Quienes controlan la libertad del Colegio cardenalicio con un silencio informativo impuesto, incluso antes del Cónclave, están luchando contra la exigencia de verdad compartida del mundo posmoderno.
Ahora bien, la exigencia de verdad compartida es el fruto maduro de la revolución universalista de la comunicación global, nacida con Internet en los centros inter-universitarios de investigación científica y actualmente presente en todo el Planeta.
Esta exigencia de verdad compartida, incompatible con la hipocresía y el secretismo que la ampara cabe ser considerada históricamente como la mayor revolución deontológica de la comunicación humana al servicio del bien común de la humanidad.
Todos sabemos que las comisiones "pro veritate" creadas por Benedicto XVI han probado meridianamente que la hipocresía, al amparo del secretismo, ha sido encubridora en el seno del estamento clerical de la Iglesia, hasta en los mayores grados de su jerarquía, de mentiras repugnantes, de comportamientos criminales y de intereses partidistas e individualistas absolutamente intolerables.
Quienes pretenden apagar la interactividad comunicativa de estos días de los cardenales con los fieles y viceversa, con el pretexto de dar lugar a que su propia inspiración inspire a cada cardenal el nombre del papa que ha de depositar en la urna del cónclave, olvidan que
◊ la inspiración nunca inspira a quienes no han cumplido previamente con la obligación profesional de informarse a conciencia sobre la valía, para el cargo de papa, de todos y de cada uno de los candidatos posibles. ◊
Sería pecar contra la racionalidad del espíritu el atribuir al Espíritu Santo la buena o la mala suerte de una elección papal a ciegas, por unos electores no sólo insuficientemente representativos sino además desinformados.
Falta flagrante de representatividad mundial del colegio actual de electores
He aquí la ilustración, mediante un diagrama circular legible de arriba-derecha a izquierda, de la falta flagrante de representatividad mundial del colegio actual de electores, reducido a ciento quince cardenales.
De estos 115 representantes de la Iglesia universal más de la mitad son europeos: 60/115. La representatividad paneuropea de estos 60 cardenales queda en entredicho cuando constatamos que de estos europeos 28/60 son italianos. El subcontinente norteamericano dispone de 14 cardenales electores, sumando los estadounidenses y los canadienses. El subcontinente sudamericano, con el mayor número de católicos de todo el planeta, sólo dispone de 19 cardenales electores. Al continente africano lo representan 11 cardenales y al continente asiático 10. El continente Oceanía sólo está representado por un cardenal.
¿Por qué no son invitados al cónclave como electores si no todos los obispos de la Iglesia universal, cuyo concilio se reúne demasiado poco a pesar de su importancia canónica, por lo menos todos los presidentes de las asambleas episcopales regionales existentes y todos los superiores generales de las órdenes y congregaciones religiosas, tanto femeninas como masculinas, con proyección mundial?
¿Por qué no se corrigen hoy mismo estos errores flagrantes de representatividad electoral, permitiendo a los electores actuales que disfruten de comunicación directa, virtual y telefónica con quienes, según su conciencia, pueden ayudarles a votar con pleno conocimiento contrastado sobre la valía para el ministerio petrino de los candidatos elegibles?
10.03.13 | 11:11. Archivado en Europa, Las Américas, Sociogenética, Ética, Religiones, Pro justitia et libertate,Geopolítica, África, Asia, Oceanía, Ecumenismo
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