jueves, diciembre 14, 2006

Desventuras ciudadanas con la vivienda

Desventuras ciudadanas con la vivienda

Permalink 14.12.06 @ 10:47:00. Archivado en España, Sociogenética, Ética, Arquitectura y urbanismo

Eva María García recoge el guante de Macaria y nos cuenta su experiencia con la vivienda, que tuvo un principio allá por el 97, pero que manifiesta sus más trágicas consecuencias ahora, en plena democracia ambigua. Al presentar su blog, llamado La playa de Eva María, declara:

Madre por devoción y trabajadora por obligación. En mi playa busco liberarme del estrés y desahogarme un poco. Vamos, ahorrarme la terapia...

Macaria Corleone, generosa, inteligente y eficaz colaboradora en esta encuesta vital, me recomienda la lectura de este testimonio, una de cuyas notas distintivas es su valor sociogenético, al intentar desentrañar, desde la perspectiva de la duración más larga posible, una interpretación de un fenómeno social verdaderamente preocupante:

Querido Salvador:

Parece que otros blogueros han decidido seguir tu invitación y han publicado sus experiencias. En mis favoritos encontrarás "La Playa de Eva Maria". Nuestra compañera ha publicado un post en el que cuenta sus aventuras para encontrar vivienda. Te recomiendo su lectura. Una visión más de este gran problema que nos afecta a todos y que es un problema que heredarán nuestros hijos si no le ponemos remedio. Un beso.

MACARIA CORLEONE, 13/12/2006 22:34

Vivienda: aventuras y desventuras del ciudadano medio
por Eva María García

12/12/2006 19:08

Recojo el guante de Macaria y os cuento mi experiencia con la vivienda.

Cuando firmé mi primer contrato indefinido, allá por el 97 (sí, sí, el pleistoceno) yo sólo ganaba 100.000 pesetillas y no tenía pareja, así que ni me planteé comprar un piso. Sí que decidí buscar uno de alquiler, porque a la sazón tenía ya 27 años y empezaba a ser hora de abandonar el nido. Andaba yo en mis tribulaciones, haciendo cuentas de cómo carajo se podían pagar 50.000 de alquiler y vivir con otras 50.000, en las que había que incluir luz, agua, comida y transportes (ahí es nada) como minimísimo, cuando me encontré, de pronto, saliendo con el hombre de mi vida, que estaba separado y vivía en una habitación alquilada en casa de unos amigos.

No fue la típica historia de noviazgo tomado con calma, en el que te va dando tiempo a pensar, planificar y organizar y con un poco de suerte hasta consigues ahorrar un pellizco. No. Mi novio tenía dos hijos que venían a pasar el fin de semana cada 15 días y una pensión alimenticia que diezmaba el sueldo nada más cobrarlo. De modo que tuvimos que hacerlo todo a la carrera, sin demasiadas opciones, realmente.

Cotejamos los precios de los alquileres con lo que supondría una hipoteca y nos decidimos a comprar. En cuatro meses, los pisos más baratos, en las zonas humildes de la ciudad, habían subido ¡¡¡¡4KILOS!!!!, así que nos lanzamos a buscar algo que se adecuara un poco a nuestras necesidades. Y es que, claro, nosotros necesitábamos las tres bés: bueno, bonito y barato. ¡Já!

Sólo visitamos 4 pisos y nos decidimos por uno en el barrio de mi amama. Era (es) un cuarto piso sin ascensor, de 55 m2 y no tenía calefacción; pero tenía la enorme cocina original dividida en dos, gracias a los metros conseguidos al cerrar una terraza, con lo cual ganábamos una habitación. Perfecto; una para nosotros, otra para los niños de Jorge y otra para el bebé que queríamos tener en cuanto nos casáramos; un mini-baño en el que hay que entrar de costado, una mini-cocina en la que ya empezamos a tener problemas para comer todos en el mismo turno y una mini-salita con un sofá de tres plazas y una mullida alfombra para los que se tienen que sentar en el suelo a ver la tele. El anuncio de la inmobiliaria decía “para entrar a vivir”. Jajajajaja. Claro, si no te queda más remedio... Nos metimos de cabeza en una hipoteca de 14 millones y gracias a que el banco nos dio más del 100%, porque si no, no sé cómo hubiésemos pagado las Escrituras y la ingente cantidad de trámites necesarios para estar “en tu casa”. Hicimos nosotros mismos unas cuantas chapuzas, lo maquillamos un poquito y ya llevamos allí ocho años.

La diferencia es que a nosotros nos costó 12 millones y medio de pesetas y entre los dos ganábamos unas 200.000 al mes, aunque de ahí había que quitar la pensión; ahora, este mismo piso se vendería por 38 o 40 millones, es decir, más del triple, pero nuestros sueldos no han subido en la misma proporción, porque entre los dos ganamos unos 1800 €, o sea, 300.000 pts. Ya me gustaría a mí ganar el triple que hace ocho años, ya...

Pues nada, que aquí seguimos y seguiremos hasta que la Lotería tenga a bien visitarnos. A veces mi marido me dice: “Niña, no me quieras tanto, que ya lo dice el dicho, afortunado en el juego, desafortunado en amores, y supongo yo que al revés también...” Qué ricura.

COMENTARIOS A LA ENTRADA ANTERIOR

Sí, desgraciadamente los sueldos siguen por un igual. Y yo no sé cómo una pareja joven puede meterse en un piso, vamos es que no puede. No me extraña que se manifiesten. Está el tema que no veas. Yo estoy viendo cada "cuadra" que lo flipas y ná ... 45 millones hacia arriba y aún te dicen para entrar a vivir, vamos, que ahí no entra nadie sin hacer reformas .... vaya cara ¡¡

NuRiA CuBeRo JiMéNeZ (H), 13/12/2006 16:04.

HOLA, GUAPA

¿55 m2?, ¡me ganas!, el mío hace 47. Solo dos habitaciones porque la tercera la eliminé al ser el comedor cerrado, sin ventanas, y no lo soportaba. Era de mi padre, así que no pagué por él. Lo malo es que lo puso a nombre de los dos y ahora mi ex me lo disputa...
Besos.

Teresa (Coscojuela), 13/12/2006 15:41

Muy interesante

Muy interesantes estas series sobre las penurias de encontrar un piso. Parece increíble cómo suben y los sueldos siguen exactamente igual que hace 10 años. Qué sufrimiento, por Dios.

¿Qué tal Elsa?

Un abrazo

Sadgirl (Nunca Jamás), 13/12/2006 23:48

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