Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (5/5)
15.08.06 @ 12:15:00. Archivado en Las Américas, Sociogenética, Pro justitia et libertate
Nota editorial: La división en Partes que figura en números romanos en el texto de la "Entrevista", corresponde a la actual división en páginas electrónicas de la Edición digital de © Granma.
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VIII PARTE (1)
F.C. Usted menciona cifras. Trato de recordar las distintas migraciones y me parece que las cifras son inferiores, excepto que las mismas incluyan a los que nacieron en el exterior. Pero eso carece de importancia. Antes de la Revolución las visas que recibían los cubanos eran insignificantes. Al triunfo de aquella, las puertas se abrieron de par en par. De 6 mil médicos se llevaron la mitad, otro tanto hicieron con profesores universitarios y maestros. Fue una colosal extracción de recursos humanos. Pero soportamos el golpe a pie firme. A nadie se le prohibió emigrar. No fuimos nosotros sino ellos los que más de una vez cerraron las puertas y establecieron cuotas de visas legales. Su peor crimen fue el estímulo a las salidas ilegales mediante una monstruosa y asesina Ley llamada de Ajuste Cubano, en virtud de la cual cualquier persona, sean cuales fueren sus antecedentes y conducta, si sale ilegalmente de Cuba por cualquier vía y arriba a territorio de Estados Unidos, recibe, sin una sola excepción, derecho de residencia en ese país. Por esta vía han recibido a muchos delincuentes, aunque no todos lo sean, y no pocas personas han perdido la vida. Por esta estúpida Ley, única en el mundo, creada sólo para los ciudadanos cubanos, se produjo el caso del niño secuestrado sin haber cumplido 6 años, Elián González, en una aventura donde perdieron la vida 11 cubanos.
Si a México y el resto de América Latina y el Caribe se hubiesen concedido durante casi 35 años tales privilegios, más de la mitad de la población de Estados Unidos sería latinoamericana y caribeña. No existiría hoy entre México y Estados Unidos un muro mucho mayor que el de Berlín donde mueren cada año más emigrantes que todos los que murieron durante los años de existencia de aquel muro. Ofrezcan ustedes ese privilegio en Europa a los habitantes al Norte y al Sur del Sahara, y veríamos cuántos emigrarían.
Debemos decir que nunca hemos prohibido la emigración de Cuba hacia Estados Unidos y el 90 por ciento de los que lo han hecho ha sido por motivos económicos.
F.M. El asunto del pequeño Elián ha despertado los ardores de la comunidad cubana exiliada en Miami. ¿Qué opina usted de la disidencia cubana, tanto en el interior de la isla como en la Florida?
F.C. No comprendo la diferencia que puede haber entre lo que tú llamas disidencia externa y la interna. Son exactamente la misma cosa. Ambas tienen el mismo origen y la misma dirección. Ambas son instrumento de la política de Estados Unidos contra Cuba, ambas son proimperialistas, antisocialistas y anexionistas. Los que fueron promovidos como jefes de la llamada Fundación Cubano-Americana un engendro surgido del llamado Documento de Santa Fe, plataforma política del Partido Republicano del año 1980 con relación a Cuba eran casi sin excepción antiguos miembros de la CIA, o hijos de connotados criminales de guerra que escaparon hacia Estados Unidos al triunfo de la Revolución. Su lista de crímenes y fechorías cometidos contra Cuba, primero como individuos reclutados desde la época de la invasión mercenaria de Girón y después como miembros de la mafia cubano-americana mencionada, es interminable. Uno de los propósitos de Reagan y su equipo era buscar una máscara política que presentara, en nombre de una supuesta representación cubana, todas las leyes o medidas de bloqueo y guerra económica contra nuestra Patria. Recibieron contratos y concesiones económicas privilegiadas, traficaron con todo, incluso drogas, y amasaron abundantes riquezas. La creación de un lobby para promover y ahijar en el Congreso aliados a la extrema derecha y a los congresistas más reaccionarios de cualquiera de los dos partidos en su política agresiva contra Cuba, fue una de las más importantes misiones que les encomendaron.
En su arsenal de acciones contra Cuba, estaba la de apoyar a grupos terroristas aparentemente independientes para realizar todo tipo de sabotajes a la economía, crímenes políticos, introducción de plagas y guerras biológicas. Terminaron organizando su propio aparato militar y preparando incontables planes para asesinarme cuantas veces yo viajaba al exterior. Era una verdadera cacería humana con pleno conocimiento y tolerancia de las autoridades norteamericanas. Con los abundantes recursos que poseían, entregaban fondos de campañas a decenas de legisladores de ambos partidos, por encima o por debajo de la mesa. Ellos eligieron legisladores del propio grupo y ayudaron a elegir a otros. El apoyo oficial era total. Repugna todo lo que hicieron contra nuestra Patria. Su último crimen fue el secuestro de un niño que no había cumplido 6 años, de cuya legítima familia lo despojaron. Dueños de la Florida, se consideraron con derecho a desafiar las leyes y órdenes del propio Gobierno. Terminaron pisoteando y quemando banderas norteamericanas. La colosal y estúpida fechoría cometida con el niño secuestrado fue su Waterloo político. Será muy difícil que vuelvan a recoger los pedazos dispersos de lo que fuera el considerable poder y la influencia política que habían alcanzado, y armar con ellos de nuevo algo que sirva.
Tan destrozada moral y políticamente como ellos, está la otra ala de la estrategia contrarrevolucionaria de Estados Unidos: los minúsculos grupitos que han estado promoviendo durante muchos años para crear un frente interno contra la sólida e inconmovible unidad y fortaleza de la Revolución, a los que estimula con fondos que llegan por las más diversas vías y apoyan con todos los medios publicitarios a su alcance. En las emisoras subversivas que transmiten desde Estados Unidos y en la prensa de la Fundación, tienen sus órganos de divulgación y difamación contrarrevolucionaria. Trabajan estrechamente unidos a la mafia cubano-americana. Son coordinados directamente por el personal de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, diplomáticos checos, polacos y otros funcionarios de algunas embajadas de países aliados o subordinados a Estados Unidos.
Su misión esencial es obstruir las relaciones diplomáticas y económicas de Cuba, suministrar con sus provocaciones material publicitario para las campañas de propaganda, difamación y aislamiento de la Revolución. En estos gloriosos y heroicos años de doble bloqueo y período especial, donde se decidía la vida o la muerte de nuestra Patria, las hazañas de nuestro pueblo los hundirán en lo más profundo de la ciénaga de su infamia, y en lo que es absolutamente lo más seguro y digno de su miserable papel: el olvido.
IX PARTE
F.M. ¿Cómo recibió usted la noticia de su liberación por la policía federal el 22 de abril?
F.C. Casi asombrado de que al fin se hubiesen decidido a hacerlo, y era algo de extrema necesidad. La vida del niño corría grave peligro. La reunión con el padre, el hermanito, la nueva madre y varios compañeritos de escuela ha producido un cambio espectacular en el estado de ánimo y la salud del niño. Avanza rápidamente en sus estudios, y a pesar de los meses de secuestro podrá vencer el curso escolar. La cuestión fundamental es ahora su regreso a Cuba. Pienso que no habrá forma legal, moral o política de retenerlo en Estados Unidos. El pueblo norteamericano, en forma casi total, ha ofrecido su apoyo para la reunión con su padre y el regreso a Cuba. Un gesto que siempre agradeceremos.
F.M. ¿Cómo reaccionó usted ante la condena a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el 18 de abril del 2000, como resultado de una iniciativa de la República Checa y de Polonia? Se le reprocha de reprimir violentamente a los disidentes políticos y a los grupos religiosos...
F.C. En cuanto al voto en Ginebra, quedó en evidencia que se trató de un nuevo e hipócrita acto de hostilidad y agresión de Estados Unidos contra Cuba, con la complicidad activa de algunos gobiernos de países ex socialistas que se prestaron para hacer el juego sucio de los norteamericanos, y el apoyo de sus cómplices europeos que en Ginebra votan en bloque junto a su aliado más poderoso y jefe de la mafia de la OTAN. No tuvimos la menor vacilación en desenmascarar la infame maniobra. Nuestro pueblo la condenó unánimemente y formulamos contundentes denuncias contra los confabulados, muchas de las cuales no han podido responder. Las réplicas serán cada vez más duras y la batalla contra Cuba más difícil.
F.M. El Papa Juan Pablo II visitó La Habana en enero de 1998. ¿Lo convenció a usted?
F.C. Realmente no recuerdo que el Papa haya tratado de convencerme de algo. Lo recibimos con la hospitalidad y el respeto que merece una personalidad tan relevante, de especial talento y carisma. Ambos hablamos a la luz pública al llegar y al partir, y ambos expusimos con respeto y dignidad nuestras ideas. Yo fui breve: 14 minutos al recibirlo y 5 minutos al despedirlo. Pusimos el país en sus manos; le entregamos las más históricas plazas públicas, que fueron las escogidas por los organizadores del viaje; nuestras cadenas de televisión quedaron a su disposición; así como el transporte que solicitaron para las movilizaciones, que era todo con el que contaba nuestro país bloqueado; invitamos a los militantes de nuestro Partido, la Juventud Comunista y las organizaciones de masas a asistir a las misas con la rigurosa instrucción de escuchar con respeto todos los pronunciamientos y sin un solo cartel, consigna, o exclamaciones revolucionarias. Ciento diez cadenas extranjeras de televisión y 5 mil periodistas recibieron autorización para divulgarlo todo al mundo. Ni un soldado en la calle, ningún policía con armas. En ninguna otra parte ocurrió algo parecido.
Al final los organizadores de los viajes del Papa afirmaron que era la visita mejor organizada que había realizado el Papa. No ocurrió un solo accidente de tránsito. Pienso que él se llevó una grata impresión de nuestro país; él a su vez dejó una grata impresión en Cuba. Tuve oportunidad de admirar su capacidad de trabajo y la abnegación con que cumplía rigurosamente los duros programas que le imponían sus colaboradores. Quienes se llevaron un total chasco fueron aquellos que en el exterior y no eran pocos imaginaron que la Revolución se derrumbaría como las murallas de Jericó, ante la sola presencia del Papa. Tanto ella como él salieron muy conscientes de sus propias fuerzas.
F.M. Nadie es inmortal, ni los Jefes de Estado ni los hombres comunes. ¿No piensa usted que sería sabio preparar su sucesión, aunque sólo fuera para evitar al pueblo cubano el trauma de una transición caótica?
F.C. Conozco bien que el hombre es mortal, y no preocuparme jamás por ello ha sido clave de mi vida. Cuando un carácter rebelde me llevó al arriesgado oficio de luchador revolucionario que nadie me impuso, sabía también que era bastante poco probable que sobreviviera mucho tiempo. No era Jefe de Estado y sí un hombre muy común. No heredé cargo alguno ni soy Rey, no necesito por tanto preparar sucesor, y en todo caso, nunca sería para evitar el trauma de una transición caótica. No habrá trauma, ni será necesaria transición alguna.
La transición de un sistema social a otro se viene haciendo desde hace más de 40 años. No se trata de la sustitución de un hombre por otro.
Cuando una Revolución verdadera se ha consolidado y la siembra de ideas y de conciencia ha comenzado a dar sus frutos, ningún hombre, por importante que haya sido su aporte personal, es indispensable. No existe en Cuba culto a la personalidad. Nadie verá ni siquiera fotos oficiales, ni calles ni parques o escuelas que lleven el nombre de dirigentes vivos. Las responsabilidades están muy compartidas y el trabajo distribuido entre muchos. Numerosas personas jóvenes y ya experimentadas, junto a un grupo menos numeroso de revolucionarios veteranos con los cuales están profundamente identificados, son los que hacen funcionar el país. Y no olvidar: existe un partido con gran prestigio y autoridad moral. ¿De qué preocuparse?
F.M. Lo que usted dice es muy correcto. Pero, precisamente, al no poner en funcionamiento desde ahora hombres y estructuras capaces de asumir el relevo llegado el momento, ¿no cree usted que aumente el riesgo de que se cuestionen esos logros sociales?
F.C. El relevo al que te refieres no sólo está ya preparado, sino que viene funcionando hace bastante tiempo.
F.M. Usted tiene el privilegio de haberse convertido en un mito en vida. ¿Lo seguirá siendo después de muerto?
F.C. No soy yo. Son los gobiernos de Estados Unidos los que me han convertido en lo que tú llamas un mito, y si lo he sido en vida es también gracias a su fracaso en los incontables intentos de privarme de ella. Claro que lo seguiré siendo después de muerto. ¿Puede acaso subestimarse el mérito de haber luchado tantos años contra tan poderoso imperio?
F.M. Fidel Castro, el conspirador permanente. ¿Pertenece esta imagen a un pasado obsoleto?
F.C. Por el contrario, se ha convertido en un hábito tan importante en mí que ni siquiera hablo conmigo mismo los secretos estratégicos más importantes en mi lucha revolucionaria. Prefiero contarlos por televisión.
F.M. ¿Por qué vive usted de noche? ¿Cuándo prepara sus discursos?
F.C. Vivo y casi siempre trabajo a todas horas, de día y de noche. ¿Acaso después de los 70 se puede perder tiempo? En cuanto a mis discursos he llegado a la conclusión, un poco tarde quizás, de que los discursos tienen que ser cortos.
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(1) Ver los textos precedentes en:
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (1/5)
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (2/5)
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (3/5)
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (4/5)
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