lunes, agosto 28, 2006

Avalancha de cayucos sobre Canarias

Avalancha de cayucos sobre Canarias

Permalink 27.08.06 @ 14:18:51. Archivado en Pro amicitia universale, Migraciones, Pro justitia et libertate

"Si continúa la tendencia actual en la avalancha de cayucos y pateras que estamos soportando, Canarias acabará el año con más de 25.000 inmigrantes llegados a España y a Europa por esta vía...

No podemos seguir perdiendo un tiempo precioso, un tiempo que representa para muchos seres humanos la diferencia entre la vida y la muerte."

LA INMIGRACIÓN IRREGULAR, UN PROBLEMA DE TODOS

ADÁN MARTÍN MENIS, Presidente del Gobierno de Canarias

Canarias lleva meses, años quizás, planteando una pregunta que ha sido trasladada a cuantas reuniones, foros y oportunidades de discusión, diálogo y negociación se han realizado aquí, en Madrid o en Bruselas. Una pregunta que tiene una vertiente moral y otra más crudamente pragmática, y que me gustaría compartir con ustedes: ¿Existe algún límite para la solidaridad y la compasión?

Seguramente coincidiremos todos en que ese límite no debería existir. Los seres humanos, para poder llamarnos así, estamos obligados -individual o colectivamente- a ayudar, a acoger y a proteger al más débil. Ahora bien, ¿a cuántas personas podemos ayudar en condiciones dignas? ¿Acogeríamos en nuestras casas, sin más ayuda que nuestro sueldo y nuestros recursos a un necesitado? Seguro que sí... ¿Y a dos? ¿y a diez? ¿tal vez podríamos ayudar a veinte? ¿y si fueran cien? ¿y si fueran cien mil? ¿Podríamos seguir abriéndoles nuestras puertas, dándoles de comer, curando sus heridas, ofreciéndoles una cama?

Bien, pues ése y no otro es el dilema que tiene planteado el pueblo de Canarias en estos momentos. Nuestra casa es un archipiélago de siete pequeñas islas, ni un metro cuadro más. Nuestro sueldo y nuestros recursos, los que tenemos asignados a la población que aparece en el censo oficial, ni un euro más. Nuestro margen de maniobra, limitado, porque sólo estamos «autorizados» para prestar ayuda sanitaria y humanitaria. Nada más. Pero sucede que esta casa está acogiendo a miles y miles de seres humanos que llegan con la esperanza de una vida mejor.

®® Somos la puerta de entrada a Europa para millones de personas que huyen de la miseria, la guerra, la muerte. Pero eso no puede convertirnos, de ninguna manera, en la alfombra bajo la que ocultar un problema que es de todos, manteniéndolo lejos de los ojos de los ciudadanos del continente.

Desarraigo y pobreza

®® Canarias está cumpliendo con creces ese deber moral de ayuda al que me refería más arriba. Por respeto, por justicia, por humanidad. Por nuestra propia historia, porque sabemos lo que es el desarraigo y la pobreza. Este pueblo ha sido hospitalario y solidario más allá de su capacidad económica, de los recursos con los que cuenta, y, sobre todo, más allá de la responsabilidad asumida por el Estado o la UE.

Porque éste no es un problema canario, y no puede tratarse como tal. ®® Los desplazamientos de población son un fenómeno mundial que continuará mientras continúen las diferencias entre el mundo rico y el pobre. Y son, sobre todo y en primer término, ®® un problema protagonizado por seres humanos que necesitan la ayuda de sus semejantes. Necesitan ayuda en origen, para que sus patrias dejen de ser un territorio del que salir huyendo. Y necesitan ayuda en destino, cuando esa huída ya se ha producido y llegan «a este lado de la valla» sin más posesión que su vida y su desesperación.

En este sentido, ®® el pueblo de Canarias ha atendido -sólo en lo que llevamos de 2006- a más 18.000 inmigrantes en nuestras costas. Les hemos dado cobertura sanitaria en nuestros centros, tuvieran o no papeles. Hemos destinado una enorme inversión en educación de los chicos inmigrantes, para garantizar su formación hasta los dieciocho años. Hemos atendido a cientos de menores llegados a Canarias, a pesar de que la Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas establece que ese cuidado corresponde siempre en última instancia a los Estados. Y hemos denunciado, en todos los foros, en todas las ocasiones en las que hemos podido, la situación que se avecinaba.

Pero el Gobierno de Canarias no puede participar en reuniones, ni firmar convenios internacionales, ni ejercer acciones ante Estados en materia de extranjería o inmigración, porque las competencias las tiene el Gobierno Central. Y aún así, lo hemos hecho. Hemos tenido infinidad de reuniones con todos los comisarios europeos competentes en la materia, hemos viajado a todos los países de los que proceden los inmigrantes irregulares para tratar de llegar a acuerdos que frenen esta marea indiscriminada. Hemos emprendido acciones y realizado gestiones, sobrepasando nuestras competencias, para colaborar en la resolución del problema.

Un problema que no puede ser exclusivo de una comunidad pequeña y limitada como la nuestra, por el único motivo de ser el primer territorio europeo con el que se encuentran en su viaje. ®® Si continúa la tendencia actual en la avalancha de cayucos y pateras que estamos soportando, Canarias acabará el año con más de 25.000 inmigrantes llegados a España y a Europa por esta vía. Y digo bien, llegados a España y a Europa. Porque a pesar de que el Gobierno central y otros territorios comunitarios españoles y europeos parezcan a veces no identificar este problema como una responsabilidad del conjunto de la ciudadanía, del Estado y de Europa, lo cierto es que lo es.

®® No podemos seguir perdiendo un tiempo precioso, un tiempo que representa para muchos seres humanos la diferencia entre la vida y la muerte. Uno en el que el hambre y la guerra siguen carcomiendo un continente ya bastante maltratado. Uno en el que se corre el riesgo de alimentar la xenofobia en las zonas que se ven saturadas por las oleadas de inmigrantes irregulares. Uno en el que se siguen desbordando las infraestructuras y los servicios de los territorios de acogida por falta de una correcta asunción de la responsabilidad. Uno en el que los menores inmigrantes no pueden ser atendidos en las debidas condiciones y con las necesarias garantías.

®® Llevamos años anunciando que esto podría ocurrir y que era necesario anticiparse al problema. Llevamos años denunciando ante el Gobierno central -de cualquier signo político- y ante la UE que no se puede dar la espalda a los millones de seres humanos que esperan en las costas de África para dar el salto al primer mundo.

Soluciones

®® Es necesario la coordinación y la colaboración entre administraciones. La acción conjunta de España y Europa, una política común que encauce un problema que es de todos, no sólo de Canarias. Es necesaria la firmeza diplomática de España ante la UE, los organismos internacionales, y aquellos países africanos que, aún en vías de desarrollo, disponen de una estructura de Estado. Para que no miren hacia otro lado cuando sus ciudadanos embarcan masivamente arriesgando sus vidas, un hecho especialmente cruel en el caso de los menores. Por ello, estos Estados han de asumir mayor responsabilidad en la vigilancia de sus fronteras y costas. Y en su defecto, permitir la colaboración internacional para llevar a cabo la vigilancia.

®® Es necesario sensibilizar a los líderes sociales y religiosos y a los medios de comunicación de esos países de los riesgos que comporta un viaje a la desesperada. Y de la realidad a la que se van a enfrentar cuando lleguen a su destino. Porque existe una visión distorsionada y nadie les cuenta que, desgraciadamente, a veces pueden morir en el intento o acabar vagabundeando por las calles de las ciudades que soñaban, pasto de la explotación laboral o en las cañerías de la marginación.

®® Es necesario una política de ayuda a los países de origen, de lucha contra las mafias que trafican con seres humanos, de repatriación de inmigrantes irregulares, de reagrupamiento familiar en el caso de menores, de redistribución de inmigrantes en los centros de toda España para evitar el colapso de los que se encuentran en territorio canario, de control de fronteras aéreas y marítimas. Es necesario regular los flujos de inmigrantes, para que haya unos cupos a los que se les pueda garantizar esa nueva vida que esperan.

Es necesario, sobre todo, actuar. Y hacerlo ya.

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