{Texto bilingüe}
1) Lothar de Maizière, premier et dernier Premier ministre démocratiquement élu de la RDA
2) Une chronologie oubliée par la presse
3) Entrevista con Lothar de Maizière de Ramiro VILLAPADIERA
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1) Lothar de Maizière, premier et dernier Premier ministre démocratiquement élu de la RDA
Lothar de Maizière (2 mars 1940) est un homme politique allemand, membre de la CDU est-allemande, premier et dernier Premier ministre démocratiquement élu de la RDA du 12 avril au 2 octobre 1990, après les premières élections libres dans l'ancienne Allemagne de l'Est.
Il est né à Nordhausen (ex-RDA) et a étudié le violon à Berlin. Il a joué dans l'orchestre symphonique de Berlin avant d'étudier le droit.
En 1990 il fut élu au Volkskammer de la RDA en tant que membre de la CDU est-allemande, au cours des premières et uniques élections libres et démocratiques qu'aura connues le pays. Il succéda à Hans Modrow au poste de premier ministre et dirigea le premier gouvernement démocratiquement élu d'Allemagne de l'est et conserva ce poste jusqu'au 2 octobre 1990, au lendemain de l'intégration des Länder de la RDA à la République fédérale d'Allemagne. En tant que premier ministre, il avait négocier les détails de la réunification allemande avec son homologue de l'ouest, Helmut Kohl.
Après la réunification de l'Allemagne, il fut nommé ministre fédéral avec attributions spéciales dans le gouvernement chrétien-démocrate. Accusé d'avoir travaillé pour la Stasi, il fut contraint de démissionner en 1991.
Il est de lointaine origine huguenote, ses aïeux ayant fui la France pour s'installer en Prusse à la fin du XVIIe siècle, après la révocation de l'édit de Nantes. Il est le fils du juriste Clement de Maizière. Son oncle Ulrich de Maizière fut inspecteur général de l'armée ouest-allemande et son cousin Thomas de Maizière fut ministre CDU de la Saxe et actuel ministre fédéral avec attributions spéciales et chef de la Chancellerie fédérale dans le gouvernement d’Angela Merkel.
Source: Wikipedia.
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2) Une chronologie oubliée par la presse
Le 1er février 1990,
deux jours après s'être entretenu avec le numéro un soviétique, Mikhaïl Gorbatchev, à Moscou, et trois mois après que les autorités est-allemandes eurent décidé l'ouverture de la frontière interallemande et du Mur de Berlin, le Premier ministre de R.D.A., Hans Modrow, présente un plan prévoyant l'unification des deux Allemagnes.
Le 4 février,
le Parti libéral (F.D.P.) est-allemand tient à Berlin son congrès constitutif en présence des leaders du parti frère ouest-allemand. Le 23, à Leipzig, Ibrahim Böhme est confirmé au poste de président des sociaux-démocrates (S.P.D.) de R.D.A.
Le 18 mars
se tiennent en R.D.A. les premières élections législatives libres depuis l'avènement du nazisme ; vingt-quatre partis y participent, les plus importants d'entre eux étant massivement soutenus par les partis frères de R.F.A. Les chrétiens-démocrates (C.D.U.), menés par Lothar de Maizière, sortent grands vainqueurs du scrutin avec 40,91% des voix et 164 sièges. Avec l'Union sociale allemande (D.S.U.), qui obtient 25 sièges, et le Renouveau démocratique, qui en obtient 4, l'Alliance pour l'Allemagne, coalition composée de ces 3 partis, totalise plus de 48% des suffrages. Le S.P.D. n'obtient que 21,8% des voix et 87 sièges, et le parti du Socialisme démocratique (P.D.S., ex-communiste) conserve 65 sièges avec 16,33% des voix. Le F.D.P., avec 5,2% des voix, a 21 élus, tandis qu'Alliance 90, qui regroupe les petits partis dissidents, n'en compte que 12 et les Verts, 8.
Le 12 avril,
le Parlement investit le gouvernement de coalition de Lothar de Maizière, composé de l'Alliance pour l'Allemagne, du S.P.D. et du F.D.P. Le Premier ministre s'engage à réaliser le rattachement de la R.D.A. à la R.F.A., dans le cadre d'une Allemagne unifiée, membre de l'O.T.A.N. et de la C.E.E. Le Parlement présente ses excuses à la Tchécoslovaquie pour la participation de la R.D.A. à l'invasion des forces du pacte de Varsovie en 1968 et reconnaît que les nazis ont été responsables de la persécution des juifs.
Le 1er juillet,
l'union économique, monétaire et sociale entre les deux Allemagnes entre en vigueur.
Le 3 octobre,
l'unification devient effective : l'Allemagne retrouve son unité après plus de quarante années de division.
Source: © Encyclopædia Universalis 2007, tous droits réservés
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3) Entrevista con Lothar de Maizière de Ramiro VILLAPADIERA
«Thatcher odia Alemania; Mitterrand la temía»
por Ramiro VILLAPADIERA BERLIN Publicado en ABC el Domingo, 08-11-09 a las 02 : 30
Fue el primer y último jefe de gobierno de la antigua Alemania del Este elegido democráticamente. El «liquidador» formal de aquella «República Democrática Alemana» (RDA), uno de los firmantes de su carta de defunción. En esta entrevista evoca aquellas históricas jornadas.
—¿Qué se siente como último presidente del gobierno de un país desaparecido?
—Recuerdo abrir mi primer Consejo de ministros diciendo «tenemos la misión absurda para un político de hacerse innecesario. Tenemos que desmontar nuestro país». Cuando despedí a la RDA el 2 de octubre de 1990, el propio Kurt Masur, que dirigía la Novena de Beethoven, me confesó su inseguridad ante la nueva Alemania. Y también había pena porque, aunque no queríamos mucho a ese país, era nuestra casa. Y no sabíamos cómo caeríamos en la nueva.
—¿Cuándo quedó claro que la reunificación sería irreversible?
—Ya con el gobierno de Modrow, tras la caída del Muro, tuve acceso a las cuentas, y vi que la RDA estaba en la ruina. Pensé entonces que sólo nos salvaría la unión con el Oeste. La economía no tenía cura y, tras la caída del Muro, cada día se nos marchaban 3.000 ciudadanos. Había que darles alguna esperanza. La gente quería dinero occidental por encima de cualquier ilusión. Aunque el portazo interior a la RDA se produjo tras el aplastamiento de la Primavera de Praga, cuando perdimos toda esperanza de democracia. Entonces inmigramos interiormente.
—¿Cómo pudo durar tanto un régimen en el que todo era fachada?
—Un norteamericano dijo que, al margen de sistemas, los alemanes van a trabajar todos los días con puntualidad… Y así fue. La gente de la RDA era muy trabajadora, aunque la mitad del trabajo de nuestra vida fue a parar a Rusia.
—¿Se vio en algún momento haciendo Historia?
—En Moscú, la noche antes de disolver el Pacto de Varsovia, Havel nos comentó que si éramos conscientes de que un historiador como Antall (jefe de Gobierno de Hungría), un filósofo como Mazowietzki (de Polonia), un escritor como él (de Checoslovaquia) y un músico como yo (de Alemania del Este) estaban jugando a cambiar la Historia. Y así fue: desmontamos la alianza más peligrosa de la Guerra Fría. Unos meses antes, Havel estaba aún en la cárcel cuando recibió el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes.
—¿Estaban ustedes preparados para la reunificación?
—La experiencia me enseñó que uno no puede prepararse para la Historia. Los cambios sorprendieron a todos menos preparados de lo que era de esperar y, para los alemanes del Este, fue un aprendizaje muy duro. Al galope tuvieron que acostumbrarse a un nuevo sistema de valores, político, económico, jurídico… Toda su experiencia vital se había vuelto inútil. En mi despacho tuvimos que tirar y comprar toda una biblioteca. Pero la reunificación fue una gran suerte para el Este porque, de lo contrario, habría caído en un caos político y económico. Lo duro fue ver cómo los occidentales pensaban que tenían que ser nuestros profesores.
—¿Fueron buenos profesores?
—No siempre. Además, con cincuenta años no se acepta muy bien que te digan cómo hacer las cosas. Pero lo hemos superado. Los del Este ya no necesitan paternalismo y han recuperado su autoestima. No somos tontos ni vagos, simplemente diferentes. Y también vemos nosotros diferentes a los del oeste, porque en el fondo los del Este se mantuvieron más alemanes.
—¿Vivieron una reunificación diferente?
—Los del Este sabíamos que todo cambiaría, pero los del Oeste creían que para ellos todo iba a seguir igual. Los de Alemania del Este dijimos a los de Alemania del Oeste que no les iba a costar dinero, y luego ellos se sintieron timados. Tardaron en aprender que para ellos también habían cambiado las cosas. Y, además, han estado confundiendo problemas de la globalización con los de la reunificación. Esta crisis nos enseñará que solo podemos salir juntos y tal vez nos acerque más.
—¿Cómo fue la unificación de la moneda?—Ante la ruina, un Estado empieza a imprimir dinero y a crear inflación. Nosotros no podíamos hacer algo así. Estaba viva la memoria de la gran inflación de los años 20. Así que dije a Kohl que debíamos dar a la gente una señal positiva, que debía ser la unificación del marco. La gente del Este quedó encantada de su poder de compra, de poder viajar, lo que nos dio un poco de tranquilidad para el pacto de la reunificación. Transformar una economía planificada en una de mercado y, sobre todo, llegar a ésta antes de que se declarase en bancarrota me tuvo noches enteras sin dormir.
—¿Se vendió barata la RDA?
—La gente no entendía que un producto sin mercado carece de valor. Y nadie quería comprar un coche Trabant. También era un problema socialista de traducción del término «justicia» por el de «igualdad»: si todos viven igual de mal entonces es justo. Trabajar más, entonces, era insolidario. Lo curioso es que el socialismo siempre se habla del principio de rendimiento, pero jamás lo aplica.
—Hay alemanes que aún creen que la RDA estaba bien pensada pero mal ejecutada.—El comunismo había prometido la felicidad. Y la gente se dio cuenta de que con Honecker no iban a obtenerla. Luego pensaron que con Kohl funcionaría; pero tampoco. Así que ahora cavilan si tal vez el antiguo sistema no estaba tan mal. El comunismo ofrecía la convicción de una meta, pero despreciaba el camino y a la persona; la democracia dice que el camino y la responsabilidad de emprenderlo es el objetivo. Pero la gente necesita también una bella meta.
—Valore a las parejas de protagonistas: Kohl frente al jefe del último Gobierno comunista de Alemania del Este, Hans Modrow.
—Eran muy distintos pero los dos venían de familias humildes y lograban entenderse bien. Kohl es una persona robusta y pragmática, muy preso del día a día, y a quien le falta elegancia espiritual. Yo me sentía más intelectual. No me llevaba nada bien con él. Pero no era solo su culpa... A mí no me interesa el fútbol.
—¿Bush (padre) y Gorbachov?—Se llevaban muy bien, ambos eran presidentes de grandes países. Las grandes naciones tienen rituales parecidos y están encantadas de haberse conocido. Ambos sabían la responsabilidad que suponía tomar la decisión más difícil de la historia reciente. Pero Gorbachov no sabía aún que fallaría en su misión. Gorbachov es buena persona, siempre espera lo mejor de la gente. A los rusos que lamentaban entregar Polonia o Checoslovaquia, él les decía que no estaban dando nada que les perteneciera.
—Mitterrand y Thatcher—Mitterrand vino en la Navidad de 1989 a firmar un acuerdo comercial con la RDA ¡para 5 años! Tuve que explicarles la estupidez que estaban haciendo. Él y Thatcher tenían en común su temor a que, si Alemania se unía, aspiraría al liderazgo europeo. Mitterrand temía que Alemania parase el proceso europeo. O que la UE se extendería hacia el Este y Francia y Reino Unido ya no serían el centro. Pasaban a convertirse en potencias medias. Thatcher pertenece a la generación de la guerra y, simplemente, odia a lo alemanes. Mitterrand, a partir de cierto momento, aceptó seguir trabajando por una Europa unida, pero Thatcher sólo quería molestar.
—¿Boicoteó la reunificación?—Cuando comuniqué a Jacques Delors, entonces presidente de la Comisión Europea, que la economía de la RDA iba a necesitar de periodos transitorios para su integración —como todos los países que ingresaron después— Thatcher lo impidió. Entonces la economía del Este, ya muy debilitada, fue ajustada contra una moneda mucho más fuerte de un día para otro y sin ningún mecanismo de seguridad. Fue como enfrentar a un peso ligero con uno pesado.
—La reunificación fue un regalo para la Unión Democristiana ¿Cómo lo vio la oposición socialdemócrata?
—La generación mayor reaccionó feliz. Vi llorar a Willy Brandt el día de la reunificación. Pero gente como Lafontaine estaban en contra. El Partido Social-Demócrata (SPD) estuvo muy dividido. Perdieron las siguientes elecciones con motivo, porque no sabían qué hacer con la reunificación. También en la RDA había socialdemócratas que preferían una tercera vía hacia un socialismo suave. Los verdes del Oeste estaban decididamente en contra de la reunificación. Y fueron castigados por ello en las elecciones.
—Era una izquierda contra el cambio.
—No querían que cambiara nada. Gente que había dicho estar en contra de la RDA ahora la defendían. No se daban cuenta de que también ellos cambiarían.
—¿Qué clase de CDU (Unión Democristiana) sobrevivió a la dictadura en el Este?
—Era una CDU inservible, tuve que reformar el partido, construir su estructura desde abajo, elegir dirigentes y separarlo de los comunistas del SED. Un mes después de la caída del Muro fuimos los primeros en hacer un congreso. Allí dije por primera vez que nuestra primera meta debía de ser la reunificación, lo que produjo espanto en otros partidos y grupos de derechos humanos que sólo querían reformar la RDA.
—¿Se sentía comprendido por la CDU del Oeste?
—No nos querían. Desconfiaban de que no quisiéramos seguir haciendo socialismo. Y la CDU del Oeste era muy católica, mientras aquí eran protestantes. Lo cierto es que Kohl quería la unidad, pero no a la gente del Este.
—El SPD no quiso la capitalidad de Berlín.
—La poderosa SPD renana quería que siguiera en Bonn. Yo luché por Berlín, no porque sea de aquí, sino porque pensaba que el deber de la futura Alemania era ser un enlace entre el Este y Oeste, entre el espacio franco-ibérico y el germano-eslavo, como lo fue en los años 20. Bonn no puede hacer eso.
—¿Ha sido la República de Berlín?
—Algunos creyeron que Alemania se iba a teutonizar, pero no ha sido así. Los diputados que votaron en contra admiten ahora que jamás volverían a Bonn.
—¿Y la fusión de Berlín con su región de Brandenburgo?
—Siempre lo defendí pero la capital tenía tanta deuda que Brandenburgo tuvo miedo de heredarla... y estaban cansados de cambios.
—¿En la reunificación se pensó en la economía y se olvidó a la gente?
—La economía puede ser manipulada, pero no el comportamiento de la gente. El ajuste económico fue caro y lento. Un día hablé con el embajador español en la RDA y le pregunte cómo lo hizo el Rey Juan Carlos. Me dijo que funcionó sólo porque era un país católico... El protestantismo es muy riguroso, y no funciona porque las personas no son ángeles.
—¿No es prematura la ola de nostalgia de la RDA?
—La nostalgia es acordarse de la juventud. Además, que la RDA haya sido tratada de forma indiferenciada como basura produjo una nostalgia también indiferenciada. Habría sido mejor reconocer algunas cosas buenas. La reunificación dejó una generación perdida, la de quienes eran mayores para empezar pero jóvenes para jubilarse. Ahora están en paro, con pensiones bajas; pero ellos fueron quienes levantaron la RDA. Si observa la edad de los votantes de La Izquierda verá que son ellos. Esa sensación de estar olvidados aparece en momentos de ruptura. Aunque ahora el contacto entre jóvenes es más fácil. Para la primera generación reunificada la RDA es ya como la guerra de los Treinta años.
—¿Creyó alguna vez que habría un canciller alemán que sería del Este y protestante? ¿Y que no sería Vd.?
—Nunca pensé en serlo, estaba claro que me iba con la RDA. Yo recomendé a Kohl a Ángela Merkel. Ya vi sus capacidades analíticas, que son excepcionales. Pero nunca pensé que sabría abrirse camino de ese modo. Creo que es bueno para Alemania que haya una canciller del Este;. Y tiene mucho crédito en Europa, en las cumbres los presidentes tiemblan ante ella. Aunque, con los socialdemócratas primero y ahora con los liberales, ha descuidado el origen conservador de la CDU. Pero si consigue renovar la industria y la economía, será una gran canciller.
—¿Mantienen el contacto?
—Tenemos una buena relación, pero sólo la molesto por trabajo, como presidente del foro Diálogo Alemania-Rusia. Le insisto en que la relación entre Rusia y Alemania no puede limitarse al gas y el petróleo, Europa debe tener una cultura espiritual común.
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