Ética del Nanomundo en “El Fuerte de Marbella”
14.06.06 @ 20:41:20. Archivado en Hispanobelgas, Nanotecnologías, Turismo convivencial
No es pura casualidad que la preparación del Nanomeet que se celebrará en El Fuerte de Marbella el 15 y el 16 de junio, haya coincidido con la preparación del número monográfico de la revista Louvain (1) consagrado “Al descubrimiento del nanomundo”, que acaba ahora de aparecer.
Un deseo común de servir a la sociedad, prestando atención a los avances de la ciencia y de la tecnología, ha animado a ambos grupos. No sé si mi sugerencia de hace unos meses a mi Rector, al comunicarle los preparativos del Nanomeet marbellí, cuyo primer conceptor fue Francisco Javier Luque García, ha influenciado la publicación por estas fechas del número de la revista. Lo que cuenta ahora es que la simpática sintonía haya tenido lugar; lo cual prueba que la unidad europea funciona en el plano de las nobles ambiciones comunes, cuya manifestación más evidente es la telepatía que en este caso ha tenido lugar.
Como era de esperar, viniendo de la Universidad católica de Lovaina, conocida por su prestigiosa tradición ética vinculada a la ciencia, en este número aparece una reflexión plural sobre la “Ética del nanomundo”, plural en el sentido de que refleja el esfuerzo de una pluralidad de científicos, reunidos en una tabla redonda, para ofrecer a los lectores de la revista una opinión común sobre el tema.
La información contenida en el artículo que va a leer aquí, adaptada por mí al español, la recogió en francés Michel Otte, en una mesa redonda sobre los aspectos toxicológicos de las nanotecnologías que, a la iniciativa de Lovaina, reunió a los siguientes especialistas de las nanotecnologías y de sus aspectos toxicológicos:
Sophie Demoustier, Facultad de ciencias aplicadas, Unidad de química y física de los altos polímeros, UCL.
Denis Flandre, Facultad de ciencias aplicadas, Unidad de dispositivos y circuitos electrónicos, UCL
Dominique Lison, Facultad de medicina, Unidad de toxicología industrial, UCL
Philippe Martin, DG Salud y Protección del consumidor, Comisión Europea.
Jean-François Rees, Instituto de ciencias de la vida, Laboratorio de biología celular, UCL
Olivier Toussaint, Facultad de ciencias, Unidad de investigación en biología celular, programa Nanotóxico, FUNDP
¿Nuevos materiales, nuevos riesgos?
Observaciones recogidas por Michel OTTE en francés y adaptadas por Salvador García Bardón al español.
¿Cuáles son los riesgos, para el ser humano y el medio ambiente, vinculados a la utilización de las nanotecnologías? ¿Merecen un tratamiento particular? Varios expertos intentaron responder a esta pregunta, con ocasión de una mesa redonda reunida por Lovaina.
Revolución industrial del siglo XXI, las nanotecnologías fascinan por sus propiedades tanto como preocupan por sus posibles consecuencias sobre la salud y el medio ambiente. Junto a los riesgos puestos en escena en la novela exitosa de Michael Crichton, Presa, en la cual algunas nanopartículas inteligentes se reproducen solas y se transforman en minúsculos agentes de una sociedad al estilo de Big Brother, otros riesgos reales se manifiestan. Entre estos destaca una posible toxicidad para el organismo.
¿Cuáles son los riesgos para la salud, vinculados a la aparición de estas nuevas tecnologías? ¿Cuáles son las consecuencias para el medio ambiente, a raíz de la utilización de estos materiales de un nuevo tipo? En el estado actual de los conocimientos, los expertos reunidos por la UCL están de acuerdo para expresar la dificultad de responder con precisión a estas cuestiones. El estado actual de las nanociencias y nanotecnologías no permite, en efecto, conocer suficientemente y, por lo tanto, evaluar correctamente estos riesgos.
Los estudios que ya se han realizado en la materia no han dado aún resultados definitivos, y aunque han hecho aparecer aquí y allá contradicciones en los ataques a las nanotecnologías, sin embargo no han eliminado la posibilidad de peligros derivados de los nanomateriales.
Demasiado pronto
Careciendo de estudios avanzados y estabilizados, por falta de información disponible, es demasiado pronto para afirmar o invalidar que las nanopartículas sean peligrosas para la salud y el medio ambiente. Sin embargo, los expertos están de acuerdo sobre un punto: es necesario considerar seriamente la posibilidad de un riesgo. Sabiendo que el recurso a las nanotecnologías va a conocer un desarrollo exponencial durante los próximos años, la comunidad científica insiste unánimemente sobre la necesidad de definir rápidamente métodos de análisis de estos riesgos, permitiendo la puesta a punto de una reglamentación de producción y utilización de los nanomateriales. Prevenir más bien que curar, con el fin de evitar reproducir los errores cometidos con el amianto.
¿Pero qué se sabe concretamente en el estado actual de las cosas? Las nanopartículas pueden penetrar en el cuerpo humano de distintas maneras. En primer lugar, por inhalación; un buen ejemplo lo tenemos con el polvo arrojado por los fuegos de los bosques, una de las formas de nanopartículas que existen en el estado natural. En segundo lugar, por la piel. Las cremas solares y otros productos cosméticos, por ejemplo, contienen dióxido de titanio. En tercer lugar, por ingestión. Las nanopartículas estarán pronto presentes en los trabajos dentales, en los aditivos alimentarios e incluso en la pasta dentrífica. En cuarto lugar, por inyección. En el marco del tratamiento de un tumor del cerebro, se inyectan en el cuerpo nanopartículas de hierro, las ferritas, para intentar destruir el tumor, con la esperanza de que efectos secundarios dañinos, vinculados a esta inyección, no sean más importantes que los beneficios.
En los Estados Unidos, se fabrican ya ochenta productos de consumo corriente con nanoelementos. ¿Hay riesgos en utilizarlos? Una raqueta de tenis, por ejemplo, está constituida por fibras de carbono, que son nanoelementos insertados en una matriz de polímeros. ¡Aficionados al tenis, tranquilos, porque hay pocos riesgos vinculados a su uso! Por el contrario, la incertidumbre persiste en cuanto a los riesgos incurridos por los trabajadores en la fabricación o el reciclaje de este producto. Con lo cual se plantea la cuestión de la protección de las personas que manipulan estas nanopartículas. A pesar de los guantes, los catalejos y las máscaras de protección, pueden inhalar nanoelementos. ¿Cuál es su impacto en la salud? ¿Los trabajadores expuestos podrían desarrollar lesiones pulmonares?
Todo y su contrario
Los expertos estigmatizan el frenesí de los artículos publicados sobre los riesgos vinculados a las nanotecnologías. Estas publicaciones dicen a veces todo y su contrario.
La gran diversidad de los nanomateriales presentes ya en el mercado, tiene como resultado que no habrá una respuesta única a la cuestión de la evaluación de los riesgos. La toxicidad de los nanopartículas varía mucho de un tipo al otro, en función de las propiedades físicoquímicas. Al encontrarnos ante multitudes de productos, que presentarán toxicidades muy diversas, será necesario experimentarlos casi individualmente, lo cual plantea la cuestión de la normalización de los controles.
Tomemos como ejemplo la aparición de los nanotubos de carbono en la industria. Algunos estudios pusieron de manifiesto que estos nanotubos eran solubles en el agua. Tales partículas podrían, por lo tanto, ser absorbidas por el hombre o los animales, sin que se esté actualmente en condiciones de conocer las consecuencias de su absorción. Muchas incertidumbres planean por lo tanto aún sobre los riesgos vinculados a las nanotecnologías.
Los expertos reunidos por la UCL desaprueban las exageraciones en los artículos publicados sobre esta materia. No es normal que estas publicaciones incurran a veces en contradicciones.
Los estudios que tratan del tema no siempre utilizan las mismas nanopartículas como punto de partida de sus pruebas. En materia de medio ambiente, las nanopartículas pueden causar un efecto nocivo en su fabricación, su utilización y su eliminación. Los riesgos potencialmente creados por la llegada de las nanotecnologías estarán en relación con el hecho de que el mercado de los nanomateriales podrá poner en circulación productos con propiedades ventajosas (susceptibles de implicar ahorros de energía por ejemplo), pero cuyo inconveniente sería la ausencia de técnicas de reciclaje probadas y aprobadas.
Otra cuestión que merece una respuesta clara. ¿Los métodos actuales permiten medir los riesgos correctamente?
Si se considera generalmente que es la dosis la que hace el veneno, no es el caso para las nanotecnologías, en cuyo caso la toxicidad no parece que esté vinculada a la cantidad ponderal. En otras palabras, la expresión de la dosis en términos de peso no es conveniente para los nanoobjetos, lo que tiene una implicación sobre la reglamentación, generalmente definida en términos de masa.
¿Pero es la superficie ? ¿Es la relación entre el peso y la superficie? En función de su forma, la peligrosidad potencial de los nanoelementos varía también. Subsisten zonas de sombra, de ahí la urgencia de encontrar nuevos métodos y nuevas pruebas.
¿Pero de qué tipo? Nuestros expertos destacan que les parece utópico pretender efectuar todas estas pruebas "in vivo". Añaden que parece también difícil privarse de ellas completamente, lo que no va sin plantear problemas éticos vinculados a la experimentación sobre los seres vivos. Un justo medio debe encontrarse, que tenga en cuenta las nuevas reglamentaciones en materia de pruebas. La cuestión de la justificación de pruebas "in vitro" e "in vivo" (tanto la prueba humana como animal) no es consustancial a las nanotecnologías. Y las pruebas "in vivo" desencadenan las pasiones. En 2007, dejará de estar permitido practicar pruebas sobre los animales, para comercializar productos cosméticos. ¿Será necesario entonces probarlos directamente sobre voluntarios humanos, con las consecuencias dramáticas que eso puede implicar? Tal ha sido el caso recientemente con cobayas británicos que, seducidos por una fuerte remuneración, aceptaron participar en las pruebas clínicas de un nuevo medicamento contra la leucemia y las inflamaciones crónicas. Este tipo de drama plantea la cuestión de las pruebas humanas y atiza el agudo debate de la experimentación sobre los animales, que persiste en la comunidad científica. Será difícil extraer una posición común para este debate, en el seno de la Comunidad Europea, puesto que países como Dinamarca y Noruega se oponen formalmente a la experimentación animal.
Otra interrogación: ¿cómo financiar estas pruebas a menudo muy costosas?
Si la industria toma la iniciativa de estas pruebas o las asume en gran medida, ¿será posible confiar razonablemente en la objetividad de las respuestas que se obtengan? ¿Y será razonable que aceptemos las decisiones que se tomarán? Estas son preguntas sin respuesta, a pesar de que el drama del amianto hizo reflexionar a todo el mundo. Los industriales no van seguramente a lanzarse a ciegas en la producción masiva de aquellas nanotecnologías cuyas consecuencias sobre la salud y el medio ambiente son aún dudosas.
Los expertos están de acuerdo, para concluir, en que es necesario encontrar un justo medio entre la consideración y la aceptación de estos riesgos. Los riesgos y las incertidumbres vinculados a las nanotecnologías merecen estudios en profundidad. Pero, una posible reglamentación demasiado severa del sector de las nanotecnologías podría también frenar el desarrollo de esta ciencia. Hay que poner en su sitio el riesgo vinculado a la utilización de las nanotecnologías, en función del riesgo que la sociedad está dispuesta a tomar para beneficiarse de sus avances.
Probar y comunicar
Olivier Toussaint, profesor en la Facultad de las ciencias de la Universidad Notre-Dame de la Paix de Namur, dirige desde enero de 2006 el proyecto “Nanotóxico”. Con una treintena de investigadores, intenta poner a punto modelos toxicológicos adaptados a algunos tipos de nanopartículas. He aquí cómo aborda, en su condición de investigador, la cuestión de los riesgos tóxicos de los nanos:
“Los investigadores que observan la toxicidad de las nanopartículas deben considerar parámetros otros que la concentración del producto, sus capacidades de disolución en fase ácuea y lipídica, etc. En efecto, la forma de los nanopartículas, su tamaño, su “recubrimiento” son cruciales. Es necesario, pues, trabajar con físicos y químicos equipados para determinar estos parámetros. Por otra parte, ante el coste de las pruebas previstas, para los distintos tipos de nanopartículas desarrolladas en la industria, la utilización preliminar de pruebas sobre culturas de las células más representativas de las condiciones fisiológicas animales, va a permitir ahorrar mucho tiempo y dinero. En efecto, el descubrimiento de efectos tóxicos señalados "in vitro", por ejemplo sobre culturas de epidermis reconstituidos, será un fuerte indicador de un riesgo toxicológico en la piel. Este razonamiento puede desmultiplicarse para los distintos tejidos de nuestro organismo. Por fin, visto el cambio de paradigma toxicológico por lo que se refiere a las nanopartículas, una información inteligente del público se impondrá, de ahí la necesidad de una comunicación profesional en la materia. »
Fotografía: http://www.fundp.ca.be/photos/personnes/NR000100.jpg
Comunidad Europea: prevenir más bien que curar
La Dirección General “Salud y protección del consumidor” de la Comisión Europea puso en marcha un proceso de reflexión sobre los riesgos vinculados a las nanotecnologías. El Consejo Europeo, preocupado de adoptar una actitud proactiva y preventiva, se ha declarado, en septiembre de 2005, en favor de un enfoque tranquilizador, integrado y responsable. En esa línea, un Comité de expertos emitió una opinión sobre los métodos de análisis de los riesgos de las nanotecnologías, haciendo hincapié en la necesidad de distinguir el riesgo del peligro. El peligro se caracteriza por el potencial de causar daños. El riesgo designa, como tal, la probabilidad de que un daño pueda ocurrir en los hechos, dependiendo esta probabilidad del grado de exposición a un peligro específico. Por ejemplo, una exposición muy escasa a una sustancia que presenta un peligro muy elevado, puede resultar en un riesgo limitado; mientras que una exposición muy fuerte a una sustancia que presenta un peligro muy escaso puede resultar en un riesgo entre moderado y muy fuerte. En otras palabras, el riesgo es el resultado de la conjunción de dos factores: peligro por una parte, exposición a este peligro por otra parte. En términos de metodología y análisis del riesgo, la DG “Salud y protección del consumidor” hace hincapié también en el estudio de los aspectos sistémicos, o sea el análisis de los efectos sobre el organismo en su conjunto.
Sitio web: http:lleuropa.tener.int|commuldgslhealth_consumer
(1) Louvain 163, A la découverte du nanomonde, UCL, Alumni et amis, mai 2006.
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