Socialistas sin honor, por avaros 1/2
15.07.07 @ 11:59:59. Archivado en Europa, España, Sociogenética, Ética, Religiones, Educación, Pro justitia et libertate
A los partidos socialistas europeos les interesa saber por qué razón tantos cristianos, que en un momento crítico les ayudaron a fraquear las puertas del poder, les niegan ahora su voto.
No voy a andar con divagaciones para responderles. Tanto en el caso del apoyo como en el del rechazo a votar por ellos, los cristianos han procedido en virtud del valor que atribuye el cristianismo al desprendimiento (la llamada pobreza de espíritu) como prueba de la verdad de la integridad socio-económica de alguien.
Cuando los cristianos votaron masivamente por los socialistas, era porque creían que eran desprendidos. Dejaron de votar por ellos cuando descubrieron que eran tan interesados o incluso mucho más que sus adversarios políticos.
En el caso español, este cambio de comportamiento remonta a la época del Caso Guerra, cáncer del socialismo andaluz, con un número tan exagerado de metástasis, que es muy difícil encontrar un rincón de la geografía socialista andaluza, en particular en las provincias de Sevilla, Cádiz y Málaga, sin darse de bruces con un nuevo rico socialista.
El llamado caso Guerra fue un caso de corrupción que implicó a Juan Guerra, hermano del entonces vicepresidente del Gobierno español, Alfonso Guerra. Éste había pasado de operario en la fábrica sevillana de Santa Bárbara, de vendedor de enciclopedias y de cobrar un subsidio de paro de 28.023 pesetas a obtener enormes ingresos y poseer cháles y lujosos coches.
A finales de 1989, Juan Guerra fue contratado por el PSOE para trabajar en un despacho oficial de la Delegación del Gobierno en Andalucía en calidad de asistente de su hermano, con un sueldo de 129.370 pesetas líquidas al mes. realmente, el despacho era utilizado para actividades diferentes a las asignadas, lo que le valió a Juan Guerra ser acusado y juzgado por los delitos de cohecho, fraude fiscal, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos y usurpación de funciones.
Su ex mujer, Ángeles López Rubio, harta de sus palizas, facilitó la documentación que comprometía a su marido al líder popular Manuel Fraga.
"En 1991, el vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra tuvo que presentar su dimisión, salpicado por un escándalo familiar de trafico de influencias".[1] "Este olor a podrido y a dinero sucio (...) tizna al Partido Socialista, que denunciado por corrupción toca fondo en su desprestigio electoral cuando en la primavera de 1993 decide adelantar los comicios".[1]
Finalmente, en 1995, Juan Guerra sólo fue condenado por un delito fiscal. El y su socio Juan José Arenas fueron condenados a dos penas de un año de cárcel por un fraude fiscal de 253.637 euros cometido durante los años 1988 y 1989 en su empresa Corral de la Parra. Además, ambos fueron condenados a pagar dos multas de 150.200 y 210.000 euros.
(1) Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga, Breve historia de España, ISBN 84-206-0666-9, pg. 639
Como Europa necesita socialistas auténticos, que encarnen los valores cristianos del desprendimiento, al ocuparse del Bien Común, la solución que le queda a los partidos socialistas europeos, si quieren sobrevivir, es obligar a sus candidatos al poder a que hagan una especie de voto de pobreza laico, que podría ser realzado, al comienzo del mandato, mediante una ceremonia de profesión del voto y a su término mediante una distinción honorífica, en señal de reconocimiento por los servicios prestados. Paralelamente el partido tendría que exigir una declaración pública del patrimonio personal del candidato, tanto al comienzo como al final de su mandato político.
Contribuiría grandemente a esta recuperación del honor por nuestros amigos socialistas, el que los antiguos mandatarios demuestren de manera convincente que no se han enriquecido ni en el ejercicio de los poderes públicos que les fueron confiados por un tiempo, ni en la época posterior, valiéndose de las relaciones que habían contraído durante su paso por el poder. Hago un llamamiento muy especial y muy urgente en este sentido a los llamados barones del partido, que fueron los mayores beneficiarios de la confianza que les hicimos los socio-cristianos.
Me incita a ello la importancia simbólica que tuvo para algunos de ellos su paso por la Universidad católica de Lovaina, para la cual trabajo, notoria inspiradora de un robusto deseo cristiano de justicia social en Europa y en el Mundo, inspiración compartida con otras universidades católicas europeas, entre las cuales conviene recordar las jesuíticas españolas de Granada y Comillas, por el heroismo de su testimonio actual frente al neointegrismo.
Imagen: FRANCKEN II, Frans
1581-Anveres, 1642
INV. 688
El avaro y la muerte
Óleo/tabla
24 x 19 cm.
Procedencia y entrada en el museo: Madrid, 1935.
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