Salvador García Bardón a Rafael Arenas García, Catedrático de Derecho internacional privado en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) (1):
Querido Colega Rafael: Estoy seguro de que tu buen humor, tu perspectiva de constitucionalista y tu perspicacia pueden aportarnos mucha luz sobre lo que está pasando actualmente al más alto nivel en la Unión Europea.
A mi modo de ver asistimos a la lucha entre Mercozy (= Merkel + Sarcozy) y los euro-federalistas, es decir entre el eje germano-francés (nostálgicamente hegemónico) y los defensores del conjunto federado de todos los miembros de la Unión Europea (emblemáticamente democráticos).
Personalmente pienso que el futuro constitucional de la Unión Europea debe ser federalista. Consecuentemente pienso que tanto una primacía hegemónica, siempre susceptible de convertirse en dictadura, como el confederalismo ("le fédéralisme des cons") ponen a la Unión Europea al borde del abismo.
Un abrazo cordial y solidario desde Bruselas y Lovaina-la-Nueva, agradeciéndote de antemano tu colaboración.
A Rafael Arenas García le gusta esto.
Rafael Arenas García a Salvador García Bardón:
Hola Salvador, tengo que reconocer que no me he leído todavía los documentos que se han elaborado (o se están elaborando), por lo que mi impresión es absolutamente provisional y más basada en titulares de prensa que en conocimiento verdadero.
Coincido contigo en que el futuro tendría que ser federalista, lo que implicaría una transformación mucho más profunda de la UE de lo que parecen anunciar las propuestas que se han cocinado estos últimos días.
La UE ha sido y sigue siendo un instrumento en beneficio de los Estados, que la utilizan como palanca para sus propias políticas. A eso responde el predominio del Consejo y del Consejo Europeo. Los asuntos que resultan relevantes son tratados mediante acuerdos entre jefes de Estado o de gobierno, y toda la gestión de la crisis lo ha dejado muy claro.
Mi deseo sería que se creara un auténtico poder europeo, lo que sería extraordinariamente fácil si hubiera voluntad para ello. Bastaría con que, en primer lugar, el Presidente del Consejo y de la Comisión fuera la misma persona, elegida no por los jefes de Estado o de gobierno como ahora, sino bien por el Parlamento Europeo bien directamente por los ciudadanos europeos; en segundo lugar el Parlamento asumiría plenamente la función legislativa que ahora comparte con el Consejo y, en tercer lugar, el Parlamento dispondría de competencia fiscal de tal manera que el presupuesto de la Unión dependería plenamente de la decisión del Parlamento.
Por descontado que el BCE dependería directamente de la Comisión (esto es, del Presidente europeo elegido democráticamente). Ese es mi deseo y, evidentemente, estamos muy lejos de que se haga realidad, ahora mismo se ha reforzado el eje París-Berlín que, con el miedo en el cuerpo a consecuencia de la crisis parece destinado a convertirse en un auténtico directorio europeo.
La "expulsión" (creo que podemos llamarla así, el tiempo nos dirá si acertamos o no) del Reino Unido deja las manos libres a Francia y a Alemania, pues el resto de países no parecen en condiciones más que de asentir a lo que dicten los nuevos señores de Europa.
Quizás ahora exista una coincidencia básica entre todos los europeos: hemos de conservar el euro e intentar que la sangría que suponen los paraísos fiscales no destroce las finanzas públicas europeas. La City quizás tenga algo que ver con estas dos cosas (digo quizás) por lo que el movimiento táctico que se ha gestionado en los últimos meses y que ha estallado esta última semana goza con la simpatía de mucha gente y de muchos países; ahora bien, si en unos pocos años no se da el paso de democratizar y federalizar Europa dudo que Francia y Alemania sean capaces de gestionar el déficit democrático que ahora estamos asumiendo.
Me alegra poder charlar sobre estos temas, que me apasionan y en los que me parece que, además, coincidimos bastante.
Un abrazo.
(1) Rafael Arenas García (Vegarrozadas, Asturias, 1967) és catedràtic de dret
internacional privat a la Universitat Autònoma de Barcelona. És llicenciat en dret per la
Universidad de Oviedo (1990) i doctor en dret per la mateixa universitat (1994). Va ser
becari FPI (1991-1994) i professor associat (1994-1996) a la Universidad de Oviedo. El
1996 es va incorporar com a professor titular de Dret internacional privat a la UAB.
Les seves principals línies d’investigació són el Dret processal civil
internacional, el dret internacional privat de societats i el dret de família internacional;
així com la incidència de la globalització en el dret internacional privat.
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