Zapatero chapucero o fullero
01.07.06 @ 21:33:01. Archivado en Ética, Pro justitia et libertate
La escenificación por Zapatero de la declaración institucional de apertura del diálogo con ETA incumplió de manera descarada el compromiso de la resolución parlamentaria de mayo de 2005, según la cual el jefe del Ejecutivo acudiría al Congreso para solicitar esta apertura, una vez que la banda expresara la voluntad de abandonar las armas. Esta resolución fue adoptada por todos los grupos parlamentarios excepto el PP, lo cual explica que Rajoy, en sus declaraciones posteriores a la prensa, no se lo reprochara a Zapatero.
Como la banda no había expresado hasta el momento de la declaración institucional su voluntad de abandonar las armas, cabe imaginar que Zapatero ha esquivado el debate en el pleno del Congreso, por sentirse entre dos fuegos, temiendo a un tiempo los argumentos de la oposición y la amenaza de ETA, que le había dado como plazo para mover ficha hasta el día de ayer, último día del mes de junio.
Para cualquier observador libre, Zapatero soslayó el debate en el pleno del Congreso, porque temía que la oposición le reprochara que no había habido ni convocatoria del Pacto Antiterrorista, ni reunión de la Comisión Secretos Oficiales, ni respeto por parte de ETA a la condición de declarar su voluntad de abandonar las armas, es decir, de disolverse como banda terrorista, para hacer posible la declaración institucional.
El formato de la declaración institucional de Zapatero se explica por su miedo a descontentar a ETA, que de toda evidencia lo somete a su chantaje habitual de negociar con las pistolas sobre la mesa.
Zapatero declaró según una liturgia extraña, que hacía pensar en un ritual improvisado entre chapucero y fullero, no ante los parlamentarios, sino ante los medios de comunicación, aunque con todos los periodistas, incluidos los suyos propios, amordazados.
El lugar era el vestíbulo del Congreso de los Diputados. Zapatero se mantuvo de pie, en posición inestable como si en todo momento quisiera desaparecer, delante de una mesa inutilizada y detrás de un micrófono de pértiga vertical.
Con el rostro acartonado como si llevara una careta, sin leer ningún texto, aunque revelando el esfuerzo de su memoria, marcó su recitado con el compás binario preferente de un solo brazo y empleando sólo el dedo pulgar en las enumeraciones. Ciertamente o probablemente sin saberlo, quién sabe, siendo él republicano, se había colocado bajo la mirada marmórea de Isabel segunda, la reina depuesta por la primera república española.
Parece que Zapatero había informado la víspera al Rey del formato que iba a adoptar para su declaración institucional. Nadie sabe cuál fue la reacción del monarca, lo que hace que en cierta manera haya quedado así al descubierto. También parece que, inmediatamente antes de la declaración institucional, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, había comunicado a los representantes de los grupos parlamentarios el formato de esta comparecencia.
Que sepamos el único que protestó entre sus apoyos parlamentarios, por el formato adoptado, fue Llamazares que, en nombre de IU, apoyó a Zapatero pero le criticó que no optara por comparecer ante el pleno del Congreso para que la Cámara votara. José Javaloyes ha comentado acertadamente: “Había que cumplir como fuera el plazo impuesto por la banda, pero no cabía atenerse a las presumidas condiciones formales. Se cambió la fórmula. El presidente del Gobierno ha comparecido en el Congreso, pero no ante el Congreso. Frente a los medios, pero no ante los diputados en sus escaños.”
La declaración ha tenido lugar, en el edificio, pero no en el hemiciclo del Parlamento, en el plazo previsto por ETA, ya que esta semana se cumplía el plazo que ETA había impuesto al Gobierno, para que diera el siguiente paso de la negociación. Así lo indicaba un editorial de «Gara» de hace unas semanas, recordando al Ejecutivo los días que le quedaban para cumplir sus compromisos a tiempo.
Con el formato de una declaración nada parlamentaria, sin presencia, sin preguntas ni debate, en el edificio, pero no en el hemiciclo del Parlamento, el presidente Zapatero cumplió, bajo su responsabilidad personal, su compromiso de informar del comienzo de una nueva negociación con los terroristas de ETA.
Esperemos que la comedia de la declaración institucional no termine en tragedia, frustrando una vez más el ardiente deseo de todos de erradicar la violencia de nuestro suelo.
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