lunes, julio 16, 2012

Diálogo sobre ladrones en tiempos de crisis


 

Estamos viviendo momentos excepcionalmente favorables para la colaboración creativa y testimonial de la cinematografía y de la ética social.
Ninguna de estas dos disciplinas puede permanecer impasible ante la masa gigantesca de injusticias socio-económicas que se vienen cometiendo en España y en Europa desde hace ya demasiado tiempo.
Pedro Miguel Lamet:
Cuando el año pasado robaron el Códice Calixtino de la catedral de Santiago, me monté una película de mafia rusa con expertos ladrones profesionales, meses de estudio, planos de la cámara blindada y alta tecnología para asaltar las umbrosas naves de la catedral y sus recónditas dependencias. Pensaba que el valioso volumen medieval estaba ya en manos de un anticuario internacional en plenas negociaciones para venderlo a cualquier millonario caprichoso.
Pero, ay, resultó todo mucho más divertido. El thriller made in Hollywood se ha convertido en una españolada con taimado electricista gallego como protagonista, intrigas de sacristía y oscura mentalidad pueblerina, avara y desconfiada, de guardar millones bajo el colchón y robar un códice único más por venganza que por lucro, para fastidiar al deán que le había puesto de patitas en la calle.
Es como una parábola de nuestra condición celtibérica, o una aplicacion del tipo aquel del Evangelio que enterró su talento bajo tierra, pues hasta para ser malo y ladrón hay que tener astucia y correr riesgos. Esta España nuestra que cantaba Cecilia sigue plagada de electricistas siniestros que han robado a su modo en el ayuntamiento, la banca o la política para guardarlo todo debajo del ladrillo, con un sentido bien cutre del dinero para el propio provecho y una versión de astracanada del crecimiento económico y el desarrollo.
Porque a fin de cuentas, Manolo, el electricista, no deja de ser un pobre hombre, que produce hasta ternura, porque hay en un su actitud un cierto respeto al códice, ya que no se atrevió a tocarlo ni venderlo – hasta indignarse por esa sospecha le delató-, y no deja de ser un personaje de una película de Berlanga en blanco y negro, o, si se quiere, un pobre diablo de Galdós con tufillo a incienso.
Pero los otros, lo que conviertieron a Gil y Gil y demás impresentables alcaldes de Marbella en héroes y la saga posterior, los ejecutivos de Bankia o los Urgandarín o los ladrones de guante blanco que se han embolsado primas y jubilaciones de oro mientras el españolito de a pie paga los trastos rotos, los recortes e intervenciones, siguen disfrutando de libertad.
¿Qué son al lado de estos últimos esos dos millones metidos en una bolsa de deportes sisados día a día con paciencia de hormiga en la iglesia? Manolo se merece la cárcel, desde luego; pero al lado de esos otros que andan sueltos no es más que un pobre caco de cine negro español de los años cincuenta, que hubiera bordado un Pepe Isbert.
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Charo Mármol: Gracias Pedro Miguel por la reflexión. La comparto. Y enhorabuena por tu nuevo libro. Todavia no lo he leido, pero espero hacerlo pronto. Un abrazo
Celeste López Perales: Eres un cielo…
Carmen Bellver: Es verdad, una españolada genial. Muy alejada del sibaritismo de los ladrones de guante blanco. Nos hacen falta unas cuantas películas de esta realidad surrealista que nos está tocando vivir.
Javier Burrieza Sánchez: Se necesita siempre tu mirada crítica y diferente. Por cierto, el Laínez es un gran trabajo. Lo he mencionado en un artículo que he hecho sobre el general en Ecclesia
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Salvador García Bardón:
Querido Pedro-Miguel: Probablemente tú sabes mejor que nadie, por tu conocimiento “in utraque” de la cinematografía y de la ética social, que estamos viviendo momentos excepcionalmente favorables para la colaboración creativa y testimonial de estas dos disciplinas.
Ninguna de ellas puede permanecer impasible ante la masa gigantesca de injusticias socio-económicas que se vienen cometiendo en España desde hace ya demasiado tiempo.
Tu lista se queda corta incluso cuando a su triste letanía se le ponen conjunciones en vez de disyunciones y se le extraen los prototipos que llevan incluidas: “políticos corruptos de todos los colores”; “cuervos de la banca”; “caciques del ladrillo”; “ladrones de cuello blanco”; “monarquía constitucional en proceso de deslegitimación”; y un largo etcétera.
Series como “Cuéntame cómo pasó” y “El amor en tiempos revueltos” tienen más que probada la capacidad de nuestros escenaristas, actores y realizadores, para procurar al supremo juez de la democracia, que es el pueblo, los testimonios que necesita.
Nuestro pueblo sabe que si los responsables de las múltiples crisis que padecemos no son juzgados y condenados, nos será imposible recuperar la confianza y la credibilidad perdidas, tanto dentro como fuera de España.
Un abrazo desde Bruselas.
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Pedro Miguel Lamet: Gracias queridas/os Charo, Celeste, Carmen (por cierto felicidades) y Javier, Tu opinión, historiador amigo, es para mí un galardón.
Pedro Miguel Lamet: Salvador: Más razón que un santo de la catedral compostelana.
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