El bipartidismo anticonstitucional del debate 2008
04.03.08 @ 23:55:55. Archivado en Semántica, Pragmática, España, Sociogenética, Pro justitia et libertate
La escena tuvo lugar en la sala del trono del palacio real de Madrid. El rey replicaba a quien le preguntaba por la razón de que no se sentara nunca en el trono que preside esta sala. No puedo garantizar la exactitud de mi recuerdo, que se funda en un documental de la televisión francesa.
La frase que sigue la dijo en su día el rey Juan Carlos, a comienzos de su reinado, aunque aquí la repito yo sin poder garantizar la literalidad de lo que él dijo; sin embargo creo ser fiel a su manera humorista de recordar las cosas que se encuentran o se apoyan en la constitución:
"El soberano español tiene demasiados posteriores {entiéndase 'culos'}, para que quepan en ese trono tan estrecho".
El espíritu de la constitución es esencial para interpretar su letra.
Con su frase el rey interpretaba, pragmática y gráficamente, el sentido profundo y auténtico de un punto esencial de la constitución de la democracia actual, constitución y democracia que él hizo posibles y que nosotros aceptamos: en España el soberano es el pueblo; el rey se limita a representarlo. Ni comunistas, ni socialistas, ni nacionalistas y ni siquiera los demócratas liberales y/o cristianos hubieran aceptado otra semántica del poder supremo del estado. Sin soberanía popular no hubiera habido transición de la dictadura seudomonárquica que Franco concibió a la democracia parlamentaria coronada actual.
Como yo lo escribí anteayer, en las circunstancias actuales, cuya gravedad se acentúa hoy con la noticia de 53406 parados más en febrero, es absolutamente miope, por no decir cegato, el enfocar el interés del debate 2008 como la pelea entre dos jefes de bandas rivales, que por su condición de cabecillas podrían ganar para su partido la primacía sobre el otro.
Hoy escribo más claro el mensaje que contenía la frase que acabo de recordar: esta manera de enfocar el interés del debate como la pelea entre dos jefes de bandas rivales es anticonstitucional.
Constitucionalmente nuestro sistema político es parlamentario, es decir: plural. Es la única manera de representar la soberanía popular, que no cabe ni en el trono monoplaza del palacio real, ni en el trono biplazas del bipartidismo abusivo, que socialistas y populares se han inventado, en flagrante contradicción con la constitución.
El debate singular de anoche como el de la semana pasada son anticonstitucionales, porque presuponen la aceptación de un bipartidismo de hecho, que pone en entredicho la pluralidad garantizada por la constitución española vigente.
Imagino que ante este abuso la reacción de la mayoría de los votantes indecisos será el votar a otros partidos, que no a los monologantes del debate 2008, para mostrar electoralmente su repugnancia por esta degradación de la pluralidad parlamentaria, transformada 'de facto' en bipartidismo anticonstitucional.
Sociogenéticamente creo poder comprender, sin aceptarlo, el interés que estos dos debates singulares han provocado, como una transformación de los escenarios narrativos ancestrales que todavía nos hacen aceptar en España las corridas de toros y en algunos pueblos españoles e hispánicos las peleas de gallos. Estos mismos esquemas ancestrales, individualistas al extremo, siguen alimentando el morbo popular ante los duelos singulares que cultivan tradicionalmente nuestras pandillas, cuya peor escenificación actual es el terrorismo.
Otro escenario narrativo ancestral que hemos podido observar en estos debates singulares es el de la confrontación del triunfalismo y del catastrofismo; el primero como disfrute de su poder del dominante del momento, y el segundo como privación y ansia de poder del dominado en las mismas circunstancias.
La Academia de televisión hubiera debido organizar este debate en colaboración con el parlamento, bajo la presidencia del señor Marín, su ecuánime presidente saliente, y con la participación de todos los partidos parlamentarios. No habiéndolo hecho así ha prejuzgado el resultado de las elecciones, pretendiendo no solamente que ganaría las elecciones uno de los dos partidos representados, excluyendo a todos los demás, sino que sería elegido presidente del gobierno uno de los dos únicos parlamentarios invitados al debate, sin tener en cuenta la posibilidad de ser elegido cualquiera de los otros parlamentarios. Procediendo así, por culpa de la equívoca denominación de los primeros ministros de nuestros gobiernos como "presidentes", la Academia de televisión ha confundido nuestro sistema parlamentario con un sistema presidencialista como el francés o el norteamericano.
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