jueves, febrero 07, 2013

Caffarena, filósofo del misterio humano, por Pedro-Miguel Lamet



 

Ayer, fecha en que cumplía ochenta y ocho años, con la misma paz y sencillez con que había vivido falleció el filósofo jesuita José Gómez Caffarena.
Sereno siempre, sonriente y de una profunda elegancia espiritual su trayectoria entronca de forma brillante y eficaz con grandes compañeros suyos que contribuyeron a la puesta al día de la Iglesia antes y después del Concilio Vaticano II, los padres José María de Llanos y José María Díez-Alegría. Pero si estos lucharon para dar credibilidad a la fe cristiana en ambas Españas desde la praxis del suburbio y la renovación de la teología, Caffarena lo llevó a cabo a partir de un pensamiento filosófico hermenéutico y dialogante.
Formado en Heythrop y Roma, sus alumnos de la facultad de filosofía de Alcalá lo recordamos por una metafísica innovadora, que reinterpretando a Kant y a Santo Tomás encontraba la prueba más actualizada de la existencia de Dios en la radical inquietud del ser humano, que, sin Él, se convertiría en una “pasión inútil”. De ahí vieron la luz sus Cursos de Metafísica fundamental, Metafísica trascendental y Filosofía de la Religión (1969-1973)
En esta tarea de diálogo persistió toda su vida, especialmente a través del instituto Fe y Secularidad, la Universidad Comillas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Las cabezas mejor pensantes de este país, desde Aranguren a Laín, de Sábada a Savater encontraron en él, más allá de sus creencias, un interlocutor abierto y profundo, que purificaba de gangas el concepto de Dios. Todo ello desembocó en su obra cumbre, El enigma y el misterio (2007), una filosofía de la religión.
Quizás la faceta más popular de Gómez Caffarena se centró en sus cursos a universitarios: Hacia el verdadero cristianismo (1966), La audacia de creer (1969) ¿Cristianos, hoy? (1971) La entraña humanista del cristianismo (1984), en los que, además de hacerles inteligible lo cristiano, les inculcaba no contentarse con soluciones fáciles, sino en persistir en una búsqueda personalizada.
Pero mi experiencia más vital sobre Pepe o Caffi, como le llamábamos en casa, se refiere al hombre, después de más de veinte años de convivencia. Pulcro, ordenado y metódico en sus horarios hasta la saciedad, era sobre todo un gran compañero de todos y un amigo.
Desde muy joven se había preocupado de los pobres, compartiendo fines de semana con el padre Llanos en el Pozo del tío Raimundo, o dando su firma a los documentos más comprometidos en favor de la democracia y la renovación teológica.
Podría pensarse que ha sido, como piensan algunos, un progresista promarxista. Nada más lejos de ese tópico. Era sobre todo un jesuita cien por cien, enormemente discreto y educado, que ponía su fe y su religiosidad por encima de todo.
Los últimos cinco años he concelebrado con él la eucaristía diariamente. Era su momento cumbre del día.
En su extraordinaria cabeza, que conservó hasta el final, confluían la exégesis bíblica, la devoción y el sentido común, abierto al mundo y las gentes de hoy. Quizás por eso las palabras con que concluye El enigma y el misterio puedan ser su mejor salvoconducto para la otra vida. Allí dice que a pesar de que la humanidad está sujeta a “mucho dolor e incertidumbre”:
“el dolor ¡no es la última palabra! Una intuición de la humanidad, que cabe decir prácticamente universal, no se ha rendido, sino que ha buscado claves de esperanza, y, entre ellas el Misterio, al que abren las experiencias religiosas"
Mensaje liberador para los tiempos que corren, y algo que José Gómez Caffarena ya ha podido desvelar desde la gozosa plenitud del encuentro.
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Fuente: Pedro-Miguel Lamet: Caffarena, filósofo del misterio humano
Posted on febrero 6th, 2013 by lamet
06.02.13 | 11:54. Archivado en UniversidadesFilosofíaReligionesEcumenismoJesuitas

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