martes, diciembre 18, 2007

12 investigadores médicos UCL premiados

12 investigadores médicos UCL premiados

Permalink 18.12.07 @ 20:15:17. Archivado en Universidades, Hispanobelgas, Ciencias biomédicas

Son doce los investigadores de la UCL, médicos o profesores, que se han visto recompensados este año con distintos premios y becas. La ceremonia de entrega de los premios y ayudas a la investigación tuvo lugar este 6 de diciembre en la Facultad de Medicina, situada en el Campus universitario "Louvain en Woluwe" de Bruselas.

Pedro Coulie, Bernard Lehé y Christophe Lurquin han sido premiados por haber logrado estimular el sistema inmunitario de pacientes afectados por un cáncer hasta el punto de obtener, en experiencia clínica, resultados completamente positivos en algunos, y de establecer la realidad de la respuesta inmunitaria.

Luc Bertrand ha sido premiado por sus trabajos sobre los mecanismos moleculares que controlan el metabolismo cardíaco y sobre su disfunción.

Juan-Bautista Demoulin, investigador en medicina experimental, ha sido recompensado por sus estudios de los receptores de la superficie de las células que estimulan la proliferación celular.

El “Pfizer Educational Grants 2007” corona los trabajos de cinco médicos ayudantes de las Clínicas universitarias Saint-Luc. Marie Baeck (dermatología) estudia las reacciones cutáneas vinculadas a los medicamentos; María-Madeleine Dolmans (ginecología) dedicó su tesis a la criopreservación (1) y trasplante de tejidos ováricos humanos; Simone Grégoire (neurología) prosigue investigaciones sobre los microhemorragias cerebrales; Matthieu Rutgers (neurología) estudia la asunción de las víctimas de un accidente vascular cerebral (AVC), y Gaëtan Stoquart (medicina física y readaptación) pretende mejorar la capacidad de marcha de los pacientes afectados por un accidente vascular cerebral (AVC).

Por fin, se asignaron becas a Nicolas de Suray (gastroenterología), en período de prácticas en Lille, para estudiar las enfermedades inflamatorias crónicas del intestino, y a Xavier Poiré (hematología) para investigaciones, en Chicago (los EE.UU), sobre el trasplante de células troncales. (J.FDt)

(1) Criopreservación. La criopreservación es el proceso en el cual células o tejidos son conservados mediante su congelación a muy baja temperaturas, generalmente entre -80ºC y -196ºC (el punto de ebullición del nitrógeno líquido). A esas temperaturas, cualquier actividad biológica, incluidas las reacciones bioquímicas que producirían la muerte de una célula, quedan efectivamente detenidas. (De Wikipedia, la enciclopedia libre.)

Los 90 años del Nobel UCL de medicina

Los 90 años del Nobel UCL de medicina

Permalink 17.12.07 @ 23:58:26. Archivado en Universidades, Hispanobelgas, Epistemología, Educación, Ciencias biomédicas

Christian de Duve, premio Nobel de medicina 1974 y profesor de la Universidad católica de Lovaina (UCL) desde 1947, aprovechó la celebración de su noventa aniversario, para hacer un llamamiento a las autoridades en favor de un mejor apoyo para la investigación básica.

El Premio Nobel belga de medicina Christian de Duve celebró el martes 2 de octubre su noventa aniversario en presencia de las más altas autoridades de la UCL. Para la ocasión, el famoso "Institute of Cellular & molecular pathology" (ICP), que nuestro eminente colega había fundado en 1974 y presidido hasta 1991, fue rebautizado como “Instituto de Duve”.

Nacido en 1917, Christian de Duve, tras haber cursado las humanidades en el prestigioso colegio jesuita Saint Michel de Bruselas, empezó su carrera de investigador al emprender sus estudios de medicina, en 1934, en la Universidad católica de Lovaina, donde se le nombra profesor en 1947. Después de haberse interesado por la fisiología endocrina y por la bioquímica metabólica, se lanzará a partir de 1950 en la bioquímica subcelular, ámbito del cual será uno de los pioneros. Titular de numerosos premios, entre los más importantes, recibirá el Nobel en 1974. Christian de Duve fue elevado a la dignidad de Vizconde por el Rey en 1989.

Christian de Duve aprovechó el acontecimiento de su 90 cumpleaños, para recordar la importancia de la investigación básica, demasiado poco apoyada a su modo de ver, en la Comunidad de lengua francesa. “Por definición, la investigación básica es la exploración de lo desconocido. No se sabe lo que se va a encontrar. Así que no tiene sentido el pedirnos qué es lo que va a hacernos ganar”, indicó. “Con todo, la experiencia pone de manifiesto que los descubrimientos en investigación básica benefician directamente a la medicina aplicada y generan más tarde repercusiones lucrativas”, añadió.

El pro-rector de lal UCL para la investigación, Roland Keunings, indicó que parecía que se se estaban encontrando soluciones para obtener más subsidios en este sector. “Próximamente se concluirá un acuerdo entre centros de investigación, empresas y autoridades, para contribuir al apoyo de la investigación básica”, explicó.

El Instituto de Duve, instituto de investigación biomédica asociado a la UCL, se distinguió en sucesivas ocasiones por descubrimientos en la investigación sobre el cáncer, las enfermedades genéticas y las enfermedades infecciosas. Emplea a 250 investigadores.

Durante su encuentro con los estudiantes de medicina, con ocasión de su 90 aniversario, el profesor Christian de Duve declaró a propósito de su premio Nobel en medicina, obenido en 1974:

“Tenéis que saber que el premio Nobel no lo da Dios, sino un grupo de suecos. Asi que no hay que atribuirle demasiada importancia. Yo puedo citaros media docena de belgas que lo merecerían”.

domingo, diciembre 16, 2007

Comunicado del Arzobispo de Granada

Comunicado del Arzobispo de Granada

Permalink 16.12.07 @ 23:29:51. Archivado en Europa, Universidades, Amistad Europea Universitaria, España, Sociogenética, Ética, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

Acabamos de recibir por correo electrónico la nota siguiente, que la agencia VERITAS difundió ayer, con fecha del 14/12/07: "Tras la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal Número 5 de Granada ante la acusación formulada por el sacerdote Francisco Javier Martínez Medina contra monseñor Javier Martínez, arzobispo de Granada, monseñor Martínez hizo público hoy, viernes 14 de diciembre, un comunicado en el que expresa su respeto por las decisiones de los Tribunales de Justicia, pero manifiesta también que discrepa “legítimamente de la Sentencia” y reitera su inocencia.

Monseñor Martínez -que interpondrá recursos contra la sentencia- agradece “muy de corazón los muchos testimonios de comunión, de afecto y de amor a la Iglesia que he recibido, a lo largo de todo este doloroso proceso”.

“En el corazón de nuestra fe está el que todos los acontecimientos, incluso aquellos que nos resultan difíciles de comprender, forman parte de un designio providencial del amor de Dios para bien de todos los hombres, sin dejar a nadie fuera, y que Jesucristo viene siempre a nuestro encuentro en todas las circunstancias”, subraya el arzobispo de Granada.

El texto completo del comunicado del arzobispo de Granada se puede leer en: www.odisur.es"

He aquí este texto completo, tal como aparece en Odisur, Servicio para la información y los medios de comunicación de los Obispos del sur de España:

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Archidiócesis de Granada
Comunicado del Arzobispo, D. Javier Martínez, ante la sentencia que fue hecha pública el pasado lunes por el Juzgado de lo Penal nº 5 de Granada

A todos los fieles católicos de Granada y a quienes pueda interesar:

Aunque el mismo lunes día 10, cuando estaba de camino para el Líbano, tuve conocimiento telefónico de la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal Número Cinco de Granada en el Juicio que se ha seguido contra mí por la acusación formulada por el presbítero Don Francisco Javier Martínez Medina, ha sido ayer, a mi regreso a Granada, cuando he podido conocer en detalle su contenido. Por ello, y en relación con este asunto, siento que es mi deber manifestar a los fieles católicos de Granada, y a la opinión pública en general, lo siguiente:

1.- Respeto escrupulosamente las decisiones de los Tribunales de Justicia. En este caso, y precisamente desde ese mismo respeto y confianza hacia la Administración de Justicia, debo manifestar también que discrepo legítimamente de la Sentencia.

2.- Reitero que soy inocente del delito y de la falta por los que he sido condenado, y anuncio que interpondré contra la Sentencia los recursos que el ordenamiento jurídico me permite para defender mi inocencia. Por respeto a la independencia de los Tribunales de Justicia, además, debo abstenerme de exponer públicamente las razones de mi discrepancia con la Sentencia, al corresponder su conocimiento a los Tribunales de Justicia.

3.- También agradezco muy de corazón los muchos testimonios de comunión, de afecto y de amor a la Iglesia que he recibido, a lo largo de todo este doloroso proceso, de los fieles cristianos granadinos, de la Conferencia Episcopal, y de muchos otros pastores y fieles de otras partes de España y de fuera de España. Igualmente agradezco las muestras de comprensión y de respaldo que he recibido de otras personas no pertenecientes a la Iglesia Católica.

4.- Por último, quiero recordaros que en el corazón de nuestra fe está el que todos los acontecimientos, incluso aquellos que nos resultan difíciles de comprender, forman parte de un designio providencial del amor de Dios para bien de todos los hombres, sin dejar a nadie fuera, y que Jesucristo viene siempre a nuestro encuentro en todas las circunstancias. La vida es libre y bella cuando acogemos este don supremo que es Cristo. Por ello, vuelvo a suplicar a los católicos de Granada, y a otros que puedan conocer esta nota, que sigan rogando a Dios por la Iglesia, por el sacerdote que ha puesto la querella, y por mí mismo, para que también en estas circunstancias pueda resplandecer en todos nosotros el rostro salvador de Cristo. Que este tiempo de Adviento prepare nuestros corazones al gozo inmenso de su venida, única esperanza de paz y de alegría verdadera para nosotros y para el mundo.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Archidiócesis de Granada. 14/12/2007

viernes, diciembre 14, 2007

El juicio del Arzobispo en positivo

El juicio del Arzobispo en positivo

Permalink 14.12.07 @ 19:25:25. Archivado en Europa, Universidades, Amistad Europea Universitaria, Pragmática, España, Sociogenética, Antropología, Ética, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

"No hay mal que por bien no venga". Así piensan muchos universitarios católicos, tanto españoles como europeos, deseosos de superar con optimismo la crisis de confianza en que se encuentran confinados algunos de sus colegas teólogos e historiadores más brillantes, por obra de algunos censores inquisitoriales, que han decidido privarles de su libertad académica, cerrándoles la boca por vía autoritaria.

Esta corriente optimista coincide con nosotros en pensar que el caso lamentable del arzobispo de Granada, condenado por la justicia civil, por haber injuriado y acosado a uno de sus curas universitarios, exigiéndole obediencia injusta y ciega, puede servir para frenar la marcha loca del viejo tren del catolicismo integrista español, que galopa hacia el abismo de la injusticia y del despotismo, por obra de unos cuantos maquinistas desmemoriados, que olvidan la existencia del resto de la iglesia.

Coincidimos con ellos en pensar que la única condición para que este caso particularmente doloroso y emblemático sirva de freno es que tanto el clero como nosotros los laicos, en particular los colegas universitarios, echemos mano de la objeción de conciencia, en un gesto comparable con el “¡Basta ya!” de Jesús frente a los mercaderes del templo.

Ayer publicábamos aquí la reflexión dolorida y sincera de unos cuantos universitarios católicos, profundamente conmovidos por los gravísimos hechos que están teniendo lugar en la prestigiosa archidiócesis de Granada, cuyo clero es uno de los mejores formados de la Iglesia universal, precisamente por la calidad de su formación universitaria.

Hoy tenemos el honor de contar entre nosotros, universitarios católicos laicos, con la voz prestigiosa de nuestro colega teólogo José María Castillo, cuyo mensaje apenado y esperanzado reenfuerza con su optimismo evangélico el nuestro de ayer.

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EL JUICIO DEL ARZOBISPO DE GRANADA
por José M. Castillo

El proceso, el juicio y la condena del arzobispo de Granada, Javier Martínez, ha producido lógicamente reacciones muy distintas y, en no pocos casos, enfrentadas. Es seguramente la primera vez que, en mucho tiempo (no sé si siglos), nos vemos ante un hecho así. Y al ser el reo y el condenado quien es, hay desde quienes se sienten abatidos y escandalizados hasta los que se frotan las manos diciendo que ya era hora de poner las cosas en su sitio, sin que seguramente falten los que dicen que el juez se ha quedado corto en su sentencia y ha usado con el arzobispo una benignidad que probablemente no tiene con otros. ¿Qué pensar de todo esto?

A mí me parece que lo primero, en un caso como éste, es lamentar profundamente lo que ha ocurrido. Porque este tipo de situaciones van inevitablemente asociadas a sufrimientos y humillaciones que siempre son dolorosas y, a veces, más dolorosas de lo que sospechamos quienes, desde fuera, enjuiciamos el caso, cargando juicio sobre juicio. Nos ha de doler, por tanto, el dolor de los que se han visto implicados en el proceso. Y también nos tiene que doler el malestar y seguramente el escándalo de quienes no entienden, ni pueden entender, que un sacerdote lleve a su obispo ante los tribunales. O también la indignación de los que no pueden comprender que un sacerdote se vea en tal situación que no tenga otra salida que denunciar a su obispo ante la justicia ordinaria. Sinceramente, todo esto me produce mucha pena. Y confieso que me he sentido y me siento mal con todo este embrollo. Como supongo que mal se tienen que sentir otros cristianos en Granada y fuera de Granada.

Pero hay algo mucho más serio en todo este asunto. Un arzobispo, antes que arzobispo, es ciudadano. Y se tiene que atener a las exigencias y consecuencias que lleva consigo la condición de ciudadano. Digo esto pensando, no sólo en el arzobispo, sino igualmente en las numerosas personas que han vivido, y están viviendo, este proceso como si se tratase de un ataque a la Iglesia o incluso que la Iglesia está siendo perseguida. En España, que sepamos, nadie persigue a la Iglesia. Lo que ocurre es que vivimos en un país en el que casi siempre ha mandado la derecha política. Y bien sabemos que la derecha y la Iglesia se han entendido y se han ayudado mutuamente hasta el punto de que muchos hombres de Iglesia ven los privilegios que les ha concedido la derecha como si se tratase, no de “privilegios”, sino de “derechos”. De ahí que, para los católicos rancios y los curas chapados a la antigua, verse privados de los privilegios de antaño es tanto como verse despojados de derechos que les competen a ellos, y a ellos solos. Por eso, llevar a un arzobispo ante los tribunales es cosa que no nos tendría que sorprender, ni por eso nadie se tendría que llevar las manos a la cabeza. Y menos aún organizar oraciones extraordinarias en la catedral. Oraciones para pedir ¿qué? ¿que el juez no cumpla con su obligación de dictar una sentencia justa? Porque, a fin de cuentas, ¿qué es más importante? ¿que se haga justicia o que se salvaguarde a toda costa el buen nombre del arzobispo?

Si algo bueno ha tenido el proceso contra el arzobispo es que todo el mundo ha visto que, en ningún caso, la condición de creyente, de clérigo, de obispo o de arzobispo, está antes que la condición de ciudadano. De todas maneras, incluso en este caso “con la Iglesia hemos topado” Es verdad que de este enredo han salido malparados tanto el arzobispo como el canónigo. Pero, sinceramente, cualquiera entiende que ha sido el canónigo el que se ha llevado la peor parte. Porque, a fin de cuentas, el arzobispo despacha el asunto pagando tres mil y pico de euros, cosa que para el arzobispado no es problema. Mientras que el canónigo, Javier Martínez, se ha quedado, al menos hasta ahora, con su suspensión “a divinis”, sin poder ejercer el sacerdocio, expulsado del cabildo de la catedral, prácticamente sin oficio ni beneficio. Con lo cual se ha demostrado que el derecho penal del Estado es bastante más benigno que el derecho canónico de la Iglesia. Además, el derecho del Estado es eso, un “derecho” en sentido propio. Es decir, un derecho del que si un ciudadano se ve privado, puede poner una demanda. Pero el derecho de la Iglesia está supeditado, en última instancia, a la voluntad del papa, juez supremo en los asuntos religiosos (canon 1442). Por tanto, hay que preguntarse: el canónigo que ha sido absuelto en el juicio, ¿a quién acude ahora para que le restituyan todo lo que el arzobispo le ha quitado? Me sospecho que Roma va a ser más indulgente con el arzobispo que con el canónigo. Lo que, en definitiva, plantea un problema mucho más serio: en la Iglesia no hay derechos propiamente tales y con las debidas garantías de ser reconocidos y aplicados. Por muchos cánones que tenga el Código de Derecho Canónico, los curas están a merced de lo que disponga el obispo. Como los obispos están a merced de lo que disponga el papa. ¿Qué solución tienen las personas en una institución que funciona así? No les queda más salida que fomentar la mística de la sumisión, bien condimentada con adecuadas dosis de disimulo, ocultamiento y, a veces, de hipocresía. Con lo que se da pie a que prevalezca, no el derecho de las personas, sino la adulación o incluso el envilecimiento de los que no quieren caer de donde están. Por no hablar del extraño proyecto de quienes, en una institución gobernada así, pretenden hacer carrera, subir y alcanzar puestos de honor y dignidad.

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El arzobispo que injuria y acosa a sus curas

El arzobispo que injuria y acosa a sus curas

Permalink 13.12.07 @ 23:58:52. Archivado en Europa, Universidades, Amistad Europea Universitaria, Pragmática, España, Sociogenética, Antropología, Ética, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

El caso lamentable del arzobispo de Granada, condenado por la justicia civil, por haber injuriado y acosado a uno de sus curas universitarios, exigiéndole obediencia injusta y ciega, puede servir para frenar la marcha loca del viejo tren del catolicismo integrista español, que galopa hacia el abismo de la injusticia y del despotismo, por obra de unos cuantos maquinistas desmemoriados, que olvidan la existencia del resto de la iglesia.

La única condición para que este caso sirva de freno es que tanto el clero como nosotros los laicos, en particular los colegas universitarios, echemos mano de la objeción de conciencia, en un gesto comparable con el “¡ Basta ya !” de Jesús frente a los mercaderes del templo.

He aquí la reflexión dolorida y sincera de unos cuantos universitarios católicos, profundamente conmovidos por los gravísimos hechos que están teniendo lugar en la prestigiosa archidiócesis de Granada, cuyo clero es uno de los mejores formados de la Iglesia universal, precisamente por la calidad de su formación universitaria.

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Ana RODRIGO
11-Diciembre-2007

¿Cuando alguien es condenado por un juez, se trata de un delincuente?

El arzobispo Martínez Fernández ha sido sancionado por lo que las leyes civiles pueden hacerle, pero ¿Quién resarce al cura Martínez Medina del daño moral, personal y económico que el arzobispo le ha producido?

Copio del último libro de JM Castillo “La Iglesia y los derechos humanos”, editorial Desclée de Brouver:

“En la Iglesia no sólo no exiten derechos humanos debidamente reconocidos, sino que tampoco existe un derecho procesal que proteja al que se ve privado de su libertad, de su dignidad o simplemente de su cargo” (pág.108).

Os recomiendo la lectura del libro citado, por lo ilustrativo que es a la hora de poder entender las tropelías que los jerarcas pueden hacer con sus “súbditos” en nombre de Dios, del Espíritu santo o de las cosas más sublimes. Cuando se actúa en nombre de Dios humillando, ofendiendo y atacando a la dignidad humana, sin que el susodicho “súbdito” pueda defenderse, se podría considerar una auténtica blasfemia, puesto que son conductas inmorales y se supone que Dios no quiere eso precisamente.

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Mudejarillo
11-Diciembre-2007

Pregunto:

¿Dimitirá el obispo juzgado y condenado por injurias y acoso?

¿Cesará Benedicto XVI al obispo juzgado y condenado por injurias y acoso?

¿Qué credibilidad tiene un pastor que injuria y acosa a sus ovejas?

¿Qué credibilidad tiene un pastor que injuria y acosa al “perrillo” que le ayuda a pastorear a sus ovejas?

Los que piden dimisiones a diestro y siniestro sin que medien sentencias judiciales ¿lo harán ahora con este ciudadano?

¿Cree la Iglesia en la Justicia Civil o harán ahora lo mismo que con el primer matrimonio y divorcio de Letizia Ortiz? ¿Dirán también que no existe delito porque es una sentencia “civil?

Pregunto como Ana: “¿Cuando alguien es condenado por un juez, se trata de un delincuente?” Y si lo es… ¿qué tienen que hacer sus inmediatos superiores?

Paz y Bien,
Mudejarillo

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Salvador García Bardón
12-Diciembre-2007

Ya es más que hora de que la jerarquía respete los derechos humanos de los curas. Ya es hora también de que los curas adopten la actitud evangélica de oponerse a los mercaderes del templo como lo hizo Jesús, denunciando el abuso que cometen contra los derechos más fundamentales de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, y con Él templo imperecedero, quienes violan la justicia con cualquiera de sus miembros, so pretexto de preservar los derechos del templo perecedero.

Observando desde Bruselas, en diálogo con mis colegas lovanienses, el comportamiento de algunos miembros del episcopado español, nos dan la impresión de que desean aprovechar la situación actual de un papado de transición, para liquidar los avances que el concilio Vaticano II procuró a la Eclesiología.

El caso lamentable del arzobispo de Granada puede servir para frenar la marcha loca del viejo tren del catolicismo integrista español, que galopa hacia el abismo, por obra de unos cuantos maquinistas desmemoriados, que olvidan el resto de la iglesia. La única condición para que sirva de freno es que tanto el clero como nosotros los laicos echemos mano de la objeción de conciencia, en un gesto comparable con el “¡ Basta ya !” de Jesús frente a los mercaderes del templo.

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Concordia
12-Diciembre-2007

Yo haría un película sobre este tema con el título: “Duelo entre Titanes”.

Entiendo lo que dice Pepe Salas. Con el máximo respeto al demandante, (es un señor canónigo con gran prestigio) este duelo se ha dado entre gigantes y por tanto lo llamativo es que un obispo sea juzgado y condenado desfavorablemente. Por lo demás es un caso más de autoritarismo para los mortales. ¿ Un cura de barrio se hubiera atrevido a tal osadía ?

Habrá también que preguntarse en qué terminó el caso del cura de Albuñol, o de los seminaristas que se fueron de la diócesis granadina, o de la retirada de los seminaristas de la Facultad de Teología regentada por los jesuitas, etc, etc, para rematar la sentencia de una forma despótica de ejercer la autoridad como pastor. ¡Aquí está el problema!.

Me temo que nuevamente se le dará una pata hacia arriba al Sr. Martínez Fernández, de forma que puede terminar o arzobispo de una diócesis perdida sabe Dios en que lugar del mundo o en un discaterio romano.

El nuncio debe tener dolores de cabeza desde hace años con este monseñor.

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francisco javier PELÁEZ
13-Diciembre-2007

Leyendo la sentencia llama poderosamente la atención del relato de hechos lo poco que protegió la Congregación del Clero al canónigo denunciante de los abusos del arzobispo.

Por un primer decreto episcopal le cesan al canónigo de su cargo de Archivero, recurre a la Congregación del Clero y allí se insta a las partes a llegar a un acuerdo. El sacerdote renuncia al puesto de archivero-era de confianza-; el arzobispo retira el decreto y da su “palabra” de que prologará el libro de la catedral de Granada de Cajasur, que coordinaba el canónigo y que está en el origen del empecinamiento del arzobispo. Después del acuerdo el arzobispo vuelve a la carga intentando que no se publique el libro de nuevo.

Vamos que el arzobispo no tiene palabra y que la Congregación no vigila los acuerdos a los que se llega en su presencia.

Después en un segundo decreto el arzobispo le suspende de canónigo, en tanto no evite la publicación del libro que Cajasur decide publicar por su cuenta y con independencia del sacerdote y en tanto no devuelva determinados libros que según el arzobispo se llevó de la catedral. Recurre el decreto el canónigo a la Congregación y le imponen entre otras condiciones que jure que no se llevó los libros, cosa inverosimil, porque le cambiaron sorpresivamente las cerraduras del despacho.

En fin este pobre hombre se ha ido a un juicio penal porque la estructura interna le dejaba desprotegido.

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Ana RODRIGO
13-Diciembre-2007

El fondo de la cuestión en el conflicto Martínez Fernández versus Martínez Medina, en realidad es entre la autoridad y “el súbdito” (qué palabra tan horrible!), está en la insumisión de dicho “súbdito”, en la falta de obediencia a la autoridad.

Podríamos reflexionar si es posible que en estos tiempos democráticos, exista un estado, el Vaticano, que todavía siga siendo monarquía absoluta, con súbtidos, obediencia, sin respeto a los más elementales derechos de las personas, desde el momento en que, como expone magníficamente JM Castillo en su libre “La Iglesia y los Derechos Humanos”, en la Iglesia no hay tribunales a los que se puede acudir para defenderse, ni garantías legales de que una persona va a ser defendida. La autoridad, el Papa o de su delegado dicta las leyes, las ejecuta y juzga al imputado, todo en una sola persona, ¡qué aberración!.

¿ A dónde puede acudir este hombre ante tanta indefensión en las consecuencias morales y económicas que no han podido ser juzgadas por los tribunales civiles ? ¿ El mismo que ha dado la orden y le ha privado de su sacerdocio, de su trabajo, de su medio de vida; el mismo que le ha producido una dolorosa depresión, un infarto; el mismo que agravó la situación de la madre del imputado y que, como conscuencia falleció; el mismo que lo ha rebajado socialmente, que lo ha desprestigiado, que lo ha acusado de ladrón, ese mismo señor, es decir el Sr. arzobipo lo va a defender ? ¿ Hay algún mecanismo jurídico que lo puede defender de tantas tropelías ? Pues no, esta es la institución-Iglesia que tenemos, que todavía no se ha enterado que el amor, la dignidad de la persona, sus derechos, están por encima de la obediencia.

¡Qué horror, entre tíos hechos y derechos que se tenga que hablar de obediencia como si de niños chicos se tartase!

Y ahora, este hombre que ha dedicado toda su vida a la iglesia, se va a la calle con los 3700 euros que el arzobispo le va a pagar como multa, porque el juez lo ha dicho; que si no, quizá se hubiera ido a la p. calle con lo puesto. Un hombre competente como el que más en Historia del Arte, gran conocedor y el mejor conocedor de la materia del libro que se iba a editar sobre la Catedral de Granada, un hombre apreciado y valorado por su prestigio profesional, ahora, como no ha sido un chico obediente, ¡¡¡castigado!!!, a buscarse la vida, a su edad. Es que si lo pensamos bien, es horrible lo que se está haciendo con este señor y con todos los que “se mueven”. Los súditos de la iglesia están condenados a ni oler sus propios derechos como personas.

Es posible que el arzobispo de Granada, Msr. Martínez Fernández, escale unos cuantos puestos para agradecerle lo sumiso que es a su autoridad superior, que no sé quién es. Mientras, la víctima, a los infiernos de una nueva vida, que tendrá que enfrentar como un adolescente, puesto que todos sus años de vida los ha entregado al sacerdocio.

Se nota que estoy indignada ¿eh? Creo que no es para menos. Es una vergüenza.

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jueves, diciembre 13, 2007

El arzobispo de Granada condenado

El arzobispo de Granada condenado

Permalink 12.12.07 @ 23:58:18. Archivado en Europa, Pragmática, España, Sociogenética, Antropología, Ética, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate

Nuestro dossier de prensa del 17 de noviembre 2007 intentó responder al justo deseo de muchos de nuestros Amigos universitarios, que no quieren juzgar a la ligera los gravísimos hechos que están sucediendo en la archidiócesis de Granada. En aquél dossier nos limitamos a esclarecer los antecedentes y concomitantes del juicio que tenía lugar aquellos días en Granada. Nuestro propósito fue que sirviera de complemento a nuestro artículo Los derechos humanos de los curas del 16.11.07.

Nuestro dossier de hoy se limita a informar sobre el desarrollo del mismo juicio y sobre su principal consecuencia, que ha sido la condenación del arzobispo por un delito de coacciones y una falta de injurias contra el cura que lo denunció.

Recordemos que es la primera vez que un obispo español se sienta en el banquillo de los acusados. El cura universitario que le ha acusado, ha mantenido en el juicio que el arzobispo de Granada le amenazó. Recordemos igualmente que este sacerdote ha sido gravemente penalizado ya, fuera de todo proceso, por su arzobispo, que no solamente lo ha destituido de sus funciones de archivero de la catedral, de canónigo y de catedrático de la facultad de teología, sino que lo ha suspendido "a divinis", lo que significa que le ha retirado toda posibilidad de ejercer sus funciones sacerdotales.

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El arzobispo de Granada, condenado a una multa de 3.750 euros por coacciones e injurias a un sacerdote
El delito de coacciones se refiere a la intimidación que ejerció contra el demandante para que paralizara la publicación de un libro sobre la Catedral de Granada.

EFE - 10/12/2007 12:24

El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, ha sido condenado por el Juzgado de lo Penal 5 de Granada al pago de una multa de 3.750 euros por un delito de coacciones y una falta de injurias contra un sacerdote que lo denunció.

Según ha informado el letrado de la acusación, el delito de coacciones se refiere a la intimidación que supuestamente ejerció contra el sacerdote, Javier Martínez Medina, para que paralizara la publicación de un libro sobre la Catedral de Granada.

Por este delito, el titular del Juzgado de lo Penal 5 de Granada, Miguel Ángel Torres -instructor del caso Malaya- condena al arzobispo al pago de una multa de 10 euros durante 12 meses, mientras que por la falta de injurias le impone una multa de 10 euros durante 15 días.

El sacerdote acusaba al prelado de dos delitos de coacciones, uno de calumnias continuado o alternativamente de injurias continuado, así como de acoso moral y lesiones psicológicas.

La Fiscalía elevó por su parte a definitiva su petición de absolución para el arzobispo, al que consideró, durante la última sesión del juicio, "víctima" de un caso "insólito y único en España".

Durante el juicio, celebrado el pasado mes de noviembre, el arzobispo defendió su libertad de actuación como responsable de la Diócesis y aseguró que nunca quiso dañar al sacerdote querellante.

El prelado, que se convirtió en el primer arzobispo español en sentarse en el banquillo de los acusados, negó ante el juez haber amenazado o presionado al clérigo, cuya destitución como canónigo, retirada de la Cátedra de la Facultad de Teología y suspensión a divinis justificó en una "pérdida de confianza".

El cura denunciante se querelló contra el arzobispo después de que en febrero del año pasado acabara sin avenencia el acto de conciliación en el que estaba llamado a participar el prelado tras ser demandado por aquél por injurias y calumnias.

El sacerdote sostenía que el arzobispo le había injuriado y calumniado en una carta en la que le acusaba de una apropiación indebida relacionada con su trabajo de archivero y de quedarse con los derechos de propiedad intelectual de un libro sobre la Catedral de Granada, cuyos autores demandaron también al prelado.

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El arzobispo pasa a la historia como el primer prelado condenado por un delito
El juez impone una multa de 3.750 euros por coacciones e injurias y concluye que presionó a Martínez Medina «hasta límites insoportables»
El fallo atribuye la actuación de monseñor a su enemistad con CajaSur

por ROCÍO MENDOZA. Ideal, 11-12-07.

Sí. El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez Fernández, tenía toda la potestad para cesar al cura Martínez Medina de su cargo de Archivero y Conservador de la Catedral de Granada, para no permitirle el uso del despacho que ocupaba, para quitarle el proyecto del libro que preparaba y para apartarlo de su puesto de canónigo si así lo estimaba conveniente. Pero no. No estaba legitimado para suspenderlo como sacerdote ni para privarlo de su sueldo durante seis meses como métodos de presión para lograr un fin «injusto»: obligarlo a paralizar a toda costa la publicación de un libro que no era de su agrado porque tenía impreso el espíritu de CajaSur, entidad con la que estuvo enfrentado. Esto último, en términos legales, constituye una coacción. Y en la Justicia terrenal esto es un delito condenable en los tribunales.

Junto a ello, acusar -y por escrito- a una persona de apropiarse de bienes de la Iglesia y de extorsionar a esta última sin tener fundamento alguno, a modo de «descalificación gratuita», es «atacar de forma inadmisible el honor» del destinatario de tales expresiones, o sea, injuriar. Y esto también está recogido en el Código Penal.

Histórico

Con estos dos argumentos el juez de Lo Penal número 5 de Granada, Miguel Ángel Torres, ha escrito un capítulo inédito en la historia de la Justicia española. Y, de paso, en la de la Iglesia. En ellos basa una sentencia que ha convertido a monseñor Martínez en el primer obispo, español y europeo, condenado en la vía penal. La pena impuesta es el pago de una multa de 3.750 euros por el delito de coacciones y la falta de injurias ya descritos.

Los citados son los pilares que sustentan la condena. Pero no son los únicos. El juez desgrana en 43 folios de expresión diáfana todas las circunstancias que rodearon al conflicto entre monseñor Martínez Fernández y el cura Martínez Medina. El juez considera «probado con nitidez» que el arzobispo estaba enemistado con CajaSur y quería eliminar cualquier relación de esta entidad con la Iglesia en Granada cuando tomara posesión, así como frustrar sus proyectos.

Entre estos se encontraba en marcha -con los textos ya en imprenta- un libro sobre la Catedral, que había sido coordinado por Martínez Medina. Archivero y Conservador de la Catedral, hombre de confianza de Cañizares y la persona de CajaSur en Granada.

El juez recuerda que la defensa y el arzobispo, se han empeñado en negar sus conflictos con la citada entidad y con Castillejo, cuando en realidad no constituye delito alguno. Ahora bien, sí explica -según el juez- los motivos personales que llevaron a monseñor Martínez a vetar el citado proyecto y a presionar a Martínez Medina para que la publicación no se llevase a cabo. En cuanto tomó posesión, conminó a Martínez Medina a que dejase su cargo de Archivero y Conservador. Se lo dijo por teléfono y en la sacristía el día de Navidad. «Al margen de que resulte llamativo», no hay nada penal en esto. Pretendía que renunciara, pero el cura no aceptó y pidió el cese formal. Así que el arzobispo lo hizo por escrito y cometió un «desliz»: puso como motivo «tus vínculos con CajaSur». Sin darle tiempo a reaccionar, le cambiaron las cerraduras del despacho en el que trabajaba.

Las formas

Cuando el cura quiso regresar a por sus cosas, fue vigilado por miembros del Cabildo y él llevó a un Notario para evitar problemas sobre lo que se llevaba. Esto fue considerado por la acusación como una coacción. No obstante, el juez lo rechaza. «No reviste entidad penal» el hecho de privarle del uso del despacho, ya que no está considerado «su domicilio o un espacio reservado». Además, no ve pruebas de que el arzobispo ordenase directamente el cambio de cerradura.

La conversación telefónica en la que «grita» a Martínez Medina que «él -el arzobispo- es el único dueño de la Catedral y que si no detiene la publicación del libro pagará las consecuencias y que con látigo le enseñará a obedecerle, acusándole de ser un mal sacerdote», tampoco es delito para el juez Torres.

A lo sumo, «muestra su talante y el interés por evitar la publicación a toda costa». Martínez Medina no podía hacer nada por evitar la publicación. Los autores de los textos se negaron a entregarlos y pidieron una reunión con el arzobispo, que nunca se produjo. Así que «ningún reproche cabe» al sacerdote. El proyecto siguió adelante de la mano de CajaSur, lo que desató que el arzobispo emprendiese medidas «a la desesperada».

Cita varias, pero en la que concierne al delito recoge el decreto en el que expone a Martínez Medina que a cambio de que devuelva al Cabildo los bienes que tenga en su poder -bienes desconocidos hasta la fecha-, de que paralice la publicación del libro y de que medie con los autores para que entreguen los textos, no será suspendido definitivamente del sacerdocio. «Si paraliza el libro, será perdonado», resume el juez. Y así sí estaría el delito porque constituye una «coerción inadmisible» que fue aderezada con una suspensión del sueldo.

Lo más sorprendente de este asunto es que ni el arzobispo ni el Cabildo tenían derecho alguno sobre el libro de la discordia. Y así lo resalta el juez en su resolución. Nunca firmaron contrato alguno con los autores de los textos que reclamaba y la Ley de propiedad Intelectual prevalecería en este caso. Esta circunstancia deja en evidencia un entuerto que parece viciado desde su origen.

Al hilo de esto último, el juez se permite recordar al arzobispo con su resolución judicial que «si en lugar de actuar de una forma un tanto prepotente (…) se hubiese reunido con ellos» quizá hubiese solucionado todo el problema obteniendo lo que perseguía.

rociomendoza@ideal.es

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Cuando el pecado es delito
El juez Torres condena al arzobispo de Granada y deja claro que la Iglesia debe someterse a la ley

por RAÚL BOCANEGRA - Sevilla - 10/12/2007 21:46

Y el arzobispo fue por primera vez condenado por la justicia de los hombres. Ni siquiera el testimonio “faltando a la verdad” de los sacerdotes de la catedral –subordinados que le deben obediencia– impidieron que Francisco Javier Martínez Fernández, prelado de Granada, deba pagar 3.650 euros de multa por un delito (pecado) de coacciones y 150 más por una falta (pecado) de injurias a otro sacerdote de su diócesis, Francisco Javier Martínez Medina. Sin embargo, el magistrado Miguel Ángel Torres, famoso por haber instruido el caso Malaya contra la corrupción, absolvió al arzobispo de los delitos (pecados) de lesiones psicológicas y contra la integridad moral. El arzobispo, que podría ir a la cárcel si no paga la multa, puede recurrir.

La histórica sentencia, del pasado 7 de diciembre, impone límites al poder de la curia eclesiástica sobre sus subordinados y deja meridianamente claro que los obispos y arzobispos, en el ejercicio de su cargo, están sometidos a las leyes de los hombres: “El Estado no puede quedar inactivo en el caso de que la normativa canónica o su aplicación por las autoridades pueda atentar contra los derechos de las personas”, escribe Torres. Y agrega: “Los poderes públicos en estos casos están obligados a actuar”.

La defensa del arzobispo alegaba la incompetencia de la justicia terrenal para resolver el caso dado que el sacerdote está sometido al poder de Martínez Fernández en el seno de la Iglesia. Torres rechaza el argumento y recuerda que los privilegios desaparecieron de España en 1.976, con el acuerdo entre el Estado y la Santa Sede. Añade, además, que “la facultad de organizarse de la Iglesia católica tiene que tener como límite el orden público y los derechos y libertades reconocidos en la Constitución”. Exactamente igual que cualquier asociación. Y para que no quede lugar a dudas de la idoneidad del juicio, remacha: “En el orden penal, aunque en el seno de la Iglesia, la situación del arzobispo y del sacerdote sea diferente, se trata sin más de dos ciudadanos iguales en derechos y obligaciones”.

Delitos y faltas

El juez Torres asume que todo el asunto entre el arzobispo y el sacerdote se resume en el afán de “desterrar” a Cajasur, caja de la Iglesia, de los asuntos relacionados con la diócesis de Granada. Martínez Fernández, obispo de Córdoba entre 1996 y 2003, cuando fue trasladado a Granada, había mantenido sonados enfrentamientos con Miguel Castillejo, entonces presidente de la entidad de ahorro cordobesa. Martínez Medina gozaba de la confianza de Antonio Cañizares, anterior arzobispo de Granada, y de Castillejo, quien le nombró consejero general de Cajasur.

Cuando el arzobispo desembarcó en Granada, el sacerdote Martínez Medina estaba al cargo de dos proyectos, ambos financiados por Cajasur, para conmemorar el V centenario de la muerte de la Reina Isabel la católica: la creación de un museo de la catedral y la edición de un libro sobre el templo. “La intención [del arzobispo] era romper toda la relación con Cajasur, malogrando los proyectos en curso”. El juez considera que así puede actuar el arzobispo en cumplimiento de su cometido eclesial. El museo lo paralizó rápido, pero el libro siguió su curso, impulsado por la caja cordobesa, a pesar de que Martínez Medina, en cumplimiento de las órdenes arzobispales se retiró.

Así, “en su afán” por bloquear el estudio, Martínez Fernández se extralimitó. “El arzobispo llama por teléfono a Martínez Medina y a gritos le dice que él es el único dueño de la catedral y que si no detiene la publicación del libro pagará sus consecuencias y que con látigo le enseñará a obedecer, acusándole de ser un mal sacerdote”, reza el fallo. Sin embargo, estas frases no provocan la falta de injurias, que proviene de una carta en la que el arzobispo acusaba en falso al sacerdote de “apropiación indebida y extorsión a la Iglesia”.

Torres entiende que el prelado cometió el delito de coacciones al suspender a su subordinado de su puesto, en lugar de echarlo sin más. “Trataba de presionar a Martínez Medina de modo que si quería volver a su cargo, tenía que impedir la publicación del libro”, escribe. El juez rechaza, sin embargo, las acusaciones de mobbing porque, aunque el sacerdote “ha sufrido un ataque a su dignidad y libertad”, la actuación del arzobispo no es “la causa de todos sus males”. En medio del caso, murió su madre.

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