Guerras fratricidas
15.07.06 @ 18:30:59. Archivado en Pro pace, Ética
Yo empleo mi coche lo menos posible. No porque no me guste la mecánica, la verdad es que siempre me ha interesado casi tanto como la electrónica, sino porque intento consumir el menos petróleo posible. Consumiendo poco, voy poco a la gasolinera.
¿Saben ustedes cuál es mi mayor preocupación en la gasolinera?
Se equivocan si piensan que es el precio de la gasolina, aunque no puedo negar que me preocupe, galopando como galopa más que un caballo desbocado.
Lo que más me preocupan son las guerras fraticidas, que en buena parte explican el galopar incesante del precio que yo pago, no solamente por la gasolina de mi coche, sino sobre todo por el gasoil de mi calefacción, ya que, siendo friolero, vivo en un país si no polarmente frío, sí bastante caprichoso con los fríos intempestivos en cualquier momento del año.
Les propongo el siguiente ejercicio de solidaridad geopolítica: cada vez que ustedes renuncien a tomar el coche, para economizar gasolina, o que vayan a la gasolinera para repostar, piensen en las guerras fratricidas del oriente próximo.
Hagan lo mismo cada vez que renuncien a calentarse con su cale, cuando tengan frío, o que se vean obligados a hacer venir de nuevo el combustible, porque su depósito se está quedando seco y que el frío exige más que lana; no pierdan de vista el que las guerras fratricidas del oriente próximo tienen consecuencias en su confort y en su billetera.
¿Qué guerras fratricidas son éstas, en plural?
La que más se mienta por el momento es la que se hacen estos días, con una descomunal furia vengativa, los israelíes y sus hermanos semitas los palestinos, con el apoyo de Hesbolá, desde el Líbano, y viceversa.
Detrás de ella están las dos guerras sin cuartel entre palestinos de Hamás y de la OLP, por un lado, y entre los israelíes zelotes de Sharon y los moderados, por otro lado.
Habrá que añadir la apocalíptica guerra fratricida que se hacen los musulmanes sunitas y chiítas en Irak, cuyas consecuencias en Irán, corazón y defensor hereditario del chiísmo, son totalmente previsibles. Hezbolá (el “partido de Dios”), basado en el Valle de Bekaa, en el oriente del Líbano, fue establecido por la Guardia Revolucionaria de Irán en la década de los '80 y comparte su visión con el gobierno conservador y antijudío chiita iraní. El propósito original de Hezbolá, que explica aunque no justifica su desesperada confrontación actual con Israel, era resistir la ocupación israelí en el sur del Líbano.
Como escenario más amplio de estas guerras próximo y medio-orientales, aparentemente muy circunscritas, para quien no sabe nada de geografía, encontramos las enormes tensiones entre los regímenes teocráticos islamistas y las monarquías y dictaduras absolutistas de una franja considerable del planeta, cuya frontera oriental más remota se encuentra hoy en la India y en Pakistán, por no decir en Indonesia.
No conviene tampoco olvidar, si estamos de acuerdo en que la creencia en un solo Dios convierte a los creyentes en hermanos, que la más problemática de las guerras fraticidas del momento es la que extremistas cristianos declararon hace ya años a un noble pueblo musulmán, abusando del nombre de Occidente y desoyendo la franca oposición del Papa y de otros líderes religiosos, con el pretexto de que había que deponer a su brutal presidente.
Cada vez que vean subir el precio de sus combustibles, piensen en todas estas guerras fratricidas, cuya innegable incidencia geopolítica se hace visible en el contador del surtidor. Estoy seguro de que ustedes lo emplearán de menos en menos si estas guerras fratricidas van de más en más.
Quizás sea el momento de solidarizarse con todos estos hermanos nuestros, árabes o israelíes, iraquíes o iraníes, indios o pakistaníes o indonesios, religiosos o laicos, tales o cuales, todos hijos inocentes de una misma Humanidad, para que estas guerras fratricidas y las causas geopolíticas que las provocan cesen ya de prosperar.
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