¿Turistas, mártires o exploradores?
06.07.07 @ 21:00:00. Archivado en Turismo, Turismo cultural, Religiones, Pro justitia et libertate, Turismo convivencial
Condenamos enérgicamente el vil ataque terrorista perpetrado este 02/07/07, hacia las 17:30 horas locales, en Yemen, cuando un coche bomba impactó un convoy de turistas españoles, que acababan de visitar el templo de la Luna en Marib, residencia legendaria de la reina de Saba. El lugar se encuentra a 190 kilómetros al noreste de la capital, Sanaa.
El impacto, la explosión y el fuego del coche bomba provocaron la muerte de siete de los turistas y de dos trabajadores locales que los acompañaban. Otros seis turistas del mismo grupo resultaron heridos con diversos grados de gravedad.
Hacemos llegar nuestros sentimientos de pesar y solidaridad a las familias de todas las víctimas así como expresamos nuestro deseo de pronto y completo restablecimiento a los seis heridos.
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No es nada fácil calificar con ecuanimidad la noticia de la triste suerte sufrida por catorce jóvenes españoles en Yemen. Nuestro desconcierto procede ya del hecho que no sabemos si debemos calificarlos de turistas, de mártires o de simples exploradores osados, al saber que han sido víctimas de un grupo de terroristas islamistas tan intolerante como es Al Qaida, precisamente en el país de la primera manifestación sangrienta de esta red. Hay argumentos, en la prensa como en la historia sociogenética, tanto para proclamarlos mártires del turismo occidental, cuya nacionalidad española los ha convertido en víctimas por excelencia de Al Qaida, cuanto para tildarlos de exploradores excesivamente osados.
Comencemos por la primera interpretación, cuya palabra clave es el martirio:
Cuando los primeros turistas se aventuraron a venir a España, pretendiendo convivir con los españoles sin someterse a los rigores del franquismo, sabían que corrían el riesgo de ser tratados como enemigos de un sistema de vida que no era el suyo. Muchos de ellos pagaron su osadía descubriendo la severidad de los guardianes del régimen y la incomodidad de nuestros calabozos de la época. Entonces España se promocionaba como "diferente". Su diferencia se confundía con frecuencia con la franca intolerancia de los más celosos guardianes del régimen, intolerancia que se autocalificaba de santa frente a la denostada inmoralidad extranjera que, según ellos, los inquisidores guardianes del régimen, nos provocaba y pervertía en nuestra propia casa. La consecuencia era que los residentes extranjeros partidarios de la convivencia democrática laica, que eran los que efectivamente convivían con nuestras gentes, en un clima asfixiante de nacional-catolicismo, lo hacían en condiciones de martirio, al igual que los oponentes y contestatarios nacionales, enemigos naturales del régimen.
No olvidemos estos hechos deplorables de nuestro pasado todavía reciente, al calibrar el mensaje de la tragedia sucedida en Yemen, una de cuyas características principales ha sido el encuentro en un instante del sentido con el sin sentido. Un grupo de jóvenes tolerantes ha creído poder convivir con los habitantes naturales de una región actualmente dominada por una red de fanáticos. Parece que atentando a muerte contra ellos, Al Qaida ha querido escenificar, en su escenario yemenita de origen, la imposibilidad no sólo de la "alianza de civilizaciones", sino del simple "encuentro de pueblos".
Catorce jóvenes españoles, alegres y confiados, se pensaban inmunes. No cabía en su mentalidad abierta y democrática que podían ser considerados enemigos. Por eso creyeron ilusionados en la veracidad de anuncios como éste:
Our expertly honed itinerary gives us good looks at Yemen’s huge diversity of scenery and puts us in touch with its people; in a part of the world known for courtly hospitality, Yemenis are perhaps the most hospitable of all.
Title: Yemen: Arabia Felix. Trip Length: 19 days. Activity Type: Touring.
Según su hijo David Alonso, Júlia Vilaró, médico de familia de un hospital de Barcelona, "lleva viajando toda la vida por todo el mundo. Por supuesto que era consciente del peligro de viajar a Yemen, de la práctica habitual de secuestros, pero ¿y qué?, también pasa en Londres o en Madrid… Además, la agencia llevaba 15 años haciendo el mismo recorrido y jamás había pasado nada".
En estos momentos de dolor, cuando recibimos en España las flores de sus vidas, irremediablemente marchitas unas y malheridas otras,
hay que mantener la cabeza fría e impedir que los totalitarios ganen siquiera sea una pequeña batalla y nos obliguen a modificar nuestros hábitos de vida. No está en juego sólo nuestra libertad, tanto en la playas de Ibiza, como en los desiertos del Yemen o las calles de Londres, sino también el mundo en el que queremos vivir...
Son esos pequeños e inconscientes actos heroicos individuales los que testifican la superioridad moral y económica de las sociedades abiertas, los que nos permitirán vencer la amenaza totalitaria. Son la fuerza y la inteligencia creadora del mercado y de la libertad las que nos harán superar esta nueva prueba...
España y los españoles no somos objetivo de los terroristas islámicos por la política exterior de este o aquel gobierno, sino porque hemos querido, sabido y podido incorporarnos a la modernidad, al desarrollo y a la libertad.
Turismo, comercio y terrorismo, POR FERNANDO FERNÁNDEZ MÉNDEZ DE ANDÉS, Rector de la Universidad Antonio de Nebrija
Esta interpretación no logra desautorizar la tesis de quienes tildan de exploradores excesivamente osados a este grupo de visitantes de Yemen. En efecto, no conviene olvidar que:
1) Ayer como hoy los islamistas proclaman que están atacando al Occidente depravado. Sus terroristas apuntan de preferencia a los españoles, porque para ellos los españoles son no solamente los occidentales por anonomasia, sino los defensores de Occidente, como lo repetía con frecuencia Franco.
La irrupción terrorista atribuible a Al Qaida se produjo en Aden, la ciudad portuaria que había sido capital de Yemen del Sur, la noche del 29 de diciembre de 1992. El objetivo fueron dos rascacielos en extremos opuestos de la bahía: los hoteles Aden y Goldmore. Ambos hoteles eran islas de cultura occidental en las que se dispensaba alcohol, había discotecas en las que se escuchaba música rock, adornos de Navidad y piscinas en las que había mujeres en traje de baño -¡quién sabe si incluso en bikini! Los terroristas estaban atacando al Occidente depravado. Lo mismo que hacen hoy...
Nos atacan por ser españoles, que es una forma épica de ser occidentales. Estamos todos en el mismo barco.
Todo empezó en Yemen., por RAMÓN PÉREZ-MAURA.
2) El escenario de la matanza es Yemen, de donde es originaria la familia de Osama bin Laden. Al Qaida advierte que al igual que golpea al enemigo lejano en los países occidentales, lo hará con todo occidental que ose profanar la santa geografía árabe y musulmana.
Los «yihadistas» han vuelto a actuar contra objetivos españoles. En este caso ha sido Yemen, un país frágil e inestable de donde es originaria la familia de Osama bin Laden, el escenario de la matanza. Siete turistas españoles han pagado un alto precio por su «osadía»: pisar un pedazo del «dar al-islam», la sagrada tierra musulmana, que un reducido y cada vez más radicalizado grupo de iluminados islamistas pretende mantener limpia y sin mácula, libre de toda eventual contaminación por parte de infieles, apóstatas y herejes...
Al asesinar a siete españoles, los elementos «yihadistas» lanzan, por lo tanto, un doble mensaje, tanto a Occidente como a las propias autoridades yemeníes. A los primeros se les advierte de que Al Qaida y sus franquicias no sólo pretenden «golpear al enemigo lejano» en los países occidentales, como se intentara sin éxito la pasada semana en Londres, sino que además todo occidental (independientemente de que sea civil o militar) es considerado un objetivo legítimo en la geografía árabe y musulmana.
Al presidente Ali Abdullah Saleh, se le recuerda que, a pesar de las campañas represivas, Al Qaida sigue gozando de buena salud en el santuario yemení y está dispuesta a seguir golpeando un sector -el turismo- considerado estratégico por el Gobierno, ya que emplea en la actualidad a más de un 10 por ciento de la población activa.
Zarpazo «yihadista», por IGNACIO ÁLVAREZ-OSSORIO.
3) Hay muchos españoles que actúan en el extranjero como si estuvieran persuadidos de que las diferencias estructurales entre estas sociedades y la nuestra no fueran realidades que hay que tomar en cuenta, aunque sólo sea para evitar las ofensas; éstas son imperdonables, a los ojos de la sociedad ofendida, porque denotan ignorancia culpable o pura negligencia.
Internarse por las montañas del Yemen no es un juego, como tampoco lo es trapichear con drogas en Tailandia, arrancar banderas en Letonia o pintarrajear trenes en Dinamarca, porque hay una legión de españoles persuadidos de que movimientos políticos (con terrorismo incorporado), leyes ajenas, o el respeto a sí mismas que otras sociedades se dedican, no son realidades para tomar en cuenta, sino meras variantes más o menos guay del descontrol y pachanga que padecemos, de nuestro botellón perpetuo.
Crónica de Arabia Infeliz, POR SERAFÍN FANJUL.
4) Los viajeros españoles se aventuraron en una zona más que dudosa: corrieron un riesgo excesivo, en el desierto, a 200 kilómetros al este de Sanáa, en territorio dominado por bandas y tribus infiltradas por Al Qaeda.
El gobierno yemení controla un 25 por ciento del territorio; las otras tres cuartas partes van a su aire... Yemen con una extensión parecida a España y 22 millones de habitantes, está cubierto por el desierto en su 85 por ciento. Su renta per capita roza los 1.000 dólares (España, 27.500)...
De Yemen procede Bin Laden. Su padre, un constructor de fortuna, prosperó sorprendentemente en Riad, entre contratos opacos y ventajas recibidas de la familia saudí. Es frecuente depender en esas latitudes del favor del poder, pero es raro que un vástago de la familia organice un movimiento terrorista de magnitud internacional. Al Qaeda, recordemos, significa 'La Red'...
Los viajeros españoles se aventuraron en una zona más que dudosa: corrieron un riesgo excesivo, en el desierto, a 200 kilómetros al este de Sanáa, en territorio dominado por bandas y tribus infiltradas por Al Qaeda. Aunque los servicios de inteligencia crean que no se atacaba al convoy por ser español.
Yemen, en el puesto 149, por DARÍO VALCÁRCEL.
Vale la pena meditar el texto completo que el Rector de la Universidad Antonio de Nebrija ha consagrado a este trágico suceso, poniéndolo en la perpectiva del Turismo, comercio y terrorismo globales. Para facilitar su lectura, nos hemos permitido el airear la presentación del texto, dividiendo algunos párrafos e introduciendo los espacios correspondientes.
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Turismo, comercio y terrorismo
por Fernando FERNÁNDEZ MÉNDEZ DE ANDÉS
Rector de la Universidad Antonio de Nebrija
EL turismo es alegría, es vida, es comercio, es riqueza y empleo. El turismo provoca el cambio social y genera tolerancia hacia los diferentes. Es el símbolo de la sociedad abierta que describió Popper. Bien lo sabemos los españoles que descubrimos el mundo en los sesenta con la llegada de los primeros bañistas. Con el turismo empezó a resquebrajarse el control moral, social y cultural impuesto por el franquismo y llegó la libertad a este país.
Precisamente por las virtudes terapéuticas del turismo sobre las sociedades cerradas e irrespirables, los totalitarios de todo signo han encontrado en el turismo un enemigo a combatir. Desgraciadamente lo acabamos de vivir una vez más en el Yemen, donde unos fanáticos asesinos han acabado con la vida de siete compatriotas cuyo único delito era querer ver mundo, conocer otras culturas, identificarse con otros paisajes, encontrarse con otros seres humanos.
Sabíamos que los fundamentalistas islámicos habían declarado el turismo una infección letal para sus designios controladores y que estaban dispuestos a cortar de raíz todo encuentro de civilizaciones. Habían asesinado antes en Bali. Lo hacen, o intentan hacer todos los años, los asesinos etarras en nuestras playas. Pero catorce jóvenes españoles alegres y confiados se pensaban inmunes. No cabía en su mentalidad abierta y democrática que podían ser considerados enemigos. Los europeos, los occidentales, no somos conscientes del odio al infiel que se predica en esa zona del mundo.
En estos momentos de dolor, hay que mantener la cabeza fría e impedir que los totalitarios ganen siquiera sea una pequeña batalla y nos obliguen a modificar nuestros hábitos de vida. No está en juego sólo nuestra libertad, tanto en la playas de Ibiza, como en los desiertos del Yemen o las calles de Londres, sino también el mundo en el que queremos vivir.
Una sociedad amedrentada es más fácil de dominar. No se puede ceder la calle a los terroristas, como sucede con demasiada frecuencia en el País Vasco, ni encorsetar la libertad de expresión, los ingleses nos acaban de dar una nueva lección nombrando caballero a sir Salman Rushdie, pero tampoco restringir la libertad de movimientos de personas, factores y mercancías que están en el origen de la Unión Europea, aunque su coste humano parezca excesivo.
Los terroristas juegan con nuestros miedos. Saben que somos humanos, que la reacción natural es protegerse y quedarse en casa. Pero el desarrollo económico y social necesita del comercio y del turismo.
Después de los atentados de las Torres Gemelas, los economistas, fríos y aparentemente insensibles analistas de la realidad, hicimos todo tipo de cálculos sobre el coste para el crecimiento mundial que iba a significar el encarecimiento en tiempo y trámites del transporte de mercancías y el retraimiento del tráfico de pasajeros. La realidad superó todas nuestras previsiones. Tras unos meses de incertidumbre y zozobra, el mundo ha vivido seis años de crecimiento del comercio mundial sin precedentes, gracias a lo cual el PIB mundial es hoy un 25 por ciento mayor y las cuentas de las compañías aéreas han salido de los números rojos. Ahora, tras los dramáticos atentados de estos días, volverá a pasar afortunadamente lo mismo. No debe entenderse como un síntoma de debilidad, como una muestra de la inconsistencia moral de la civilización occidental, sino exactamente lo contrario. Son esos pequeños e inconscientes actos heroicos individuales los que testifican la superioridad moral y económica de las sociedades abiertas, los que nos permitirán vencer la amenaza totalitaria. Son la fuerza y la inteligencia creadora del mercado y de la libertad las que nos harán superar esta nueva prueba.
La amenaza fundamentalista existe. No nace de la guerra de Irak por más que muchos quieran olvidar que las Torres Gemelas cayeron antes del derrocamiento de Sadam Hussein. Y nos obliga a sacar conclusiones. Conviene no seguir discutiendo de Churchill y Chamberlain, de la victoria o el apaciguamiento.
No cabe sacrificar nuestros valores y nuestra forma de vida por un poco de tranquilidad, que sólo sería en el mejor de los casos pasajera. España y los españoles no somos objetivo de los terroristas islámicos por la política exterior de este o aquel gobierno, sino porque hemos querido, sabido y podido incorporarnos a la modernidad, al desarrollo y a la libertad. Un Al Andalus convertido en símbolo de sociedad abierta y tolerante, donde las iglesias se mezclan con los turistas y donde las creencias religiosas forman parte del patrimonio personal y privado -respetable y respetado por el Estado, pero privado- es una herida abierta para los fundamentalistas. Si además exportamos nuestra alegría y nuestro éxito, como sin saberlo hacían los turistas asesinados y hacen todos los días nuestros empresarios y comerciantes, correremos riesgos.
Compete al gobierno garantizar la vida y seguridad de sus ciudadanos. Es su primera obligación. Pero no al precio de renunciar a nuestra libertad.
No vivimos, afortunadamente, en un país que pueda prohibir los desplazamientos de sus ciudadanos. Las autoridades tienen la obligación de informar sobre las condiciones de seguridad, de ofrecer todos los datos relevantes y tiempo habrá para analizar si lo han hecho con la celeridad y eficiencia debida. Tampoco compete a las empresas turísticas nada más que informar de los riesgos y tomar las medidas de cobertura adecuadas. Una sociedad abierta exige ciudadanos responsables de sus decisiones. Vivimos tiempos en que se reafirman derechos y difuminan responsabilidades. Tragedias como la del Yemen nos invitan a situar este binomio en sus justos términos. Pero eso no exime al gobierno, a cualquier gobierno, de toda responsabilidad. La primera y principal hacer avanzar la causa de la sociedad abierta.
Si turismo y comercio son el germen de la libertad y la prosperidad, si lo son para los países ricos y para los que aspiran a serlo, para democracias establecidas y para las poblaciones sojuzgadas por el totalitarismo, quizás no sea una digresión excesiva pedir una pronta culminación de la ronda Doha, la negociación multilateral para liberalizar el comercio mundial. Esta sería sin duda la mejor estrategia para derrotar a las fuerzas del oscurantismo y la sinrazón que prosperan en sociedades aisladas, y quizás también un pequeño homenaje a estas siete inocentes víctimas de la intolerancia.
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