La escritura como canto de amor: Gioconda Belli
08.10.07 @ 12:30:00. Archivado en Escritura bloguera, Semántica, Pragmática, Poética, Sociogenética, Ética, Educación, Novela
Al ponerle título a este "posteo" he dudado entre dos palabras: la palabra "canto" y la palabra "acto". Si me he decidido por la palabra "canto", guardándome en el pecho como un mensaje secreto la palabra "acto", es porque mi intención no es la de provocar a quien quiero que me lea, sino de hacerle sentir mi respeto por lo que voy a decir, absteniéndome de parecerle osado en mi manera de decirlo.
Es verdad que podría invocar un axioma corriente en la filosofía del lenguaje actual, según el cual hay circunstancias en las que el "decir" es un "hacer". Algunos colegas empujan la generalización hasta pretender que todo "decir" es un "hacer". No creo necesario tener que recordar aquí, para atenuar esta exageración, que no es lo mismo, para ti o para mí, "decir que queremos a alguien" que de hecho probárselo "haciendo algo bueno para él y por él". En el primer caso todo queda en un decir mientras que en el segundo cumplimos un hacer.
Así que he preferido la palabra "canto" a la palabra "acto", porque no pretendo que la escritura sea siempre un acto de amor, pero sí que para algunos como Gioconda Belli, Cervantes y yo mismo, por limitarme a tres escritores cuya motivación más profunda creo conocer un poco, sí lo es. Otra manera de presentar esta información sería la siguiente: ni Gioconda, ni Cervantes ni yo emplearíamos la escritura por desamor o por odio. Si lo hacemos es porque queremos proclamar nuestro amor.
Alguno se preguntará: ¿pero qué amor, Salvador?
Tengo el honor de ceder la palabra a Gionella, para que ella responda en nuestro nombre, en el de notros tres y en el de todos los escritores que sólo cogen la pluma cuando piensan que cantando las múltiples excelencias del amor pueden rendir un servicio al amor concreto de todos y cada uno de los seres humanos:
AMO A LOS HOMBRES Y LES CANTO
Amo a los hombres
y les canto.
Amo a los jóvenes
desafiantes jinetes del aire,
pobladores de pasillos en las Universidades,
rebeldes, inconformes, planeadores de mundos diferentes.
Amo a los obreros,
esos sudorosos gigantes morenos
que salen de madrugada a construir ciudades.
Amo a los carpinteros
que reconocen a la madera como a su mujer
y saben hacerla a su modo.
Amo a los campesinos
que no tienen más tractor que su brazo
que rompen el vientre de la tierra y la poseen.
Amo, compasiva y tristemente, a los complicados hombres de negocios
que han convertido su hombría en una sanguinaria máquina de sumar
y han dejado los pensamientos más profundos, los sentimientos más nobles
por cálculos y métodos de explotación.
Amo a los poetas -bellos ángeles lanzallamas-
que inventan nuevos mundos desde la palabra
y que dan a la risa y al vino su justa y proverbial importancia.
que conocen la trascendencia de una conversación
tranquila bajo los árboles,
a esos poetas vitales que sufren las lágrimas y van
y dejan todo y mueren
para que nazcan hombres con la frente alta.
Amo a los pintores -hombres colores-
que guardan su hermosura para nuestros ojos
y a los que pintan el horror y el hambre
para que no se nos olvide.
Amo a los solitarios pensadores
los que existen más allá del amor y de la comprensión sencilla
los que se hunden en titánicas averiguaciones
y se atormentan día y noche ante lo absurdo de las respuestas.
A todos amo con un amor de mujer, de madre, de hermana,
con un amor que es más grande que yo toda,
que me supera y me envuelve como un océano
donde todo el misterio se resuelve en espuma...
Amo a las mujeres desde su piel que es la mía.
A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas,
a la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora,
a la que llora por un niño que se ha dormido para siempre,
a la que lucha enardecida en las montañas,
a la que trabaja -mal pagada- en la ciudad,
a la que gorda y contenta canta cuando echa tortillas
en la pancita caliente del comal,
a la que camina con el peso de un ser en su vientre
enorme y fecundo.
A todas las amo y me felicito por ser de su especie.
Me felicito por estar con hombres y mujeres
aquí bajo este cielo, sobre esta tierra tropical y fértil,
ondulante y cubierta de hierba.
Me felicito por ser y por haber nacido,
por mis pulmones que me llevan y me traen el aire,
porque cuando respiro siento que el mundo todo entra en mí
y sale con algo mío,
por estos poemas que escribo y lanzo al viento
para alegría de los pájaros,
por todo lo que soy y rompe el aire a mi paso,
por las flores que se mecen en los caminos
y los pensamientos que, desenfrenados, alborotan en las cabezas,
por los llantos y las rebeliones.
Me felicito porque soy parte de una nueva época
porque he comprendido la importancia que tiene mi existencia,
la importancia que tiene tu existencia, la de todos,
la vitalidad de mi mano unida a otras manos,
de mi canto unido a otros cantos.
Porque he comprendido mi misión de ser creador,
de alfarera de mi tiempo que es el tiempo nuestro,
quiero irme a la calle y a los campos,
a las mansiones y a las chozas
a sacudir a los tibios y haraganes,
a los que reniegan de la vida y de los malos negocios,
a los que dejan de ver el sol para cuadrar balances,
a los incrédulos, a los desamparados, a los que han perdido la esperanza,
a los que ríen y cantan y hablan con optimismo;
quiero traerlos a todos hacia la madrugada,
traerlos a ver la vida que pasa
con una hermosura dolorosa y desafiante,
la vida que nos espera detrás de cada atardecer
-último testimonio de un día que se va para siempre,
que sale del tiempo y que nunca volverá a repetirse-.
Quiero atraer a todos hacia el abrazo de una alegría que comienza,
de un Universo que espera que rompamos sus puertas
con la energía de nuestra marcha incontenible.
Quiero llevaros a recorrer los caminos
por donde avanza -inexorable- la Historia.
Porque los amo quiero llevarlos de frente a la nueva mañana,
mañana lavada de pesar que habremos construido todos.
Vámonos y que nadie se quede a la zaga,
que nadie perezoso, amedrentado, tibio, habite la faz de la tierra
para que este amor tenga la fuerza de los terremotos,
de los maremotos,
de los ciclones, de los huracanes
y todo lo que nos aprisione vuele convertido en desecho
mientras hombres y mujeres nuevos
van naciendo erguidos
luminosos
como volcanes...
Vámonos
Vámonos
Vámonoooos!!!
-oOo-
Fotografía y notas biobiblográfícas: Nos mira Gioconda Belli, nacida en Managua, Nicaragua, el 9 de diciembre de 1948. Actualmente es una de las escritoras más auténticas, poéticas y populares en lengua española. Entre sus muchas obras poéticas y narrativas destacan "Línea de fuego", y "La mujer habitada".
Su libro “Sobre la grama” le ganó en 1972, el premio de poesía más prestigioso del país en esos años, el “Mariano Fiallos Gil” de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.
En 1978, obtuvo el prestigioso Premio Casa de las Américas (Cuba) en el género poesía por su libro “Línea de Fuego¨.
Entre 1982 y 1987, publicó tres libros de poesía: “Truenos y Arco Iris”, “Amor Insurrecto” y “De la costilla de Eva”. Estos libros o selecciones de los mismos se han publicado en España, México, Alemania, Bélgica, Inglaterra, Italia y Estados Unidos.
En 1988, Belli publicó su primera novela “La Mujer Habitada”, que fue muy aclamada por la crítica y alcanzó en Europa y América Latina, altos tirajes y numerosas ediciones. En Alemania –donde el tiraje llegó a un millón de ejemplares y alcanza más de veinte ediciones- la novela obtuvo el Premio de los Bibliotecarios, Editores y Libreros a la Novela Política del Año en 1989. Ese año la autora recibió también el Premio Anna Seghers. Desde su publicación, la novela ha sido traducida a once idiomas y ha tenido gran éxito editorial en España e Italia. En Estados Unidos, Warner Books la publicó bajo el nombre “The Inhabited Woman”
En 1990, se publicó la segunda novela, “Sofía de los Presagios”, en 1996, “Waslala”, ambas traducidas a varios idiomas. Gioconda publicó también un cuento para niños: “El Taller de las Mariposas”, que se publicó así mismo en alemán, holandés e italiano y en 1998, otro libro de poemas, “Apogeo”
En Enero de 2001 apareció en Plaza Janés, su libro “El País bajo mi piel”, un testimonio-memoria de sus años en el sandinismo- Fue publicado, simultáneamente, en alemán, holandés e italiano. Su publicación en Estados Unidos está programada para el otoño del 2002 bajo el sello editorial Knopf y en Inglaterra, por la Editorial Bloomsbury de Londres.
Wikipedia.
Su novela "El pergamino de la seducción", 2005, marca un hito en la novela histórica. Hay pocas obras de este género que penetren en los secretos de la feminidad como lo hace Gioconda con su espléndida biografía revivida de Juana La Loca, al responder a la pregunta: Juana La Loca ¿qué oculta su historia?.
Con esta obra Gioconda inaugura o renueva un manera de abordar los secretos intencionales de la historia, sirviéndose al mismo tiempo de las perspectivas autodiegéticas, homodiegéticas y heterodiegéticas, sabiamente encarnadas en dos personajes principales, uno de los cuales aparece como historiador, Manuel, y el otro como mujer adolescente actual, que descubrirá el amor en el relato y en los brazos de Manuel, y como actriz que revivirá el personaje histórico de Juana La Loca identificándose con ella en palabras y en obras. El resto de los personajes gravita alrededor de estos dos, que funcionan como tres, con la espléndida generosidad de un cielo que luce unas cuantas estrellas particularmente brillantes.
Gioconda no ha empleado la palabra, pero cabe considerar "El pergamino de la seducción" como un encuetro feliz de la novela con la "Sociogenética", e incluso como una contribución muy digna de aprecio a esta joven ciencia, tal como la concibe mi colega y amigo el profesor Albert d'Haenens y con él quienes pertenecemos como miembros a su Instituto de Sociogenética.
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