jueves, febrero 04, 2010

Doctorado honoris causa UCL del presidente Herman Van Rompuy

Discurso del Sr Don Herman Van Rompuy

Imagen: Herman van Rompuy, belg van het jaar 2009

Con asombro y emoción me enteré de la noticia de que la UCL (Universidad católica de Lovaina) me había concedido el grado y las insignias del Doctorado honoris causa. Con asombro, porque aún no he probado nada como Presidente del Consejo Europeo. Tuve la misma reacción que el Presidente Obama cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. Un gran honor, ¿pero lo merezco desde ahora…? ¡Con emoción, porque cada vez que se habla de universidad pienso en mi difunto padre, que era profesor en la KUL (Katholieke Universiteit Leuven) y que era un verdadero doctor en ciencias económicas, por cierto como su hijo, mi hermano!

Me alivió el saber que vuestra Alma Mater ha querido honrarme por el conjunto de mi carrera política y por mi concepción de la política. Nací como hombre político. No tuve una vocación, porque la vocación viene más tarde. Pero fui educado en la vida política gracias a Pericles y Tucídides – me sabía de memoria su famoso discurso fúnebre - y también, gracias al Cardenal Newman; en particular, su libro An idea of University. En esta obra describe lo que debe ser un “caballero”, es decir, en su definición, un hombre de apertura, respeto, paciencia, discreción, escucha y convicción. La contribución de unas buenas “humanidades” en la vida es irreemplazable. En ellas se forman un muchacho o una muchacha para el resto de su existencia. He intentado en mi vida personal y política acercarme, poco a poco, by trial and error, a este ideal. Mi esposa me ayudó mucho con su ejemplo en esta búsqueda del respeto del otro.

Es inútil decir que esta concepción dista mucho de cierto populismo, del Estado Espectáculo, el mayor peligro para una democracia. No me refiero solamente el extremismo. Este populismo es lo contrario del valor y de la responsabilidad. Puede conducir a grandes decepciones en la población, porque se crean esperanzas insostenibles y porque la vida es demasiado compleja, demasiado rica, demasiado dependiente de infinidad de factores (presupuestarios y económicos) para resumirse en un lema. Algunas formas de populismo crean esta oposición entre “nosotros” y “ellos”: “El infierno es el otro”. El verdadero humanismo quiere reunir, brota del “Mí y Ti” en vez del “Nosotros” y “Ellos”. Por supuesto, un partido político debe destacar su identidad, hacer oír su diferencia. La política es un combate, pero no puede ser una guerra.

La idea europea nació precisamente de la tragedia de la guerra, de las guerras, de los genocidios. Europa fue inventada por el perdón, esa gran virtud que el cristianismo nos enseñó y que tan raramente se ha practicado. Los enemigos seculares comenzaron juntos, en los años cincuenta, a trazar un futuro común. En este entusiasmo un alumno de retórica en un colegio de Bruselas organizó su primer coloquio europeo; estábamos en 1963. Europa era la idea más generosa del siglo XX.

Es necesario entusiasmar a las nuevas generaciones en favor de esta idea, más allá del argumento del interés. ¿What is the beef for me? ¿Cuál es el valor añadido de Europa y, según algunos, de Bélgica? ¡Europa y Bélgica no son a pesar de todo sociedades anónimas! La Unión Europea es por supuesto nuestro solo medio de sobrevivir a nivel económico y ecológico. Sin Europa, estaríamos ahora en la crisis de los años treinta. La Unión es el único instrumento para defender nuestros ideales y nuestros intereses en este mundo globalizado. Pero Europa es también la apertura hacia el otro, hacia 27 países, hacia 23 lenguas, con su diversidad de religiones y filosofías. Europa se opone a las fuerzas negativas que no reconocen al otro en su especificidad. Europa está del lado de las fuerzas positivas, caracterizadas por el respeto, el entusiasmo, la esperanza, la compasión, la ayuda mutua. Europa tiene un “valor” en el sentido espiritualista del término. Soy plenamente consciente de la decadencia de la idea europea en mucha gente. Pero esto no se superará limitándose a hablar de Europa como tal, sino hablando de los valores positivos, centrados sobre el otro, en general. Es necesario desarrollar esta contracorriente. Se trata de una obra de civilización.

Este espíritu es el que me ha guiado a través de mi vida, los últimos años más aún que antes. La casualidad me ha llevado adonde estoy ahora. A menudo se es más responsable de lo que uno es que de lo que ha llegado a ser.

Les doy las gracias.
| 03/02/2010 |


Traducción al castellano de Sagabardon
Original francés:
Discours de Monsieur Herman Van Rompuy

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