Eclesiásticos en El Quijote
19.11.07 @ 15:30:51. Archivado en El Quijote, Pragmática, Poética, Religiones, Novela
He aquí cómo critica los abusos de sus colegas eclesiásticos el lexicógrafo por antonomasia de nuestra edad de oro, Don Sebastián de Covarrubias Horozco (1539-1613), cuyo Tesoro de la lengua (1611) es imprescindible para comprender El Quijote (de 1605, y sobre todo de 1615):
«La vanidad del mundo ha introducido que los señores, y aun los que no lo son, y las señoras reciban clérigos en su servicio, y los llamen sus capellanes, y quieran que los acompañen y se ocupen en ministerios incompatibles con la dignidad sacerdotal… Cosa lastimosa, que los tengan delante de sí en pie y desbonetados, y los llamen de vos, o los rodeen la merced, y los padreen con llamarles: Padre acá, padre acullá.», Covarrubias, 297.a.1.
Covarrubias era capellán de Su Majestad (1578), canónigo de Cuenca (1579) y maestrescuela de su catedral (1601). Como lexicógrafo le cabe el mérito de haber redactado el primer esbozo de nuestro diccionario académico actual, con el sobremérito de haber comprendido mejor que muchos lexicógrafos posteriores, incluídos los actuales, la estrecha aunque sutil relación existente entre el diccionario (semántica) y la enciclopedia (pragmática).
Imagen: El Quijote, Serrano II. Foto: SGB. Grandes formatos
eclesiast-: eclesiástica: 1; eclesiástico: 7: [El eclesiástico: 5 = un grave eclesiástico: 1]; eclesiásticos: 2; √ iglesia
eclesiástico (doc. ±1280, del lat. ecclesiasticus , del gr. ekklesiastikós der. de ekklesía 'asamblea convocada' der. de ekkaléo 'yo convoco') adj. y m. 'relativo a la iglesia': 'clérigo'
Los eclesiásticos disfrutaban de un tratamiento particular en la España de Felipe II. He aquí lo que Fray José de Sigüenza explica del ejemplo que daba el rey en su fundación del Escorial:
«Diré también otro particular en esta materia: en todos los actos públicos que se hacían en la iglesia mostraba tanto respeto y guardaba tan puntualmente el derecho que se debe a las cosas eclesiásticas y a las personas de ella, que siempre ponía el postrero dondequiera que concurrían. Y porque los niños del Seminario tienen sobrepellices en tanto que asisten al oficio divino en estos actos eclesiásticos, iban delante y los anteponía: si tomaban la ceniza, los niños primero; si los ramos, las candelas, adoraban la Cruz y otras cosas semejantes, los adelantaba siempre, pareciéndole que era de más alto género todo lo que tenía resabio de orden eclesiástico. § Cuando había misas nuevas, iba a besar la mano al misacantano, y le ofrecía como si fuera otro hombre particular, y otros cien ejemplos bastantes a confundir, no digo a los herejes ni a otros cristianos llenos de pundonores de vanidad, sino aun a los muy aventajados religiosos.», Fundación del Monasterio, p. 110 § 4 y 5.
|| el eclesiástico del Castillo del duque: «Según una tradición que mencionó don Vicente de los Ríos en la Vida de Cervantes, se quiso en este pasaje sindicar a un eclesiástico comensal del Duque de Béjar, que es a quien está dedicada la primera parte del QUIJOTE… el calor y animosidad que en este pasaje muestra el autor, pueden ser indicio de que la persona del eclesiástico de quien se trata no era imaginaria, sino real y verdadera.», Clem. 1697.a.
Entre los eclesiásticos del Quijote es el único que aparece como resuelto antagonista de don Quijote, sin que sea posible percibir su deseo de ayudar desinteresamente a Alonso Quijano el Bueno, para que desistiera de su locura quijotesca. Su presentación por el narrador no deja lugar a dudas. Nos encontramos ante un personaje cuyo deseo fundamental no es ayudar sino condenar, al estilo de los personajes de Avellaneda:
«destos que quieren que la grandeza de los grandes se mida con la estrecheza de sus ánimos; destos que, queriendo mostrar a los que ellos gobiernan a ser limitados, les hacen ser miserables», II.31.34.
Identifica a Don Quijote como tal y lo condena, al mismo tiempo que condena al duque en cuanto asiduo lector de su historia:
«El Eclesiástico que oyó decir de gigantes, de follones y de encantos, cayó en la cuenta de que aquél debía de ser Don Quijote de la Mancha, cuya historia leía el Duque de ordinario, y él se lo había reprehendido muchas veces, diciéndole que era disparate leer tales disparates; y enterándose ser verdad lo que sospechara, con mucha cólera, hablando con el duque, le dijo: —Vuestra excelencia, señor mío, tiene que dar cuenta a nuestro Señor de lo que hace este buen hombre. Este Don Quijote, o Don Tonto, o como se llama, imagino yo que no debe de ser tan mentecado como vuestra excelencia quiere que sea, dándole ocasiones a la mano para que lleve adelante sus sandeces y vaciedades. § Y volviendo la plática a don Quijote, le dijo: —Y a vos, alma de cántaro, ¿quién os ha encajado en el celebro que sois caballero andante y que vencéis gigantes y prendéis malandrines?…», II.31 § 62-64.
La confrontación se termina con una dura reprensión al Duque y la partida del Eclesiástico:
«—Por el hábito que tengo, que estoy por decir que es tan sandio vuestra excelencia como estos pecadores. ¡Mirad si no han de ser ellos locos, pues los cuerdos canonizan sus locuras! Quédese vuestra excelencia con ellos; que en tanto que estuvieren en casa, me estaré yo en la mía, y me excusaré de reprehender lo que no puedo remediar.», II.32.8.
El duque frena la ira de don Quijote tras las rudas declaraciones del eclesiástico:
«—Vuesa merced, señor Caballero de los Leones, ha respondido por sí tan altamente, que no le queda cosa por satisfacer deste que aunque parece agravio, no lo es en ninguna manera; porque así como no agravian las mujeres, no agravian los eclesiásticos, como vuesa merced mejor sabe. —Así es—respondió don Quijote—; y la causa es que el que no puede ser agraviado no puede agraviar a nadie. Las mujeres, los niños y los eclesiásticos, como no pueden defenderse aunque sean ofendidos, no pueden ser afrentados.», II.32 § 9-10.
Los otros eclesiásticos del Quijote son: el Cura del lugar de DQ, el Canónigo de Toledo, el beneficiado de las Bodas de Camacho y el Vicario de la historia de la Trifaldi.
El tema de la pobreza da lugar a un pullazo de don Quijote al beneficiado de las Bodas de Camacho: «un beneficiado de aquel pueblo, que tenía gentil caletre para semejantes invenciones, había compuesto y ordenado las danzas de las bodas de Camacho.» Don Quijote dice de él:
«—Yo apostaré -dijo Don Quijote- que debe de ser más amigo de Camacho que de Basilio el tal beneficiado, y que debe de tener más de satírico que de vísperas. ¡Bien ha encajado en la danza las habilidades de Basilio y las riquezas de Camacho!», II.20.45. ® Vicente de la Rosa
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