martes, enero 05, 2010

Tres retos para el presidente Van Rompuy

Tres retos esperan al Presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy
Philippe Ricard
LE MONDE | 05.01.10 |
Traducción de SagaBardón


Algunas imágenes para las televisiones; no hay retórica, ni puesta en escena ostentatoria. Herman Van Rompuy no derogó a sus prácticas habituales en el momento de tomar la Presidencia del Consejo Europeo, el lunes 4 de enero en Bruselas: el antiguo Primer Ministro belga, poco mediático, hizo de la discreción su marca de fábrica a lo largo de su vida política. Por cierto, al preferirlo, para su nuevo puesto, a personalidades más ‘vistosas’, como el ex primer Ministro británico Tony Blair, los veintisiete Jefes de Estado y de Gobierno apostaron por su reputación casi monacal, para volver a poner orden en la casa europea.

El Sr. Van Rompuy se propone actuar sobre tres niveles para asentar cuanto antes su autoridad.
Primer reto: aprovechar los seis próximos meses para rodar el funcionamiento de las nuevas instituciones europeas. Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, las reglas del juego cambiaron. El Sr. Van Rompuy tiene así la inédita misión de animar los trabajos colectivos de los Jefes de Estado y de Gobierno, representándolos al mismo tiempo sobre la escena internacional.

Para ello, el antiguo Primer Ministro belga deber tomar la ‘iniciativa’ sobre la Presidencia giratoria - garantizada por España desde el 1 de enero - que el nuevo Tratado no suprimió. Con el fin de hacer callar a aquéllos que temen fricciones futuras, el Primer Ministro español, José Luis Zapatero, y Herman Van Rompuy han firmado juntos, el lunes 4 de enero, en varios Diarios europeos, una tribuna donde prometen “consolidar el nuevo orden institucional en un espíritu de cooperación y lealtad”.

Segundo reto: hacerse conocer directamente por sus pares, para mejorar la cohesión entre los veintisiete Jefes de Estado y de Gobierno. El Sr. Van Rompuy no tiene la intención de robar la estrella a los pesos pesados del Consejo Europeo, como Angela Merkel o Nicolas Sarkozy. Con el fin de imponerse, debe sin embargo estar en estrecho contacto con los que lo designaron, dado que algunos lo conocen poco, mientras que otros ambicionaban ocupar su puesto, tal como ocurre con el Luxemburgués Jean-Claude Juncker. El Sr. Van Rompuy, que ya viajó a París a principios de diciembre de 2009, quiere pues proseguir la vuelta de Europa empezada inmediatamente después de su nombramiento. Estará en España el 8 de enero. Irá a continuación a Grecia, a Chipre, a Malta, luego a Alemania.

Para administrar estas relaciones, el antiguo Primer Ministro belga dispondrá de un gabinete de una veintena de personas, dirigido por un diplomático de alto vuelo, Frans Van Daele, antiguo representante de Bélgica para las instituciones europeas, de la OTAN, y ex embajador en Washington. Este pequeño equipo, cuya composición aún no está cerrada definitivamente, será representativo de distintas nacionalidades europeas y estará compuesta de miembros resultantes de las instituciones bruselenses y de los diferentes países. Podrá apoyarse en el Secretariado general del Consejo (aproximadamente 3.500 funcionarios, contra 25.000 en la Comisión Europea), dirigido por el Francés Pedro de Boissieu.

Después, el Sr. Van Rompuy estará también en estrecho contacto con el servicio diplomático común, el cual se colocará sin embargo bajo la autoridad directa de la alta representante para los Asuntos Exteriores, la Británica Catherine Ashton, que es además vicepresidenta de la Comisión y próxima a su Presidente, José Manuel Barroso.

Tercer reto: actuar sobre el fondo de los expedientes, para orientar mejor los trabajos de la Comisión. El Sr. Van Rompuy se propone estar en vanguardia del debate sobre todas las cuestiones clave. Coloca su principio de mandato bajo el signo de la economía, a la hora en que la crisis sigue haciendo estragos en Europa.

Por iniciativa suya, una primera cumbre informal debería celebrarse el 10 o el 11 de febrero en Bruselas, para “muscular {‘fortalecer’}” la estrategia económica de la Unión. Esta fecha no debe nada al azar, pues coincide con el momento en que el Sr. Barroso consulta sobre la manera de refundir la agenda {de Lisboa}, que ambicionaba, en vano, hacer de Europa la región más competitiva del mundo en una década.

Consolidación presupuestaria, reformas estructurales, salida de crisis, los Veintisiete se sienten en el deber, según los Sres. Van Rompuy y Zapatero, de “intensificar su cooperación para estimular la recuperación económica”.

Para pesar sobre las deciciones de la Comisión, el Sr. Van Rompuy piensa entrevistarse con el Sr. Barroso una vez por semana. Se reserva también la posibilidad de convocar otras cumbres informales, entre Jefes de Estado y de Gobierno, sobre los temas que considerará prioritarios, como la energía, o el presupuesto. En cambio, el cristiano-demócrata flamenco procederá con sumo cuidado con respecto a las fronteras de Europa y la ampliación. Más bien opuesto a la adhesión de Turquía, previno a partir de su nombramiento que su opinión, sobre esta cuestión sensible, “se supeditaría a la del Consejo”.

Philippe Ricard

Article paru dans l'édition du Monde du 05.01.10
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