo un Tribal, tenían doctorados conseguidos en universidades romanas. Muchos otros optaron por estudiar ciencias sociales, y trabajaban activamente desde la base. Ayudaron a galvanizar a un pueblo que durante siglos había vivido la condición de siervo, situación en la que la comida escaseaba, la educación era algo desconocido, las mujeres eran vulnerables y los niños tenía muy poca esperanza de crecer y devenir adultos.
No es de extrañar que la labor de los sacerdotes y de las religiosas haya enfurecido intereses creados, el equivalente local de grandes empresas y de agentes de poder. Cuando estalló la violencia, las familias de los sacerdotes fueron atacadas de forma feroz. El hermano del padre Mrityunjay, secretario del arzobispo de la región, fue obligado a convertirse al Hinduismo por una pandilla asesina que le forzó a tragarse estiércol y orina de vaca, después de haberle rapado la cabeza. El joven sufrió en silencio, pero volvió en cuanto le fue posible a la iglesia en el campamento de los refugiados.
Como ocurre en otras partes, también en la India hay sacerdotes y religiosas que no actúan como debieran, pero los que están en Kandhamal son realmente intachables, limpios como el cristal. La familia del padre Bernard Digal, que era ecónomo de la archidiócesis y fue el primer mártir de la violencia, vivía en una chabola, con el techo de paja cuando lo visité hace unos años. Después del estallido de violencia, la suya fue una de las familias que como muchas otras encontró refugio en un campamento de refugiados organizado por el gobierno. Y allí sigue viviendo, por no haber podido aún volver a su pueblo.
Saludo a los sacerdotes y a las religiosas de Kandhamal.
John Dayal
Secretary General, All India Christian Council
Secunderabad
Andhra Pradesh, Indiahttp://groups.google.com/group/JohnDayal
www.johndayal.com
http://www.christiancouncil.in/
Fuente: HEADLINES 2010/02 Noticias del Apostolado Social Jesuita, para intercambiar noticias de justicia social y ecología, estimular contactos, compartir la espiritualidad y promover redes
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